Educación para un mundo nuevo (I)
- Análisis
1ª Parte.
La educación es la palanca que da impulso al crecimiento y desarrollo de las naciones, en la ruta que se le fije. Sea por gobiernos progresistas, que ajustan sus planes y programas de enseñanza, con la participación de expertos, docentes ante grupo, grupos de investigación de los sindicatos y población interesada; pero también mediante “ukases” provenientes de la cúpula gobernante, que pretende formar a la niñez y la juventud, para atender a los intereses del gran capital, de quien dependen.
Alvin Toffler (recientemente fallecido) habla en prospectiva de una crisis general del sistema, misma que perturba a todos los ámbitos del mismo y a la mayoría los seres humanos que lo constituyen. La precisa como una decadencia de valores reflejada en la vida familiar, social, la política, la cultura, la economía y todas las actividades que realiza el ser humano. Según su parecer, estas manifestaciones de la crisis no son independientes entre sí, ni en su núcleo.
Pretende demostrar (en El sock del futuro y otros libros) que la crisis es parte de un sistema de vida, que le convierte en fenómeno general y más amplio; se trata de un sistema que agoniza. Por ello consideramos que la educación debe tomar rumbos que acompañen a ese cambio y no continúe formando alumnos para una forma de vida que está pronta a ser superada. En la Región Latinoamericana y Caribeña, se insiste, incluso, en un choque continuo con el magisterio y la juventud estudiantil, en el afán de mantener sistemas educativos que son obsoletos, mismos que las organizaciones multilaterales especializadas en el tema –a las que acuden para decidir rutas, autoridades de nuestros países- desechan por inservibles para crear el ser humano del siglo XXI. (Ver: Toffler, Alvin. La tercera ola. Edivisión, México, 1987).
Es indudable que la etapa de la industrialización, en que se requería mano de obra capaz de realizar una sola función miles de veces, está en decadencia en el Planeta. Pero esas empresas transnacionales, están pasando sus líneas de ensamble –que no de producción- a nuestros territorios, con el afán de utilizar la mano de obra que nuestra educación les forma y que nunca podrá asumir posiciones de mando en tales compañías, por más preparación técnica especializada que tenga. Para esas actividades de alta dirigencia están llegando sus especialistas formados en instituciones educativas que atienden al adiestramiento de tecnologías específicas para esas tareas, que están cuasi vedadas en nuestros centros educativos.
Cuando se posee la capacidad para enseñar, en formaciones tecnológicas o universitarias regionales de punta, tienen que ligarse con dichas empresas y lograr, a cuenta gotas, el aprovechamiento de sus alumnos de excelencia. Pero los altos mandos están definitivamente vedados a nuestros jóvenes. Por ello es urgente aplicar empeños para la puesta al día de nuestros sistemas educativos, que atienden, desde la educación básica (inicial, preescolar, primaria y secundaria) pasando por la educación media superior que sufre de una deserción muy amplia y grave, por sus resultados en los ámbitos del sistema social.
La formación de la niñez y adolescencia, es el puntal de una nueva formación superior. El abandono de la enseñanza de la historia y de algunas disciplinas como la ética, deben remediarse pero con un enfoque diferente. La historia para conocer y meditar sobre nuestro pasado, con miras a definir rutas políticas, económicas y sociales, que saquen a nuestros pueblos de acechanzas similares a las que les mantienen en la ignorancia o les hunden en la desesperación por la inconsciente explotación de los recursos naturales de sus tierras, que criminalmente están terminando con la posibilidad de mejores condiciones de vida actual o futura. La ética para que se incorpore en la población y las dirigencias entiendan la necesidad de preservar nuestro hábitat en las condiciones adecuadas para convivir con los demás seres vivos que habitan el Planeta.
La nueva educación deberá responder a la conformación de una civilización revolucionaria, que respete la idiosincrasia de cada pueblo y continente, que enseñe al ser humano, desde la más tierna edad, a pensar, conformar e impulsar el alcance de sus propios sueños que le lleven por rutas de felicidad personal y colectiva. Las antiguas formas de pensar, aún vigentes, los antiguos dogmas e incluso las ideologías, deben recibir adecuaciones para asumir los requerimientos del momento y las necesidades del futuro.
