El fenómeno Petro: Nada ha funcionado en su contra
- Análisis
Por estos días se ha puesto de moda hablar de Petro como fenómeno electoral y hasta de tratar de explicarlo a partir de la situación socioeconómica que sufre la mayoría de la población y el desgaste por corrupción de que adolece la élite dirigente de este. Lo anterior es cierto, pues la posibilidad de que llegue a la presidencia un personaje como Petro sólo ocurre cuando la clase dirigente ha convertido el país en un desastre, pero también hay que agregar sólo puede ocurrir cuando dejan de funcionar los trucos a los que para sostenerse acostumbra a recurrir la élite gobernante.
Y es que es evidente que no ha funcionado ninguna de las estrategias usadas en contra de Petro, como se puede observar en las tendencias publicadas por la Revista Semana[1], en las que -a diferencia de las encuestas en las que muestran a Iván Duque con un gran crecimiento- las búsquedas en Google señalan que ha crecido de manera extraordinaria el interés de la gente por Gustavo Petro. Por el contrario, el interés por el candidato del uribismo se mantiene a un ritmo de crecimiento bajo.
Diana Calderón convoca a reflexión a “todos los llamados influenciadores y de quienes se han dedicado por años a creer que por negarle los micrófonos evitaban su ascenso” -como lo hicieron con Antonio Navarro en 1994 y Antonio Galán en sus varias campañas a la alcaldía- puesto que Petro ha logrado desafiar “con su retórica y respuesta pura y dura a los medios de comunicación”[2]. Tampoco ha servido cederle el micrófono por si resulta ignorante, incoherente, amenazante o incapaz de comunicar su idea de nación: Alejandro Santos nos recordó que Petro ganó todos los debates en la campaña presidencial de 2010, en la que se enfrentó a Juan Manuel Santos y a la Ola verde de Mockus.
Resultaron totalmente contraproducentes los conciertos de voluntades que operaron contra Petro durante su ejercicio en la Alcaldía de Bogotá; primero, la de Ordoñez–Santos cuyo objetivo de destituirlo para evitar que ejecutara su plan de gobierno, pues sólo sirvió para desprestigiarlos demostrando que esta élite estaba dispuesta a desconocer caros acuerdos internacionales con tal de atajar un malquerido; segundo, la de la prensa y los partidos gobernantes que lo único que logró fue elegir a un Peñalosa que con sus desaciertos -desmontando todo lo que para los estratos más pobres había realizado Petro, su idea de pavimentar la Van der Hammen, los negocios montados con sus amigos y la casi inimaginable crisis de basuras- hoy se identifica como el mayor promotor del exalcalde, pues cada desacierto le da la razón y hace añorar a Petro.
No ha servido para desviar intención de voto por Petro el truco de elevar a los altares a personajes de los que antes se sospechaba por profesar ideas consideradas tóxicas por la élite gobernante, como fue el caso de Lucho Garzón (sindicalista y miembro del partido comunista)[3] y Carlos Gaviria (liberal de izquierda), quienes fueron usados para reducir las posibilidades de Horacio Serpa en las campañas de 2002 y 2006. Hoy Robledo (Moir) o Clara López (Unión Patriótica)[4], o Claudia López, tan incómoda por sus denuncias contra Uribe y sus amigos judicializados. En esta ocasión fueron identificados como útiles pues les parecía que podían desviar la intención de voto a favor de Fajardo como alternativa a Petro, algo que ya no fue, pues los militantes de sus partidos, el Polo y la Alianza Verde, están migrando hacia Petro.
Tampoco ha servido recurrir al miedo, en este caso al “castrochavismo” y la “venezolización”, el invento publicitario de Uribe. La imagen de unas FARC desarmadas víctimas de tomatazos, no parece dejar espacio para seguirle teniendo miedo al coco. La conclusión de personajes de medios como Alejandro Santos Rubino, Director de Semana, es que Petro genera menos miedo del que se pensaba[5].
