Lo esencial siempre está por ocurrir
- Opinión
Dicen que Saulo, aquel nacido en Tarso, comprendió lo esencial de su circunstancia histórica: como si las reglas del buen teatro hubieran sido abolidas, el desenlace -la muerte en la cruz- había ocurrido -se dijo Saulo- antes que la representación. Ésta venía ahora, a continuación, era su turno, y debía consistir, sobre todo, en una acción en la creencia.
Comenzó, así, a desplegarse en este valle de lágrimas -en esta tierra de excesos, en esta humana sociedad fundada en el instinto-, el Logos, razón del Universo, y ese despliegue fue y es hasta hoy, el cristianismo. Contra los griegos y contra los judíos, el cristianismo se impuso no porque fuera verdad, no porque fuera racional, no porque fuera sensato, sino porque fue eficaz. San Pedro mora y reina, hoy, sobre la tumba del imperio que fundó César.
Y nosotros, de igual modo y a nuestro módico modo, sentimos que la alegoría nos alcanza pues aquí también, en argentina tierra, algo esencial ya ha ocurrido como final del drama, y la representación comienza a desplegarse en el tiempo. Toda fractura de la lógica tiene algo de maravilloso si su fruto es bienechor y salvífico. Como dijo Poe una vez en aquella taberna de Baltimore: ha nacido un niño que viene a salvar a los hombres, no importa que sea mentira, es muy bello... y la belleza es lo que importa.
Lo esencial ocurrido se filtrará, en algún momento de su despliegue, por las grietas del discurso, por sus fallas de textura mineral, por la sola exigencia de este texto que aspira a nota periodística. En tanto, algo o alguien está diciendo que ya ha empezado la representación dramática cuya trama argumental, no por nimia, es menos trascendente.
Todo ha comenzado a desarrollarse en pos de convencer a los gentiles de que 48 a 40 es la Verdad. Y la tarea deviene no tanto actividad política cuanto acción en la creencia. Y a falta de la potencia intelectual de un Saulo de Tarso, una larga descendencia de hablantes de púlpito diario lo sustituye. El histrionismo y el oficio en el hábito de narrar es su areté, su virtud, su curioso resplandor. Trasímaco, el sofista que polemizó con Sócrates, los inspira.
Si esto es bueno o malo es algo que conviene dejar al arbitrio ajeno, y ello no por carencia de juicio propio sino más bien porque la enmarañada urdimbre del conflicto lo torna un poco inasequible en el presente y como enigma hacia el futuro.
Decimos que tal vez sea bueno, no tanto por el en-sí de las cosas sino por aquello de que la necesidad tiene cara de hereje. Y toda necesidad expresa, siempre, una puntual relación de fuerzas. Es la opción de lectura de los hechos en clave optimista. La puerta al optimismo luce, en el frontis de su dintel, esta leyenda: Hago como que me la creo y sigo; hago como que me la creo y veo; hago como que espero y en realidad espero, pero no lo que esperan ellos, sino esa otra cosa que esperan siempre los desesperados. Alberto Fernández ya traspuso esa puerta.
El talante de los diarios, de la primera plana de los diarios, en la alborada de la última semana de octubre, exhibe la serenidad y el buen humor que sólo suscita el deber cumplido. Todo es bonhomía y aplomo en los actores. Todo es celebración republicana en el discurso de los irreprochablemente imparciales medios de la derecha argentina. Rezuman tranquilidad; también una especie de expectativa esperanzada de cara al futuro.
El domingo 27, a las nueve y cinco de la noche, los voceros mediáticos del macrismo reconocían la derrota. Puntuales como nunca, esos medios. Cambridge Analytica, impecable: 48 a 40 y a otra cosa mariposa.
Ingresa al escenario el primer actor. Extrañamente democrático y feliz, Mauricio Macri felicita por el programa y, de paso, dice que ya tiene encargadas las medialunas para el desayuno del lunes 28 con el "presidente electo", AF. Enternecedor.
Dorrego y Corrientes. AF dice, esa misma noche y como colofón, a disfrutar, a disfrutar, desconcentrarse y... a disfrutar y, si se puede, mejor sería que se vayan a dormir. Nada de calle. La calle es una tentación. Allí está Chile como ejemplo.
La foto del lunes. Macri y AF, en el despacho presidencial, tomados de la mano. Eso es más de lo esperado. Excede toda medida posible y aun pensable. Incluso, no sé si debo..., no sé si lo merecemos. Somos Argentina, pero estamos al nivel de los países serios. Pompidou y Mitterrand. Nixon y Kennedy. Los dos "Harold" ingleses, Wilson y Mc Millan. Y que, además, hayan conversado una hora... Es mucho, emociona, de golpe hemos aprendido a convivir "en democracia” y ahora sí que se obtura la fisura.
El martes, los mercados y el dólar, un "puema", divina Petrona, ¡no te mueras nunca...! Alegres los unos, planchado el otro. Y de tan alegres los mercados, la carne siguió subiendo y ahora sí que, en el país de la carne, no la comen sino sólo los que viven de la política y de la jubilación de privilegio.
