“Debemos salvar la diversidad de las semillas para el futuro”

27/09/2012
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Vandana Shiva, científica y filósofa nacida en la India, recibió en 1993 el Premio Nobel Alternativo. Es fundadora del movimiento Navdanya que promueve la agricultura orgánica, la seguridad alimentaria y la conservación de las semillas en contra de los cultivos transgénicos. Ha escrito numerosos libros, algunos publicados en español como La biotecnología y sus consecuencias en el Tercer Mundo (1991), Abrazar la vida: mujer, ecología y desarrollo (1995), La praxis del ecofeminismo: biotecnología, consumo y reproducción (1998), Manifiesto para una democracia de la tierra: justicia, sostenibilidad y paz (2006), Las nuevas guerras de la globalización: semillas, agua y formas de vida (2007) y Monocultivos de la mente (2008).
 
El 3 de agosto, Vandana Shiva dio una conferencia magistral en la Universidad Nacional Agraria La Molina, en Lima, como parte del Encuentro Nacional de Mujeres Lideresas Agroecológicas organizado por la Asociación Nacional de Productores Ecológicos del Perú (ANPE Perú). A continuación, la traducción de Noticias Aliadas de extractos de su conferencia.
 
“(…) La biodiversidad no es vacía, no es naturaleza pura. Ninguna de las variedades que han sido desarrolladas durante siglos por las sociedades campesinas, en particular las mujeres, son landrace [variedades de plantas o animales autóctonos o domesticados que se han desarrollado a través de procesos naturales y adaptándose al entorno], creo que es sólo un término incorrecto porque hay inteligencia en cada aspecto de su obtención.
 
Y al pensar en cómo podemos lograr sistemas de desarrollo, especialmente desarrollo rural, cómo puede haber objetivos de proporcionar alimentos de alta calidad, buena nutrición, cómo aseguramos que las comunidades rurales no sean excluidas, que las mujeres no sean excluidas, creo que el primer paso en el desarrollo [es] la seguridad alimentaria, así como la inclusión social. Es empezar a eliminar las fronteras y los muros que han llevado a la exclusión. En mi opinión, el muro más importante es un muro muy invisible que cada vez se hace más alto y más alto.
 
Frontera de la creación
 
Es un muro al que he llamado la frontera de la creación. Se trata de un muro que está destruyendo nuestra biodiversidad, que está empujando a las comunidades rurales a la marginación y la pobreza, y es un muro que ha ignorado el conocimiento de las sociedades campesinas, especialmente de las mujeres.
 
Y este muro empezó a levantarse cuando el conocimiento fue demarcado súbitamente entre conocimiento científico y [otros tipos de] conocimiento que no son conocimiento.
 
Soy científica, he sido formada como física, así que estoy muy familiarizada con la forma en que esta historia ha evolucionado, y hay en particular un rompimiento. Es un rompimiento que tiene las mismas raíces que la colonización, las mismas raíces de la caza de mujeres llenas de conocimiento acusadas de brujas, y las mismas raíces que declararon la naturaleza como muerta y no como un planeta vivo auto-organizado con una tremenda diversidad.
 
Hay estos denominados padres fundadores de la ciencia que afirman haber establecido una nueva base de conocimiento. [El filósofo Francis] Bacon es uno de ellos. Y de hecho escribió un libro llamado El nacimiento masculino del tiempo (1603), con el argumento de que el conocimiento hasta entonces había sido femenino, y ahora tenía que ser este conocimiento masculino. ¿Qué era este conocimiento masculino? Era este conocimiento que básicamente declaraba la naturaleza como muerta, creaba esta frontera que decía que las mujeres campesinas, las personas comunes, no tienen conocimiento. Se creó una raza superior de superhéroes. Esta fue una monocultura [cultura única] que comenzó a cambiar la forma en que nos relacionábamos con la tierra, [que] comenzó a llevar a la desaparición de la biodiversidad.
 
Mujeres campesinas, expertas en semillas
 
(…) Así que si somos serios acerca de la inclusión, tenemos que ser serios acerca de la diversidad; si somos serios acerca de la sostenibilidad, tenemos que ser serios acerca de la diversidad; y si tenemos que ser serios acerca de la diversidad, tenemos que empezar a tomar en cuenta seriamente el conocimiento de nuestros agricultores, las mujeres campesinas, [porque] ellas han sido las expertas en semillas durante la mayor parte de la historia humana.
 
