La revuelta promovida por el expresidente de EEUU, Donald Trump, la primera semana de enero, no fue por casualidad, ni por un arranque de arrechera o inestabilidad psicológica.

En mi artículo escrito con un mes de anticipación "La caída del IV Reich” (21-12-2020) proyectaba esa situación, afirmaba, en ese entonces, que los casi ochenta millones de personas que votaron por el expresidente Trump no se quedarían con las manos y sus conciencias supremacistas y racistas congeladas, esperando la llegada del presidente Biden al Capitolio.

En efecto así sucedió, el ensayo del pasado 6 de enero, en Washington D.C, por grupos supremacistas (blancos en su mayoría) al Capitolio evidenció una reserva lista para el combate y no perder sus espacios de poder. La complicidad interna del sistema de seguridad del Capitolio así como un sector de la policía evidenció que el Trumpismo sigue vivito y coleando y que ante cualquier descuido estará acechando como el tigre herido.

El racismo, el intervencionismo y el “terrorismo doméstico”, como dijera Biden, así como el terrorismo internacional continuará, sea demócrata o republicano, es una mentalidad transmitida genéticamente desde que se fundó el país destinado por la providencia a plagar de hambre y miseria a nuestra América en nombre de la libertad, como en su tiempo dijera Simón Bolívar, héroe independentista suramericano.

Por otra parte, ya comienzan a aparecer algunas declaraciones infelices de algunos jefes de la nueva burocracia del presidente Biden, que poco se diferencia de las amenazas de los tres chiflados trumpistas (Pompeo, Pence y el terrorífico Elliott Abrams). A pesar de que el presidente Biden no se ha expresado personalmente sobre las relaciones con la República Bolivariana de Venezuela, su actual secretario de Estado Antony Blinken, con una actitud de supremacía geopolítica expresa abiertamente su diferencia con el gobierno de Nicolas Madura y al parecer pretende revisar las sanciones criminales y unilaterales dejadas por Trump contra el pueblo venezolano, pero suena contradictorio cuando afirma que seguirá con algunas medidas casi criminales dejadas por Trump. La oposición supremacista e intervencionista de venezolana salió rabiosa a aplaudir los primeros balbuceos del nuevo secretario de Estado de Estados Unidos.

Blinken utilizo la palabra “restaurar” la democracia en Venezuela, la comunidad de los pueblos que decidieron autodeterminarse, tendrían que preguntarse qué significa para Estados Unidos “restauración” ¿Significa obediencia? ¿O aceptar los caprichos del nuevo gendarme de la Casa Blanca? Si es así, más allá del discurso de Biden cuando asumió la presidencia es la continuidad del trumpismo…aunque un sector demócrata no dice cuándo va a atacar...simplemente ataca y ya (como hicieron en Libia). Decía el general vietnamita Vonguyen Giap: “supera al enemigo con tu inteligencia”.