La libra, de Roma al Reino Unido, en el nivel más bajo de su historia

19/01/2017
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En medio de los anuncios de un “Brexit duro”, de las expectativas generadas por el esperado proteccionismo trumpeano, del debilitamiento del euro y el fortalecimiento del yen, la libra esterlina, la cuarta moneda más utilizada en el mundo para las transacciones comerciales y financieras acaba de derrumbarse a su nivel más bajo desde 1985, 32 años atrás.

 

Con ello su poder de compra, solamente entre 1750 y 1998, según los estudios del historiador David Sinclair, se había derrumbado por 118, en su mayor parte desde 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, pero un nuevo estudio que incluya estos 19 años siguientes hasta el actual 2017 seguramente hará incrementar fuertemente el deterioro antes mencionado.

 

La libra, creada en 796, 1221 años atrás, por el rey Offa I, de Mercia, uno de los países conformaron Inglaterra y luego el actual Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, sobre la homónima moneda romana, de la que mantuvo el signo de la L estilizada como su división en chelines (solidus) y peniques (denario) en igual proporción, viene sufriendo sacudones desde 1913.

 

El sistema monetario de Offa se basaba en una moneda metálica, el penique, y dos monedas de cuenta, la libra y el chelín, que luego también adquirieron la acuñación metálica en 1489, durante el reinado de Enrique VII, la primera, y el chelín en 1504, para adquirir la forma de billetes con la aparición del Banco de Inglaterra a partir del 27 de julio de 1694.

 

Con la reciente caída del 1,5 por ciento frente al dólar estadounidense y del 2,5 respecto del yen, la libra esterlina se situó con una paridad de 1,0 contra u$s 1,1983, la que sólo tuvo un nivel más bajo durante algunos minutos el pasado 7 de octubre de 2016, para luego recuperarse y cerrar la jornada como si virtualmente nada hubiese pasado.

 

En 1930 la paridad era de 1 libra=u$s 4,762 y en 1934 de u$s 5.0 en su condición de la moneda más fuerte respaldada por las tenencias de metales preciosos del Banco de Inglaterra y de la condición del sistema bancario de Londres de primera plaza financiera del mundo en la cual se transaban las principales operaciones, luego superada por Wall Street.

 

Cabe recordar que ese sistema financiero fue el que endeudó durante la década de 1820 al conjunto de los recién independizados países de América Latina que cargaron con el 46,7% del total de los pasivos mundiales, de los cuales sólo la Gran Colombia (hoy Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) con 6,75 millones de libras tenía el 15,5% de la deuda planetaria.

 

Los restantes eran México (6,4 millones y 14,7%), el Brasil (3,2 millones y 7,3%), el Perú (1,816 millones y 4,2%), Chile y la Argentina, en este caso préstamo Baring Brothers mediante, (1,0 millón y 2,3% cada uno) y la República Centroamericana que agrupaba las actuales Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica (0,163 millones y 0,4%).

 

Todo ello tuvo como importantes sostenes el desarrollo de la piratería caribeña desde los albores del Siglo XVI y el Tratado de Methuen, de 1703, firmado con Portugal, fundamental base financiera para la Revolución Industrial ya que permitió a los británicos apoderarse del oro brasilero descubierto en Minas Gerais.

 

La denominación de “esterlina” la agregó Enrique II al bajar la ley de la acuñación metálica al 92,5% con el propósito de generar una aleación más sólida, pero en 1557 Enrique VIII la disminuyó al 50% y en la práctica se llegó al 25% generando una gran desconfianza por lo que su hija Isabel I revirtió las cosas y volvió a prestigiar esa moneda.

 

El gran economista David Hume en 1752 fue el teórico del “patrón oro” que dio sustento a las llamadas “monedas de reserva” hasta que el 16 de agosto de 1971 el presidente Richard Milhaus Nixon anunciara, junto con una devaluación, que la moneda de su país abandonaba ese respaldo tras el golpe que le diera el presidente francés Charles André De Gaulle.

 

Francia entregó a la Reserva Federal de los Estados Unidos de América la totalidad de los billetes emitidos por ésta que poseía en su tesoro y se llevó toneladas de oro lo cual, junto con las erogaciones de la Guerra de Vietnam hicieron imposible mantener el sistema de Bretton Woods de la obligación de cambiar dinero papel por oro a razón de u$s 35 la onza troy (hoy sobre 1.210).

 

Ya el RU lo había hecho el 19 de septiembre de 1949 cuando el primer ministro Clement Richard Attlee anunció la gran devaluación del 40% y el abandono del “patrón oro” completando un ciclo que se había iniciado en 1913 con las Guerras de los Balcanes que hicieron que en 1914 ya se suspendiese dicha garantía metálica restablecida en 1945 por Winston Leonard Churchill.

 

Las crisis monetarias de 1913 y la de comienzos de la SGM perjudicaron severamente a la Argentina provocando en ésta una entre 1913 y 1916 en el primer caso y el serio problema de las “libras bloqueadas” en el segundo, ya que los bienes exportados al RU se pagaban con un crédito en una cuenta en el Banco de Inglaterra sólo utilizable para comprar productos en ese país.

 

Cuando en Bretton Woods, en 1944, casi todo el mundo aceptó las imposiciones de los EUA formuladas por Henry Dexter White, el representante del RU, John Maynard Keynes, se opuso a las “monedas de reserva” y propuso la creación de una virtual, no aceptada, a la que denominó “bancor” que sirviera para pactar transacciones pagaderas con la de cada país.

 

Keynes vio la insostenibilidad de la libra, ya jaqueada en 1992 por Walter Soros, y, a más largo plazo, la del propio dólar estadounidense como “monedas de reserva” ya que éstas no son viables por sus reservas auríferas sino por la confianza que generen en la sociedad los países emisores que, en buena medida, es lo que intenta llevar adelante Donald John Trump.

 

- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/182957?language=es
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