Discurso ideológico sobre violencia en los colegios públicos

29/03/2007
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Si los niños llegasen a hacer oír sus protestas en una escuela de párvulos, o incluso simplemente sus preguntas,

eso bastaría para provocar una explosión en el conjunto del sistema de enseñanza.

En verdad, este sistema en el que vivimos no puede soportar nada:

de ahí su fragilidad radical en cada punto, al mismo tiempo que su fuerza de represión global.

Michel Foucault. Un diálogo sobre el poder. Pág. 11

Resumen

El presente artículo reflexiona sobre la violencia en los colegios públicos[1] de Costa Rica, a partir, de un análisis ideológico de discurso al artículo “El único antídoto”, del hoy ministro de Educación Leonardo Garnier, publicado en La Nación el jueves 30 de marzo del 2006; que muestra las acciones programáticas de su propuesta de trabajo sobre este tema, así como su posicionamiento ideológico frente a lo(s) jóvenes colegiales.

Introducción

El pasado jueves 8 de marzo del 2007 los alumnos del colegio Roberto Gamboa dañaron oficina y automóvil del director de dicha institución, según se informa en La Nación, Pág. 16A. Por su parte, en el Liceo de Costa Rica un considerable número de jóvenes arremetió contra el automóvil del director de dicha institución y de paso lanzaron piedras contra automotores que circulaban en las inmediaciones, según reportó el noticiero de canal 7 Telenoticias, en días posteriores. Así mismo, en el periódico AL Día del martes 13 de marzo del 2007 se intituló “Profesores temerosos de ir a clases” y bajo el título y entre paréntesis “200 colegios son “conflictivos” según el MEP”. En el año 2006 a inicio del curso lectivo sucesos similares de violencia se presentaron en diversos centros de educación secundaria.

Sin ir más lejos, podría usted levantar una memoria de la creciente presencia de acciones violentas protagonizadas por jóvenes colegiales a inicios de curso lectivo, de los últimos 5 a 10 años. Encontrará en este ejercicio: reiteración de actos y de actores colectivos, acciones sancionatorias, chivos expiatorios, acciones represivas y más. Esto es, se va generando una tendencia ritual de violencia al inicio de cada curso lectivo. El fenómeno es multicausal.

En las siguientes líneas se desarrolla una propuesta de análisis desde los enfoques: el poder según Foucault[2] y de la violencia simbólica[3] de Pierre Bourdieu. A través, de un análisis ideológico de discurso[4], de un artículo de prensa escrita en el 2006, por el actual Ministro de Educación pública, Dr. Leonardo Garnier.

Es menester aclarar que el Sr. Garnier goza de todas mis respetos como profesional y persona. Sin embargo, desde la perspectiva del análisis ideológico de discurso (aquí enarbolada) el Sr. Garnier más allá de un ser individual, es un ser trans-individual, o mejor aún, un Sujeto Ideológico que porta como garante del sentido común (el impero de la doxa) prenociones ante-predicativas que disponen su visión de mundo; y por ello también un Sujeto Cultural[5]. Al leer el artículo mencionado (“a contra pelo”, como diría Walter Benjamín), decantamos las sedimentaciones discursivas que hacen del Sr. Garnier portador inconsciente de un discurso andulto-céntrico respecto de lo(a)s jóvenes colegiales. Aclarado el punto, comencemos nuestro análisis.

Apertura 1. Contextualización desde el artículo

Anunciaba La Nación del domingo 26 de marzo del 2006 \"Violencia corroe y agobia a 200 centros educativos: MEP los califica de alta peligrosidad\". En la foto, de la misma portada, aparece el orientador del Liceo de Pavas mostrando un enorme cuchillo que se le decomisó a un alumno de ese colegio.

En el mismo medio (jueves 30 de marzo, 2006), publicó Leonardo Garnier (futuro ministro de Educación 2006-2010) una columna intitulada “El único antídoto”[6], donde nos decía:

“Once mil denuncias por agresiones entre estudiantes. Casi cinco mil denuncias contra docentes por agredir a sus alumnos. Dieciséis mil denuncias anuales: ochenta denuncias diarias. Inseguridad, miedo, intolerancia, violencia, se han vuelto el pan de cada día en nuestras escuelas y colegios, al igual que en los barrios, las calles y hasta en la propia casa, donde muchas veces nace – y muere – la violencia. Tantas denuncias son más que una advertencia descorazonadora y aleccionadora: ¿perdimos ya la batalla? No... pero la estamos perdiendo”

Así mismo, exponía el columnista, la necesidad asumir la multicausalidad de los fenómenos de agresión-violencia. Así, como llamando a la recuperación de los espacios de interacción social; los hogares, los barrios, las calles, los parques, las comunidades.