Cuando empecé el movimiento Navdanya, que significa nueve semillas, viajaba a lo largo y ancho de la India para recolectar semillas, pero también interactuábamos con las comunidades, pero, por supuesto, cuando hablaba con los hombres ellos decían: “No, nosotros ya no tenemos ese cultivo”. Sabían de azúcar, caña, algodón, trigo.
 
Pero si uno quería saber sobre los cultivos que realmente alimentaban a la gente, tenía que acudir a las mujeres, en particular las mujeres mayores. (…)
 
Las mujeres mayores conocen todo sobre su biodiversidad pero nunca fueron a la escuela para aprender a leer y escribir. Los niños van a la escuela a aprender a leer y escribir, pero nunca se les enseña acerca de la biodiversidad.
 
Por eso pusimos a las abuelas y a los nietos juntos, y ellos documentan la riqueza de la biodiversidad en su cultura y en el ecosistema, y eso tiende un puente para la continuidad en el futuro. Porque ahora esos niños que han caminado en el bosque y los campos con sus abuelas saben por primera vez lo mucho que tienen.
 
Y no hay ninguna razón para que crean que deban esperar a que el mundo exterior los provea, sino que ellos son, de hecho, la fuente de lo que hace funcionar el mundo. La frontera de la creación que dio lugar a la exclusión del conocimiento y con ello a la destrucción de la diversidad ha alcanzado un punto en que la vieja idea de hace 200 años, de que la naturaleza es muerta e inerte, está incluso siendo empujada a la parte de la naturaleza que está claramente muy viva. Nuestras semillas y nuestras plantas están siendo declaradas como simples contenedores de genes.
 
(…) tuve que decirle a nuestro ministro [de Medio Ambiente] durante los preparativos para la Cumbre de la Tierra en Rio [en 1992] que ahora la biodiversidad es el petróleo verde del futuro, que la increíble diversidad que ha sido nutrida y protegida y utilizada de forma sostenible a través de las comunidades es exactamente donde tiene puestos sus ojos la economía mundial. Para muchos de ellos incluso en Rio+20 el término economía verde se refería principalmente a la privatización y la mercantilización de toda la riqueza viva de nuestro planeta.
 
En los últimos 20 años hemos sido testigos de que la diversidad que nuestros agricultores han desarrollado está siendo reemplazada por monoculturas a gran escala de sólo cuatro cultivos. Y si uno quiere ver la monocultura de la mente en funcionamiento todo lo que tenemos que hacer es mirar las áreas cultivadas de soja, cómo toda la Argentina se ha convertido en un desierto verde, cómo incluso la Amazonia brasileña está siendo deforestada, las sabanas están siendo taladas para sembrar más y más soja. (…)
 
Esto se está propagando debido a que en 1995, cuando nació la Organización Mundial del Comercio, trajo consigo un acuerdo de derechos de propiedad intelectual, que por primera vez en la historia creó una propiedad de las formas de vida a nivel mundial. (…)
 
Desde que las patentes entran en el primer eslabón de la cadena alimenticia comienzan ya a hacer todo tipo de cosas. Yo personalmente me sentí tan indignada por la idea de las patentes, y en 1995, cuando se estableció la Organización Mundial del Comercio, un representante [de la transnacional agroquímica Monsanto] pasó a la historia al decir: “Nosotros hemos creado este acuerdo, nosotros lo escribimos, hemos sido el paciente, el diagnosticador y el médico todo en uno”. Y mientras discutían, definieron un problema, y para ellos el problema era que los agricultores guardaban semillas.
 