Lo que sí queda claro es que -desaparecidos los focos de los grandes miedos enarbolados por esta élite dirigente- ha quedado un espacio en el que se puede observar al desnudo esa dirigencia, como el rey del cuento, pero con la diferencia de que hoy es más difícil evitar el comentario abierto sobre esa desnudez. Y ahí es donde aparece Petro con todas sus fortalezas.
A Petro le creen, pues se le reconoce que enfrentó con coraje la parapolítica, denunció a sus co-religionarios por el carrusel de la contratación, las cortes le han dado la razón en todos los pleitos jurídicos, no hay dicho o cifra en contra de su gestión como de alcalde que no rebata con suficiencia. Por el contrario, a sus opositores cada día le suman algún nuevo lío a larga lista de investigaciones por los evidentes vínculos que tienen con la guerra sucia y la corrupción. Además, las recetas que exponen con ahínco suenan a más de los mismo, a más enriquecimiento con los recursos del Estado mientras que la población tiene que lidiar con el empobrecimiento.
Juan Roberto Vargas anota con asombro que en las encuestas se observa que hay conservadores, liberales y del partido de la U que manifiestan su intención de votar por Petro[6]. Los ciudadanos parecen sustentar su intención de voto en, primero, con la idea de que todo lo que dicen y hacen los adversarios de Petro es para defender el espacio de sus privilegios y de sus fechorías; segundo, que Petro es el único que se ha ocupado de sus desgracias; y, tercero, que tiene el coraje necesario para cumplir con sus promesas.
Hay un agravante para la asustada clase dirigente y es el hecho de que ya no se puede someter a la población a la dependencia de los grandes medios de comunicación, otrora tan efectivos para fabricar consensos. Hoy la información y la comunicación horizontal facilitada por la Internet y las redes sociales -sin pasar por la censura centralizada de la élite- hace posible que una comunidad busque información y sus propios consensos sobre cómo superar la indignidad de ser una de las sociedades más desiguales del planeta, con casi la mayor población desplazada, con una de las mayores extensiones de tierra expropiada a plomo y motosierra a campesinos pobres e indefensos, y una dirigencia que casi sin excepción hace parte de bandolas corruptas.
Así -como ha sido imposible remozar la imagen de un coco generador de un miedo suficientemente amenazador- Petro ha tomado ventaja, primero, mostrando todos los lunares de una dirigencia expuesta al desnudo; y, segundo, construyendo los imaginarios de una nueva sociedad posible, curada de los principales males que aquejan a la actual; algo que de bulto se nota que es soslayado por la dirigencia tradicional de este país y del que prefieren que nadie hable.
Seguramente florecerán nuevas versiones de los viejos trucos, como el usado para amainar la ola verde en el 2010, pero cada vez será más difícil si estas élites no proponen un modelo de sociedad en el que quepamos todos. Y la alternativa de recurrir a la bala aleve, sólo nos sumirá en el ventarrón como el que desapareció a Macondo.
Notas
[1] Revista Semana. (2018) Elecciones 2018: El implacable termómetro Google, 10 de febrero de 2018.
[2] Calderón, Diana. (2018) Petro: ¿Cripto candidato?. El País, Cali, 2 de febrero de 2018.
https://elpais.com/internacional/2018/02/02/colombia/1517608301_754196.html
[3] La Silla Vacía. (2017) Luis Eduardo Garzón, 6 de diciembre de 2017.
http://lasillavacia.com/quienesquien/perfilquien/luis-eduardo-garzon
[4] La Silla Vacía. (2018) Clara Eugenia López Obregón, 2 de febrero de 2018.
http://lasillavacia.com/quienesquien/perfilquien/clara-eugenia-lopez-obr...
[5] Noticias Caracol (2018) Gran encuesta Invamer sobre intención de voto de los colombianos. Febrero 4 de 2018. https://www.youtube.com/watch?v=HwCroUyBXwY, minuto 26:15
[6] Ver nota 5, minuto 27:10
https://www.sur.org.co/fenomeno-petro-nada-ha-funcionado/
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