Reflexiones interesadas más allá de los “23”
Neoliberalismo Vs. Prebendarismo: Una falsa contradicción
02/12/2013
- Opinión
Va la primera (a modo de epígrafe):
En la apariencia, las cartas están echadas sobre la mesa. Por un lado, Cartes, el empresario “exitoso” trae bajo el brazo el viejo y conocido esquema del modelo neoliberal, que de “neo” no tiene nada, pero de trasnochado y sanguinario mucho. Por el otro, el también conocido pero mucho más viejo y peludo modelo prebendario, cuya acta de fundación lo firmaron los partidos tradicionales y más particularmente las cúpulas del “glorioso” Partido Colorado que, más quirúrgicamente, elaboró su doctrina no escrita con la conclusión silogística: “Todo colorado debe servirse del estado”. De este lado también están sus detractores, indignados que están en contra de lo viejo y peludo, indignados que están seducidos por lo “neo”, digamos, indignados también “infiltrados” por los “comeniños” bolivarianos que ni a palos están con lo “neo” pero que, indignados al fin, muestran sus dientes a lo “viejo y peludo”. Los unos ponen todas sus energías en “refundar” el estado prebendario y cambiarlo por uno “neo”, los otros para, aunque sea en la costanera, intentar ganarse la confianza de la cada vez más nítida clase media, hoy rehén de lo “neo” y, finalmente, ganar corazones y mentes para un verdadero proyecto de profundas transformaciones democráticas.
La segunda (el perro de Nico):
Hasta aquí todo en orden. Y está clarito que la pregunta fundamental que todo “ciudadano” comprometido con el destino de la patria debería hacerse es: ¿soy hincha del “neo” o yo le voy al “viejo y peludo”?
¿Fácil, no? Demasiado fácil.
Aunque, pensándolo bien, me parece que tendré que recurrir al perrito de Nico para estar en todas partes y sacar una sentencia que merezca aparecer en el próximo programa de MQM o NSA.
La tercera (Los paladines de la prebenda):
Si el modelo neoliberal Cartista no tiene nada de nuevo, y el modelo prebendario, que no está en el parlamento sino en todo el aparato del estado “de punta a punta” tampoco tiene nada de nuevo, entonces ¿por qué la oligarquía, a través de los medios empresariales de comunicación coloca con tanto afán esta falsa contradicción? Y me parece que quedaríamos cortos si sólo dijéramos que es una “cortina de humo” para que Cartes eche mano a su “legitimidad” ante un parlamento que, excepto por la representación de la izquierda, es igualita, y aplique sus políticas de brazos abiertos al capital, o que en realidad es una maniobra de los Zucolillo y los Vierci, poderosos dueños de la verdad, para hacerse con la parte más grande de la torta que ya está preparada para el festín, o que los senadores coloradosVíctor Bogado y Perla de Vázquez son colocados como los paladines de la prebenda y la corrupción porque no se alinearon al cartismo durante la campaña del “nuevo rumbo”.
Eso sería lo obvio.
Aquí la derecha más bruta, que cada tanto golpea con su mazo cavernario pero también tiene avión privado y bebe los mejores vinos, está siendo amenazada por la otra derecha, la que está más ligada al modelo neoliberal y que es más peligrosa aún porque tiene cuadros e intelectuales orgánicos muy superiores a la derecha que acumuló fortunas gracias al viejo modelo prebendario. Es como que está jugando más “seriamente” este asunto de la acumulación capitalista. Y si este proceso de acumulación necesita disolver un parlamento pues lo disuelve y punto.