Y no es para menos: los "analistas" abonados a los programas de TV (los progresistas y los otros) congratulándose de que AF y Macri se habían "dado la mano". En el dramatis personae de la comedia argentina, cada cual tiene su rol y su guión. ¿El director? Edward Prado, Avenida Colombia 4300, su despacho. Prado es el CEO de la consultora con casa matriz en el 1600 de la Pennsylvania Avenue, Washington DC, claro.
Sergio Massa deviene crucial en la teatralización que describimos. Sin su ocho por ciento, AF tenía cuarenta, sólo cuarenta, iba a ballottage y perdía. Pero aquí, la sangre está lejos de llegar al río. Sergio y Alberto son carne y uña. Nunca Sergio le dirá a AF sos presidente por mis votos. No son -ni van a ser- enemigos-. Sergio abre puertas impensadas. En cualquier avenida.
De modo que, aunque los votos massistas hayan sido importantes, no es con Sergio con quien AF está en deuda, porque hay deudas que Sergio no cobra, sino con CFK, sin la cual esta representación que está teniendo lugar en la Argentina no habría sido necesaria. Sin ella, Macri ganaba en primera vuelta.
Esto quiere decir, entonces, que la derecha se movió, como a menudo lo hace, bien: un Macri destruido electoralmente era una derrota para el modelo de mercado; un Macri que casi empata implica un metamensaje: el modelo, el neoliberalismo, el macrismo... gozan de excelente salud y se aprestan a volver. Eso fue posible gracias a ... Cambridge Analytica.
Buen trabajo, la derecha. No sólo por lo antedicho; también por lo dicho a continuación: en Diputados la primera minoría es del macrismo; con los votos de Massa y los de otros peronistas no K, tienen mayoría. No por memoriosos pero sí por vocación holística, traemos aquí una cita de Carlos Pagni en el prestigioso matutino que es una tribuna de doctrina y en cuyas páginas late el numen y el nervio salutífero del fundador de la República y traductor de la Commedia a la lengua de Cervantes, don Bartolomé Mitre y Obes, el de la guerra del Paraguay, o de la Triple Alianza, o el del genocidio fundacional argentino: " ... es posible que cuando mire al próximo Congreso e imagine las reformas que quizá deba realizar tenga la secreta esperanza de que Macri no pierda tantos diputados.
También en ese aspecto los dos comparten, a pesar de ellos mismos, una impensable sociedad" (La Nación, 22/8/2019; https://www.lanacion.com.ar/politica/los-dilemas-que-envuelven-a-macri-y-a-alberto-fernandez-nid2279706. El que mira al próximo Congreso, el que imagina las reformas de mercado, el que no quiere que Macri pierda diputados y comparte con él una impensable sociedad, es AF, según Pagni.
El martes 29 siguió la dramatización de la comedia. AF dijo: "Vamos a ser un país gobernado por un presidente y 24 gobernadores". Cristina... ¡teléfono...! El mismo día, pero por la tarde, una foto en La Nación on line, en primera plana, tiene el siguiente título: "Quién es quién en el acto peronista de Fernández como presidente electo". Pero el título despista; es para consumo de la gilada. El metamensaje para CFK es la foto misma. De terror. Una muralla de decididos a todo, caras torvas y sombrías. Hasta el propio AF tiene cara de malo, ahí. Sergio y Caló, el Mimí metalúrgico argentino que evoca aquel Vulcano en pantuflas de Marechal, aportan masa crítica a la amenaza en modo gráfico. Ningún Moyano, ahí. Sí un Lipovetzki, del PRO, de Macri, pañuelo verde el hombre, derecha cool.
No repararon en que el fraude dejaba a la intemperie a las encuestadoras, que son las que, a estas horas, cargan con el peso de ser los hijos de la pavota en la coyuntura electoral. O repararon pero... a la cuneta con las encuestadoras, que lo que importa es otra cosa. Impiadosa, la política.
Nos tachamos la doble y aquí no ha pasado nada, ¿dale? No ha pasado nada. Lo pasado pisado y el futuro es un coliseo sin arena y sin leones y sólo será el nuevo tiempo que necesitamos para dirimir el odio en clave alberdiana, civilizadamente.
Comentar los decires de otros analistas de la comedia hace inevitable una deriva porque esos analistas curten el oficio de especialistas con mirada más regional. Comprueban ellos, y se felicitan, pues, al fin y al cabo, no había "fin de ciclo", y ello porque... ganaraon AF y Evo, y Lula queda libre en noviembre. También está López Obrador y las grandes alamedas de Chile febril y violento. En fin, no parecen mirar en perspectiva los que así miran.
