A lo largo de la historia, se han creado distintos proyectos de integración latinoamericanos, panamericanistas y regionalistas, para formar lo que hoy vive América Latina, un plato de tallarines, en sus múltiples sistemas de integración económica. Los esquemas panamericanistas incluyen a Estados Unidos mientras los regionalistas son asociaciones de países vecinos. El TLCAN, el ALCA y la Alianza del Pacífico vendrían a ser esquemas panamericanistas. Al otro lado están el MERCOSUR, el SICA, el CARICOM, y el ALBA regionalistas, este último no con países vecinos sino con economías similares en ingresos por habitante. UNASUR vendría a ser el espacio de integración político de ambos grupos, CAN + MERCOSUR, y no incluye a México que se define como América del Norte con el TLCAN. Uruguay, en este, plano coquetea con la Alianza del Pacífico.
La CEPAL en “Los desafíos estratégicos de la integración centroamericana” (2014)[i], expresa que este amplio catálogo de acuerdos contribuyen a la intensificación del debate sobre los paradigmas de integración, el cual parece transitar de un regionalismo abierto a un regionalismo estratégico. De otro lado, Hettne,[ii] postula un nuevo regionalismo con diferentes grados de regionalidad; y cinco niveles de regionalización. Guerra Borges entiende como nuevo regionalismo de los países en desarrollo, a los acuerdos entre países vecinos que superan las formas simples de integración establecidas en el artículo XXIV del GATT y que incluyen acuerdos regionales sobre materias y regulaciones que no necesariamente se ajustan a las disposiciones de la OMC.
El reciente acercamiento entre dos sistemas de integración antagónicos: uno regional –MERCOSUR- y uno panamericano –Alianza del Pacífico-; refleja una búsqueda de puentes entre ambos. El pasado primero de noviembre se llevó a cabo la primera reunión entre los cancilleres de ambos bloques en Cartagena, Colombia, impulsado por México; con el fin de lograr una futura cooperación en las cadenas de valor energéticas. El 24 de noviembre tuvo lugar un segundo encuentro de cancilleres de ambos bloques dentro del seminario "Diálogo sobre Integración Regional: Alianza del Pacífico y Mercosur", en Santiago de Chile; impulsado por la presidente chilena. En el segundo encuentro, el punto en común fue el mejor aprovechamiento de los recursos naturales con que cuentan los bloques, que son la base del comercio con Asía.
La búsqueda en común de un mayor comercio con el continente asiático tiene en cuenta no sólo a China sino a Rusia. Esto se ve potenciado por las restricciones comerciales impuestas a esta último por Estados Unidos y la Unión Europea en torno al conflicto en Ucrania. El bloque común –el ALCA antes fracasado- , es probable que ahora tampoco proceda dado que ambos bloques responden a modelos económicos así como a formas de inserción en la economía global distintos, uno con un sello más liberal y el otro con un sello más proteccionista.
Guerra Borges (2009) propone que como sistema regional el MERCOSUR ha mostrado a los países en desarrollo que los acuerdos regionales de integración son un instrumento insustituible en las negociaciones con terceras naciones o con otros acuerdos regionales. En este tenor[iii]propone que la elección del regionalismo se las dicta el subdesarrollo a las economías en desarrollo, mientras que a las potencias la elección se la dicta el alto nivel de desarrollo alcanzado. Esta diferencia es vital en las futuras negociaciones entre los bloques comerciales que buscan mayor cooperación comercial con terceros bloques.
La CEPAL en “La Alianza del Pacífico y el MERCOSUR. Hacia la convergencia de la diversidad” (2014)[iv], hace hincapié en que un mercado regional integrado (ALCA) podría actuar como factor de estímulo para el crecimiento, y amortiguar los impactos asociados a un menor dinamismo económico en otras partes del mundo. El trabajo no considera las diferencias de crecimiento económico entre los países de la Cuenca del Caribe que casi no han crecido en las dos últimas décadas y los de Suramérica que si lo han hecho, ni las diferencias entre el MERCOSUR industrializado y la AdelP primario exportadora. México, en última instancia, exporta mano de obra barata desde las zonas de maquila.
En suma, parece haber un impulso a resucitar el ALCA de una nueva forma, mediante la suma de los dos bloques, que, siguiendo el principio de nación más favorecida, indudablemente sesgan los acuerdos hacia los países con el menor arancel. Este intento reiterado dos veces en el mes de noviembre debe alertar sobre los esfuerzos por la ampliación de los mercados a los productos de los Estados Unidos a costa del desarrollo económico de la región.
Notas
[ii]Hettne, Björn (2005), “Beyond the New Regionalism”, New Political Economy, vol. 10, No. 4, diciembre, pp. 543-571.
[iii] Guerra, Alfredo, (2008), “Regionalismo y multilateralismo en su laberinto”, Revista Latinoamericana de Economía, vol. 39, No. 152, enero-marzo, pp.11-28.
- Oscar Ugarteche, economista peruano, es Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México - www.obela.org. Miembro del SNI/Conacyt y presidente de ALAI www.alainet.org
-Miriam Chaverría, integrante del proyecto OBELA