Lo de Víctor Bogado, pichón de corrupto pero lejos de ser “il padrino” de la mafia prebendaria, no pasa de ser un elemento de agitación de la oligarquía neoliberal para mantener en alerta a una ciudadanía que está expectante a que el “nuevo rumbo” materialice ese algo que algunos ni siquiera supieron ver durante la campaña pero que otros lo estudiaron minuciosamente, lo planificaron mucho antes de la masacre de Curuguaty y el “juicio político” a Lugo con la embajada norteamericana y, ahora, lo están ejecutando fríamente sorprendiendo tanto a los liberales, sumidos en una de sus peores crisis luego de la derrota electoral de abril, e incluso a los “insulsos” parlamentarios colorados ligados al viejo modelo del estado prebendario y clientelar creado por los propios colorados.
Tampoco tenemos toda la verdad a nuestro favor si decimos que la “agenda de los medios empresariales” es la que se está imponiendo ante la “ciudadanía”. ¿Cuántas veces los medios han “agendado” las tareas de las masas y éstas no han respondido como la oligarquía se esperaba? Aquí hay una predisposición de la burguesía y una gran parte de la pequeña burguesía, en darle la cobertura de masas que la oligarquía necesita para aplicar la receta neoliberal.Los restaurantes, centros asistenciales, comercios, UIP, ARP, y otros, vinculados al Club de Ejecutivos del Paraguay que se posicionaron para hacer uso del “derecho de admisión” en contra de los 23 senadores que votaron en contra del desafuero de Bogado, pertenecen a este segmento de la sociedad.
La pregunta es: Si “ya comenzó” la cruzada anticorrupción en el país, dónde está, por ejemplo, el pedido de desafuero del senador Galaverna, que en uso de su afamada retórica admitió haber fraguado las elecciones internas del partido colorado para que en el 92 el candidato de su partido sea Wasmosy y no Luis María Argaña? ¿Dónde está el pedido de desafuero de los parlamentarios que colocaron desde esposas, hijos, parientes hasta amantes en jugosos cargos públicos? ¿Dónde está el pedido de desafuero del senador oviedista Oviedo Matto, que metió a una cantidad amazónica de sus correligionarios durante su presidencia en el congreso? ¿Dónde está el pedido de juicio político para los ministros del Poder Judicial que metieron familiares y correligionarios en el “Palacio de Justicia” y administran la justicia como señores feudales? ¿Dónde está el pedido de juicio político para Cartes que, violando la constitución, asumió superpoderes para la utilización de las fuerzas armadas a su antojo e intentó imponer el presupuesto general de gastos de la nación, atribuciones antes compartidas con el poder legislativo?
La última (¿a modo de epitafio?)
La real contradicción está en la disputa por imponer un modelo que sólo beneficiará a una facción de las clases dominantes y que intenta hegemonizar no sólo a toda la derecha más retrasada sino a la clase media y empobrecida.
Lo más trágico es que todos sabemos cómo terminará esta historia. Porque la historia del neoliberalismo en todo el continente está ligado a la profundización de la crisis de nuestros países y no a la superación de ella. Y esta clase dominante no tiene la más mínima intención de resolverla.
Esta crisis por la que atraviesa el Paraguayes económica por la aplicación de un modelo que no responde a los intereses nacionalessino a los intereses del capital transnacional,porque “nuestros” capitalistas locales todavía siguen apegados a un esquema de acumulación tan atrasado que jamás cambiarían por las ganancias que aún les brinda la especulación financiera, el latifundio, la ganadería, el contrabando, la triangulación y la agroexportación; porque en los últimos tiempos, como síntoma de esa crisis, existe una caída de más del 40 % de las ventas en los comercios locales debido al bajo nivel adquisitivo que golpea a las capas bajas y medias, porque el desempleo, el sub empleo y el empleo precario son problemas que esta clase dominante nunca se propuso enfrentar, porque el crecimiento del 14 % de la economía en el 2013 no indica otra cosa sino el grado de acumulación de las multinacionales vinculadas al agronegocio sin ningún impacto en la calidad de vida de las mayorías.
