México en Río: tanta felicidad por tan poco…

23/08/2016
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Mientras los atletas estadunidenses regresan a su país tras los Juegos Olímpicos de Río 2016 con exceso de equipaje (debido a todas las medallas que se embolsaron), en México la cosecha fue mucho menor, pero no por ello dejó de ser disfrutable. Las imágenes de los atletas mexicanos hablan por sí solas. Las lágrimas de Lupita González (quien, según ella, “nos quedó a deber”); la felicidad de Misael Rodríguez al darle la primera medalla al país; la sorpresa de Ismael Hernández, al destacar en una disciplina muy desconocida en México; la contagiosa sonrisa de Germán Sánchez al concluir una exitosa jornada en la plataforma de 10 metros; y la lucha de María del Rosario Espinoza, quien se dijo contenta, más no satisfecha tras el combate en la final de taekwondo, dieron alegría y felicidad a una nación agobiada por las malas noticias. Otra buena noticia es que México obtuvo dos de las cinco medallas, en disciplinas en las que había dejado de destacar pero que fueron importantes en otras épocas: marcha y box; en tanto otras dos corroboraron el trabajo realizado en taekowndo y clavados. La medalla “sorpresa”, correspondiente al pentatlón moderno, cayó muy bien, y es deseable que de ahora en adelante haga escuela.

 

Gracias a estos y a todos los atletas que participaron en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, las nuevas generaciones tienen ejemplos de personas que decidieron hacer del deporte su objetivo central en la vida, con todo y las vicisitudes y desafíos que ello entraña. Los escépticos dirán que México es un país de mediocres y que ello se refleja en su raquítica cosecha de medallas. Otros más se quejarán de que no pudo escucharse una sola vez el himno nacional mexicano en Río de Janeiro, puesto que no hubo cosecha de medallas áureas. Se buscarán culpables y chivos expiatorios. Habrá muchas acusaciones contra la Comisión Nacional del Deporte (CONADE) de parte de las federaciones, por la falta de apoyos, por la corrupción, por la arrogancia y otras tantas cosas –y viceversa-, pero el problema es mucho más complejo de lo que parece.

 

A partir del 1 de agosto de 2013, la Secretaría de Educación Pública (SEP) modificó la estructura orgánica de la Administración Federal de Servicios Educativos del Distrito Federal (AFSEDF), con lo que desaparecía la Dirección General de Educación Física (DGEF), por lo que poco más de 4 mil docentes de esta especialidad dependerían directamente de los directores de las escuelas. Uno de los argumentos para tomar esta decisión fue que los casi 4 mil profesores de educación física existentes desarrollaban tareas administrativas y deportivas que no apoyaban la docencia ni se efectuaban frente a grupo. Los recursos de la DGEF pasarían íntegramente, según la SEP, a la Dirección General de Operación de Servicios Educativos (DGOSE). El contexto de estos cambios ha sido el de la reforma educativa y también las acusaciones de parte de grupos magisteriales, de que algunos profesores de educación física han sido utilizados como grupos de choque contra los docentes.

 

Independientemente de las razones que hayan justificado esta decisión -las cuales, a todas luces, fueron políticas-, existen serios problemas educativos y de ausencia del fomento de estilos de vida saludables además de ausencia de una cultura física, que están resultando muy costosos para la sociedad mexicana. Aquí los hechos. México ocupa el 10° lugar en consumo de alcohol en América Latina –cifras de 2014, que seguramente al día de hoy son más altas. Consumir alcohol, en cantidades moderadas, no debería representar un problema porque incluso la ingesta de vino tinto es recomendada por cardiólogos como una forma de prevenir enfermedades cardiovasculares. El problema, sin embargo, es que el consumo de alcohol ha crecido de manera exponencial entre niños y jóvenes, y la ingesta, en estos casos, dista mucho de ser moderada. Hoy, el consumo de alcohol entre niños y jóvenes es considerado un grave problema de salud pública, puesto que constituye la cuarta causa de mortalidad en México, sea porque coadyuva al daño hepático –cirrosis-, lesiones intencionales y no intencionales, accidentes automovilísticos y homicidios.

 

Otro hecho a ponderar son los problemas de desnutrición, por un lado, y de obesidad por el otro en niños y adolescentes. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) explica que en niños y adolescentes mexicanos cuyas edades oscilan entre los cinco y los 14 años, se observa desnutrición crónica en el 7. 25 por ciento de quienes habitan en zonas urbanas, en tanto en las rurales la cifra se duplica. Respecto a la obesidad infantil, como es sabido, México ocupa el primer lugar a nivel mundial –y el segundo en obesidad en adultos. UNICEF explica que uno de cada tres adolescentes y jóvenes entre 12 y 19 años padecen sobrepeso u obesidad, pero el problema de hecho existe desde la edad preescolar. Lo grave de este panorama es que desde muy temprano las personas comienzan a desarrollar enfermedades no transmisibles crónico-degenerativas como la diabetes mellitus, hoy por hoy, la primera causa de muerte en México.

