El discurso inflamado de Bolsonaro tiene que ver con la masacre de Suzano
- Opinión
En la víspera de que se cumpliera un año del asesinato de la concejala carioca Marielle Franco (PSOL) y su chofer Anderson Gomes, Brasil fue golpeado por un brutal atentado contra la Escuela Estadual Professor Raul Brasil, en la ciudad de Suzano, región metropolitana de São Paulo. Dos jóvenes – Guilherme Taucci Monteiro, de 17 años, y Luiz Henrique de Castro, de 25 – invadieron el colegio armados y empezaron a disparar contra alumnos y funcionarios. El saldo de la tragedia es diez muertes, incluyendo los dos autores que se suicidaron, además de nueve personas heridas.
No tardó mucho tiempo para que la prensa y los expertos en la materia comparasen el episodio a otros atentados similares, como los que ocurren con cierta frecuencia en los Estados Unidos, empezando por el conocido caso sucedido en una escuela de Columbine, en el año 1999, donde también hubo dos estudiantes que invadieron una escuela y mataron a 15 personas. En el país norte-americano, donde el acceso a las armas es bastante facilitado, las cifras apuntan a un promedio de diez ataques como este todos los años.
Pero en Brasil, pese a que también es un país violento y con índices altos de homicidios, por armas de fuego, este tipo de acción no es frecuente. El atentado en Suzano abre un nuevo capítulo con respecto a la violencia enfrentada por el país. Este es el mayor caso de este tipo ya registrado en São Paulo, y uno de los mayores de la historia reciente.
Por supuesto que no se puede atribuir al presidente de la República la responsabilidad directa por esa masacre. Sin embargo, tampoco se puede negar que su discurso beligerante legitima la barbarie. Jair Bolsonaro fue elegido gracias a sus frases polémicas, sin presentar una propuesta real para solucionar la crisis de Seguridad Pública que el país enfrenta. Una de sus primeras acciones como presidente fue usar un bolígrafo corriente marca Bic (conocido como uno de los más baratos que hay en Brasil) para firmar el decreto que hace más fácil la posesión de armas de fuego por cualquier ciudadano. Antes de eso, el mandatario se hizo famoso por sus declaraciones inflamadas contra opositores y minorías. Quizás por este comportamiento, sea difícil para el jefe de Estado se pronunciar sobre el caso de Suzano – llevó seis horas para emitir un pequeño comunicado sobre lo sucedido.
Según Bolsonaro, facilitar el acceso a las armas es una forma de ofrecer a las personas “el derecho a defenderse”. Tras la masacre en la escuela de Suzano, el senador de su partido (PSL) por el Estado de São Paulo, Mayor Olímpio, afirmó que “si hubiera un ciudadano con un arma regular dentro de la escuela, profesor, sirviente, un policía aposentado, él podría haber minimizado el tamaño de la tragedia”. Es como si el Estado brasileño traspasara al ciudadano común la responsabilidad por la Seguridad Pública. La figura del profesor ha sido blanco de constante hostigamiento por parte de este gobierno. Los maestros son tratados abiertamente como enemigos y responsables de un supuesto “adoctrinamiento marxista” en las clases, y ahora también se ven obligados a convertirse en soldados armados a la espera de la próxima masacre.
Un profesor de la enseñanza media en São Paulo recibe un sueldo que va de los 2,5 mil a los 3 mil reales, si es que cumple la carga horaria semanal más extendida. Un arma como la utilizada por los jóvenes en Suzano (revólveres de calibre 38) no cuesta menos de 3,5 mil reales en las tiendas especializadas.
No faltan estudios que demuestran como el aumento de la circulación de armas de fuego resulta en un aumento de los índices de violencia. Asimismo, el senador más votado de São Paulo defiende la ampliación del uso de armas, como si la solución para la crisis de Seguridad Pública fuera una sociedad armada hasta los dientes, lista para atacar unos a los otros a cada desconfianza.