Esta crisis es social y política porque las clases dominantes nunca se pusieron de acuerdo para cumplir su programa político reflejado en la constitución que ellos redactaron, porque una cosa es la letra de la constitución y otra, a años luz de distancia, es la realidad que viven las mayorías, con una caricatura de democracia, rebuscándose en los basurales, desmoralizados por la falta de empleo, sufriendo la amarga letanía del familiar enfermo librado al azar, con niños “escolarizados” bajo los árboles, con más de 300.000 familias sin un pedazo de tierra, con familias sin techo aprontando palanganas para juntar agua durante las lluvias. Esa es la verdadera crisis política irresuelta por esta clase dominante parasitaria.
Y esta crisis también es cultural, porque tampoco las clases dominantes han tenido la intención de refundar la república hecho trizas después de la guerra grande. Antes más bien se aprovecharon de aquella hecatombe, sumisos ante el capital foráneo, para saquear y apropiarse de los bienes que alguna vez fueron de todos/as y para todos/as los/as paraguayos/as, porque nunca se propusieron seriamente políticas públicas en el campo de la educación sino que echaron mano alo más vil que tiene la cultura: el comercio de las conciencias, reduciendo a la educación a una operación de compra-venta, poniendo en manos del capital privado gran parte de la educación secundaria y universitaria para que nuestra juventudno ejerza la práctica subversiva del pensamiento y la acción transformadora de la realidad de su patria, porque la guerra declarada contra el ejercicio de cualquier otro pensamiento que no sea el del statu quo tiene a su artillería montada en las universidades secuestradas por el pensamiento oligárquico, en los medios empresariales de comunicación y los elementos más medievales de las jerarquías religiosas.
Esta crisis, lastimosamente para los cartistas, los viejos y los nuevos, no la va a resolver Cartes con su Ley de Defensa para, en nombre de la lucha contra el EPP, apunte sus cañones directo contra el campo popular no para amedrentarlo sino para liquidarlo aprovechando su reflujo. Tampoco con su ley de responsabilidad fiscal para, con un refinamiento sólo visto en palacios de la edad media, apretar la yugular a los sectores más empobrecidos sin ningún crecimiento en fuentes presupuestarias en las que el estado debería aumentar su inversión por el crecimiento vegetativo de la demanda, como el caso de salud, educación, viviendas, programas sociales y compra de tierras tanto para campesinos como para pueblos originarios, sólo por citar algunas. Ni con su ley de Alianza Público Privada (eufemismo de privatizaciones), para que el capital haga la tarea de la casa que nunca hizo porque su padre “prebendario” nunca le “ayudó”, y que es la de saquear a gran escala hasta el último centavo que tenemos guardado debajo de la almohada.
El modelo prebendario es hijo de la corrupción. Pero la corrupción no es el único padre del empobrecimiento, del estado ineficiente, del narcotráfico, del modelo agroexportador que no paga impuestos, no genera empleo y expulsa a miles de compatriotas campesinos por año hacia los cada vez más gigantescos cinturones de pobreza de los centros urbanos que hoy ya absorbenal 68 % de la poblaciónresultado de esa expulsión.La corrupción no es el único padre de las mafias que operan a lo largo y ancho del país, no es tampoco el padre no reconocido del modelo económico que privilegia a las multinacionales para que éstas nos chupen la sangre hasta el paroxismo y, por tanto, no es el único padre de tu/mi/nuestra crisis.
La burguesía criolla, parásita hasta el colmo, se cruza de brazos y aplica la ley del menor esfuerzo, abriendo cuanto “kiosko” haya por ahí con tal de no producir absolutamente nada. Sí, nada nuevo, nada que sea útil para el desarrollo de este país. A lo sumo, haciendo rutas “BID” gracias a préstamos internacionales que pagamos todos/as, algún que otro empresario textil, algún que otro emprendedor fabricante de chipas, algún que otro grupo oligopólico de transporte “público” que de público no tiene nada pero de asociación ilícita para extorsionar mucho. ¡Nada más!!Las empresas que, bajo el régimen de maquilas, trae bajo el brazo el cartismo como la gran panacea que resolverá el problema crónico del desempleo y que no es sino más de lo mismo, jamás podrán resolver esta crisis. Al contrario, las van a agudizar porque este régimen, casi el peor de todos los inventos del capitalismo, trae consigo la precarización del empleo, represión sindical, falta de seguridad social y el no reconocimiento de derechos conquistados por la clase trabajadora en su conjunto. Entonces, ¿qué proyectos esperamos de esa burguesía absolutamente incapaz de darnos trabajo, bienestar y progreso? ¿Qué podemos esperar de esta burguesía que jamás se hizo cargo del desarrollo de nuestro país?
