En los tiempos del globalismo
22/06/2006
- Opinión
"México es el país de los contrastes. Sobre una tierra maravillosamente rica, vegeta un pueblo incomparablemente pobre. (…) Y como para que todo sea contraste en México, al lado de una gran ilustración adquirida por algunas clases, se ofrece la negrura de la supina ignorancia de otras" [1]
Entre la redacción de este fragmento citado y el momento en que lo transcribo media un hito que marcó la historia: la Revolución Mexicana, que pretendió, a grandes rasgos, restituir el equilibrio de la sociedad a la luz de la justicia social. El rumbo que han tomado los acontecimientos nacionales de entonces a la fecha muestra una tendencia a la regresión en lo que a conquistas sociales se refiere, al tiempo que el Estado retrocede en la esfera pública para abrir paso a nuevos sujetos forjadores de una agenda nacional a su imagen y semejanza: el sector privado mexicano, empresas transnacionales y tecnócratas que dan paso a todo ese juego de maximizar beneficios con el mínimo de costes (y responsabilidades sociales). De tal suerte, vivimos una suerte de “epoque d' or” de paraísos exclusivísimos para los "prominentes" y una división de la sociedad en socios, siervos y clientes.
Por algunas cifras con las que me he topado tengo una ligera sospecha de que el modelo neoliberal, tan entusiasta de la globalización de los mercados, no ha estado funcionando correctamente. Algunos ejemplos: pese a las bondades para el consumidor que se presumió que acompañarían a la dinámica de un mercado con nuevos competidores, en el marco de la apertura comercial y la privatización de empresas públicas, el índice de precios de la canasta básica creció en un 257% entre 1994 y 2002 ; otro ejemplo: que la tan celebrada apertura comercial – con su catalizador el TLC - deja como saldo al menos en sus primeros once años (de 1993 a 2003), nueve con balance negativo en la balanza comercial. Es revelador el hecho de que entre 1984 y 2003 el número de hogares que viven en la pobreza se ha incrementado en un desesperanzador ochenta por ciento y el porcentaje de mexicanos debajo de la línea de pobreza se computa en setenta. ¿Cómo defender una política económica que en veinte años ha cocinado con recetas de Bretton Woods un "mercado laboral" cuya mayor ventaja comparativa es el empobrecimiento cabalgante del salario mínimo?
La crisis del '94 es uno de los más significativos ejemplos del riesgo de que la economía haga una apuesta al "crecimiento hacia afuera" sin fortalecer el mercado interno y una sana planificación económica en áreas estratégicas. Las consecuencias han sido nefastas: insolvencia financiera pública, recesión con inflación, pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios, depresión en términos reales de los precios agrícolas, incremento en la tasa de desempleo y subempleo y, definitivamente, la pérdida de algunos – digámosles – controles estatales que permiten la defensa y ejercicio de la soberanía nacional.
El caso del sector primario es emblemático de cómo las dinámicas globales combinadas con gobiernos neoliberales acentúan la desigualdad en nuestra sociedad y complican la soberanía nacional en sus diversas dimensiones. Cuando se hizo evidente que era necesario producir nuestros alimentos y no había ventajas de peso en la importación de agroproductos (como pensaba la tecnocracia mexicana desde la Ronda Uruguay), ya se había desmantelado la política de apoyo a los productores y se había desincentivado a la producción de granos básicos en el afán de estimular la producción de productos agroalimentarios con alto valor agregado relativo a la exportación (una de esas "ventajas comparativas" que tanto privan en el discurso oficial desde hace 20 años). Este repliegue del Estado frente al sector agropecuario (de la mano con una reforma a la Ley Agraria en que el ejido se hizo enajenable) se tradujo, con la devaluación del peso, en una nueva concentración de tierras, inversiones y mercado agroindustrial en manos de muy pocos, muy adinerados y en muchos casos, transnacionales. Junto al problema económico está el social: en el caso de granos básicos (maíz, frijol, trigo, sorgo y arroz), que es el subsector más golpeado por las reformas neoliberales, su cultivo comprende el 70% de la superficie agrícola nacional e involucra al 80% de los productores. La situación es grave.
