Hace 200 años David Ricardo desarrolló la teoría de las “ventajas comparativas”
- Opinión
En solamente 16 páginas, en un libro de 297 titulado “Principios de economía política y tributación”, el 19 de abril de 1817, exactamente dos siglos atrás, el gran economista autodidacta David Ricardo, un inglés judío sefardí nacido en Londres de ascendencia portuguesa hijo de padres arribados de los Países Bajos, dio a conocer su teoría de las “Ventajas Comparativas” que en la actualidad constituye uno de los temas centrales que se discuten en los ámbitos académicos y a la hora de implementar políticas de estado.
Ricardo, curiosamente, dio a conocer su obra que incluye otras siete sobre comercio internacional un día después de haber cumplido 45 años ya que había nacido el 18 de abril de 1772, y lo hizo a instancias de su amigo James Mill, padre del célebre John Stuart Mill que también fue su amigo y adversario en la discusión sobre las cargas impositivas sobre los sectores terratenientes ya que aquél fue un industrialista adversario de los mismos lo que dio lugar a la aparición, décadas más tarde de un “socialismo ricardiano”.
Junto con el escocés Adam Smith el más notable de los economistas clásicos que teorizaron en el marco de la entonces pujante “Revolución Industrial” británica cuya financiación devino, en gran parte, del control que ese país adquirió de la producción del oro brasilero de Minas Gerais a partir de haberse firmado el 27 de diciembre de 1703 el Tratado de Methuen entre Inglaterra y Portugal, país éste que atravesaba una grave crisis en su industria vitivinícola, por entonces la más importante.
Fue precisamente ese Tratado, y teniendo en cuenta su origen lusitano, de gran importancia para entender su visión de las “Ventajas Comparativas”, dado que cada una de las partes obtuvo ventajas en sus aspectos más convenientes aunque chocaron en los que confrontaban y así como Portugal dio prioridad a la industria textil inglesa basada en la lana e Inglaterra a la producción vitivinícola de su contraparte, no hubo acuerdo en cuanto a la industrialización del algodón en la que siguieron compitiendo.
El tratado se dio en el marco del avance del rey francés XIV sobre España tras la muerte del rey Carlos II donde logró imponer como monarca a su heredero Felipe V tras una Guerra de Sucesión que se extendió desde 1701 a 1713 en el que Portugal, Austria, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico, junto con los catalanes, se enfrentaron a franceses y castellanos a la órdenes de John Churchill, duque de Marlborouh, españolizado por los españoles como “Mambrú”, lo que dio lugar al canto “Mambrú se fue a la guerra”.
Todo eso fue estudiado por Ricardo, que no fue a las academias, y así surgió su afirmación de que “el principal problema de la economía política es determinar las leyes que regulan la distribución” y en ellas juega un rol clave la cuestión de las “Ventajas comparativas” entre las cuales constituyen aspectos fundamentales temas como los de la productividad y el desarrollo tecnológico, los que luego fueron estudiados por una serie de grandes economistas.
Entre ellos pueden citarse al propio John Stuart Mill que en buena medida continuó la obra David Ricardo, y más tarde por el alemán Karl Heinrich Marx; el inglés Alfred Marshall, maestro de su compatriota John Maynard Keynes quién tomara de Ricardo algunas ideas sobre la actividad laboral; y más recientemente, a mediados del Siglo XX, por el italiano Piero Sraffa, fundador de la Escuela Neo Ricardiana y amigo de Antonio Gramsci, cabeza del Partido Comunista de ese país lo que le valió la cárcel con Benito Mussolini.
Viendo el avance industrial Ricardo señaló que “el salario tenderá siempre a reducirse a lo estrictamente necesario permitiendo solamente al asalariado subsistir y reproducirse” mientras que al plantear la “Teoría del Valor” sostuvo que el mismo sólo es producido por el trabajo humano, lo que décadas más tarde fue replanteado por Marx, avanzando sobre los comentarios desarrollados por Adam Smith sobre “valor de uso” y “valor de cambio” en su “Una investigación sobre la naturaleza y causas de las riquezas de las naciones”.
Expulsado por la comunidad judía por casarse con una cristiana, Ricardo, que concluyó su vida como diputado liberal por Irlanda fue un tenaz adversario de los terratenientes y llegó a proponer la abolición de la “Ley de Granos” que protegía a los mismos generando un sistema parasitario que incrementaba la renta de los mismos al impedir la importación de esos bienes primarios mientras el valor especulativo de la tierra iba in crescendo trasladándose al alquiler de la misma.
Anticipándose al futuro del desarrollo tecnológico previó su devenir y los efectos de la mecanización sobre el trabajo, avanzando sobre el concepto de escasez y cantidad del mismo, algo que 113 años después fue retomado por Keynes quién estimó que las labores de los asalariados iban a reducirse a unas 15 horas semanales, a lo cual, en 1963, el obrero afroamericano James Boggs, empleado en la automotriz Chrysler, añadió, en su libro “La revolución norteamericana” que las mismas se reducirían a un par de meses al año.
- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
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