En entrevista al medio digital Nexo, el psicoanalista y profesor del Instituto de Psicología de la Universidad de São Paulo (USP), Christian Dunker, analiza el caso de Suzano y afirma que con ello se inauguró una nueva forma de violencia en el país. “La violencia del cotidiano va de las ofensas verbales a la represión policial, pasando por las agresiones a las mujeres y minorías. Sin embargo, la tragedia en esta escuela presenta otro tipo de violencia brutal contra una institución simbólica: el lugar donde se estudia, donde se dialoga, donde se aprende. Tenemos entonces una violencia que se ampara en un discurso disponible en la cultura actual, un discurso que legitima la violencia y que recientemente se mostró vencedor en la sociedad brasileña: las armas son la cura para todos los males, son la fuerza mayor capaz de dar fin a los conflictos. Este es el factor que altera la ecuación”, explica.
Un “troll” en la Presidencia
“Troll” es una expresión usada en internet para referirse a una persona responsable por desestabilizar foros y discusiones online. Un “troll” es el usuario que provoca y no acepta provocaciones. Con frases de impacto, comentarios impertinentes e ironía superficial, busca desestabilizar otros usuarios, muchas veces sin siquiera entender del tema que se está debatiendo.
El problema es que este comportamiento parece no estar limitado solamente a los foros online. Cuando menos se esperaba, el presidente de la República pasó a usar su cuenta en Twitter, la red social donde es más activo, para comentar algunos temas polémicos con el único objetivo de jugar más bencina al fuego. También es común verlo usar frases prefabricadas o comentarios provocativos en discursos oficiales o reuniones. Es como si los brasileños hubiesen elegido a un “troll” para presidente, porque además de todo eso, él no acepta ser cuestionado nunca, sobre ningún tema. Cuando alguien lo hace, es rápidamente apuntado como enemigo público.
Durante su ascenso, Bolsonaro atacó de forma violenta a sus opositores: “no te voy a violar porque no mereces tanto”, dijo a la entonces colega parlamentar Maria do Rosário (PT), durante una discusión en el Congreso, en 2014; en otras declaraciones, amenazó con “ametrallar a los `petralhas´ (como suele decirse peyorativamente a los militantes del PT)” y más de una vez usó de sus expresiones más violentas para intimidar a sus adversarios políticos.
El mandatario también suele tratar de deslegitimar a la prensa siempre que es blanco de críticas, o cuando discrepa de una línea editorial, acusando el vehículo en cuestión de ser un propagador de “fake news”. Durante la votación para el impeachment de la ex-presidenta Dilma Rousseff, Bolsonaro hizo un homenaje al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el primer militar brasileño reconocido oficialmente por la Justicia como torturador durante la dictadura militar (1964-1985). En la ocasión, y de forma sádica, dedicó su voto a quien él calificó como “el terror de Dilma”.
Los relatos del comportamiento violento de Bolsonaro podrían seguir y ocupar diversos párrafos más de este reportaje, pero mejor destacas algunos de los casos más emblemáticos para mostrar como este discurso inflamado no solo carece de una reprimenda más contundente por parte de la Justicia brasileña, sino que ha sido determinante para llevar al ex-capitán en retiro a ocupar el cargo más importante del país. Es o triunfo de la barbarie. Si el presidente actúa de esa forma, ¿cuáles son los límites para sus admiradores?
Durante la campaña presidencial, ocurrieron muchos actos de violencia cometidos por los apoyadores del capitán. Personas que golpearon, agredieron verbalmente y hasta mataron otras por pensar diferente, y tratando de legitimar estas acciones con el discurso inflamado del entonces candidato.
Ese discurso venció y los paradigmas de violencia cambiaron. Los dos jóvenes que invadieron la escuela en Suzano frecuentaban foros en internet dedicados a la incitación violenta contra minorías. Uno de ellos, llamado “Dogolochan”, es administrado por Marcello Alves Silveira de Mello, el primer condenado en Brasil por crímenes de odio en internet. El espacio se dedica exaltar ideologías extremistas e incentiva ataques contra LGBTs, negros y comunistas.
