América Latina se desviste como México y opta por acuerdos de libre comercio express

24/01/2014
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Empiezo preguntando ¿por qué países autodefinidos como progresistas optan por las mismas estrategias comerciales mexicanas análogas a camisas de fuerza para inmovilizar sus acciones y así desprenderse de instrumentos de políticas públicas?
 
Uno puede entenderlo en el caso de países que creen que hay que dar paso al libre mercado, que este es bueno, bondadoso y que se encargará de resolver los acuciantes problemas sociales. Dicho sea de paso, esta es la estrategia adoptada por la Alianza del Pacífico que ciertos medios tratan de mostrar como la deseable con logros concretos.
 
Pero en el caso de gobiernos que se dicen de izquierda donde se supone que el Estado tiene un rol de impulsor de procesos de cambio incluyentes en lo social y económico, ¿cuál es la explicación?
 
En este contexto resulta práctico o casual que UNASUR esté tan debilitada y hasta la fecha todavía no exista acuerdo sobre el nuevo secretario general. El mismo presidente Correa en su gira a Francia en noviembre 2013 menciona que existe “una desaceleración del proceso integracionista” de UNASUR, que “puede ser por descuido nuestro (de los presidentes)”, pero igualmente por “un poco de mala suerte” por la muerte del argentino Néstor Kirchner y el venezolano Hugo Chávez, promotores de la iniciativa (América Economía, 2013).
 
A la par hace pocos días, el presidente Mujica critica al Mercosur y sus instancias de resolución de conflictos. El menciona que Mercosur "tiene un problema interno" (Infobae, 2014). En paralelo, y sin mucho detalle en los últimos días han anunciado que Mercosur tiene intenciones de firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea (El País, 2014).
 
Todo esto resulta muy conveniente para la ofensiva mediática y de los grandes gremios empresariales.
 
¿Pero no se están dando cuenta de lo que sucede o simplemente estos gobiernos no son tan progresistas como para generar alternativas y tienen que sucumbir ante los intereses de ciertos grupos?
 
¿Los países van a ceder ante grupos de presión y aceptar que ellos los mantengan o sigan manteniendo bajo su control o es una muestra de incapacidad para resolver los problemas económicos internos y los de la integración?
 
¿No se puede al menos asumir una posición negociadora de bloque?
 
Los dogmáticos del libre mercado, dirán es que no hay alternativa. Y esto es falso porque no hay alternativas cuando no se las quiere construir ni en la derecha externa ni en la derecha interna. Se puede plantear una negociación bloque a bloque MERCOSUR -  Unión Europea (UE). Para eso se debe evaluar el espíritu de negociación de las partes y no tolerar presiones que faciliten la desintegración. No se pueden aceptar presiones gremiales para aceptar cualquier cosa. Además, ¿una reducción de aranceles amerita sacrificar las políticas que estos países tienen a su disposición para generar los anhelados cambios estructurales?
 
Estas arremetidas muestran los problemas de las estrategias de los gobiernos progresistas en su relacionamiento con el sector privado. Los grandes gremios supieron imponer sus visiones, secundadas por ciertos medios y los gobiernos en la práctica están aceptando sus imposiciones, incluida la del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
 
Finalmente, si las pequeñas y medianas empresas dejan de participar en compras públicas, esto no es problema para los gremios o las grandes empresas. Si las farmacéuticas nacionales desaparecen y dan paso a las transnacionales tampoco es un problema para los grandes gremios.
 
Ante esta incapacidad resulta incoherente que los llamados gobiernos progresistas caigan en la trampa de la derecha que quiere reglas impuestas desde afuera.
 
Si se pueden generar alternativas a ser construidas con las micro, pequeñas y medianas empresas, en estrategias de diferenciación de productos, introducción en redes de comercio alternativas, mejoras de productividad que no afecten a trabajadores, trabajo en redes productivas, por mencionar algunas.
 