El ciclo abierto en Venezuela con el estertor final del siglo XX no sólo ha concluido: está definitivamente muerto y superado. La globalización fue su cuna y su mortaja. Categóricamente concluido, pues ha cesado de latir su corazón, lo que constituía su aspiración más íntima, noble, profunda e históricamente relevante: el espíritu Mar del Plata 2005, que se abría al mundo como discurso NO creado de la nada, sino como acontecimiento en una serie histórica, y NO con un significado uno y único, sino como identidad plural según sus condiciones de posibilidad en cada país de nuestra América Latina y cuyo horizonte a la vista, era el no capitalismo, que se llamaría de un modo u otro en cada lugar según, precisamente, sus condiciones de posibilidad. Eso es lo que ha muerto.
Y ha muerto por razones que habrá que destilar como causas, pero que seguramente también habrá que percibir a la luz de una evidencia nunca ponderada en su medida: esos procesos no fueron la resultante de ningún "auge de masas" ni de situación revolucionaria alguna, sino fruto de un doble condicionamiento: el malestar social y la necesidad de huir de métodos de lucha ya sancionados por la derrota. La globalización susurró al oído de los líderes y se inventó, se probó, se erró y se acertó en medidas no cuantificables pero, en todo caso, inevitables. Y nada de todo esto, ni siquiera esa defunción certificada del espíritu Mar del Plata 2005, obsta a que el occiso haya dejado descendencia. Otro ciclo histórico se está abriendo ante nuestros ojos. Una lástima morirse ahora; el medio siglo que viene les deparará, a los vivos, emociones y satisfacciones impensadas.
De modo, entonces, que la realidad no es lo que ocurre sino lo que los medios dicen que ocurre; por eso importa poco si a las “tween peaks" las derribó Bin Laden o si acá hubo fraude. Si todos hacen como que fue Bin Laden y como que no hubo fraude, pues entonces, no fue Bin Laden y no hubo fraude. Mucho más cuando en vez de prueba sólo hay conjetura. Pero la "ópera", como el crimen, es perfecta precisamente cuando nadie puede demostrar que ocurrió porque las pruebas de lo ocurrido están, como la carta robada de Poe, al alcance de la mano y a la vista de todos pero nadie advierte su presencia.
Y el texto empieza, en este instante, a sentirse ahíto y, por ello, incómodo. Hay que expulsar algo que late en su interior y pugna por hacerse luz. Algo o alguien está diciendo que el kirchnerismo dio, en la Argentina, el puntapié inicial para que la "grieta" comenzara a existir y se fuera ensanchando con el transcurrir del tiempo. Y eso no está ni mal ni bien, nos apresuramos a decir. Eso es inevitable porque también es cierto que las grietas han existido en todas partes cuando los pueblos han ido más allá de lo epidérmico, más allá de una representación popular que excluye a ese pueblo como sujeto político con programa y objetivos de poder y sólo lo admite si, previamente, ha aceptado una participación menguada en el gobierno de los asuntos públicos. La grieta no la abren los que procuran matar los privilegios, sino los que resisten a perderlos.
Ese programa -el de terminar con los privilegios-, en la Argentina y en América Latina, vive, se reinventa y sigue, y sólo dialoga, vis-a-vis, con sus condiciones de posibilidad. Algo ha ocurrido en el inicio del tiempo que ya empieza a transcurrir. Se la dio por expulsada para siempre de la vida pero a los tres años emergió de entre los expedientes, resucitó del polvo y del oscuro silencio al que la sometieron. Así termina todo, pero es el comienzo, un nuevo comienzo. Cristina en libertad, el desenlace, es un doble comienzo: el de la puesta a punto de las armas con que la derecha procurará aislarla y aislar a todo cuanto sea reflejo de su espíritu; y el de las nuevas construcciones políticas que América Latina está ya forjando, y Argentina es parte de ese territorio extendido y polícromo en el que los pueblos no se aprestan a tejer la corona de su propio martirio sino la de su libertad.
El mapa geopolítico, en la región, mejora con AF. Nuestro aporte argentino es apoyarlo en todo cuanto tiene de progresivo, de abierto, de libertario. Y esa imagen de Alberto no es una imagen superpuesta a otra, a la que encubre y disimula. Es Alberto, pero un Alberto que no se mueve en la abstracción del laboratorio, sino uno que vive y se banca el barro de las relaciones de fuerza, aquí y afuera. Bancarlo y avanzar con él es una obligación y un desafío.
A partir de lo concreto existente derivaremos hacia los oasis o los desiertos que la política depara a todos cuantos la honran con su compromiso, lejos de todo dogma y de toda imitación. Vamos, ahora, con Goran Therborn: “... después de la revolución de octubre, las estrategias y perspectivas socialistas empezaron a basarse en el ejemplo político, en vez de en el análisis del capitalismo...".
Lejos del dogma, entonces, porque lo esencial siempre está por ocurrir, y a lo esencial nos debemos. Lejos de la imitación, que tan deplorables resultados nos ha deparado. Crear, inventar las nuevas formas de nuestra estética, de nuestra ética y de nuestra política, en ese orden, que todo va junto, y ni el periodismo es ya lo que era, que ahora es también un campo de declaración: Cristina los ha burlado, ha esquivado la persecución que dictaba el odio y, encima, les eligió al Presidente. ¡Chapeau!
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