Túpac Amaru: Padre de la emancipación americana

06/11/2006
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Ya en Cuzco con empeño
quieren sacudir, y es ley,
el yugo de ajeno rey
y reponer al que es dueño
¡Levantarse americanos!
Tomen armas en las manos
Y con osado furor
¡maten sin temor
a los ministros tiranos!

 
(Afiche pegado en Oruro en abril de 1780 por los criollos
 Tupamaristas) (2)(pag425)
 
1.- 4 de noviembre de 1780: El inicio de la Rebelión

Túpac
Amaru II encabezó la mayor rebelión que conoce la historia de los países del Tercer Mundo, hasta muy entrado el siglo XX, luego de la ocupación y expansión europea, iniciada a lo largo del siglo XV, con la llegada de Colón a América y de Vasco da Gama a África y Oriente. Organizó y armó a 100.000 americanos originarios contra el poder español, proclamando la libertad y la independencia de América. Su
rebelión fue el golpe más fuerte sufrido por el imperio español, desde la invasión a América en 1492. El jefe del gabinete de Carlos IV, ‘el favorito’ -de la reina- Don Manuel Godoy, exclamaría unos años más tarde, ‘Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años de 1781 y 1782, todo el virreynato del Perú y una parte del de la Plata cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más conocido por el nombre de Túpac Amaru’ (1)(pag151)

 ‘El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru da comienzo a la sublevación.(...) Túpac Amaru y el corregidor de la provincia de Tinta, Antonio Arriaga, se reunieron en la casa del cura de Yanaoca, doctor Carlos Rodríguez, para “celebrar el día de nuestro augusto soberano”. Antes de terminar la comida, fingiendo haber recibido un llamado urgente del Cuzco, Túpac Amaru se retiró de la casa del eclesiástico, y oculto en el camino que conducía a Tinta con un grupo de sus partidarios, esperaba el paso de Arriaga de vuelta para el pueblo.(...) “Retirábase (el corregidor Arriaga) después de comer al pueblo de Tinta, y en la travesía que media le acometió Túpac Amaru con alguna gente que le acompañaba. Echáronle un lazo al cuello y lo trajeron de la mula a la tierra, hicieron a un criado que con él venía y presos dos negros esclavos que a alguna distancia lo seguían, fueron todos conducidos a un sitio separado y secreto, y allí detenidos hasta la medianoche en que fueron introducidos en el pueblo de Tungasuca, y encarcelado el corregidor en una pieza o calabozo en la casa de Túpac Amaru. Observóse tal secreto en Orden a su situación que absolutamente se ignoraba donde se hallaba el corregidor; a unos se decía que estaba actuando ciertas diligencias de importancia que lo negaban a otra atención.” Túpac Amaru llevó al corregidor a Tungasuca y allí estableció su cuartel general, y no en Tinta capital de la provincia. Los motivos saltan a la vista: la situación estratégica de Tinta es mucho menos favorable que la de Tungasuca, que se halla en la cordillera y es de difícil acceso.(...) De acuerdo con el plan previamente fijado y perfectamente ejecutado, obligó de inmediato al corregidor a firmar una carta dirigida a su cajero, en la que le ordenaba remitirle todos los fondos disponibles y todas las armas alcanzables.(...) La fingida carta produjo su efecto. El jefe rebelde, que necesitaba tan apremiosamente armas, sobre todo de fuego, y dinero, gracias a su ardid obtuvo 22.000 pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, bestias de carga y mulas. Pero el corregidor no sólo se vio obligado a firmar esa carta; también tuvo que poner su firma bajo la misiva a su dependiente Manuel de San Roque, natural de Santiago de Chile, que no le podía presagiar nada bueno. En ésta le ordenaba “fuese a Tungasuca llevando dos pares de grillos, su cama, y llaves de las principales viviendas del Cabildo.” El antes tan soberbio funcionario español, bajo el dictado de Túpac Amaru, el 8 de noviembre de 1780, tuvo que extender órdenes a todos los pueblos de la provincia para que sus habitantes en el término de 24 horas, se presentaran en Tungasuca.(...) “Don Miguel de Mesa y don Félix Castelo, a quienes se da la comisión en derecho necesaria, pasarán al pueblo de Citarangani y notificarán a todos los españoles que restan, para que dentro del término de veinte y cuatro horas se presenten en este pueblo. Asimismo a los indios de ambos ayllus; sin que en esto haya reserva de persona alguna, por convenir al servicio del Rey y causa pública. Tungasuca, y noviembre ocho, de mil setecientos ochenta. Antonio de Arriaga.” Naturalmente, la rigurosa orden del gobernador de la provincia fue ejecutada con toda puntualidad. En Tungasuca se hicieron, pues, presentes miles de criollos, mestizos e indios, y aun algunos europeos. Un genóves residente en Sicuani,(...) en su declaración judicial nos ofrece algunos detalles interesantes sobre los momentos iniciales de la gran rebelión. Según dice, ya el día 8 comenzaron a afluir a Tungasuca muchas personas. De inmediato fueron puestas en pie de guerra, por Túpac Amaru, quien montado en un caballo blanco y vestido de terciopelo negro, dirigía los ejercicios militares en la pampa vecina a Tungasuca. Daba órdenes en los dos idiomas: a los criollos y mestizos, en castellano; a los indios en quechua.’ (2)(pag442 a 444)
 