Es un error asumir que una camisa de fuerza será la salvación de un país o la región. Uno podría hasta entenderlo en algunos países del norte donde lo que se quiere es mantener lo alcanzado pero no en países periféricos que recién están empezando a despertar (si es verdad, algunos tardíamente) para hacer frente a situaciones de inequidad y desigualdad no vistas en otras regiones.  Mantener el statu quo es útil para los dogmáticos que defienden regímenes de dependencia a monopolios, oligopolios u otras estructuras de dependencia como los negocios inclusivos.
 
Lo más doloroso vendría cuando las crisis económicas obliguen a los países a salir de estas camisas de fuerza. En ese caso los más afectados serían los más vulnerables como sucedió en Argentina cuando se rompió la convertibilidad.
 
Habrá quienes podrán decir que si no se firman estos acuerdos se producirá el apocalipsis, el caso de México a los veinte años del TLC CAN, así como los mismos estudios realizados por la Unión Europea muestran lo contrario.
 
Aquí surgen algunas hipótesis, la primera es la evidencia de que estos gobiernos no supieron mantener sus posiciones de integración ni generar alternativas no entreguistas con el sector privado. Otra mirada podría que ser que dado que en lo económico estos gobiernos deciden apostar por las estrategias de la derecha.
 
En cualquiera de los dos casos implícitamente se podría acelerar una futura crisis. La derecha mira su parte y no le interesa el bien común. Algunos empresarios piensan aumentar sus ventas, pero no ven los riesgos en los incrementos de importaciones de bienes y servicios o la participación en las compras públicas de empresas foráneas o la situación asimétrica en propiedad intelectual.
 
Habrá que mirar con beneficio de inventario, verificar y analizar en detalle lo que los negociadores digan sobre estos “acuerdos maravillosos” que se podrían negociar de forma express. Recordemos que en la visita presidencial a Alemania en el mes de abril 2013 la misma Ángela Merkel dijo en la rueda de prensa que lo único que la UE puede ofrecer es un “acuerdo de libre comercio”, no voy a ahondar en las razones de por qué este acuerdo es inconveniente para el Ecuador y la región[2], pero si recordar una vez más que la Unión Europea necesita salir de la crisis, su situación económica tiene graves consecuencias sociales y políticas y quién lleva la batuta en las decisiones fundamentales europeas es Alemania.
 
No falta quien crea que ante la debilidad económica, la UE podrá aceptar algo distinto pero los hechos muestran la cruda realidad cuando por ejemplo en Ecuador hasta la fecha no se ha continuado con la obligación constitucional de denunciar los TBI, proceso inconcluso para no indisponer a los europeos. En otros países de la región esto ni siquiera está en la agenda.
 
¿Los negociadores podrían conseguir algo distinto?
 
Stiglitz envío hace unas semanas una carta a los negociadores del acuerdo transpacífico (TPP) alertando sobre las implicaciones para la salud pública de un acuerdo poco transparente, característica de estas negociaciones comerciales. El presidente Correa en la reunión de abril 2013 en Berlín con inversionistas, les dijo que falta muy poco para ponerse de acuerdo, ¿es así? ¿Son acuerdos express? Recordemos que cualquier concesión que se le otorgue a Ecuador tendrá que ser concedida a Colombia y Perú, lo que implica rever sus acuerdos ya firmados.
 
En todo caso, surge ahora un aspecto no contemplado, la clausula democrática en la que la UE promueve “libertad, democracia, respeto a los derechos humanos, libertades fundamentales y Estado de Derecho” (OPDP).
 
Fuentes:
 
 
Diario El País (2014) consultado en
 
Infobae (2014) consultado en
 
Oficina de promoción de la democracia – ODPD  Parlamento Europeo


 
Katiuska King
Economista ecuatoriana. Ex Ministra Coordinadora de la Política Económica
 
 
 
https://www.alainet.org/pt/node/82593?language=en
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