El más joven de los asesinos, Guilherme, era admirador de Bolsonaro e interactuaba con páginas dedicadas al presidente en internet, en las que principal enfoque era promover el estilo de comportamiento violento. Además, también era frecuentador asiduo de otras páginas de extrema derecha. Como muchos adolescentes de su edad, era fan de series y videojuegos, y según su familia, tenía un comportamiento muy normal, que nunca hizo levantar sospechas de que podría cometer un crimen como este.
Para Dunker, la masacre en la escuela tuvo también una característica de “espectáculo”, otro elemento nuevo para los padrones de violencia registrada hasta hoy en el país. Al usar un arma medieval, una especie de lanzador de flechas, los dos asesinos convirtieron su ataque en una performance macabra. La psicóloga Vera Iaconelli, entrevistada por el diario Folha de São Paulo, explica que este culto a las armas y la actuación teatral de los jóvenes en un ambiente escolar puede ser considerada una forma de “llamar la atención”, de construir un relato buscando salir del anonimato y entrar a la historia.
No se puede relacionar directamente a Jair Bolsonaro a este crimen. Sin embargo, es evidente que la victoria electoral de su discurso de odio estimula a los anónimos que se sienten identificados por el comportamiento explosivo del presidente.
Auspiciado por el mercado de armas
No es secreto para nadie la pasión del presidente por las armas de fuego. Eso no sería un problema si su hobby no causara impacto directo en este mercado. Luego de que Bolsonaro pasara a liderar la carrera presidencial el año pasado, las acciones de la empresa Taurus, una de las más grandes fabricantes de armas y municiones de Brasil, percibieron un aumento gigantesco en su valor de mercado, más que el doble de lo que tenían antes. Solo entre agosto y septiembre de 2018, la bolsa de São Paulo (Bovespa) registró un alza de 140%, quedando detrás solamente de las acciones de Banco do Brasil.
Durante su campaña, Bolsonaro visitó el espacio de la empresa en una feria de armas, y prometió que si llegara a la presidencia todo ciudadano pasaría a tener el derecho de comprar una pistola o revólver de la marca. En la misma ocasión, dijo que “si llegó hasta allá (en el Palacio del Planalto), el ciudadano de bien va a tener esto aquí en casa”, y mostró una pistola, para luego agregar “el productor rural va tener eso aquí también”, y tomó un fusil. Nadie puede decir que no es un hombre de palabra, ya que firmó el decreto que facilita la posesión de armas de fuego en los primeros 15 días de su gobierno.
Taurus es la empresa que más invirtió dinero en la campaña de los parlamentarios miembros de la llamada “bancada de la bala”, cuyo objetivo es cambiar el código penal y facilitar el acceso a las armas en el país. En 2014, la empresa fue responsable por la donación de 870 mil reales de los 2 millones entregados por toda la industria de arma durante los comicios. En la legislatura anterior, esa bancada era compuesta por 35 deputados activos, y ahora pasó a tener 50.
Es evidente que la donación no es por buena onda, sino que se trata de una inversión. Con las facilidades de acceso a las armas, el crecimiento de este ramo avanza a pasos largos. La bancada sigue firme en sus trabajos para ampliar aún más las facilidades para quienes quieran tener un revólver, pistola o fusil en su casa o establecimiento comercial. Cabe destacar que el decreto firmado el 15 de enero también considera a los autos usados para transporte de pasajeros, como taxis y uber como “comercios” autorizados a poseer armas.
El gobierno de Bolsonaro recién arrancó y ya tiene como marca registrada la incitación a la violencia. A cada nuevo episodio conocido y difundido exhaustivamente por la prensa, el presidente y sus hijos vienen a público aprovechar la oportunidad para decir que “si todo ciudadano tuviera un arma”, las cosas serían distintas. Aunque sí serían distintas, con consecuencias aún más nefastas que las ya producidas por este culto a las armas, que están bastante claras para cualquier persona dispuesta a ver más allá del blanco de un fusil.
Fuente: Carta Maior
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