Sindicatos y empresarios en 2012

09/10/2012
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Con la reforma laboral aprobada, el bono de credibilidad de Enrique Peña Nieto sufrió una merma importante.
 
La calentura del momento en San Lázaro contaminó las declaraciones de empresarios y trabajadores. El contenido de la reforma es ciertamente gatopardiano. Cambiar algunas cosas para que todo siga igual.
 
Eso no le ayuda al presidente electo a despegar su gobierno en el mejor ambiente posible ante una crispada sociedad mexicana.
 
Así como Vicente Fox derrotó a un candidato nacionalista como Francisco Labastida por el hecho histórico de cargar con el repudio de la mencionada sociedad hacia los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo; hoy Peña Nieto suma a su bono de credibilidad personal, el desprestigio de los gobiernos fallidos del PAN. Sobre todo el de Felipe Calderón.
 
En México se gobierna todavía, por desgracia, sin un apego estricto a las leyes.
 
En su cruenta estrategia de guerra contra el crimen organizado, Felipe Calderón ha violado la Constitución, los derechos humanos y los códigos y decretos que existen para regular la acción del gobierno.
 
No respeta a los poderes. No le importan los reclamos sociales. Sigue siendo el ciego que no quiere ver. Su obstinación ya es enfermiza.
 
Por eso la tormenta de la iniciativa de reforma laboral que con carácter preferente mandó al Poder Legislativo tiene una connotación más de personal soberbia, incluso involuntariamente política, que social.
 
Ahora Enrique Peña Nieto paga platos rotos que él no destrozó.
 
Los intereses más oscuros del contexto nacional orillaron a sacar adelante esa botarga de reforma laboral. Sindicatos corruptos hasta la médula como el de Pemex o el SNTE defendieron con todo sus retardatarios privilegios. Lo hicieron también remedos de socialistas como el líder la UNT y los trabajadores de Telmex, Francisco Hernández Juárez.
 
La opacidad del manejo sindical en México quedó intocada.
 
Los empresarios, a través de sus organismos cúpula (¿) que no son sino membretes que manejan para que den la cara por los grandes intereses haciéndolos hablar a nombre de comerciantes o empresarios pequeños que no saben ni quiénes son los Servitje, los Claudio X., o los de la Coparmex, o los de la Concamin y/o Concanaco. Tampoco fueron tocados por la reforma laboral que en medio de espectáculos bochornosos en la Cámara de Diputados se aprobó.
 
El presidencialismo mexicano tiene entre sus virtudes, que no son tan menores comparadas con sus grandes defectos, la de otorgar al presidente la flexibilidad necesaria para dar golpes de timón en la conducción política y social de la nación que se han considerado ciertamente metaconstitucionales.
 
Convierte en proteicas muchas decisiones, es decir que se pueden destruir y rehacer a su conveniencia.
 
Pero son golpes de alto impacto que se han dado en nombre de la razón de Estado.
 
Los panistas dieron palos de ciego con el presidencialismo. Nunca lo usaron con malicia y menos con inteligencia.
 
No quiero decir que estoy de acuerdo con esa práctica de gobierno. Pero así es el poder. Y si hay que analizarlo es sobre la base de lo posible, no de lo deseable, que eso, lo deseable, siempre termina perdiéndose en la ambigüedad por los mesianismos que lo reclaman.
 
Si don Fernando Gutiérrez Barrios le quitó de encima a Carlos Salinas al corrupto y sanguinario Joaquín Hernández Galicia ejerciendo el presidencialismo de manera total, a Enrique Peña Nieto tendrán, si se le hace necesario, que quitarle de encima a Elba Esther Gordillo o Carlos Romero Deschamps.
 
Y cuenta por supuesto con recios activos presidencialistas y constitucionales para hacerlo.
 
Pésimo cálculo político la medida preferente de Calderón en materia laboral en esta etapa final de su sexenio. Pero Calderón ya no pierde nada. Por eso ni piensa en los efectos negativos que causan sus decisiones.
 
Para Enrique Peña Nieto en cambio, el ejercicio del poder apenas empieza. Su bono de credibilidad fue efectivamente tocado.
 
Pero su poder, que ya lo tiene desde ahora en mucho mayor medida que el propio Calderón, sigue intacto.
 
Seguimos confiando en que lo use, ya sin contrapesos como el de tener un presidente testimonial a su lado, para alcanzar las metas sociales a las que se comprometió con los mexicanos.
 
José Luis Camacho Acevedo
 
Fuente: Forum en línea
 
https://www.alainet.org/pt/node/161727
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