Para nosotros, eso no es un problema, es un deber guardar semillas para el futuro. Debemos salvar la diversidad de las semillas para el futuro. Tenemos que ser tanto los custodios y protectores así como los productores. Pero la consecuencia de obligar a usar semillas patentadas en este mundo ha sido el crecimiento de esta monocultura. La razón por la que el maíz, la soja, la canola [y] el algodón se han extendido en la escala en que lo han hecho es porque por cada semilla que se vende se cobra una regalía.
Síndrome de la tierra vacía
 
Hubo otra época en que tuvimos una colonización muy grande. Ustedes fueron colonizados por los españoles y por eso hablan español. Nosotros fuimos colonizados por los británicos y por eso hablamos inglés. Esa colonización se basó en el supuesto de la tierra vacía. La tierra estaba vacía, no había seres humanos excepto los colonizadores europeos, y por lo tanto podían tomar el control de cualquier tierra, de cualquier territorio, tomar todo el oro y la plata del Perú y cargarlos en los barcos y llevarlos a Europa (…)
 
Pero el punto más importante sobre el síndrome de la tierra vacía fue que se podía tomar el control de los recursos de las personas. Creo que lo que estamos viviendo es un periodo en el que algunas personas con poder, particularmente un puñado de corporaciones, están definiendo la biodiversidad del mundo y del planeta como si la propia vida estuviese vacía, para que puedan poseerla con una patente. Y así cobran regalías, y el cobro de regalías es, por supuesto, un flujo de riqueza que sale de la comunidad, empujándola a una mayor pobreza. (…)
 
La mayoría de las veces los agricultores que compran la semilla a crédito son los varones, ya que ellos van a la ciudad. Mientras las mujeres cuidaron las semillas nunca tuvimos una mala cosecha. Mientras las mujeres eran las custodias de las semillas y las obtentoras de las semillas nunca tuvimos deuda, porque las semillas eran suyas [y] nunca tuvimos que pagar por ellas. Cada año se extraen $200 millones como regalías por el algodón y el aceite a los indios campesinos pobres.
 
Hemos lanzado grandes movimientos para detener la introducción de otros cultivos transgénicos, porque hay suficiente evidencia científica para demostrar que han tenido un impacto ambiental. El impacto ambiental más importante es la contaminación y la polinización cruzada. Toda la pureza de las semillas se destruye. Incluso se está encontrando ahora algodón orgánico contaminado con rasgos transgénicos del Bt. Debido a que la toxina Bt es un gen que es tomado de los organismos del suelo y puesto en una planta, ahora la planta está produciendo la toxina a cada momento en cada célula.
 
Hay estudios que muestran que las mariposas que se alimentan del polen del algodón Bt están muriendo a causa de su toxicidad. Hicimos un estudio del suelo durante cuatro años y descubrimos que el algodón Bt había matado a un 22% de todos los organismos benéficos del suelo, que son la base misma de la fertilidad del suelo y la producción sostenible. Y tenemos que hacer muchos más estudios.
 
Libertad de las semillas
 
Pero no es sólo el impacto ambiental. Para nosotros, el impacto más importante es el impacto socioeconómico y el impacto político de la extracción de regalías a comunidades ya marginadas, que sólo pueden pagar esas regalías con sus propias vidas, como lo vemos en la India. Es por eso que comenzamos una campaña y el movimiento llamado Libertad de las Semillas, en que traemos las semillas antiguas y cultivamos algodón orgánico. Trabajamos con mujeres en la elaboración artesanal de textiles con el antiguo método del hilado a mano y el tejido a mano, e incluso con el teñido y la impresión a mano con tintes naturales. Así que no hay violencia en ningún nivel de la cadena.
 
Hay otro problema que empieza a tener lugar cuando el conocimiento de los campesinos y las mujeres es excluido, especialmente en esta época en que se ha creado una nueva propiedad sobre las semillas y plantas y la biodiversidad.
 
Yo hago un festival cada año llamado Orígenes en el que tratamos de hacer que el consumidor urbano recuerde que cada cosa que toca proviene de la diversidad biológica, ya sea lana o algodón como fibra o los tintes naturales o el perfume y esencias increíbles [y] todos los medicamentos a base de hierbas. Y desde la guerra, el Occidente, las economías industriales, han tratado de reemplazar todo lo vivo con sustancias tóxicas. Así la ropa se fabrica ahora con químicos del petróleo, la medicina se elabora con químicos, incluso la energía se genera con combustibles fósiles y todo el planeta está vinculado a eso.
 
