No es oro todo lo que reluce en Brasil
14/06/2013
- Opinión
Con la llegada al poder el uno de enero del 2003 del presidente Lula da Silva comienza lo que se ha denominado “el milagro económico brasileño”, que ha hecho que Brasil empiece a ser una potencia hegemónica regional y de importancia mundial, formando parte de los denominados BRICS. Veamos algunos datos
La deuda pública en los diez años de gobierno de Lula ha bajado en un 41%, su inflación ronda el 5,8%, cuando generalmente estaba por encima del 10%. Los salarios han mejorado un 20,6% en estos diez años. Se han creado 18,5 millones de puestos de trabajo, teniendo actualmente la tasa de paro más baja de su historia. Ha desarrollado programas contra la pobreza, donde 16,4 millones de brasileños han abandonado la pobreza extrema y más de 40 millones se han incorporado a las llamadas clases medias.
El gasto social en Brasil ha pasado del 13,5% del PIB en el año 1985 al 23% en el año 2013, pero cuando llegó Lula éste ya estaba en el 22,1%
Brasil es el país de América con más niños viviendo en la calle. Muchos menores migran a las grandes ciudades del sur del país en busca de un trabajo doméstico, pero muchas veces acaban presos del negocio de la prostitución y la pornografía.
Brasil tiene el índice de prostitución infantil más elevado de América latina, incluso tomando en cuenta la falta de estadísticas, se ha calculado que entre uno y dos millones de menores ejercen la prostitución.
Como dice el economista Paulo Pasarinho “la reducción de la desigualdad ha sido en realidad una reducción de la disparidad salarial entre el conjunto de la clase trabajadora, sin que ello haya alterado los intereses de unas clases altas que, incluso, han visto ampliada su diferencia de renta respecto a las clases medias y bajas…La manera en cómo el Estado gasta sus recursos beneficia a los ricos que detentan la riqueza monetaria. Baste comprobar cómo la mitad del presupuesto de la Unión se dirige a la remisión de los gastos financieros. Si se gastara en programas de salud, educación, transportes públicos, si retornasen a los ciudadanos en forma de recursos públicos, eso representaría una redistribución de renta…Sin embargo, la mayor parte de lo recaudado es destinado al pago de los débitos financieros derivados de lo que se llama la industria de la deuda pública, que beneficia a un sector privilegiado”.
Estos datos son espectaculares y el salto dado por Brasil han sido muy importantes con Lula da Silva. La realidad es que todo no es oro en Brasil. Podemos decir que Lula fue el padre de los pobres y la madre de los ricos, porque su modelo de desarrollo está basado en el apoyo al inversor extranjero. Se dedican 2.000 millones de dólares a préstamos, subsidios para infraestructuras o incentivos para los campesinos, mientras que las multinacionales del agro negocio reciben 120.000 millones de dólares.
Uno de los factores más decepcionantes de Lula ha sido su fracaso en la reforma agraria. En los ocho años de gobierno de Fernando Cardoso 1995-2002 se regularizaron 4.410 asentamientos, mientras que con Lula 2003-2013 sólo han sido 3.711. Pero el dato más esclarecedor es la fuerte concentración de la propiedad de la tierra. En el año 2003 había en el país 22 propiedades que superaban las cien hectáreas, llegando a finales del año 2008 a 2011 propiedades. Se calcula que estos propietarios superan los 37,1 millones de ha.
Estas tierras son adquiridas por multinacionales para dedicarlas al monocultivo con la finalidad de la exportación. Cultivan caña de azúcar para producir etanol en el Estado de Sao Paulo, en el nordeste el eucalipto con la finalidad de obtener pasta de celulosa con inversiones de capital finlandés o surasiático, o dedicarse al cultivo de la soya en el centroeste.
Actualmente el 54,8% de los campos productivos brasileños se están destinando a los cultivos transgénicos. En este negocio han entrado multinacionales como Monsanto o filántropos como Bill Gates y George Soros. Brasil es el tercer exportador mundial agrícola.
Brasil es el mayor consumidor de agrotóxicos del mundo, con una media de cinco kilos por habitante, lo que supone mil millones de kilos anuales en Brasil. El fenómeno es muy grave porque estos agrotóxicos se esparcen por medio de aviones, lo que afecta la salud de las personas. Se fumiga los pastos y los cultivos de soya, maíz y eucaliptos. Todo esto significa que las producciones de frijoles, mandioca, o frutas disminuyan continuamente. Los precios de los alimentos son los más elevados de Latinoamérica.
Brasil es el primer exportador de soya, pero sobre todo para la producción de biodiesel. A ese cultivo se dedican actualmente más de 24 millones de ha. Cada día tiene mayor importancia la exportación de producciones agrícolas, mientras que disminuyen las exportaciones de productos industriales. Esto hace que Brasil se vuelva más dependiente en función de las condiciones de los precios mundiales de las materias primas y de la llegada de inversiones extranjeras.
