Empleo, una prioridad
08/11/2001
- Opinión
En el Foro Global sobre el empleo que terminó hace unos días, se concluyó,
según cita Eduardo Tamayo en artículo difundido por ALAI en internet (5 de
noviembre), que "Actualmente hay alrededor de [mil millones] de personas en
el desempleo, el subempleo o trabajando en condiciones precarias y el 80 por
ciento de las personas en edad de trabajar no tienen acceso a la protección
social básica". Y se añade que "si las tasas de crecimiento de la economía y
de la productividad se mantienen hasta el año 2010 en los niveles de la
década de los noventa, el cuadro del empleo aparecerá entonces como
claramente deprimente" según informe de la OIT. "Los trabajadores pobres y
mal pagados serán todavía más numerosos. Al menos 160 millones de personas
están totalmente desempleadas, más de 300 millones tienen un empleo pero
buscan un trabajo complementario y más de mil millones viven con menos de un
dólar al día".
En México, de acuerdo con estimaciones del SME, "el panorama que se prevé es
muy negro para los trabajadores y es preocupante que se pudieran perder más
empleos de los 600 mil eliminados este año" (La Jornada, 6 de noviembre).
Para el presidente Fox México está cerca "de iniciar un gran despegue
económico" (ídem). Y podría suponerse que este despegue económico, de ser
realidad, se traduciría en empleos y mejores condiciones de vida para los
mexicanos. Pero los indicadores económicos, incluso los optimistas, hablan de
una economía estancada en Estados Unidos, en Europa, en Japón y en todo el
mundo (incluido México) que afectará, como bien señalan los expertos de la
OIT, no sólo a quienes tienen empleo, sino a quienes lo buscan sin
encontrarlo y, obviamente, a los más pobres que serán todavía más pobres
conforme la economía mundial siga como va.
Se argumentará, en parte con razón, que la economía mexicana depende en buena
medida del exterior, y bien se sabe que principalmente de Estados Unidos. Sin
embargo, las políticas económicas de los últimos 20 años lo único que han
logrado es aumentar el número de pobres y el desempleo, según datos oficiales
que ni el solipsista gobierno de Fox puede ocultar. Aun así, el gobierno "del
cambio" no ha cambiado nada y las políticas no sólo son las mismas que en los
sexenios anteriores sino que además tienden a agravarse con la propuesta de
reforma fiscal que ha presentado el Ejecutivo federal.
Depender en un alto porcentaje de la economía externa no tiene que significar
el seguimiento acrítico de las recetas que han venido imponiendo el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Si el gobierno de México les
prestara a los empresarios mexicanos, a los líderes sindicales y a los
universitarios que saben economía la misma atención que les pone al gobierno
de Washington y a las instituciones derivadas de Bretton Woods, quizá le iría
mejor al país en términos económicos, salariales y de empleo. Fox, sin mucho
esfuerzo, podría intentar comprender lo que el país necesita y no sólo los
grandes empresarios nacionales y extranjeros y, "por qué no", leer otra vez
esos periódicos que le molestan, pues en las críticas frecuentemente hay
información y buena fe que el gobernante (el príncipe, diría Maquiavelo) debe
conocer. Un gobernante que sólo escucha las adulaciones de la corte y las
buenas noticias terminará fuera de la realidad y pensando que los campesinos
son como los sirvientes de su rancho y los obreros como el mecánico que le
arregla sus tractores.
Ciertamente el desempleo debilita a los trabajadores activos y a los
sindicatos. A éstos los desarma para exigir mejores condiciones para sus
agremiados, y a quienes tienen empleo los vuelve conformistas pues no quieren
arriesgarse a perderlo. Así las cosas no es probable que se den explosiones
sociales organizadas que pongan en peligro la dominación del capital y de
quienes lo defienden en la esfera del Estado. Pero esta es una realidad y
otra, muy distinta, que no haya descontento y rebeldía. El problema es que
ésta, en condiciones como las que vive el país, tiende a expresarse de otros
modos, como por ejemplo mediante actos antisociales (robos, asaltos,
secuestros) como crecientemente está ocurriendo en los estados de Morelos y
de Guerrero.
El desempleo lesiona a quienes lo sufren y repercute incluso en quienes
tienen trabajo, pues presiona los salarios a la baja, pero también pone en
riesgo la seguridad pública y la convivencia social. Por esto, al menos, el
empleo debiera ser la prioridad A-1 del gobierno y de los empresarios que
todavía piensen en el desarrollo nacional "que los hay aunque cada día sean
menos.
https://www.alainet.org/es/active/1519
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