Toffler habla de un mundo moderno, surgiendo de la colisión de nuevos valores y tecnologías; de nuevas relaciones geopolíticas, de nuevas relaciones en la economía, en la técnica, el trabajo, la familia, de nuevos estilos de vida y de modos de comunicación. Por tanto –afirma- se requiere de ideas y conceptos totalmente nuevos, orientados a resolver las situaciones y problemas resultantes del cambio, que afecta –diríamos- a los grupos poderosos de los países, pero de modo especial, acentúa la pobreza y miseria de nuestros pueblos. Para atender a este mundo es que debe enfocarse la educación. Esa debiera ser la ruta de los nuevos sistemas que se discuten, impulsan o insertan en el subcontinente. http://148.206.107.15/biblioteca_digital/capitulos/95-2547tzw.pdf
Desde el siglo pasado (XX), hay un empeño social por la transformación de los sistemas de vida, de manera particular se escenifica en las luchas magisteriales a lo largo y ancho de Latinoamérica y el Caribe. Sindicatos, organizaciones y movimientos sociales de docentes, estudiantes y otros actores socio-educativos, debaten hace años con el Estado, funcionarios políticos y cuadros técnico-administrativos, por diversos aspectos que se relacionan con la educación.
Esta confrontación de ideas se da, tanto en la barricada con en el terreno de la negociación. Se aprecian modalidades tradicionales o nuevas formas de protesta en la disputa de espacios, recursos, símbolos y beneficios públicos y privados para los planteles que obligatoriamente atiende el estado. En la mayoría de los países de la región, tales confrontaciones o negociaciones, tuvieron y tienen lugar en sociedades que viven en economías en crisis, con sistemas educativos debilitados, con una organización central burocratizada, sin financiamiento adecuado y con una estructura administrativa ineficiente.
En la región hay procesos de reformas educativas integrales que, bajo las divisas de “calidad, equidad y eficiencia” desarrolladas en los organismos nacionales y regionales que atienden asuntos educativos, junto a una importante incorporación de recursos públicos, intentan cambiar de raíz la estructura del sistema educativo correspondiente, el currículo de todos los niveles y modalidades educativas, así como la organización y gestión de los sistemas y los establecimientos educativos (la escuela al centro), la cultura organizacional (conformaciones extrañas de la estructura administrativa) y la raigambre de estas instituciones.
La mayor parte de los conflictos que ocurrieron y tienen lugar en el campo educativo latinoamericano, de los 90s del siglo XX a la fecha, se mueven en torno a asuntos específicos del docente, resultado de la precariedad en las condiciones políticas, económicas y financieras de los gobiernos, incapaces para sentarse a negociar respetando reivindicaciones históricas del sector. Estos conflictos docentes tensionan los propósitos –plenos de soberbia en muchos casos- para el cambio de las administraciones políticas de la educación, corroborando situaciones que desvanecen la capacidad obligada de éstas, para asegurar condiciones básicas para una escolaridad adecuada a los tiempos que corren.
Seguramente el ejemplo más reciente de las decisiones cupulares para la Reforma educativa, que chocan con los intereses de diversos actores de la educación, en particular los docentes ante grupo, son las alcanzadas en México (2011-2012) mediante un pacto que está siendo denunciado posteriormente por los mismos grupos y partidos que lo prohijaron. Ver: crisolplural.com/2013/04/09/articulo-3o-constitucional-sus-reformas/ del 1º al 4º Art. de Víctor Manuel Barceló R.
En la región considerada, los temas en discrepancia mayores, entre docentes y gobiernos, se relacionan con sus condiciones salariales y laborales, el presupuesto para educación, falta o escasez de incentivos y estímulos económicos para el sector, estatutos docentes (convenios colectivos de trabajo que se pretende desaparecer o minimizar) junto a normas que regulan el trabajo en las instituciones educativas, Se consideran de modo especial los asuntos referidos a la capacitación docente y el perfeccionamiento de la escuela, del aula de trabajo para que juntos cumplan con los objetivos de una educación para la vida del alumno y no del sistema que lo educa.
¿Será esta la agenda conveniente para una educación que alcance las competencias que se requieren para afrontar con éxito un mundo como el que soñó Toffler y consideramos urgente para una mayor y mejor convivencia planetaria? (Continuará).
Ciudad de México, 7-agosto-2016.
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