Su política medio ambiental ha sido un desastre. La región de la Amazonía está siendo devastada por el talado de la selva, que ha destruido el hábitat de muchas especies vegetales y animales, así como la desaparición de los pueblos indígenas. Esto es debido a la fuerte represión que se ha ejercido sobre estos pueblos. A ello hay que añadir la introducción de enfermedades no conocidas en este hábitat y sus pueblos.
Hay serios problemas de contaminación en ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo. Las aguas de los acuíferos están muy contaminadas a causa de los agrotóxicos, por las actividades mineras, la degradación de los humedales y los derrames de petróleo.
Estos años hemos asistido a la explotación intensiva de sus recursos mineros, que posteriormente son exportados como materias primas en el mercado mundial. Brasil extrajo, en el año 2011, 410 millones de toneladas de diversos minerales. Destacan el cobre, cinc, plomo, estaño, bauxita, carbón y hierro. Esta minería deja unos destrozos ecológicos de difícil solución.
También Brasil se ha convertido en un productor de petróleo, destacando sus yacimientos marítimos, esperando que en unos años se convierta en una de las principales potencias petroleras: Los nuevos yacimientos se encuentran en la plataforma costera marítima, a enormes profundidades y en condiciones muy exigentes de perforación y a altas temperaturas.
Otro de los procesos abiertos por el gobierno de Lula, es la destrucción de la selva amazónica y la utilización del río Amazonas y sus afluentes, como grandes productores de hidroelectricidad, para la transformación de los minerales de hierro y bauxita para su posterior exportación a China.
Caso emblemático es la presa de Belo Monte. Fue un proyecto diseñado por la dictadura brasileña pero nunca realizado por la oposición social. Sin embargo, Lula la quiere hacer. La presa de Belo Monte se convertirá en la tercera más grande del mundo, detrás de la china de las Tres Gargantas y de la brasileña-paraguaya de Itaipú, con una producción de más de 11.000 mw.
Esta presa pertenece a la corporación empresarial Note Energía de la que forma parte la empresa estatal Electrobras y la española Ibredrola. Su propaganda dice “Uff, Bello Monte, un ben para todos”. Esta presa es denunciada por su nulo respeto a la selva amazónica, con la destrucción de más de 1.500 km2 de selva virgen, destruyendo una zona muy importante del río Xingu. A todo ello hay que unir el importante proceso de desestructuración social que provoca en la zona, con más de 20.000 indígenas afectados, unido a los trabajadores con situaciones laborales penosas, próximas a la esclavitud y con un aumento de la prostitución y el surgimiento de mafias.
Como dice el profesor Bermann “con la presa de Belo Monte nos hablan de promesas de redención de la zona y la salda del subdesarrollo. Este caso recuerda las promesas y la propaganda que se hizo con la extracción de la goma o la de la construcción de la carretera transamazónica, que terminó con la destrucción medio ambiental y social de la zona quedando en peor situación económica. Lo que sí es seguro es el gran negocio hidroeléctrico y su finalidad es la de promover la energía barata para el complejo minero metalúrgico internacional de la extracción de bauxita, y su posterior transformación en aluminio (con ingente gasto de energía, para posteriormente ser exportados a China. Por eso las gentes de la zona llaman al proyecto Belo Monstro”.
Brasil se ha convertido en la sexta economía mundial con un PIB de 2.208.000 millones de dólares. Es el quinto país en población con 204 millones de habitantes, pero esta se encuentra muy mal distribuida, con grandes poblaciones en el litoral junto a grandes vacíos demográficos.
Como dice el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantenga “Brasil necesitará de diez a veinte años para ponerse al día con los niveles de PIB per cápita de las economías de Europa”.
Es innegable que con Lula se ha mejorado la vida de los últimos diez años. El problema desde mi punto de vista, es que el coste medio ambiental de estos años ha sido colosal y repercutirá negativamente en el país en un futuro no muy lejano. Además el modelo neoliberal elegido para el desarrollo económico basado en el capital extranjero, no es el más idóneo y con escaso futuro. El problema actual des Brasil es como reorientar esta política económica, al mismo tiempo que se lecha por disminuir las desigualdades sociales.
El gobierno de Lula se ha caracterizado por la patrimonización de la política brasileña y su búsqueda de apoyos que le ha llevado a un sistema basado en la corrupción. Sirva como ejemplo que en el año 2011, seis ministros de Lula, debieron dimitir por irregularidades o desvíos de fondos públicos. Es fundamental que se acabe con la corrupción en el país y que se afiance en la población brasileña los derechos humanos fundamentales y se trabaje por una mejor cohesión social.
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