Un conflicto lleno de dilemas, paradojas y arbitrariedades
- Opinión
Tras 43 días en cese de actividades, los funcionarios de
Para empezar, tanto en el 2006 como ahora, con estos paros los jueces, fiscales y empleados judiciales se pusieron —y pusieron al país— en un difícil dilema que surge del vacío normativo que existe para calificar la naturaleza de su movimiento de protesta, del choque entre dos derechos. Porque, de un lado, está el derecho que todos los colombianos tenemos al servicio de la justicia, considerado un servicio público esencial, que es el argumento de base para prohibir la huelga en este sector estatal (de hecho lo que los jueces hicieron fue un paro, no una huelga). Pero, en el otro lado de la balanza pesa el derecho que tienen todos los trabajadores de defender sus reivindicaciones y derechos laborales que en el caso de
Pero, ese parágrafo todos los gobiernos, desde el de César Gaviria hasta el actual, lo han desconocido. Ninguno avanzó para hacerlo cumplir. Se trata pues de una larga deuda que el Estado tiene con los servidores judiciales, y en ese sentido su protesta fue y es legítima. Y el Decreto 4040 que en el 2004, expidió el presidente, Álvaro Uribe, no hizo más que ahondar las diferencias salariales entre los distintos niveles jerárquicos de
Pero, dejó intacta la base salarial de los nivelas inferiores, lo que se consideró un acto discriminatorio. De ahí la insistencia que desde ese año viene haciendo ASONAL, para que se haga efectiva la nivelación de los salarios de los funcionarios de base, y de ahí los dos paros que ha realizado.
Diferencias abismales
Si bien
El punto salarial fue pues el que concentró las expectativas y se convirtió en el motivo central de las diferencias entre el Gobierno y ASONAL, organización sindical que presentó exigencias que en términos presupuestales valían $600.000 millones, suma que en el desarrollo de las negociaciones rebajaron a la mitad, y ahí se plantó. El Gobierno, por su parte, empezó ofreciendo $60 mil millones y terminó imponiendo 133 mil millones, con la promesa de hacer otra revisión salarial en mayo, siempre y cuando la situación de las finanzas públicas lo permitan.
Y aquí la palabra clave es “imposición”, porque eso fue lo que hizo el Gobierno con la declaración de Conmoción Interior, que expidió como recurso expedito y extremo para quebrar el paro de los jueces y empleados de los juzgados, toda vez que la ilegalidad del mismo no la pudo decretar. Y es la primera paradoja de este paro: la nueva ley de huelgas, aprobada a mediados de este año, establece que la declaratoria de ilegalidad de una huelga sólo la pueden decretar los jueces. Pero, como en este caso eran los jueces los que estaban en paro, esta no se decretó.
Con
Pero el tema de la nivelación salarial no fue el único en el pliego de peticiones presentado por ASONAL, que constó de 9 puntos más, relacionados con estabilidad laboral y los concursos de méritos en
La polémica conmoción interior
Llama la atención, como otra paradoja más de este paro, que la fórmula de solución no haya salido de la mesa de negociaciones sino del clamor que un poderoso banquero hizo ante una asamblea gremial. En efecto, el banquero, Luis Carlos Sarmiento Angulo, durante la asamblea anual de Anif, hizo fuertes críticas a la congestión judicial, a la falta de sistematización en los despachos, a los eternos términos de los procesos, y de contera propuso que el Gobierno decretara el Estado de Conmoción Interior para acabar con el paro judicial. De inmediato el Gobierno acogió la propuesta y lo decretó, por un plazo de 90 días, una medida que
Para justificar su declaratoria el Gobierno presentó las cifras de lo que el país estaba perdiendo por cuenta del paro, que tasó en $126 mil millones mensuales, más los problemas de funcionamiento institucional: 90.500 procesos judiciales paralizados, 50.000 tutelas no tramitadas (muchas relacionadas con la atención en salud), 13.000 solicitudes judiciales represadas, 2.017 delincuentes en libertad por la imposibilidad de legalizar su captura, miles de menores que no reciben los títulos para cuota alimentaria; e incluso decenas de parejas extranjeras adoptantes de niños varadas por no contar con la autorización de los jueces.
La declaratoria del Estado de Conmoción Interior para acabar con el paro en la justicia es, sin duda, lo más polémico y preocupante de todo el episodio del paro judicial, toda vez que suspende garantías democráticas que afectan no sólo a los huelguistas sino a todos los colombianos.
Pero la pregunta primera es otra: ¿Era necesaria la declaratoria de Conmoción Interior?, ¿qué pretende realmente el Gobierno con ella? Porque la verdad es que sigue vigente así el paro haya terminado. Y eso es lo que preocupa: que el Gobierno aproveche la medida excepcional para, a su amparo, dictar normas que por la vía administrativa, y no parlamentaria, modifiquen el sistema de la justicia. Por cuenta de
En ese sentido se escucharon muchas voces en contra de la medida. La primera fue desde luego la de Fabio Hernández, presidente de ASONAL, quien la calificó de exagerada, pensada para amedrentar a los participantes de una huelga que, en su concepto, es legal, y confió en que
Carlos Gaviria, presidente del Polo Democrático y ex magistrado de
Y la columnista Claudia López, en su muy leída columna de El Tiempo, opinó que parece cuando menos una locura que el Gobierno suspenda la plena vigencia de la democracia para confrontar una huelga laboral. “Un Estado que no puede respetar y manejar una huelga legal y administrar justicia eficazmente sin suspender la vigencia de la democracia, es un mamarracho de democracia que no merece ser considerado Estado de Derecho”, conceptuó esta columnista.
Y desde la tolda sindical,
Octubre de 2008
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva
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