Al abordar el problema de los trabajadores industriales y los del campo, así como la problemática específica de los demás sectores, se presentan generalmente y más o menos de manera pura dos criterios fundamentales: por una parte, está el discurso oficial, el del mercado y los ideólogos del libre mercado que abogan por un liberalismo entendido como neoliberismo, en que el Estado debe reducirse a su mínima expresión y garantizar seguridad y respeto a la propiedad privada. La economía nacional, según esta postura, recae en la libre iniciativa de los empresarios. Esta postura está a favor de la globalización de los mercados y de la intensificación y máxima extensión de los intercambios comerciales. Gran parte de su operación está en las finanzas, en la especulación bursátil y el comercio internacional. Para efectos de identificarla y distinguirla de la globalización en general – que es un proceso -, llamaremos a esta concepción "globalismo" [2]
En ella, el mercado mundial se libra de muchos de los controles a que lo someten los Estados Nacionales – por ejemplo, fiscales o laborales – y llega a tener la capacidad de privar a la sociedad de sus recursos materiales a nivel global. De algún modo podríamos afirmar que el globalismo neoliberal ha roto la alianza histórica entre sociedad de mercado, Estado asistencial y democracia que caracterizaba a las democracias liberales por más de medio siglo XX. En contraposición, diría que hay una concepción democrática que acentúa la necesidad de remoralizar la democracia (deslegitimada con los regímenes "democráticos" de corte elitista o competitivo), renovar los pactos sociales que dan sentido y fuerza institucional a la Nación – lo cual requiere de grandes esfuerzos en lo relativo a justicia social y un sector privado socialmente responsable - y darle al ciudadano una mayor participación en la toma de decisiones públicas.
Me parece que vale la pena dar seguimiento al debate científico y político de esta aparente dicotomía, o si se ofrecen algunas alternativas intermedias. Me parece que es digno de considerarse que no hay mercado sin Estados fuertes que puedan hacer respetar la propiedad privada, pero además no hay mercado sin Estados soberanos que hagan respetar los justos equilibrios sociales para que las brechas en el ingreso y la propiedad no generen ingobernabilidad y el mercado sea – por decirlo así – socialmente sustentable. Más aún, no hay justificación ni legitimidad para un mercado que opera al margen de un Estado soberano que haga respetar su propio ordenamiento jurídico, cuando su dinámica a nivel global socava los principios en que se basa la democracia. Aquí la ciudadanía, a nivel global, debe constituir un verdadero contrapeso y contrapoder crítico al mercado y sus cuestionables alianzas fuera del marco de lo socialmente legítimo. En esta democratización de las cuestiones globales y de la toma de decisiones públicas en el ámbito nacional, me parece, recae gran parte de un hipotético nuevo ejercicio de la soberanía.
Ya que, constitucionalmente hablando en el caso mexicano, la soberanía reside en el pueblo… ¿qué tanta soberanía puede ejercer el Estado Mexicano ahí donde la ciudadanía está desorganizada y apegada al ciclo de trabajar para consumir individual y egoístamente? Con todas las lagunas que deja el texto, me atrevo a afirmar que la solución de continuidad que tiene el Estado frente a las dinámicas globales que socavan su soberanía está en la capacidad que tenga de abrir más y mejores canales de participación democrática… y del fervor con que la ciudadanía lo demande.
- El autor es estudiante de Derecho en la UANL, Monterrey, México, presidente de la Unión Estudiantil Nuevo León Justo – Despacho Jurídico Popular y Secretario General de Visión Democrática Nacional (ONG). Contacto: silvanocantu@gmail.com .
Notas
[1]http://mail.google.com/mail/?view=page&name=gp&ver=3403410b768567d8#_ftn...
Flores Magón, Ricardo. "En pos de la libertad", discurso pronunciado en la sesión del Grupo Regeneración el 30 de octubre de 1910.
[2]http://mail.google.com/mail/?view=page&name=gp&ver=3403410b768567d8#_ftn... Beck, Ulrich. ¿Qué es la Globalización? Capítulo 2. David Held utiliza el término "hiperglobalista" para referirse al mismo concepto en "Transformaciones Globales". Otros autores emplean globalismo o globalización, indistintamente.
https://www.alainet.org/es/active/11985
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