Las complejidades de la apertura

17/11/2008
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  • Opinión
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Se ha comparado la elección de Barack Obama con la caída del muro de Berlín, sin embargo en su contenido tiene más semejanzas con lo sucedido en España a la muerte de Franco o, talvez, sea la síntesis de ambos sucesos porque están envueltos asuntos políticos, económicos y fuertes creencias religiosas en el país líder de un mundo unipolar que ha empezado a cambiar. Y la pregunta es hasta dónde llegará el cambio.

Desde que se constituyó como país independiente Estados Unidos no ha cesado de ampliar sus dominios, tanto territoriales como económicos, imponiendo sus creencias e intereses por las buenas o por las malas, la mayor parte de las veces por las malas. En América Latina tenemos abundantes experiencias desde que se iniciaron nuestros procesos independentistas, pero ahora es dentro de la potencia en crisis donde ya ha empezado un cambio cuyas dimensiones y características son una incógnita.

Barack Obama es el intérprete del sentimiento de una mayoría diversa que dijo basta y le dio los votos necesarios para que sea el próximo presidente de su país. Cuál es exactamente su programa, quiénes van a ser sus colaboradores más cercanos, eso no importó, fue una especie de liberación interior. El día de la elección le pregunté a algunos estadounidenses qué pensaban de lo que estaba ocurriendo, la respuesta fue “siento que estoy viviendo algo histórico, por primera vez tuve que hacer fila para votar y estoy seguro de que mañana seguiré sintiendo lo mismo”.

Las etiquetas

A lo largo de la campaña electoral se quiso encasillar a Obama en alguna ideología política, con la intención de descalificarlo. Hasta no hace mucho, ser un político liberal era una tacha de la que costaba mucho zafarse en el país del norte, porque sugería además una conducta liberal en sus asuntos personales. De ahí que cuando los republicanos empezaron a temerle a Obama, la primera “acusación” que le hizo John McCain fue que era un liberal y un senador de su partido agregó que el candidato republicano estaba siendo asediado” por los medios liberales de élite”,en referencia a la prensa.

Pero esta vez no sucedió lo esperado, no importó que a Obama lo tildaran de liberal. Entonces lo señalaron como amigo de “terroristas” y los sitios derechistas de internet buscaban relacionarlo con musulmanes extremistas. Salvo a algunas histéricas señoras republicanas, no impresionaron a nadie más. Entonces se lanzó el calificativo más grave: Barack Obama era socialista. El propio McCain lo acusó de tener una política económica socialista al propugnar un aumento de impuestos a los sectores que ganan sobre 250 mil dólares al año (20 mil 500 al mes)y reducirlo a quienes ganen menos de esa cantidad.

La candidatura republicana sostuvo hasta la saciedad que la redistribución de la riqueza que proponía el candidato demócrata era socialista y McCain se vanagloriaba de que él iba a producir riqueza no a distribuirla. Pero los estadunidenses pensaban que era necesario redistribuirla porque ya las grandes empresas, las de los Bush y los Cheney incluídas, no sólo han ganado demasiado sino que los han arrastrado a guerras no deseadas por motivos que no son transparentes.

La intención era descargar sobre Obama,de raza negra toda la batería publicitaria tal como lo hicieron durante años con el presidente Fidel Castro por “comunista” y como lo hacen hoy contra los presidentes Evo Morales y Hugo Chávez, uno indígena y el otro de tez morena. Entre la acusación de socialista y el trasfondo racista se deslizó la publicidad de los republicanos.

Si esa elección se hubiera desarrollado en un país latinoamericano habríamos visto cómo esos aspectos no se habrían implementado subliminalmente sino en forma abierta y al candidato tildado de socialista también se le habría dicho demagogo y populista.Lo interesante es que, además de interpretar un ansia de cambio, la candidatura demócrata, sin proponérselo, sacara al socialismo del index.

Desentrañar al bushismo


El principal problema que enfrentará Obama es el de las guerras que le heredará Bush, las que son insostenibles desde el punto de vista económico y que sólo han servido para darle jugosas ganancias al clan que ha gobernado en los últimos ocho años. En Irak el tira y afloja continúa, porque el gobierno republicano no buscaba retirarse realmente, sino que pretendía conservar en forma indirecta el poder que obtuvo con la invasión. Se supone que al nuevo gobierno le corresponderá plantear una solución que le devuelva a Irak su plena soberanía.

Lo que se presenta como más auspicioso es lo relativo a Afganistán. Obama ha dicho que lo importante era buscar a Osama Ben Laden, lo que la administración Bush no hizo, pero ya ha establecido una diferencia. Se inclina por una salida diplomática que involucre a Irán, a Paquistán y a otros países de esa región, lo que conllevaría una distensión importante en el plano internacional, necesaria para enfrentar la crisis financiera que es el legado que deja el bushismo, al que nunca le interesó entender siquiera la realidad de ningún país.

Y para poder gobernar sabiendo el terreno que pisa, el futuro presidente tendrá que empezar por revisar todas las “órdenes ejecutivas” dictadas por Bush, que son una atribución de los presidentes estadounidenses, que en este caso se dictaron para evitar la discusión de innumerables asuntos estratégicos en el congreso, donde el gobierno saliente había perdido la mayoría. La gravedad del contenido de estas órdenes la muestra la que se acaba de hacer pública y que le permite al ejército y a la Agencia Central de Inteligencia, CIA, meterse en cualquier país del mundo, bombardear si lo considera necesario y realizar lo que estimen conveniente, incluso detener a quien sea si consideran que eso es en defensa de los intereses de su país.

Esta orden, avalada por Bush, fue firmada por el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld el año 2004 y sigue vigente. Ningún presidente puede gobernar tranquilo si no sabe qué herencia escondida le han dejado. La iglesia católica también le ha hecho advertencias al futuro presidente por su posición respecto al aborto y la investigación con células madre y si bien Bush tampoco es católico, tenía en esa materia lo que algunos han llamado “pacto de hierro” con el Papa.

Desentrañar lo hecho y comprometido por la administración Bush será una tarea ardua, que puede proporcionar muchas sorpresas acerca del país que durante tantos años ha presumido de ser un ejemplo de democracia. Uno de los logros de esta elección es que ha demostrado a los propios estadounidenses que hay poco de lo cual presumir y mucho que cambiar y corregir y ahí está el problema, hasta donde podrá llegar Barack Obama.

- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
https://www.alainet.org/en/node/130896
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