2.- La primera Independencia

Entre el 4 de noviembre de 1780 y el 18 de mayo de 1781 –fecha del horrendo sacrificio de Túpac Amaru, su esposa Micaela Bastidas Puyucawa y toda su familia- América disfrutó el único período de libertad desde el inicio de la invasión y opresión española, hasta su emancipación en 1824. En ese breve período, que en verdad se extiende hasta 1784 en la continuidad de la rebelión por los diferentes jefes Indios del Perú, del Alto Perú y del Norte Argentino, quienes prosiguieron la rebelión iniciada por Túpac, hasta ser totalmente exterminados a sangre y fuego por los genocidas españoles. Cien mil hombres en armas levantó Túpac Amaru a lo largo de más de 1500 kilómetros en una insurrección india preparada a lo largo de varios años, que contaba con jefes y lugartenientes tan importantes como su esposa Micaela Bastidas Puyucawa, Julián Túpac Katari –proclamado virrey del Alto Perú, en concordancia con que Túpac Amaru era el Inca de todo el Tuhwantysuwu restaurado-, su esposa Bartolina Sisa, Diego Cristóbal Túpac Amaru –el más destacado de los colaboradores del Inca-, Mariano Túpac Amaru, Miguel Túpac Amaru, Andrés Túpac Amaru y Dámaso Katari entre otros. Todos ellos -y sus completas familias, incluido el desaparecido hijo de Túpac Catari de 8 años- asesinados de la misma atroz manera que el gran Inca, por los ‘civilizados’ españoles. Cien mil indios levantados en armas, con palos, piedras, recursos hidráulicos, macanas y lanzas, pero con muy pocas armas de fuego y sin conocimiento de su manejo. Cien mil indios asesinó en represalia el terror español, en otro de los genocidios con que los europeos trataron históricamente a los americanos nativos. Pero fue en noviembre de 1780, cuando una nueva generación india recobró la dignidad mancillada por el opresor y expresó su grito de libertad e independencia, extendida al corazón de la América India. De hecho, Condorcanqui retomaba el estandarte invicto de Juan Santos Atahualpa, quien había combatido entre 1742 y 1761, sin ser nunca vencido por los españoles. Santos Atahualpa llegó a crear un estado libre de la dominación goda en la selva central del Perú extendido hasta el Matto Grosso, en alianza con una diversidad de etnias guaranyes. Aún hoy, los pueblos de la selva esperan su regreso. Vinculada con su rebelión, se había producido una insurrección india en Lima en 1750, con apoyo criollo, sofocada a sangre y fuego por el poder español. Luego de la muerte de Juan Santos en 1761, sería Túpac Amaru quien continuaría la heroica resistencia india iniciada el 13 de octubre de 1492.

El 4 de noviembre de 1780 el Inca dio inicio a la rebelión –según dicen algunos historiadores, antes del tiempo previsto, precipitada por la detección de la rebelión criolla de Farfán de los Godos en Cuzco, que lo obligó a actuar antes de tiempo para eludir la represión. Según lo relatado, el día 4, el Inca detuvo al odiado y perverso corregidor Arriaga. El día 10 Arriaga fue ejecutado por Túpac Amaru en la plaza de Tungasuca, ante un gentío exultante de indios y mestizos que no podían dar crédito a lo que sus ojos veían. En los días siguientes continuó Túpac, al mando de sus hombres recorriendo la provincia y liberando indios y mestizos esclavos de las encomiendas y obrajes, repartiendo su bienes entre los pobres americanos y ejecutando a todos los españoles europeos presentes, las mujeres españolas eran obligadas a vestirse con ropas de las mujeres americanas, para escándalo de las ibéricas damas. La rebelión se extendió como un reguero de pólvora sobre la mancillada tierra americana.
‘Causa admiración al ver la prontitud con que obedecieron las voz de este Rebelde en todo el Reino del Perú, pues se sabe notoriamente que en toda la costa de Arica, Tacna y Huantajaya hicieron los indios iguales muertes, robos y atrocidades que en la Sierra, manteniéndose sin sujeción alguna. Y hasta los bárbaros Mocovíes y Pampas de la parte de Jujuy y Salta, tuvieron noticia de esta rebelión, y salieron de sus términos insultando e intentando asolar estas dos ciudades, en donde tuvieron la fortuna de haber llegado a ese tiempo la Compañía de Granaderos del regimiento de Saboya, que venía de Buenos Aires, con la cual pudieron resistir sus terribles invasiones. También los Chiriguanos de la frontera de Tomina, hicieron sus salidas costosos con los deseos que tuvieron de conocer al Titulado Rey Túpac Amaru.(...) Pocas veces se habrá visto desolación tan terrible, ni fuego que con más rapidez se comunicase a tantas distancias, siendo digno, de notar, que en 300 leguas que se cuenta de longitud, desde el Cuzco hasta la frontera del Tucumán, en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un mismo tiempo el fuego de la rebelión.’ (Relato de dos Relaciones españolas de la época) (2)(pag430) El día 12, Condorcanqui ocupó el obraje de Pomacancha, liberando a los indios allí esclavizados, repartiendo entre ellos sus bienes, dejando a cargo del mismo –ya no como obraje, sino como propiedad comunal indígena, Ayllú- a su hermano menor Juan Bautista Túpac Amaru. Juan Bautista -único sobreviviente de la familia del Inca-, pasaría cuarenta años en las prisiones españolas en África (en Ceuta) y sería proclamado Rey Inca por el general Belgrano en el Congreso de Tucumán, propuesta que el Congreso aprobara el 31 de julio de 1816. Juan Bautista moriría en Buenos Aires en 1827, encontrándose enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio de la Recoleta.
 