¡Absolutamente nada!
No hay desarrollo sin subdesarrollo. Por tanto, no nos queda más que reírnosde quienes creen que las clases dominantes de nuestro país serán capaces de implementar un modelo industrial que nos saque de la crisis. Y ellos, lógicamente, también se ríen de nosotros cuando sostenemos que si nuestro país fuese un país industrial estaría codeándose con las grandes potencias europeas. Así que nos reímos los unos de los otros. La diferencia es que nuestra risa es realista, finalmente trágica pero realista al fin y, la de ellos, una risa que no va más allá de un idealismo que, más que sueño, alcanza a ser pesadilla. “Nuestra” burguesía, parásita y genuflexa, está alineada a la tarea histórica que el capitalismo internacional le encomendó para esta parte del mundo: ser productores de materias primas (mal llamado “alimentos”) para los países industrializados. Esa es y será su “tarea histórica”. Y no lo digo yo, lo dicen las multinacionales que mayoritariamente hoy gobiernan el planeta desde EE.UU, Asia y Europa.
Y ahí encaja Cartes
El capitalismo internacional, viejo zorro, ve en Cartes al elemento perfecto para concretar y afianzar la tarea de saqueo que otros gobiernos “atrasados” no supieron o no pudieron hacerlo por la gran resistencia que supo desarrollar en su momento el campo popular. O cómo se explica que Washington haya blanqueado velozmente el expediente que vincula a Cartes con el narcotráfico?, o cómo se explica que, al día siguiente de la promulgación de la Ley de Privatizaciones, rebautizada como de Alianza Público Privada, ya aparecieran más de 200 empresas multinacionales interesadas en “invertir” en el país en el marco de esta “nueva” ley? Sólo se explica si esta ley fuese pensada, redactada y ensayada hace tiempo. Y vaya que sí la ensayaron con buenos resultados para las multinacionales en Argentina (se robaron hasta las joyas de la abuela), en Perú (Fujimori disolvió el congreso y ahora está preso por crímenes de lesa humanidad), y Bolivia (“la guerra del agua” terminó “ahogando”al gobierno de Sánchez de Lozada), sólo por citar algunos ejemplos regionales que, en contrapartida y fruto del ascenso en la lucha de masas generadas por esas y otras contradicciones, dieron pie a la emergencia de gobiernos progresistas en esos y otros países de la región hace ya más de una década.
