El gol del pastor de llamas
17/01/2006
- Opinión
Él estaba muy contento y bastante descansado después de la maratón que
había hecho, con su camisa azul de manga corta. Nadie diría que fue
electo presidente de un país de América Latina, con la mayor votación
que un presidente jamás recibió. Cuando yo le dije que tiene “cara de
pueblo”, se mostró medio sorprendido…hasta que comparé sus facciones
con las de los candidatos derrotados por él en la elección, así como
con las de los anteriores presidentes del país, un país en el que
los dos tercios de sus habitantes se identifican como indígenas, pero
que siempre fue dirigido por los blancos, por regla común, ricos.
Había hecho un viaje impresionante: fue a Cuba – el primer país que
visitó tras ser electo-, a Venezuela, a España, a Francia, a Bélgica,
a Holanda, a China, a Sudáfrica y finalmente a Brasil. Nueve países de
cuatro continentes, en menos de dos semanas. Sólo no pasó por Irán,
para tener tiempo para ir a Argentina antes de la posesión. En España,
los conservadores lo criticaron por reunirse con el primer ministro
José Luis Zapatero – que perdonó la deuda boliviana a cambio de
inversiones en educación – con un traje de lana boliviana de vivos
colores -llamado “chompa”- en vez de terno y corbata. Saramago salió
a defenderlo, explicando que se trata de una indumentaria típicamente
boliviana. Él me dijo que tiene algunas de ellas, porque es un regalo
típico entre los indígenas, pero que no sabía que podría provocar
reacciones de ese tipo, consciente que el protocolo va a exigirle
comportamientos a los que no está acostumbrado.
De hecho, el domingo de la extraordinaria victoria electoral, él se
resistió a viajar hasta la capital, para participar en una rueda de
prensa. Un medio de información – que lo menosprecia en nueve de cada
diez informaciones que difunde- insiste en reducirlo a “líder
cocalero”, expresión natural para él, que la asume como una de sus
múltiples dimensiones, y se resiste a tratarlo como presidente.
Argumentamos que él debería, a partir de aquel momento, llamarse
“presidente de todos los bolivianos” y que la capital, La Paz, es el
lugar donde debe estar en aquel momento. Él aceptó a disgusto, se fue
para La Paz, participó alegremente en la conferencia de prensa de la
victoria, con el cabello negro lleno de papel picado. Pero volvió
enseguida a Cochabamba, su departamento, “para festejar con mi gente”.
Ahora, en Brasilia, en la sala de conferencias del Itamarati, él se
muestra seguro, contento, confiado, habla como presidente de una
nación indígena que reivindica su soberanía nacional y su democracia
multicultural y multiétnica. De camisa azul de manga corta, al lado de
Álvaro García Linera, el vicepresidente, uno de los más importantes
intelectuales de América Latina, que le da apoyo y confianza.
Salimos, y en la conversación en el hotel, de donde se ve por la
ventana la catedral de Niemayer, después de contar las circunstancias
del viaje y revelar que quedó muy satisfecho con la disposición del
gobierno brasileño de ayudarlo, quiere saber sobre Brasil, sobre las
posibilidades de reelección de Lula – que apoya fervorosamente – y la
posición de los movimientos sociales.
Sin embargo, inmediatamente pasa a hablar de su otra pasión: el fútbol.
Lo practicó mucho desde niño, en su ciudad natal. Cuidaba llamas, pero
confesó que lo que ganaba era para comprar camisetas para su club de
fútbol. Jugaba de centro delantero, con el número 9 en la espalda. Era
pastor de llamas y centro delantero. Pero sufría mucho con la dura
marcación en los rudos campos de tierra, hasta que resolvió entonces
desplazarse a la punta-derecha. Hasta que se fracturó más o menos
gravemente la rodilla, fruto de la dura marcación. Tuvo que operarse
en Cuba, permaneciendo un año sin jugar. Volvió a jugar y espera
continuar jugando con sus amigos – a Álvaro también le gusta jugar -,
aún siendo presidente.
Quedamos a ir la próxima vez al Maracaná. Pero antes voy a aceptar
su invitación y asistir, primero a las ceremonias indígenas – en una
comunidad aymara - y después a los actos oficiales – éstos en La Paz –
de posesión como el primer presidente indígena de Bolivia. Él, Evo
Morales Ayma (de aymara, aclara él, cuando posamos para tomarnos una
foto juntos).
(Traducción ALAI)
https://www.alainet.org/es/active/10385
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