3.- Túpac Amaru proclama la Independencia americana

 Luego de liberar obrajes, indios esclavos y ejecutar corregidores, Túpac Amaru hizo públicas reiteradas proclamas, reclamando la libertad e Independencia de los pueblos de América.
Su proclama más difundida es, sin dudas, uno de los documentos liminares de nuestra Independencia, la misma casi repite los argumentos del Manifiesto por la Independencia de América de Juan Vélez de Córdova, proclamados en la Revolución India-Criolla de Oruro del 8 de julio 1739. Por supuesto Vélez de Córdova sufrió la misma suerte de Túpac Amaru, a manos de los piadosos opresores españoles.(2)
La diferencia entre el proyecto de Condorcanqui y el que luego triunfaría en el siglo siguiente, radica en que él proponía una nación India-mestiza-criolla con hegemonía indígena y no una nación hispano-blanca-criolla-británica, con exterminio y genocidio permanente del indio, como luego seríamos. ‘Yo Don José I por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi, Comisario distribuidor de la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto es acordado en mi Consejo por junta prolija por repetidas ocasiones, ya secreta, ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos piezas, lanzas, aduanas, alcábalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia, en almoneda con los escribanos de esta fe a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios, estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando la vida a todos los que no supieron robar, todo digno del más severo reparo. Por eso y por los clamores que con generalidad han llegado al cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y sólo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo y la primicia como, que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto a su Rey y Señor natural, y esto con la moderación con que se hará saber, con las demás leyes de observar y guardar. Y para el pronto remedio de todo lo susoexpresado, mando se reitere y se publique la jura hecha a mi Real Corona en todas las ciudades, villas y lugares de mis dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos prontos y fieles para el premio igual, y de los que se rebelaren, para la pena que les compite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos conduzca, etc.’ (2)(pag420-421)
 
4.- La batalla de Sangarará: día de redención americana

Finalmente en el apogeo de la primera Independencia americana, Túpac Amaru derrotó a las tropas españolas en la batalla de Sangarará el 18 de noviembre de 1780. Tal vez el máximo día de libertad e independencia americana desde la llegada de los españoles hasta entonces. El terror se apoderó de los ibéricos: ‘La tropa al mando del señor mariscal de campo, don José del Valle, volvió al Cuzco muy disminuida por muertos y desertores, y los que entraron en dicha ciudad causaban compasión, viéndolos cubiertos de piojos, muchos o los más descalzos y otros envueltos en pellejos. Fueron a alojarse en los hospitales, porque de los malos alimentos estaban padeciendo disentería; no tuvieron un colchón, casa de medicina, ni médicos para la curación de los enfermos, y las tiendas de campaña estaban hechas pedazos, de podridas y maltratadas. Dicen que no se puede leer sin lágrimas los diarios de los señores Valle y Avilés, y conviene en que aquellos infelices que dejaron el bello temperamento de Lima, la quietud y regalo de sus casas para servir al rey, como sus buenos vasallos, no han sido pagados.’ (Relato español del regreso de las tropas imperiales vencidas en Sangarará)[citado por (1)](pag153)

Los españoles del Cuzco estaban espantados; no sólo se refugiaban en las Iglesias, sino que ‘pedían a los sacristanes les franqueasen las bóvedas para sepultarse vivos.’ (1)(pag 151)(cita original de De Angelis Pedro, Colección de obras y documentos...) La pavura realista, llegó hasta Buenos Aires, donde el fiscal del Virreinato, doctor Pacheco, lanzó una proclama contra la rebelión: ‘Cree el fiscal poderse declarar por rebelde al cacique Túpac Amaru, y en caso no se entregue, o le entreguen sus partidarios a las reconvenciones o requerimientos que permitan las situaciones de cada partido, autorizarse a todo vasallo del Rey, tanto del partido rebelde como del que pase a subyugarle, para que le aprendan o maten para la más cabal inteligencia de aquel excelentísimo señor Virrey, y que las tropas de una y otra parte procedan con la mayor armonía. Buenos Aires y enero 15 de 1781.’ (1)(pag151)

Y pues, el indio ha exhortado
A criollos, atrevido
A seguir el vil partido
que alevoso se ha fraguado
para que entienda el alzado
que a todas luces se engaña
criollo es el que desengaña
y exhorta a la recia plebe
que sólo conocer debe
por Padre y Rey al de España. (Panfleto arequipeño español) (2)(pag417)
Pero el terror de los españoles, no residía sólo en la posibilidad de perder la vida a manos de los esclavizados indios, sino en algo mucho peor para la hidalga raza ibérica: tener que trabajar con sus propias manos, la peor de las maldiciones para un señorito, caballero o hijodalgo español, que tenía prohibido ejercer oficios ‘serviles’:

Nos hicieran (los victoriosos indios) trabajar
Del modo que ellos trabajan
Y cuanto ahora los rebajan, nos hicieran rebajar;
Ande pudiera esperar
Casa, hacienda ni esplendores
Ninguno alcanzara honores
Todos fueran plebeyos
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores.
(Copla colonial española-fragmento) (2)(pag412)

Luego del triunfo de Sangarará, Túpac Amaru expidió un mensaje a los pueblos del Perú, volviendo a convocar a los criollos a la unidad con la causa india: ‘Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen.’ (cit. por4)(pag149)
 
5.- La derrota demasiado conocida

Como muy bien ha señalado Felipe Pigna, la historia escolar y oficial se ha encargado –y solozado- en enseñar la derrota, captura y posterior descuartizamiento de Túpac Amaru, por los genocidas españoles, pero ha ocultado deliberadamente el carácter y la magnitud de su lucha y su movimiento. Como si sólo se quisiera mostrar que es lo que puede ocurrirle a quien osara rebelarse contra el poder. También se ha soslayado la inocultable relación entre la rebelión de Túpac Amaru y la Revolución y Emancipación americanas que estallarían a menos de treinta años de su movimiento. Aquello, que en términos históricos constituye una inocultable procesión generacional. Serían los hijos de los derrotados con Túpac Amaru –como justamente ha señalado Alcira Argumedo- quienes conformarían los ejércitos emancipadores que incendiarían el continente y destruirían al Imperio español, vengando al Inca. Sólo que, en esta nueva etapa de la lucha liberadora la hegemonía final sería burguesa (criolla) y no india. Por el contrario, los indios, los mestizos, los mulatos, los negros y los gauchos, serían los derrotados por el recambio de clases dominantes. Ya no serían esclavizados por los godos, sino por sus descendientes directos las oligarquías blancas-criollas asociadas a un nuevo amo imperial: el británico. Sin embargo, es imposible eludir la continuidad histórica de la gran rebelión de los Andes iniciada por Túpac Amaru en 1780, con los sucesos despuntados en 1809-1810. Es más, de alguna u otra manera, la rebelión perduró en los pueblos indios del Norte casi hasta empalmar con la etapa siguiente, ya que territorios del actual Norte argentino y del sur Boliviano mantendrían sublevaciones indias indómitas casi hasta 1805.

Luego de su triunfo en Sangarará el Inca, no ocupó el Cuzco, que se hallaba desguarnecido, en un error fatal para su campaña. ‘El mayor recelo que se tenía era de que el traidor llegase a entrar y fortificarse en el Cuzco, por el crecido número de indios que hay dentro de sus muros, pues si lograra, costaría más el desalojar que lo que costó la Conquista de todo el reino; pero una vez que Dios por su misericordia le negó el concurso para internarlo al principio de su rebelión o después de la derrota de Sangarará (...), en que sin resistencia lo hubiera verificado, pues sus habitantes sobrecogidos de un temor pánico, sin armas, sin municiones, sin tropa, no pensaban en defenderse, sino en hacer fuga muchos de ambos sexos y estados, temerosos del golpe que los amenazaba.’ (Documento español de la época)(2)(pag428) Es dable pensar que el Inca –tal como Aníbal- no quería quedar encerrado en una ciudad y prefirió el movimiento liberador de sus tropas. Sin embargo el hecho de no tomar el Cuzco, unido a la falta de apoyo de los criollos al movimiento indio –los criollos del Perú y Alto Perú eran parte de la clase social que explotaba a los indios y no querían de ninguna manera una Revolución India, tal como comprobarían luego Castelli, Belgrano, Güemes, Juana Azurduy, Ascencio Padilla, San Martín, Artigas, Andresito, O’ Higgins, Sucre y Dorrego. Este conjunto de factores lo llevarían a la derrota. A esto se sumaba el envío de refuerzos de todas partes de la América española –incluido un fuerte destacamento del Plata enviado por el ‘muy progresista’ virrey Vértiz-, la traición de los criollos que Túpac había incluido como artilleros –los indios no sabían usar la artillería, ni la mayoría de las armas de fuego-, la indudable superioridad militar de las armas de fuego españolas y en particular la participación militar directa de la Iglesia en la lucha contra el Inca. Al punto, que en la batalla final, fue decisivo el papel de las tropas armadas por la iglesia española en América, en lucha contra el ‘indio hereje’. La Iglesia estuvo en la primera línea de la represión a la sublevación tupamarista, considerando la rebelión del pueblo americano casi como un asunto particular de desafío a su labor evangelizadora-esclavizadora. Para la Iglesia se trataba de la restauración de la herejía. Como muy bien lo expresaría más tarde, Fray Justo Santa María de Oro en el Congreso de Tucumán en 1816, cuando el General Manuel Belgrano propusiera la Monarquía Inca. Como dijimos, el candidato propuesto era el único familiar sobreviviente del Inca, Don Juan Bautista. En dicha ocasión, Santa María de Oro amenazó con ‘renunciar al Congreso si se elegía tal Rey’.(3)(TomoII) Su oposición, no resultaba precisamente por fe republicana. En 1818 apoyó sin remilgos la posibilidad de coronar a un medio hermano de Fernando VII. De ninguna manera podía aceptar a un ‘indio hereje’ como Rey de los americanos.

Finalmente Túpac fue derrotado, por fuerzas superiores. Traicionado a cambio de la promesa de libertad por un lugarteniente mestizo llamado Francisco de Santa Cruz, ayudado en su infamia por el cura del pueblo de Langui -donde libró su última batalla- Antonio Martínez. Los españoles acudieron al mismo sistema que usaron siempre para dominar a los pueblos americanos: el engaño, la doblez, la traición a los acuerdos establecidos y la violación de la palabra empeñada. También buscaron debilitar la rebelión, otorgando varios de los reclamos del Inca, y desatando una represión de exterminio sobre todos los pueblos que lo apoyaban. Mataron a todos los indios que pudieron: cien mil en total entre 1871 y 1875.
 
