Comunistas cubanos hicieron con éxito su VIII Congreso
Este fue el “Congreso de la continuidad” porque sus resoluciones y tareas asignadas buscan seguir en la línea del socialismo como sistema político y social, con la economía estatal como nervio motor
- Opinión
Del 16 al 19 de abril, con una agenda apretada y muchos debates, 300 delegados realizaron el VIII Congreso Nacional del Partido Comunista de Cuba, que registra 700.000 afiliados. Los números de delegados y afiliados, siendo representativos, dan una idea concreta que los comunistas cubanos, como los de otras latitudes, son una vanguardia organizada de su población, de 11.2 millones.
Lo importante es que ese activismo político, ideológico y funcionario, en el poder político desde la revolución de 1959, se ligue de mil maneras a la masa de sus conciudadanos. Esos vínculos siguen fuertes, a pesar de las campañas por destruirlos desde Washington comenzadas desde que los barbudos dirigidos por Fidel Castro bajaron de la Sierra Maestra y pusieron en fuga al dictador Fulgencio Batista. Esa isla era un prostíbulo, casino y azuquita de los norteamericanos. Un pasado pisado.
Por supuesto que aún en los mejores momentos de esa revolución no todo era una delicia, por la agresión y bloqueo desde afuera. También por los errores propios, de quienes estaban conociendo y aprendiendo sobre la marcha y muchas veces metían la pata. Eso ha ocurrido con todas las revoluciones socialistas, las que ya no están para contarlo y las que como en China, Vietnam, República Democrática Popular de Corea y la misma Cuba, siguen brillando con luz propia con sus parpadeos.
Este fue el “Congreso de la continuidad” porque sus resoluciones y tareas asignadas buscan seguir en la línea del socialismo como sistema político y social, con la economía estatal como nervio motor. Se ratificó “el papel de la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”. Se reconocen las diferentes formas de propiedad y gestión interrelacionadas, pero subrayando “el Sistema de Dirección Planificada del Desarrollo Económico y Social y del Estado como rector, coordinador y regulador de todos los actores”.
Los legados de Fidel y Raúl Castro se mantienen como orientación política e ideológica. Quizás se acentuó lo de “Congreso de la continuidad” porque el General de Ejército, de 90 años, cesaba como Primer Secretario del PCC, cargo que ostentaba desde 2011, cuando el comandante en Jefe no pudo seguir desempeñándolo.
Ahora fue electo como Primer Secretario Miguel Díaz Canel, quien desde 2018 venía siendo Presidente de Cuba. Es lo que prensa no cubana llama “el hombre fuerte” del poder.
Continuidad con cambios
Raúl Castro seguirá como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y militante del PCC. Aclaró que hasta el final de sus días seguirá militando para la organización, como lo hizo su hermano fallecido en noviembre de 2016. Es gente de palabra. A diferencia de lo que algunos ignorantes creen, Raúl no estaba en lugares prominentes por ser “hermano de” sino por sus méritos, desde que comandó uno de los grupos en el intento de toma del Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. En los últimos años, como responsable de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, no sólo era la cabeza pensante en la defensa de un país asediado por planes agresivos del Pentágono. También orientó la producción económica de firmas dependientes del Ejército, que tuvieron buenos resultados comerciales y una eficiente administración. Eso es algo que no siempre ocurre en la economía cubana, descontando el peso muerto del bloqueo estadounidense que causó entre 2019 y 2020 un daño directo de 5.570 millones de dólares.
De 17 miembros del Buró Político se bajó a 14; de éstos siguen 9 y 5 dejaron sus lugares. En el Secretariado Nacional y el Comité Central, también hubo continuidades y cambios, a veces por razones de edad, pero en otros por búsqueda de mejores resultados. Por eso, aunque el nombre del Congreso fue “De la continuidad”, también fue “de cambios”, en la misma dirección socialista.
De las tres comisiones que deliberaron con sus temas específicos, del Informe Central de Raúl Castro y las 5 resoluciones aprobadas habría mucho por analizar que excede a esta nota.
