Primer round para los privatizadores
Plebiscito
15/07/1998
- Opinión
Montevideo.- Luego de una corta y pálida campaña que no logró conmover a las multitudes, la derecha
uruguaya se lanzó con el primer round de dos en la instancia para convocar a un plebiscito derogatorio de la
ley que posibilita a privados el ingreso al negocio de la generación y distribución de energía eléctrica.
Ni de un lado ni de otro se puso demasiado empeño por convencer al votante de una cosa o de otra. No
hubieron debates televisivos ni bombardeo propagandístico, y los grandes medios de comunicación de masas
poca relevancia le dieron al asunto.
Fue así que tan sólo concurrieron a las urnas la mitad de los votantes necesarios para posibilitar un
plebiscito
definitivo sobre el tema. Para aclarar las cosas, hagamos un poco de historia.
La historia de los plebiscitos por iniciativa popular en Uruguay se remontan al 22 de Junio de 1951, cuando
los habitantes del Departamento de Montevideo lograron derogar por tal medio el aumento (importante para
entonces) de $ 0.02 en las tarifas del transporte urbano. Por 28 años, este "Plebiscito del Vintén" (como fue
conocido popularmente) navegó en solitario, integrándose por su rareza al anecdotario popular.
Recién en 1989, los uruguayos tomarían nuevamente la iniciativa para tratar -esta vez infructuosamente- de
derogar la pomposamente llamada "Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado", más
conocida como Ley de impunidad. En la ocasión, por un estrecho margen, los uruguayos decidieron que no
habrían de investigarse ni castigarse los excesos cometidos por la policía y las Fuerzas Armadas durante la
dictadura cívico-militar que asoló al país desde 1973 hasta 1984.
Hasta ese momento, la Constitución de la República habilitaba la realización de plebiscitos de ese tipo,
simplemente mediante la presentación de una cantidad de firmas equivalente al 25% de los votantes
habilitados. Sin duda que para dificultar en el futuro cuestionamientos tan incómodos como el de marras, la
derecha uruguaya (es decir, los partidos Colorado y Nacional o Blanco) modificaron las normativas. Desde
ese entonces para derogar una ley votada en el parlamento se deberán presentar una cantidad de firmas que
equivalga solamente al cinco por mil de los votantes habilitados, pero posteriormente se deberá efectuar una
votación general no obligatoria en la que los impugnadores deberán lograr el 25% de las voluntades de los
inscritos en el padrón electoral.
Si ello no se alcanza en la primer instancia a los cuatro meses se volverá a repetir la votación. Recién
entonces, y si se logra la cantidad necesaria de votos, se realizará el plebiscito definitivo con voto
obligatorio.
Este engorroso camino ya fue recorrido por el pueblo uruguayo en 1992. En esa ocasión los votos
necesarios para impugnar la llamada "Ley de Privatizaciones" fueran alcanzados recién en la segunda vuelta,
y en el plebiscito del 13 de diciembre de ese año un 72% de los uruguayos le dijo no al proyecto privatizador
neoliberal.
Otra vez de nuevo
A seis años de aquella contundente expresión popular, la derecha uruguaya vuelve por sus fueros votando
una ley que permita a los particulares participar en el jugoso negocio de la generación y transmisión de
energía eléctrica, hasta ahora monopolizada por la estatal UTE (Usinas y Transmisiones Eléctricas). La
neardenthaliana brutalidad del anterior gobierno del Partido Nacional presidido por Luis Lacalle (conocido
entre sus íntimos como "La Gallega" por su tozudez), fue sustituida ahora por la sutileza cromagnónica del
Partido Colorado, el que ha logrado aprobar una ley de neto cuño privatizador sin mencionar ni una sola vez
la palabra "privatización" en su texto.
El 72% de los uruguayos que en 1992 dijeron no a la privatización de las eficientes e incorruptas empresas
estatales, ve este nuevo intento de la derecha vernácula de vender las joyas de la familia como una franca
burla. Porque así como se insiste en el respeto a la voluntad popular cada vez que se pretende investigar
sobre los delitos de lesa-humanidad cometidos por los dictadores entre 1973 y 1984, también se debería
respetar la contundente voluntad no privatizadora del plebiscito de 1992.
Paradojas
Claro que en todo esto de las privatizaciones en Uruguay no deja de haber ciertas paradojas. Tomemos por
ejemplo el caso de la agrupación política del Presidente Julio Sanguinetti, el Foro Batllista. Tras haber
votado la privatizadora "Ley de Empresas Públicas" en el Parlamento en 1992, convocó a votar en su contra
en el plebiscito que finalmente la derogó, e impulsa ahora esta nueva versión restringida. Más difícil de
entender resulta la cosa si tomamos en cuenta que el propio nombre de su sector político invoca a don José
Batlle, líder colorado que en los inicios del siglo estatizó y dinamizó los servicios públicos
(energía, combustible, transporte, ferroviario, agua corriente, seguros, etcétera), poniéndolos al servicio
de la
población en desmedro del egoísta interés financiero particular. Sin duda que ello confluye a justificar el
agudo dicho popular uruguayo que dice que "el batllismo es como la papa (patata): lo mejor lo tiene bajo
tierra"...
Mientras el Partido del Nuevo Espacio de Rafael Michelini siguió apostando a la indefinición (votó la ley
privatizadora pero no convocó a defenderla por si las moscas), en la oposición también hubo contradicciones.
En efecto, mientras a nivel nacional el Frente Amplio/Encuentro Progresista se manifiesta contrario a las
privatizaciones, en su feudo del Departamento de Montevideo cede habitualmente sus funciones a empresas
privadas. Se podría decir que mientras la coalición Blanqui-Colorada vende las joyas de la familia, los
frenteamplistas sólo las alquilan... Así ha sucedido con la parquización del estacionamiento en el centro de
la
capital, con la recolección de residuos en la misma zona, con el mantenimiento de plazas y jardines en todo
el
departamento informático, etcétera.
A pesar que el pasado año se frustró una iniciativa tendiente a la privatización del histórico Hotel Carrasco
y
su casino merced al voto en contrario del movimiento de Participación Popular (representante de la izquierda
en la fuerza progresista del Frente Amplio), esté año se volverá a insistir en el tema mediante un acuerdo
con
los partidos de derecha. Del mismo modo y a pesar de la opinión contraria de las autoridades comunales de
la zona y sus vecinos, en los próximos días se propondrá al legislativo comunal montevideano la cesión a
particulares del también histórico "Hotel del Prado", un salón de fiesta ubicado en el más importante parque
público montevideano. Como en los casos anteriores, está previsto que la derecha avale el proyecto.
Razones
Los analistas sostienen que la cantidad de votantes fue tan escasa porque los uruguayos dejamos todo para
último momento. La posibilidad de una segunda votación en el mes de junio seguramente incidió al respecto.
Por otro lado, la gente todavía no se desperezó de las vacaciones y aún aprovechó el soleado y cálido
domingo para concurrir a las playas tras un verano lluvioso y frío. De todas manera, la razón principal del
fracaso de este primer intento es seguramente la falta de información sobre el quid del asunto.
Solucionar esa carencia será pues la tarea principal que tendrán los sindicatos y la oposición política
durante
los próximos meses. Si se logra convencer a la gente de la importancia de derogar esta ley privatizadora,
seguramente en junio la historia será distinta.
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