6.-La dignidad del Inca: ‘Volveré y serémillones’

El 18 de mayo de 1871, Túpac Amaru fue ejecutado en el suplicio en la plaza principal del Cuzco. Junto a él fue asesinada toda su familia, incluida su esposa y principal lugarteniente Micaela Bastidas Puyucawa. También sus hijos, demás hermanos y familiares directos, quienes fueron asesinados previamente al gran Inca. Lo obligaron a observar como uno a uno, sus seres queridos eran atrozmente asesinados por los ‘civilizados’ españoles. Pese al inmenso dolor de ver morir a sus seres amados y a las torturas por él recibidas y al terrible martirio que le esperaba, el Inca no sólo no quebró su coraje y dignidad sino, que volvió a desafiar a los criminales invasores españoles. Antes que el verdugo le cortara la lengua, Túpac Amaru expresó en Qeshwa y Castellano: ‘Volveré y seré millones’. Dicho y hecho. El dominio español en América no duraría treinta años más. Al ser capturado, el Inca tenía entre sus ropas una copia de la proclama independista que reprodujimos más arriba. Aparentemente la misma estaba destinada a ser entregada a un aliado criollo que encabezaría una Revolución criolla en Lima. Pese a las atroces torturas aplicadas por el infame Areche, Túpac guardó el secreto de su socio blanco y respondió con dignidad y desprecio al torturador español. ‘El visitador Areche entró intespestivamente en su calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con desprecio: “Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy yo para que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo.”(...) fue sometido a la más horribles torturas durante varios días. En uno de los interrogatorios le respondió así al sádico juez Mata Linares: “siendo descendiente de los Incas, como tal viendo que sus paisanos estaban acongojados, maltratados, perseguidos, él se creyó en la obligación de defenderlos, para ver si los sacaba de la opresión en que estaban.’(1)(pag156)

La sentencia del visitador real Areche es muy elocuente sobre le carácter de la dominación española en América, mostrando a su vez el origen de las políticas del Terrorismo de Estado aplicadas sobre nuestros pueblos hasta hoy. ‘Debo condenar, y condeno a José Gabriel Túpac-Amaru, a que sea sacado a la plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencia la ejecución de las sentencias que se dieran a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito y Fernando Túpac Amaru, a su tío Francisco Túpac Amaru, su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales capitanes o auxiliares de su inicua y perversa intención o proyecto, los cuales han de morir en el propio día; y concluidas estas sentencias, se le cortará por el verdugo la lengua y después amarrado o atado por cada uno de sus brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada uno de éstas se pueda atar o prender con facilidad a otras que pendan de las cinchas de cuatro caballos; para que puesto de este modo, o de suerte que cada uno de éstos tire de su fado, mirando a otras cuatro esquinas, o puntas de la plaza, marchen, partan o arranquen de una vez los caballos de modo que quede dividido el cuerpo en otras tantas partes, llevándose éste, luego que sea hora al cerro o altura llamado Picchu, adonde tuvo el impedimento de venir a intimidar sitiar y pedir que se le rindiese esta ciudad, para que allí se queme en una hoguera que estará preparada, echando sus cenizas al aire, y en cuyo lugar se pondrá una lápida de piedra que exprese sus principales delitos y muerte, para sola memoria y escarmiento de su execrable acción. Su cabeza se remitirá, al pueblo de Tinta, para que estando tres días en la horca, se ponga después en un palo a la entrada más pública de él; uno de los brazos al de Tungasuca, donde fue cacique, para lo mismo y el otro para que se ponga y ejecute lo propio en la capital de la provincia de Carabaya; enviándose igualmente y para que se observe la referida demostración, una pierna al pueblo de Livitaca en la de Chumbivilcas y la restante al de Santa Rosa, en la de Lampa.(...) Que las casas de éste sean arrasadas, o batidas y saladas a la vista de todos los vecinos del pueblo o pueblos donde los tuviera o existan. Que se confisquen todos sus bienes, a cuyo fin se da la correspondiente comisión a los jueces provinciales. Que todos los individuos de su familia, que hasta ahora no hayan venido, ni vinieran a poder de nuestras armas y la justicia que suspira por ellos para castigarlos con iguales rigurosas y afrentosas penas, queden infames e inhábiles para adquirir, poseer u obtener de cualquier modo herencia alguna o sucesión, si en algún tiempo quisiesen, o hubiese quienes pretendan derecho a ella. Que se recojan los autos seguidos sobre su descendencia en la expresada real Audiencia, quemándose públicamente por el verdugo en la plaza pública de Lima, para que no quede memoria de tales documentos; y de los que sólo hubiese en ellos testimonio, se reconocerá y averiguará adonde paran los originales, dentro del término que se asigne para la propia ejecución.’ (2)(pag476) Pero el terror no terminó allí: como respuesta a la rebelión, el rey de España proclamó la Ley del Terror en América, a través del llamado Catecismo Regio. La Iglesia sería su principal difusora. ‘La cárcel el destierro, el presidio, los azotes o la confiscación, el fuego, el cadalso, el cuchillo y la muerte son penas justamente establecidas contra el vasallo inobediente, díscolo, tumultuario, sedicioso, infiel y traidor a su Soberano. El vasallo deberá denunciar toda conjuración que llegue a su conocimiento; aun cuando los conjurados fueran amigos, parientes, hermanos o padres, hay obligación de delatarlos.’ (El mismo fue reproducido y difundido en nuestro territorio por el arzobispo de Córdoba, José de San Alberto).(3)(Tomo I)(pagIV) Como puede verse, el Terrorismo de Estado y la colaboración de la jerarquía católica con él, tiene raíces profundas en nuestra historia.
 
