El 24 de abril se cumplió un año de la muerte de Marco Gandásegui hijo, un académico, sociólogo y luchador social. No era un intelectual en su torre de marfil. Perfectamente podríamos coincidir con Marco en alguna actividad estrictamente académica como en alguna protesta social. Era lo que podríamos denominar un pensador crítico. Aprovechamos esta fecha para reflexionar sobre ello en un ambiente donde es palpable cierta actitud anti reflexiva, en nombre de un falso accionar práctico. En ese sentido, consideramos lo contrario: si queremos una transformación, necesitamos un pensamiento transformador.

Además de esa posición apática a la reflexión, podemos constatar en los medios de comunicación y redes sociales la reproducción del sentido común y lo políticamente correcto con estatus de verdad. A contracorriente, el pensador crítico tiene como una de sus funciones desvelar todas estas redes, las cuales coinciden muchas veces con el establishment. Así, es muy difícil cambiar, transformarnos, revolucionarnos como país. Como decía Owen Jones en “El Establishment. La casta al desnudo”: “el Establishment ya lleva demasiado tiempo sin que lo cuestionen y sin que le pidan responsabilidades”. Gandásegui hijo trabajó siempre en esa dirección, en sus libros, compilaciones y artículos periodísticos, más allá del amarillismo y de los francotiradores mediáticos.

El pensador crítico tampoco es un policía del pensamiento. Esa tarea es de los conservadores y políticamente correctos quienes le dicen a los demás como actuar e incluso pensar. El pensador crítico no puede negar la pluralidad y por ende está siempre abierto al reconocimiento de lo distinto, piensa desde el nosotros, desde lo común y lo social. Aprende de las experiencias históricas fundamentales para pensar el presente encaminado a la acción liberadora. La reflexión del pensador crítico no es una mera abstracción, pero tampoco un voluntarismo sin fundamento.
 

Gandásegui hijo, como un pensador crítico, siempre aportó su reflexión para un mejor país. Consideramos importante dar a conocer sus ideas, por estar precisamente encaminadas a la acción liberadora, la cual no está dada, sino que siempre se va tejiendo en el mismo andar colectivo. Como el mismo señalaba en uno de sus últimos artículos, la pandemia no acabará con el capitalismo. Son los y las trabajadoras organizadas quienes disuelvan las destructivas relaciones sociales capitalistas. Así recordamos al maestro a un año de su desaparición física.

Abdiel Rodríguez Reyes es profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá