Vuelve la socialdemocracia?

28/05/2006
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En esta década, todos los presidentes sudamericanos que fueron electos en una segunda vuelta previamente ganaron la primera ronda. Esa ha sido la experiencia de Perú (2000 y 2001), Chile (2000 y 2005), Brasil (2002) y Ecuador (2002). Sin embargo, la vuelta final peruana puede terminar siendo ganada por quien inicialmente quedó segundo. Alan García por apenas unas décimas ha clasificado al balotaje. El 20.4% de los votos emitidos que obtuvo en las elecciones del 9 de abril es el peor porcentaje que él haya sacado en los cuatro comicios en los que él haya competido por la presidencia. Sin embargo, en el balotaje del 4 de junio él amenaza con sacar la mayor votación de la historia de su Partido Aprista y hasta en llegar a la presidencia. ¿Cómo ha sido posible esto? En 1985, García fue electo como el único mandatario socialdemócrata que ha tenido Perú. Su partido, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), había esperado 61 años desde su fundación en 1924 para llegar al poder. Fue nominado sin necesidad de una segunda vuelta debido a que había bordeado el 50%. Sin embargo, su quinquenio acabó con gran impopularidad. Perú atravesaba su peor ola de violencia e hiperinflación. El APRA había enajenado a todos los partidos del centro a la derecha cuando nacionalizó la banca. También era rechazado por la izquierda que le acusaba de haber violado derechos humanos al haber masacrado extrajudicialmente unos 300 presos subversivos y al organizar los escuadrones de la muerte del Comando Rodrigo Franco. Después de 1990, sus candidatos no llegaban ni al 5% de los votos. García estaba exiliado y sentenciado como reo contumaz acusado de corrupción. Fujimori, quien inicialmente ganó las presidenciales de 1990 apoyado por los apristas, había logrado mantener 11 años de mano dura monetarista atacando al APRA por haber dejado al país teniendo a la guerrilla senderista controlando varias zonas de frontera a frontera y con una hiperinflación de cuatro dígitos. No obstante, cuando la dictadura de Fujimori fue cayendo, el APRA se fue reactivando. Esta era vista como el partido que al inicio de su gobierno aumentó salarios y abarató el pollo, los huevos y los productos de primera necesidad. García en 2001 logró raspadamente desplazar a Flores de la segunda vuelta y disputar la presidencia con Alejandro Toledo. Durante el último quinquenio, el APRA se configuró como una oposición "constructiva" que buscaba deslindarse de su pasado nacionalizante y que planteaba retomar un camino tipo Tony Blair en pro de impulsar los tratados de libre comercio y la empresa privada. Sin embargo, en las encuestas la opinión pública mostraba preferencias por los candidatos que planteaban mantener el modelo económico de libre mercado instaurado por Fujimori en 1990 y el APRA para no quedar atrás trataba de ir "derechizando" su prédica. La meta aprista era buscar entrar en el balotaje para disputar la presidencia con alguien pro libre mercado, aunque temiendo sufrir al final el "todos-contra-uno" de parte del resto. A fines de 2005 las esperanzas apristas parecían verse cuestionadas por el repentino agigantamiento de Ollanta Humala, quien les desplazó como la fuerza que expresaba el desencanto contra el neoliberalismo. Perú se veía influido por las elecciones del Alto Perú (Bolivia) donde dicho país quedó polarizado entre una derecha pro occidental y una izquierda pro indígena. En una polarización entre Flores y Humala, el APRA podía quedar triturado como sándwich. La habilidad de García consistió en lograr que sus dos rivales se desgasten mutuamente y que él aparezca como un "moderado" entre ambos. El Partido Popular Cristiano de Flores esta vez volvió a quedar tercero y perder ante García en la tercera vez que han presentado un candidato presidencial. Por una parte, tuvieron candidatos de centro y derecha que le restaron pocos, pero claves votos. Por otra parte, el PPC, a diferencia de sus hermanos democristianos chilenos, ha sido un partido incapaz de mantenerse en el centro y dotarse de una base sindical y popular. El nicho que ha estado copando es el del conservadurismo y cuando Flores ha buscado hacer girar al partido deslindando contra el neoliberalismo no logró convencer a un electorado que cree que ellos son el partido de los capitalinos y los capitalistas. Lo paradójico es que García, tras haber sacado a Flores de carrera, ahora podrá valerse de su apoyo para ganar la carrera presidencial. El APRA ha quedado en una buena posición como para capitalizar el 35% de votos que han tenido los cuatro importantes candidatos que van del centro a la derecha: Flores, Paniagua, Chávez y Lay. Humala ha ganado con el 26% de los votos emitidos, el menor porcentaje obtenido por alguien que haya ganado una ronda presidencial peruana. Él se encuentra en una situación más desventajosa que la que tuvo Toledo cuando en 2001 peleó el segundo turno con García. Toledo tenía experiencia política, un movimiento que había terciado en una elección seis años atrás, tenía el apoyo de socialcristianos, liberales y "moralizadores", así como de varios izquierdistas, y había liderado grandes marchas antidictatoriales. Humala, por primera vez, recién ha votado y creado un heterogéneo e improvisado partido cuyas ideas no son muy claras y que no se ha curtido en ninguna movilización de masas. No cuenta con ningún partido importante que quiera apoyarle en el balotaje. Mucho se compara el triunfo de Humala en primera vuelta con el que tuvo Vargas Llosa inicialmente en 1990. Humala corre el riesgo de repetir a Vargas Llosa, produciendo que el electorado del resto de partidos termine prefiriendo a su rival como el "mal menor" contra un candidato que aparece muy radical. Sin embargo, el ex militar peruano, a diferencia del destacado novelista, no tiene tras suyo a ningún partido, gremio o medio periodístico. Mientras Vargas Llosa se apoyaba en los sectores más altos y occidentalizados de la sociedad, Humala lo hace en los estratos más bajos y andinos. Alan García se ha dado cuenta de que cometería un hara kiri si hiciese un frente antihumalista, el mismo que si estaría santificado, además, por el apoyo unánime de la prensa y el empresariado, podría terminar produciendo anticuerpos en muchos sectores populares quienes, por sólo dar la contra, podrían acabar tras Humala. De allí que García prefiera ignorar por el momento coqueteos en pro de un frente con los socialcristianos o la derecha, y, mas bien, anuncie que quiere quitarle votos a Humala. García, en algunos puntos, va a tratar de aparecer más "zurdo" que su competidor. Mientras Humala no quiere reclamarse izquierdista, el APRA marcha con banderas rojas y estrellas doradas proclamándose ser la "izquierda democrática" y el frente de los trabajadores manuales e intelectuales. García quiere competir con Humala en antiimperialismo y en oponerse a la Convención del Mar. También postula restablecer derechos laborales y hacer de la sierra una región exportadora. El APRA inicialmente buscó el apoyo de los maoístas y ve en China un modelo en el cual tomar ejemplos y usar como contrapeso a EU. El APRA se jacta de que su bancada se ha mantenido sólida en el quinquenio pasado, cuando el oficialismo y muchas otras bancadas se atomizaban. Hoy, su grupo parlamentario ha crecido y el APRA afirma que éste no se dividirá. Mientras tanto, antes que se reúna el nuevo Congreso, el Frente del Centro (de Paniagua) y el de Unidad Nacional (de Flores) ya están mostrando fisuras, algo que García vaticina que pasará con el nuevo movimiento de Humala. Para contrarrestar la posible izquierdización del APRA, Humala viene adoptando un discurso pro sindicatos y radical a lo Evo Morales, buscando calar en el 15% de quienes votaron blanco y nulo y en electores populares que votaron antes por la derecha. Con ello podría no ganar esta elección pero, al menos, podría crear una base militante preparándose para el futuro. El APRA buscará atacar a Humala de ser un oportunista que se asocia a Chávez, aunque está rodeado de personal que sirvió a Montesinos. Humala responderá mostrando las inconsistencias apristas, su "alianza con la derecha" contra el gobierno nacionalista militar de Velasco (1968-75) y el caos económico de su único gobierno. Para Humala, mejor hubiese sido un escenario tipo Bolivia enfrentándose a Flores. Hoy tiene un escenario tipo Costa Rica, donde más ventajas puede tener el ex presidente socialdemócrata y hayista que busca ser reelecto mostrando una matiz izquierdizante aunque "responsable" del sistema existente. Humala tiene a su favor el desprestigio que arrastra el APRA por su único gobierno y porque muchas capas populares, especialmente en el sur y la sierra, le miran con desconfianza. Sin embargo, la ventaja que tiene el APRA es que es un partido estructurado y con tradiciones, que puede mostrar que no se dividirá como el resto apenas lleguen al nuevo Congreso, que tiene un programa más definido y que navega con el viento internacional a su favor tras el reciente triunfo de la socialdemocracia en Chile y Costa Rica y, eventualmente, en Brasil. Si el APRA ganase se daría el lujo de haber llegado a la presidencia con el voto de sus enemigos derechistas que tanto le atacaron en los años 90. Además, estaría en mejores condiciones de poder ubicarse al medio entre las distintas bancadas, con lo cual su gobierno podría ser más estable. Si Humala diese la sorpresa y ganase, él debería buscar al APRA como su posible mejor socio para gobernar. De lo contrario, debería escoger el camino de Lucio Gutiérrez buscando aliarse a la centro-derecha (con lo cual podría acabar alienando a su inicial base social) o tratar de gobernar con mano dura y apoyo de las FFAA, algo que, por el momento, no ayuda la actual coyuntura internacional. - Isaac Bigio es un analista internacional. www.bigio.org
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