7.- Túpac Amaru y la Emancipación Americana

Sólo una visión racista fundante de la historiografía y sociología argentinas y latinoamericanas, basada en el racismo estructural de nuestras sociedades, sustentadas en la supremacía racial blanca-criolla-europea, impuesta por la invasión europea y la derrota de las naciones indias -racismo expresado sin ambages en las genocidas consignas tales como ‘civilización o barbarie’ u ‘orden y progreso’- sólo desde esa visión se puede intentar ocultar lo evidente. La Revolución Norteamericana estalló en 1774, la Revolución Francesa en 1789, en medio de ambas la historiografía liberal o la católico-nacionalista, no ubican absolutamente nada hasta llegar a la Revolución de Mayo de 1810, hecho en la que coinciden con distintas miradas ambas corrientes europeístas argentinas. Una tributaria de la dominación británica y de la hispana-católica la otra. Este déficit se extiende a la mayoría de la historiografía occidental, con honrosas excepciones como las de Boleslao Lewin, Eduardo Astesano, Rodolfo Kusch, José Carlos Mariátegui, Alcira Argumedo, Ernesto Giúdici, Gabriela Mistral, César vallejo, Pablo Neruda, Osvaldo Bayer, Felipe Pigna y Enrique Dussel entre otros. Autores que han aportado una mirada diferente, abarcatoria de la real dimensión de la rebelión Tupamara y del Incario fundante. El resto, ignora que en el período comprendido entre la Revolución Norteamericana y nueve años antes de la Francesa, estalló una Revolución que conmovió el corazón estratégico del imperio español en América, y que a punto estuvo de liberar los inmensos territorios del Incario. Es imposible negar su conexión con el estallido de la revolución en el Norte de América. Siendo además que, entre 1774 y 1789 se sucedieron en la América española decenas de rebeliones indias y criollas, siendo la Tupamara la principal y más profunda. Ambas visiones dominantes Ignoran –u ocultan- que los planteos de Túpac Amaru, proclamando la abolición de la esclavitud, la encomienda y la servidumbre indias, y de toda dominación sobre otras personas, así como de todo poder colonial sobre los pueblos americanos, eran mucho más avanzados que los principios de supremacía blanca de las revoluciones Norteamericana y Francesa. Movimientos que no abolieron ni la esclavitud, ni el poder colonial sobre sus territorios sometidos, a excepción de los planteos revolucionarios de Maximilien Robespierre. Es de tal magnitud el racismo de ambas corrientes historiográficas, que incluso al hablar de la Revolución de Mayo, dan por iniciado el proceso el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Sin embargo, el proceso emancipatorio realmente comienza como proceso histórico, el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca y en junio del mismo año en La Paz. Ambas ciudades de clara connotación india y Tupamara, situadas en el corazón estratégico del Imperio español en América. Claro que, iniciar la emancipación americana con los sucesos del Alto Perú, sería reconocer la herencia tupamara y el carácter mayoritariamente indio de la América del siglo XIX –y aun de la actual. Baste señalar que Buenos Aires contaba en 1810 con 42.000 habitantes, sin embargo en el Perú y el Alto Perú residían casi 2.500.000 de personas, el 85% de ellos indios y mestizos. Es imposible, como hacen Mitre, Vicente Fidel López y Sarmiento, o el Pepe Rosa, Ibarguren y Palacio, por ejemplo, centrar la emancipación americana en Buenos Aires. El puerto carecía de importancia real en el contexto americano, más allá de su importancia estratégica. Peor aun, centrar el movimiento o la mirada en Buenos Aires, llevaría a la destrucción de la unidad continental, tal como ocurrió. Ni Moreno, ni Belgrano, ni Castelli, ni San Martín, ni Artigas, ni Güemes pensaron así. Tampoco Monteagudo, Murillo, O’Higgins, Miranda, Nariño, o Bolívar Nadie que se propusiera una Revolución continental –nadie pensaba en los paisitos actuales por entonces-, ignoraría ese hecho fundamental: el corazón de la América española no era Buenos Aires, sino el Alto Perú y el Perú. De allí la importancia de la revolución encabezada por Túpac Amaru y sus ecos en la generación que lo sucedió.
 
8.- Los continuadores y vengadores de Túpac Amaru

Al amigo Ño Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los tupamaros
No queremos tener Rey

(Copla anónima argentina durante la guerra de la independencia)