Y las dos razones por las que el paradigma químico está llegando a su fin [son], la primera, su impacto tóxico y el hecho de que la gente quiere vivir sana y está buscando productos más naturales. La segunda es que estamos llegando al final del petróleo y así hay que encontrar alternativas. Las mismas empresas que crearon los productos químicos en bruto que luego se convirtieron en los agroquímicos están actuando y patentando todo lo que hemos conocido sobre la biodiversidad. Y yo llamo a esto biopiratería.
 
Es una forma de piratería. Uno de los primeros casos en que tuvimos que luchar fue el caso del patentamiento de un hermoso árbol indio. En 1984 tuvimos el peor desastre industrial en Bhopal, en la India, donde una fábrica de pesticidas tuvo un derrame y dicho derrame mató a 3,000 personas inmediatamente, y 30,000 personas han muerto desde entonces. Han nacido bebés con deformidades y más de 100,000 personas están sufriendo de enfermedades.
 
¿Por qué se tiene pesticidas cuando tenemos cosas como el árbol del neem?
En 1994 estaba leyendo una revista de biotecnología y encontré un artículo que hablaba sobre la primera invención en el mundo de lga utilización del neem como plaguicida. Así que todos nuestros siglos de aprendizaje eran súbitamente un invento de una empresa llamada W.R. Grace, que había sido una empresa química.
 
Decidimos impugnar esta patente en la oficina europea de patentes, y nos tomó 11 años de lucha. Pero conseguimos que se invalide la patente. Movilizamos gente de la India. Fui con 100,000 firmas a Múnich [Alemania]. Formamos una alianza con gente de Europa, la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica, los Verdes de Europa. Hicimos que se invalide la patente.
 
Esa fue la primera vez que pudimos establecer legalmente que el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas está siendo robado y que eso no está bien. La biopiratería no es un invento. Tuvimos que hacer frente al patentamiento de un bello y aromático arroz de mi valle. También ganamos ese caso.
 
(…) Tenemos que mantener nuestras semillas en las manos de quienes cuidan esas semillas, en las manos de quienes tienen el conocimiento sobre las semillas.
 
La semilla, en mi opinión, es la encarnación de milenios del pasado, de la evolución de la naturaleza. Y el potencial de milenios en el futuro. Tenemos el deber de proteger y cuidar esas semillas para la vida de las futuras generaciones, tanto humanas como de las demás especies. Y ese es el camino después de haber trabajado 25 años en la India salvando semillas. Hemos salvado 3,000 variedades de arroz, 150 variedades de trigo; hemos salvado los alimentos olvidados. Estos alimentos olvidados son los alimentos del futuro.
 
Pero ahora nos damos cuenta de que cada uno de nosotros en cada comunidad donde estamos trabajando tiene que sumar fuerzas a nivel mundial. Porque no puede ser que las fuerzas destructivas estén globalmente organizadas y empiecen a capturar cada institución, y empiecen a escribir leyes que ni siquiera deberían existir en ninguna sociedad humana. Leyes que permiten el patentamiento de las semillas. Se extiende una patente a un invento. Una semilla no es un invento.
 
(…) Podemos tomar la decisión de ser los destructores de esa vida creando semillas Terminator que son estériles, o creando leyes que pongan fin a la renovación de las semillas haciendo que sea ilegal guardar semillas e intercambiar semillas. En 1987, cuando me enteré de estas leyes de patentamiento, asumí el compromiso de que la libertad de las semillas es fundamental para la vida en la tierra. La libertad de los agricultores para guardar e intercambiar semillas es fundamental para la seguridad alimentaria, y por lo tanto el fundamento mismo de Navdanya es reconocer que guardar e intercambiar semillas es un deber ecológico y ético, un deber ético para el futuro de la vida en la Tierra. Porque ahora tenemos que llegar a ser una fuerza que conecte todos estos puntos en todo el planeta, cada comunidad dedicada tanto a la protección de la biodiversidad como a la creación de sistemas sostenibles. Tenemos que empezar a conectarnos.
 
Y es por eso que este año iniciamos el Movimiento por la Libertad de las Semillas, y por libertad de las semillas entendemos la no manipulación. En la India, cuando decimos semilla nos referimos al fundamento, la fuente misma, por lo que es la fuente de todas las libertades. Si no tenemos libertad en las semillas no tenemos libertad en los alimentos.
 
https://www.alainet.org/pt/node/161315
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