 

Y para concluir este diagnóstico, otro hecho más que resulta relevante para la sociedad mexicana: según la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia, el 10 por ciento de los jóvenes tienen amigos que son delincuentes y el siete por ciento afirma haberse unido a alguna pandilla o vendido drogas.

 

Conforme a la problemática descrita, es evidente que la educación, el fomento de estilos de vida saludables y la cultura física son esenciales para revertir el deterioro social imperante. No queda claro si al tomarse la decisión de eliminar la DGEF, la SEP ponderó estadísticas como las mencionadas, ni tampoco si contó con la asesoría de la Secretaría de Salud, de la Secretaría de Desarrollo Social y de otras tantas dependencias responsables de procurar el bienestar de la población. Y es que tan grave como desaparecer la DGEF es el desempeño mostrado por la CONADE como instancia responsable de apoyar la cultura física en el país.

 

Con el argumento de que existe corrupción en las federaciones deportivas, las autoridades gubernamentales recortaron en más del 70 por ciento, el presupuesto para el deporte nacional en los pasados cuatro años. En 2015, año crítico para la clasificación olímpica de los atletas, el presupuesto cayó a más de la mitad. Para el año en curso, seis federaciones no habían recibido recursos a un mes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río.

 

La cultura física se refiere a hábitos y formas del cuidado corporal, mediante la realización de actividades como deportes o ejercicios recreativos, que no sólo buscan la salud del cuerpo, dotándolo de la actividad que lo aleja del sedentarismo y sus consecuencias, sino que también persigue la búsqueda de plenitud y bienestar integral del ser humano. La cultura física también es importante para el combate de las actividades delincuenciales, como lo muestran diversas experiencias en zonas violentas en el mundo en las que se han fomentado actividades deportivas y recreativas. Cada individuo puede dedicar a la cultura física una porción determinada de su tiempo, respecto a sus posibilidades, si bien muchos otros hacen de esto una forma de vida, como los deportistas.

 

El trabajo de la CONADE estriba en fomentar la cultura física en la población y, por supuesto, apoyar a los deportistas que han decidido hacer de ella, una forma de vida. Es aberrante, para decir lo menos, que Misael Rodríguez y otros pugilistas, hayan tenido que recurrir al “boteo” para hacerse de recursos y poder costear su viaje a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Es inverosímil que a Lupita González hasta no hace mucho, su municipio le haya negado apoyo económico para trasladarse desde Tlalnepantla al Centro Deportivo Olímpico Mexicano –afortunadamente hoy el gobierno municipal la apoya- y que aun así ella no desistiera de prepararse. Todos los medallistas, con la excepción de Misael Rodríguez, forman parte de las fuerzas armadas mexicanas, sea, como en el caso de Ismael Hernández, porque su mamá es militar, o bien, porque al integrarse a los cuerpos castrenses, los atletas pueden contar con un apoyo económico que les permite prepararse en las especialidades deportivas que dominan. Pero entonces la pregunta es: ¿qué está haciendo la CONADE y de manera más general, el sistema educativo nacional para favorecer la cultura física, la educación y estilos de vida saludables? ¿O es que acaso esa tarea se la van a relegar a las fuerzas armadas, a quienes también se les ha encomendado la difícil tarea de combatir a la delincuencia organizada? Las fuerzas armadas, por definición, promueven la cultura física como parte del desarrollo integral de los cuerpos castrenses. Es una labor encomiable que, por cierto, le ha valido muchas medallas a México en diversas justas deportivas. Sin embargo, las fuerzas armadas tienen tareas específicas, al igual que la SEP y la CONADE y tal parece que en el caso de las dos últimas dependencias, no están haciendo su trabajo o lo hacen de manera muy deficiente.

 

Si se decide destituir al titular de la CONADE –lo cual, a mi manera de ver, es necesario, no por el desempeño de los atletas, sino por lo que la institución dejó de hacer en la presente administración y claro, por la prepotencia y falta de sentido común y sensibilidad del funcionario a cargo- también es momento de reformular por completo la concepción imperante en torno a la cultura física, la educación y la promoción de estilos de vida más saludables. Es del interés de la nación que los jóvenes se alejen de las adicciones, de la delincuencia organizada, de la desnutrición y de enfermedades crónico-degenerativas catapultadas por el sedentarismo y el consumo de alimentos procesados, dado que todo ello compromete el presente y el futuro del país. La cultura física debería formar parte de una estrategia integral en que la educación y la salud sean objetivos ineludibles. Porque por ocupar el primer lugar mundial en obesidad infantil o el segundo en obesidad en adultos, México no obtendrá ninguna medalla olímpica.

 

- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México

 

etcétera 22 de agosto 2016

http://www.etcetera.com.mx/articulo/M%C3%A9xico+en+R%C3%ADo%3A+tanta+felicidad+por+tan+poco%E2%80%A6/48458

 

https://www.alainet.org/pt/node/179667
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