Tampoco lo ignoraron quienes se consideraron los continuadores de la rebelión Tupamara. Así Juan José Castelli –‘el más peligroso tupamaro de la América del Sud’, según la policía secreta española en 1803- tendría el honor de conducir los ejércitos de la Revolución a vengar al Inca y redimir a los pueblos indios hacia el Alto Perú. Su accionar sería exitoso y altamente revolucionario en lo social, lo político, lo cultural y en la propia marcha de la Revolución. Sólo podría ser derrotado por la traición. Traición que incluyó el pacto con el general enemigo Goyeneche, llevado adelante por la alianza del saavedrismo con las burguesías del interior en la batalla de Huaqui. Los criollos y españoles del Norte –y los comerciantes de Buenos Aires- estaban aterrados de perder su dominio sobre las encomiendas, obrajes, haciendas y mitas con mano de obra esclava o servidumbre india, que llevaba adelante Castelli cumpliendo el Plan y las órdenes secretas de Moreno. (Saavedra era originario de Potosí, minero y terrateniente. El Deán Funes miembro de la iglesia cordobesa y su mirada sobre los indios era la del racismo hispano-católico). Ese sería también el pensamiento de Moreno, de su obra y de su estrategia expresada sin ambages en el Plan de Operaciones. Tanto Moreno y Castelli, como Bernardo de Monteagudo -su heredero más directo, uno de los jefes de la Revolución chuquisaqueña, refundador luego de la derrota morenista con San Martín de la Logia Lautaro- eran hombres del Alto Perú, habían estudiado en Chuquisaca. Castelli y Moreno habían trabajado como abogados –en distintos períodos- en el estudio de Agustín Gascón, defendiendo ‘indios pobres y abusados’. Eran amigos de Ascencio Padilla y su mujer, Doña Juana Azurduy. La tesis doctoral de Moreno –escrita luego de visitar los horrores de la bocamina de Potosí- se refiere exactamente a la
Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios’. Sus instrucciones a Castelli y Belgrano son claramente indigenistas –indianas en el lenguaje de los Patriotas. Tanto Belgrano, pero en particular Castelli durante su gobierno del Alto Perú, librarían una verdadera redención india y una venganza concreta de la derrota de Túpac Amaru. Castelli escarmentaría a los feroces explotadores españoles, simbolizados en el fusilamiento de Francisco De Paula Sanz, Nieto y Córdova, y en la deportación masiva de los españoles del Alto Perú hacia Buenos Aires (dejada sin efecto por la Junta, ya derrotado Moreno). En estos hechos revolucionarios y redentores, radica la razón de la traición saavedrista. Son también, la causa del posterior arresto de Castelli, su enjuiciamiento y su ocultamiento por la historia oficial de ambos lados. En su fervor indiano, se explica que Juan José Castelli sea uno de los excecrados de nuestra historia, y que la oligarquía del Norte -la más esclavista, reaccionaria y racista de nuestro país- siga acusándolo de ‘hereje, impío, lujurioso y autoritario’. No le perdonan su intento por vengar la memoria y retomar el programa de Túpac Amaru.

Igual sentido indiano, tuvo el accionar de Manuel Belgrano en sus campañas al Paraguay, a la Banda Oriental y luego al Norte y al Alto Perú, donde apoyaría incondicionalmente a los ejércitos indios de los 105 caudillos altoperuanos, encabezados entre otros por -su secretario en la campaña del Paraguay- el héroe Ignacio Warnes, Manuel Ascencio Padilla, Juana Azurduy y Martín Miguel de Güemes, coordinados por Antonio Álvarez de Arenales. –uno de los sobrevivientes de la Revolución de La Paz de 1809 El mismo sentido tendría Belgrano cuando propusiera en el Congreso de Tucumán –en acuerdo con San Martín y Güemes- la monarquía Inca –la vieja propuesta de Miranda-, coronando al hermano menor de Túpac Amaru, don Juan Bautista. El proyecto, aprobado el 31 de julio de 1816, también incluía que la capital de las Provincias Unidas en Sud América –con ese nombre proclamó la independencia el Congreso el 9 de julio de 1816- tuviera su lugar en el Cuzco y no en Buenos Aires. En el mismo ocultamiento racista también silencia, la mirada indiana de la Revolución de Mayo. La misma es distorsionada ya fuera detrás de supuestos objetivos librecambistas o de unidad de los españoles americanos y criollos en una única Revolución Hispanoamericana, sin indios, o mejor dicho con los indios siguiendo como esclavos, según la visión que algunos atribuyen a Saavedra y al Déan Funes. No era por cierto, ese el pensamiento del núcleo revolucionario central: Moreno, Castelli, Belgrano, Murillo y Monteagudo. Ellos planteaban una revolución americana continental, agraria, nacionalista, con las masas indias en el centro de la escena y en completa libertad y restitución de sus derechos. Ellos, y luego San Martín, Artigas, O’ Higgins, Sucre, Güemes y Dorrego intentarían juntar ambas revoluciones: la india, de emancipación social y redención; y la criolla de liberación nacional e Independencia. Es decir una revolución popular-quasisocialista y otra burguesa. En términos actuales: ‘piquete y cacerola’. Tal como efectuara Belgrano en la Banda Oriental, allí designó dos jefes: Artigas por los indios, mestizos, negros y mulatos (la chusma, la plebe) y Rondeau por la ‘gente decente’. Quedaba claro en ese esquema belgraniano, que el jefe real del pueblo Oriental era Artigas (como lo señaló Moreno en el Plan de Operaciones), pero Don Manuel guardaba el lugar a la gente decente para tenerla adentro. Pero la contrarrevolución saavedrista-rivadaviana eliminó a Artigas y dejó a Rondeau. La ‘revolución’ sería sólo para la ‘gente decente’, como aclararía después Vicente Fidel López. Desde esta perspectiva de Revolución Social que proclamaran Túpac Amaru primero, y los Revolucionarios de Mayo a posteriori, es comprensible, que no existiera en la historia mundial ningún documento similar al Plan Revolucionario de Moreno –aun cuando Gaspar Rodríguez de Francia, O’Higgins y San Martín gobernarían con políticas muy parecidas a las propuestas por el Plan-, hasta el estallido de la Revolución Rusa y los escritos de Lenin y Trotzky posteriores a 1920-22, cuando ambos desarrollaran sus trabajos sobre el desarrollo del capitalismo nacional en los países carecientes de burguesía industrial nacional.
 