En el Paraguay, la guerra que siempre estuvo ahí por más que no la querramos ver (más de 132 asesinatos selectivos con procesos judiciales y otras decenas sin ningún tipo de expediente judicial conocido desde la apertura “democrática”, imputaciones a dirigentes campesinos que los ata a interminables procesos judiciales que los tiene deambulando por tribunales, comisarías y prisiones, 68 % de la población viviendo en las ciudades, expulsión del campesinado de sus comunidades, quema de sojales y tractores, desalojos violentos, los casos Curuguaty, Ñacunday y Laterza Cue presentados por el aparato represivo y judicial como de “delitos comunes”, represiones de todas las manifestaciones que cuestionen al gobierno desde el juicio político express de Lugo, medios empresariales tiroteando contra cualquier disidencia, leyes represivas, leyes de entrega de soberanía al capital transnacional, expulsión de pueblos originarios, carga impositiva hacia la clase trabajadora y concesiones a los empresarios, precarización laboral, despidos masivos, descuento compulsivo de salarios a maestros que fueron a huelga, falta de políticas públicas para los sectores empobrecidos, militarización del campo, entre otros), esa guerra que nadie quiere pero es inevitable, llegará a su límite, esto es, la declaración más abierta de guerra del campo popular contra el modelo capitalista. ¿Por qué? Porque si esta guerra que ya fue declarada por las clases dominantes no es declarada también por las clases empobrecidas, excluidas, trabajadores y, principalmente, campesinos que sufren los embates del avance del capital en el campo con el objetivo de hacer desaparecer al campesinado, todos deberemos cargar en los hombros el duro látigo de la derrota. La política de Cartes ya no deja alternativas para los pobres. O es luchar por mejorar sus condiciones de vida en el marco de otro modelo económico o resignarse a vivir bajo el determinismo religioso de “mboriahu, mboriahunteara voi” (el pobre, pobre siempre deberá ser).
Esas son las contradicciones reales por las que atraviesa nuestra patria, y no la propaganda anticorrupción que nos bombardean los medios empresariales de comunicación. Nadie duda de que la corrupción es un flagelo contra el cual tenemos que unirnos todos los sectores democráticos que queremos una administración pública transparente, eficiente y al servicio de la gente, y tampoco nadie duda de que las consignas del 15 N Pyson legítimas y merecen ser destinatarios de nuestra energía. Pero también pueden ser legitimadoras del neoliberalismo si no se le da el contenido necesario de las demandas históricas de nuestro pueblo. Los sectores democráticos, progresistas y de izquierda, no podemos renunciar a esta tarea, porque está en juego el futuro de las mayorías más empobrecidas de nuestro país. Por ello hoy más que nunca nos toca informar, debatir y luchar por que estos sectores movilizados por la indignación ante el flagelo de la corrupción también se apropien de las históricas consignas democráticas que demandan trabajo, salud, educación, tierra, techo, soberanía, reforma agraria, el cese de las represiones y desalojos, seguridad social, jubilación, recuperación de las más de 8 millones de hectáreas de tierras malhabidas, el rechazo a la ley de privatizaciones, soberanía energética principalmente en el caso de la represa de Itaipu, soberanía alimentaria en el caso de las semillas transgénicas, saneamiento del poder judicial y las instituciones del poder ejecutivo en donde también la prebenda, el clientelismo y la corrupción se pasean como en el parque Ñu Guasu.
Pero esta tarea dependerá en gran medida de la iniciativa que los sectores democráticos, progresistas y de izquierda puedan realizar en estas expresiones de participación popular para que esta masa crezca en conciencia y se predisponga también a ir por más.
Si no realizamos un esfuerzo por comprender las complejidades de esta indignación, vamos fritos. No sólo porque la clase media y también gran parte de la clase baja empobrecida hoy es, en gran medida, rehén de la restauración conservadora, sino porque debemos afinar nuestra puntería contra nuestros enemigos de siempre y, a la vez, ajustar nuestras consignas para ganar la adhesión de la gente en función a esta guerra que, por ahora, la están ganando tanto los “neos” como los “viejos y peludos” parásitos del Paraguay.
Gustavo Torres Grössling es Lic. en Letras por la Universidad Nacional de Asunción, es especialista en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Federal de Juiz de Fora, Brasil, y diplomado en Protección Social para las Américas por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
https://www.alainet.org/pt/node/81311?language=en
Del mismo autor
- ¡Desalojemos a los invasores! 30/09/2019
- “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” 26/09/2019
- El botín de los fondos jubilatorios 05/09/2019
- Sociedad hipotecada 30/08/2019
- El caso Venezuela: Mercosur, UE, maquila y los “negocios” de Horacio Cartes 15/01/2014
- Neoliberalismo Vs. Prebendarismo: Una falsa contradicción 02/12/2013
- Soberanía golpista 03/07/2012