Lo central de las tareas fueron tres puntos: la construcción económica, la lucha por la paz y el fortalecimiento ideológico del Partido para avanzar en un contexto muy difícil. El mundo está conmovido por la pandemia de COVID-19, pero la Mayor de las Antillas suma otra grave agresión: el bloqueo nacido en febrero de 1962 con el “bueno” de John F. Kennedy.
Sin vanagloriarse, el VIII Congreso encomió la performance isleña contra el coronavirus, haciendo énfasis en sus cinco vacunas en diferentes etapas de su desarrollo. La Soberana 02 comenzaría a aplicarse a su población en junio. Otro motivo de orgullo, las Brigadas Internacionales Henry Reeve: 57 brigadas de médicos especializados fueron a 40 países durante la pandemia. Es posible que, paradójicamente, el imperio haya sido el impulsor de ese temprano celo de Fidel Castro a favor de la medicina cubana, por forzar la salida de 3.000 médicos cubanos al inicio de la revolución. Eso dejó a la isla con sólo la mitad de sus galenos. Lejos de rendirlo, al comandante ese golpe le dio más fuerzas para convertir a futuro a la isla en una potencia médica y científica, con el Instituto Finlay, Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), Centro de Inmunología Molecular y el Centro Nacional de Biopreparados, BioCubaFarma, etc.
En economía, si bien el Congreso valoró el mantenerse a flote, admitió que los resultados no fueron los esperados en el último quinquenio. Nuevamente USA metió la cola, con las 240 medidas de reforzamiento del bloqueo de la administración Trump. Y a eso hay que sumarle la merma de ingresos de dólares por la caída abrupta del turismo, que bajó 74,6 por ciento: en 2019 había recibido a 4.275.558 visitantes internacionales y en 2020 disminuyó a sólo 1.085.920.
De todos modos la asamblea partidaria admitió que esos malos resultados económicos en buena medida fueron por planes con errores o mal llevados adelante, improvisación, falta de capacitación de los funcionarios, no atención de los reclamos de usuarios, desviaciones de burocratismo, casos de corrupción, etc. El texto tuvo autocrítica pues “identifica con nitidez los factores subjetivos que inciden en la gestión económica, así como los problemas estructurales del modelo, que no proporciona suficientes incentivos para el trabajo”.
Díaz-Canel y demás dirigentes del PCC no atribuyeron esos fenómenos negativos al pueblo llano, sino que pusieron el acento en la responsabilidad de las cúpulas. Por eso el tema cuadros tuvo una resolución aparte, con una intervención específica del nuevo Primer Secretario. Afirmó que todos los miembros del gobierno deben ser cuadros políticos comunistas, no administrativos. No hay que ser un lince para descubrir allí una crítica a los funcionarios que suelen escudarse en sus profesiones o currículas administrativas para no militar políticamente en todo lo que haga falta. Un cuadro es un polifuncional que juega en toda la cancha y sobre todo, las 24 horas del día, sin figuraciones, acomodos ni ventajitas VIP.
Esta última es una condición sine qua non para el avance de la revolución socialista. El informe de Raúl Castro admitió que entre el VI y VII Congreso, o sea en diez años, no habían logrado formar la cantidad y calidad suficiente de cuadros. Textual: “Como consecuencia ha existido una insuficiente reserva de sustitutos debidamente experimentados y maduros, con preparación adecuada para asumir las complejas funciones de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno”.
¿Lo conseguirán en el próximo quinquenio? Es la clave para la victoria del socialismo. Los dólares, el azúcar, el petróleo, el puerto de Mariel, las vacunas, el turismo, etc, son importantes. Pero para la revolución cubana la clave son los cuadros del Partido, sobre todo los jóvenes, como relevo y continuidad. La Generación Histórica pudo declinar sus cargos a favor de Díaz Canel y el actual Comité Central. ¿Contarán éstos con más decenas de miles de cuadros comunistas no contaminados para acometer los desafíos contrarrevolucionarios que los ofenden desde la embajada del Malecón, los mercenarios y redes sociales, la OFAC del bloqueo, el Comando Sur, la gusanera de Miami y la base de Guantánamo?
Sergio Ortiz
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