9.- Reparación histórica de Túpac Amaru

Ya que los indios y mestizos constituían la mayoría absoluta de la población de los Virreinatos del Plata y del Perú, ellos constituían el sujeto social central de la Revolución. Debían ser liberados, y debía devolvérseles su soberanía y libertad. Tal fue la proclama clara y nítida del fundador de la Revolución Americana, el Inca Túpac Amaru II en 1780. Él propuso especialmente la unidad a los criollos. Pero éstos no aceptaron. No querían perder la mano de obra esclava y la servidumbre india. Y ése sería el conflicto central que se desarrollaría en la larga guerra civil que estallaría apenas producido el inicio de la Emancipación. Sería el choque entre las dos Revoluciones (para la chusma o para la gente decente) que habían madurado en América: la de Independencia y la que además propiciaba el cambio de régimen social. Como señalara Boleslao Lewin(2), una revolución india y una revolución criolla, que maduran a veces en contacto pero en general enfrentadas a todo lo largo del siglo XVIII. Pero en particular, luego de la Independencia de las colonias inglesas del Norte de América, que como no podía ser de otra forma, impactó fatalmente al sur del Río Mississipi –por entonces el límite entre la América española y la anglosajona. La Revolución norteamericana estalló en 1774, la francesa recién en 1789. Pero la de Túpac Amaru II y la de Farfán de los Godos -es decir una india y otra criolla- ocurren en 1780; es decir apenas producido el estallido de libertad en América del Norte. Dos revoluciones en 1780. Una radical, india y otra burguesa. Una obligatoriamente destinada a borrar de raíz todas las formas de explotación, incluidas la Mita, la Encomienda, la Servidumbre, los Obrajes, los Repartos y la esclavitud tal cual entendió y proclamó Túpac Amaru II, eliminando también por lo tanto el dominio colonial. Así lo entendieron y plantearon Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas, San Martín, O’ Higgins, Güemes, Sucre y Dorrego, sus continuadores. La revolución criolla por su parte, sólo se proponía romper los lazos coloniales con España, y a lo sumo ser independientes o neocolonia asociada de Inglaterra, como expresarían el Déan Funes, Saavedra, Rivadavia, los directoriales, los unitarios, los liberales y algunos federales. Está demás decir que esta última es la línea que triunfó, acción británica de por medio.

La historia americana y universal, está en deuda con el Inca Túpac Amaru, de la misma manera que está en deuda con las naciones indias sojuzgadas y asesinadas por la invasión española. Es necesario ubicar en su justo lugar al Inca, junto a los revolucionarios que en 1774 levantaron el estandarte de la libertad –para los blancos poseedores- en las colonias inglesas del Norte de América y los que nueve años más tarde que él, recién en 1789, proclamaron los Derechos del Hombre –blanco y poseedor- y del Ciudadano Francés –es decir no para las colonias de Francia, ni sus esclavos y pobladores originarios- en París en 1789. En medio de ambos hechos, sin duda cataclísmicos para Occidente, emerge la inmensa figura del Padre de nuestra Emancipación, quien se animó a enfrentar al más sanguinario y atroz poder del mundo de entonces: el Imperio español, absolutista, esclavista saqueador, e inquisitorial. No sólo se atrevió, organizando el mayor ejército popular que poblara las tierras de la América española hasta hoy –baste recordar que San martín invadió el Perú con 4990 hombres-, sino que proclamó además por primera vez, en las revoluciones de finales del siglo XVIII, la igualdad y la libertad real y efectiva para todos los hombres que poblaban la América española, suprimiendo toda forma de esclavitud y servidumbre. Cuestión que, ni Washington, ni Paine, ni Jefferson, ni Laffayette, ni Danton, ni Napoleón se atrevieron a plantear. Túpac Amaru debe ser ubicado en su justo sitial, como impulsor primigenio de los Derechos del Hombre, la igualdad, la libertad y la Independencia de América. Con mucha mayor razón, en esta nueva etapa americana donde los Andes han vuelto a sacudir sus cimientos y de la mano de Hugo Chávez, de Evo Morales, del Subcomandante Marcos, de los manes del gran padre Pachacutik, comienzan a completar la obra de inconclusa de José Gabriel Condorcanqui, el gran Túpac Amaru II.
 
El general Inca viva,
jurémosle por Rey
porque es muy justo y de ley
que lo que es suyo reciba.
Todo Indiano se aperciba
A defender su derecho
Porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma,
y viene a ser todo en suma
robo al revés y al derecho.
Tanto daño penetrado
Vengarse a gusto cumplido
Pues españoles han sido
Autores del mal causado
Morirán con el Soldado
Alcaldes, Corregidores
Ricos, Pobre y oidores.
O no he de ser Túpac Amaro.

 
(Proclama pegada en Chuquisaca el 22 de marzo de 1782)(2)
 
Citas

1.-
Pigna Felipe, Los Mitos de la Historia argentina. Tomo I. Norma. 2004.
2.-
Lewin Boleslao, La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana. SELA. Buenos Aires. 2004.
3.- A. J. P. Amuchástegui, Crónica Histórica Argentina. Tomo II. Codex. 1968.


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