La Iglesia Católica, los jóvenes y las nuevas formas de comunicación social
- Opinión
El 24 de mayo de 2009 el entonces papa, el alemán Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger), en su mensaje en el marco de la “Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social” realizó un profundo análisis sobre las nuevas formas de relación humanas en base al desarrollo tecnológico y remarcó la existencia en ellas de aspectos positivos, como la rapidez de la difusión de las noticias, y negativos, como la manipulación de la información y el uso de la misma para intereses propios.
En tal sentido, como valiosa reflexión para tomar en cuenta diez años más tarde, cabe recordar que desde que los medios de comunicación nacieron se han vuelto una gran fuente de poder e influencia social a nivel mundial y en ese marco, Benedicto XVI eligió para su mensaje a la humanidad desarrollar la cuestión bajo el encuadre “Nuevas tecnologías. Promover una cultura de respeto, de diálogo y amistad”.
Hizo hincapié al respecto en que “las nuevas tecnologías digitales están provocando hondas transformaciones en los modelos de comunicación y en las relaciones humanas” y en que “Estos cambios resaltan más aún entre los jóvenes que han crecido en estrecho contacto con estas nuevas técnicas de comunicación y que, por tanto, se sienten a gusto en el mundo digital, que resulta sin embargo menos familiar a muchos de nosotros, adultos, que hemos debido empezar a entenderlo y apreciar las oportunidades que ofrece para la comunicación”.
Destacó en referencia a esa “generación digital”, como la llamó, “el extraordinario potencial de las nuevas tecnologías, cuando se usan para favorecer la comprensión y la solidaridad humana” por lo que enfatizó que “Estas tecnologías son un verdadero don para la humanidad y por ello debemos hacer que sus ventajas se pongan al servicio de todos los seres humanos y de todas las comunidades, sobre todo de los más necesitados y vulnerables”.
Benedicto XVI en referencia a los teléfonos móviles y las computadoras de hace ya una década, todo ello hoy muy potenciado, remarcó que en una nueva dimensión global con la presencia de Internet ha facilitado el envío de palabras e imágenes a gran velocidad hasta los lugares más remotos y son los jóvenes quienes “especialmente se han dado cuenta del enorme potencial de los nuevos medios” lo que “era impensable para las precedentes generaciones”.
“De esta nueva cultura de comunicación se derivan muchos beneficios: las familias pueden permanecer en contacto aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en equipo desde diversos lugares; además, la naturaleza interactiva de los nuevos medios facilita formas más dinámicas de aprendizaje y de comunicación que contribuyen al progreso social”, puntualizó.
Remarcó que el apego a la comunicación social responde a la propia naturaleza humana y no solamente a la evolución tecnológica ya que “A la luz del mensaje bíblico, ha de entenderse como reflejo de nuestra participación en el amor comunicativo y unificador de Dios, que quiere hacer de toda la humanidad una sola familia”.
Pero, al mismo tiempo advirtió: “Con esta luz, al reflexionar sobre el significado de las nuevas tecnologías, es importante considerar no sólo su indudable capacidad de favorecer el contacto entre las personas, sino también la calidad de los contenidos que se deben poner en circulación” y, en ese marco su deseo de “animar a todas las personas de buena voluntad, y que trabajan en el mundo emergente de la comunicación digital, para que se comprometan a promover una cultura de respeto, diálogo y amistad”.
“Por lo tanto, quienes se ocupan del sector de la producción y difusión de contenidos de los nuevos medios, han de comprometerse a respetar la dignidad y el valor de la persona humana. Si las nuevas tecnologías deben servir para el bien de los individuos y de la sociedad, quienes las usan deben evitar compartir palabras e imágenes degradantes para el ser humano, y excluir por tanto lo que alimenta el odio y la intolerancia, envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos”, remarcó al respecto.
Y agregó que para las nuevas relaciones “den fruto, se requieren formas honestas y correctas de expresión, además de una escucha atenta y respetuosa. El diálogo debe estar basado en una búsqueda sincera y recíproca de la verdad, para potenciar el desarrollo en la comprensión y la tolerancia. La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias; es más bien la búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza” por lo “No hay que dejarse engañar por quienes tan sólo van en busca de consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección misma se presenta como el bien, la novedad se confunde con la belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad”.
Tras destacar la importancia de la amistad como un gran bien entre los seres humanos y en eso las relaciones comunicacionales no deben reemplazar a la interrelación social real sino complementarla al tiempo de que “se ha de procurar que el mundo digital en el que se crean esas redes sea realmente accesible a todos” ya que “Sería un grave daño para el futuro de la humanidad si los nuevos instrumentos de comunicación, que permiten compartir saber e información de modo más veloz y eficaz, no fueran accesibles a quienes ya están social y económicamente marginados, o si contribuyeran tan sólo a acrecentar la distancia que separa a los pobres de las nuevas redes que se desarrollan al servicio de la información y la socialización humana”.
Coincidentemente, su sucesor, el argentino Francisco I, al referirse al mismo tema en una nueva jornada referida a la comunicación social, expresó: “El ambiente mediático es hoy tan omnipresente que resulta muy difícil distinguirlo de la esfera de la vida cotidiana. La red es un recurso de nuestro tiempo. Constituye una fuente de conocimientos y de relaciones hasta hace poco inimaginable. Sin embargo, a causa de las profundas transformaciones que la tecnología ha impreso en las lógicas de producción, circulación y disfrute de los contenidos, numerosos expertos han subrayado los riesgos que amenazan la búsqueda y la posibilidad de compartir una información auténtica a escala global. Internet representa una posibilidad extraordinaria de acceso al saber; pero también es cierto que se ha manifestado como uno de los lugares más expuestos a la desinformación y a la distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales, que a menudo asumen la forma del descrédito”.
- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
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