Elecciones presidenciales en Chile

Un producto de exportación

31/10/2005
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Los chilenos y chilenas nos encontramos en la recta final, para elegir al próximo presidente o presidenta de la República. Solo restan dos meses para finalizar el proceso eleccionario, en este tiempo la y los candidatos despliegan sus últimos mensajes persuasivos para motivar a la ciudadanía a votar por sus proyectos políticos. En los supuestos "debates", al estilo estadounidense, los y la candidata, han hecho gala de un histrionismo propio de los mejores actores de telenovelas, y mas que políticos con propuestas serias, lo que importa es la forma en que venden su producto a los consumidores que votarán en las elecciones del próximo 11 de diciembre. Lo que ha marcado la tónica de sus discursos, siguiendo las instrucciones al pie de la letra de sus asesores comunicacionales, ha sido la recurrente arma sobre "seguridad ciudadana", "desempleo" y "desigualdad". Los tres temas han sido colocados en la agenda temática por las candidaturas de derecha, Joaquín Lavín, del partido Unión Democrática Independiente (UDI), y Sebastián Piñera, de Renovación Nacional (RN), quienes han apuntado sus dardos a la sensibilidad de "la tradicional dueña de casa" chilena, siempre preocupada de la seguridad y el bienestar de su familia. Por su parte, Michelle Bachelet candidata de la Concertación (integrada por los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Radical y Partido por la Democracia), solo ha seguido la senda discursiva marcada por la derecha, agregando pequeños balbuceos de una supuesta preocupación por los temas de género, impulsando la campaña de la educación y cuidados a temprana edad de los y las hijas de mujeres jefas de hogar. Por cierto, cabe destacar que las guarderías funcionan en nuestro país, desde hace décadas, con subsidio del Estado. El tema de mejorar los ingresos en los hogares de las mujeres más pobres, no pasa única y exclusivamente por tener lugares donde dejar a nuestras hijas e hijos. Esto pasa necesariamente, por tener una sociedad equitativa que dé igualdad de oportunidades a hombres y mujeres, pero eso está lejos de suceder en el Chile neoliberal. El cuarto y último candidato del pacto "Juntos Podemos", Tomás Hirsch, que representa a los partidos de izquierda y al partido Humanista (este último formó parte de la coalición de los partidos de la Concertación y por ende, de los primeros años de gobierno), pretende ser una postulación que dé cuenta del descontento con los gobiernos concertacionistas, los que hasta ahora, solo han sido meros mayordomos del gran imperio y de los empresarios transnacionales. Debate televisivo Las propuestas de los cuatro candidatos a la presidencia, fueron puestas en escena en el reciente "debate televisivo", que había cifrado expectativas ciertas en los diferentes comandos, pensando que esta nueva performance podría cazar a "electores indecisos", impregnándole a esta intervención, por un solo canal nacional con el auspicio de CNN, la facultad de aumentar las cifras de adherentes que arrojan las encuestas, semana a semana. Los temas como "desigualdad", "delincuencia" y "seguridad ciudadana", fueron respondidos conceptualmente y con frases hechas, no hubo ninguna profundización, no hubo respuestas seguras, parecía un espectáculo bien producido, donde cada personaje estudió detalladamente su libreto. Los periodistas, confundieron complacencia con bajo perfil, y ninguno fue agudo o planteó una pregunta inteligente que develara de alguna forma planteamientos cercanos al actual contexto político que vive Chile. El último "debate" tuvo como misión pedagógica, ilustrarnos sobre una candidata oficialista que ya está posicionada en su rol de presidenta, y como dijo un chofer de la locomoción colectiva, "las mujeres, después de esto, creen que van a mandar no solo en la casa, sino también en el país". También dio cuenta de la pugna interna de gobernabilidad que tiene la derecha con dos candidatos preocupados de asegurar el liderazgo de la futura oposición y una izquierda gastando esfuerzos y energías en un proceso eleccionario que, si pretende seguir en esta senda, solo continuará atomizando el poder de las organizaciones populares. Parece que el gran rol de los presidenciables es tomar "una primera medida" cuando lleguen al gobierno, en tanto los problemas que de verdad aquejan a la mayoría de las y los chilenos no son tema electoral a ser resueltos como "primera medida". Los tratados de libre comercio, la cesantía real y no la que se muestra en cifras exitosas, los daños sociales, económicos y culturales que provoca el modelo neoliberal en la población, la necesidad de cambiar el marco legislativo y la Constitución heredados de la dictadura, parecen temas que interesan solo a organizaciones que se resisten al modelo y a ciertos dirigentes perseguidos por la democracia. Con todo, después del debate, las cifras que arrojó la encuesta de rigor, dio por vencedor a Tomás Hirsch que subió de un 7% a un 27% en las preferencias de los electores. Los candidatos de la derecha bajaron su margen de representatividad y Michelle Bachellet se mantuvo segura en su 37% de adeptos. Ahora bien, si hacemos un análisis de acuerdo a la política de moda en Chile, de regirse por las encuestas, tenemos que en primera vuelta los electores votarán con el corazón, evocando la conducta de los franceses. De darse la posibilidad de una segunda vuelta en enero, la disputa estará entre la candidata del oficialismo y la derecha, y allí, una vez más la izquierda extraparlamentaria, preferirá el mal menor, tratando de negociar los votos con el oficialismo, antes que volver a ser gobernados por la derecha. El Chile que no sale en las encuestas Con esto, se ha llegado al punto que los datos de la cruda realidad chilena, que se vende en el extranjero tan "exitosa", tan "moderna", deben ser procesados de modo más responsable, pues no faltará el gobernante latinoamericano que busque emular nuestra tan "moderna y estable democracia", desconociendo que ésta descansa en un costo oculto, con un sistema binominal que no da cabida a los verdaderos representantes de las demandas populares y con dirigentes amenazados por representar los derechos de mujeres y hombres trabajadores. En el Chile de hoy, situaciones como el alza del petróleo que rige el ritmo de nuestra economía y los bolsillos de lo más desposeídos; comunidades indígenas luchando por la recuperación de territorios y aguas; una situación compleja no resuelta en el terreno de los derechos humanos; la condición de esclavos de las y los trabajadores, son el pan amargo de todos los días, que no aparecen en los medios de comunicación, ni en la solución real y concreta de los presidenciables. Mientras continúa esta carrera por la gobernabilidad, ya sea al interior del gobierno, como al interior de las distintas colectividades, chilenos y chilenas conscientes de su condición de clase, siguen trabajando para articular las fuerzas dispersas y reconstruir un movimiento que permita hacer frente al gran capital que ha globalizado su lógica de mercado y sus formas de dominación.
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