Crisis de la civilización occidental

18/07/2011
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La crisis de la civilización occidental comienza con ella misma. En su entraña trae consigo el germen de la crisis. Esta crisis se manifiesta en mil formas a lo largo del tiempo. Crisis de la educación, crisis del cambio climático, crisis de sociedad como la violencia, la corrupción… Y querer restablecer el estado natural de buena relación entre la persona, su grupo social, la actividad económica y la Naturaleza, eliminando algunas de sus manifestaciones, es como querer eliminar los efectos perversos de una planta contaminante, eliminando algunas de sus hojas.

Una de las características esenciales para calificar a un grupo social como “civilizado” es el hecho de volverse sedentario. El grupo social pasa de su situación de nómade a otra de sedentario. Y, ¿qué es lo que determina esta nueva situación del grupo social? Sin lugar a dudas es el descubrimiento de la tierra cultivable. Es el cultivo de plantas que posibilita al grupo social devenir sedentario. La agricultura primitiva obliga a los nómades devenir campesinos, construir su albergue junto a su chacra; así como también construir su propia familia. De esta forma, los pueblos se expanden a lo largo y ancho del planeta Tierra, siguiendo los cursos de agua, las lagunas y los mares.

Pero la tierra cultivable, sustento del progreso de los seres humanos, contiene una característica mortífera contra la paz social, la igualdad socio-económica entre los hombres, y la buena convivencia con la Naturaleza. La tierra cultivable, producto de la interacción entre el grupo social y la Naturaleza, puede ser apropiada por cualquiera. Y a través de este mecanismo se establece una relación de dominación de una minoría contra la mayoría, contra aquella que hará producir esa tierra cultivable. Es decir, la tierra cultivable posibilita que la totalidad del resultado de una actividad socio-económica sea apropiada por terceras personas quienes, además, no están obligadas a trabajarla. Este es el origen de la crisis de la civilización occidental.

Es importante remarcar este evento sucedido aproximadamente hace unos diez mil años. Es importante remarcar que, desde entonces, la mayoría de la población pierde toda iniciativa en la construcción de su presente y de su futuro puesto que, quien controla la actividad socio-económica es el que decide sobre el devenir de sus vidas. Es él y su casta quienes controlan el mecanismo que les permite apropiarse la casi la totalidad del valor agregado por los pueblos. Este es el origen del comportamiento individualista que, luego va a manifestarse en todos los aspectos de la vida y en todas las relaciones entre la persona, su grupo social, su actividad económica y la Naturaleza. Es lo que ahora conocemos como las crisis de la civilización occidental.

La crisis de la civilización es un producto humano. De grado o de fuerza, fue una decisión tomada por todo el grupo social. Y como tal, es otra decisión del grupo social que revertirá esta situación. Pero, ¿en qué debe consistir esta decisión social para lograr restablecer la paz social, el buen entendimiento entre las personas, su grupo social, la actividad económica y la Naturaleza? En breve, ¿cómo restablecer el Buen Vivir o Vivir Bien, el SumakKausay o Suma Qamaña? La respuesta de estos tiempos es construyendo el Estado Plurinacional.

Una respuesta a medias, sin mayor efecto concreto. ¿Por qué? Porque no cuestiona lo que originó la crisis de la civilización, no modifica el mecanismo inicial de la ruptura social y económica en la vida de los pueblos originarios, no propone la alternativa de solución a lo esencial de la crisis de la civilización occidental. Deja intacto que el cien por ciento del resultado de la actividad económica de las naciones continúe a ser apropiado por un número reducido de personas. Deja intacto el mecanismo que genera las grandes desigualdades socio-económicas, así como el de la depredación de la Madre Tierra, y el de la marginación y olvido de la mayoría de la población.

Y las pruebas son evidentes. En Ecuador y Bolivia ya se cuenta con el Estado Plurinacional. ¿Acaso en estos países han instaurado el Buen Vivir o Vivir Bien? ¿Se ve acaso, el inicio del reconocimiento real de sus naciones? ¿Se han dado pasos significativos para eliminar las grandes desigualdades socio-económicas? ¿Acaso ha comenzado una era de reconocimiento del Buen Vivir o Vivir Bien entre las personas, sus naciones y su medio ambiente? ¿Acaso los trabajadores han dejado de ser simples pongos de una actividad económica manejada únicamente por unos cuantos amos nacionales y extranjeros? No, definitivamente no.

Un Estado Plurinacional no tendrá los efectos deseados mientras se conserve el mecanismo que dio origen a la crisis de la civilización occidental. Por consiguiente, es necesario reinstalar el mecanismo que, en nuestros ancestros, permitió la sociedad comunitaria de ayllus. Un sistema socio-económico que permitió la reciprocidad, la complementariedad, la solidaridad y la diversidad. Y este mecanismo es simple de recordarlo. Se trata de volver a instaurar el principio de que la totalidad del Valor Agregado por los pueblos y naciones pertenece a cada uno de sus comuneros, y en partes más o menos iguales. Y este principio se sustenta en la propiedad colectiva de los activos (físicos y financieros) de la actividad económica. Este es el mecanismo que sustentó el Buen Vivir o Vivir Bien. Y es este mecanismo el que hace falta al Estado Plurinacional de Bolivia y de Ecuador, para su efectiva realización.

Huanta, 12 de julio del 2011

Dr. Hugo Salinas
https://www.alainet.org/pt/node/151279?language=en
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