En esta línea, el Sr. Garnier acusa que las causas de la violencia en los centros educativos atienden a factores endógenos y exógenos a dichos espacios. Pero, daba prioridad a los factores endógenos; determinando la falla hundía sus raíces en la prevención de las acciones, la falta de opciones y el descuido en la enseñanza de la convivencia.

Efectivamente, los espacios educativos de segunda enseñanza han perdido su capacidad constituyente y formativa del tejido social de acompañamiento y reconocimiento. En dichos espacios se ha perdido ética y políticamente. Los grandes perdedores son los y las jóvenes.

Continúa el Sr. Garnier:

“Hemos cerrado los espacios de la ética y la estética, los espacios donde se aprende qué es bueno y correcto, qué es bello, bonito, entretenido. Hemos abandonado el carácter lúdico de la educación, que no resta ni se opone, sino que más bien completa y complementa su sentido de deber.”

Al imputar la alocución “QUE ES” dice quién será el sujeto del cambio. Nuevamente, los grandes perdedores son los y las jóvenes.

Luego nos narra un proyecto de recuperación del tejido social en África e impugna la esperanza de que los profesores y los espacios artísticos, deportivos, etc. potencien, el cambio necesario en nuestro contexto de violencia. ¿Se comprende la limitación argumental del Sr. Garnier?

Concluía el artículo:

“Necesitamos más disciplina, más estudio, más esfuerzo, más responsabilidad... y hasta más represión, incluso, ante los casos abiertamente violentos. Pero, junto a ellos, necesitamos más convivencia, más juego, más arte, más frescura, espontaneidad y libertad. Solo así empezaremos a construir el respeto – propio y ajeno – que es el único antídoto genuino y preventivo contra la violencia”

Apertura 2. El QUE ES como violencia simbólica

Surgen algunas preguntas: ¿Quién determina o da carácter a los espacios educativos? ¿Quién establece QUE ES la ética, la estética, lo bueno y lo malo, lo bonito, lo entretenido? ¿Dónde ubicar el deslinde entre la resublimación represiva del arte y el deporte entendida como DISCIPLINA y no como LUDENS? ¿Quién ejerce el poder de la palabra? ¿Quién impugna? ¿Quién castiga y quien castigado? ¿Quién ETIQUETA y naturaliza a los y las jóvenes? ¿Quién dice QUE ES?

Antes de aventurar algún corolario de discusión, es conveniente entender, si bien, podría imputársenos que el artículo referido pertenece al mundo de la doxa (opinión) y restarle importancia sociológica del caso. Les invitamos a recordar, que es en la doxa donde se juega el espacio político y la determinación de los juegos discursivos sedimentan prácticas, lógicas e institucionalizan NATURALIZANDO las asimetrías estructuras-estructurantes.

Como la intención del presente escrito es abrir espacios de discusión, nos dedicaremos a esclarecer esa afirmación: los grandes perdedores son los y las jóvenes. ¿Por qué ser “joven” en nuestros colegios es ser perdedor? La respuesta la expresó y condensó el Sr. Garnier en el mismo texto referido cuando afirmó:

“El problema es que cuando sólo cortamos espacios e inhibimos la curiosidad y rebeldía natural y sana de la gente joven, entonces la noción de límite se vuelve intolerante e intolerable... y revienta.”

Es decir, el discurso adulto-céntrico impugna: ser un o una joven colegial costarricense nace de su ESTADO NATURAL DE REBELDIA y CURIOSIDAD.

Esta “naturalización” del estado de cosas, responsabiliza a quien ostenta las conductas desviadas necesarias a la cohesión y orden social preestablecido, individualiza a los infractores al mostrar a individuos-átomos o casos particulares (Juan, Diana, Pedro, etc.), niega las cuotas de responsabilidad adulto-céntricas potenciadoras de agresividad y violencia (todo adulto sabe QUE ES), no comprende que a mayor represión escolar mayor serán las acciones de resistencia “irracionales” y oculta el carácter sociohistórico de las dinámicas escolares al 2007.

Preguntémonos ¿Si el Sr. Garnier llegase todos los días a su trabajo, casa, iglesia, partido político, restaurante, etc. y en cada uno de estos espacios revisasen sus pertenencias, revisasen si porta alguna posible arma, se le indicase constantemente QUE ES LA ETICA, QUE ES LA ESTETICA, QUE EL LO BUENO y LO MALO, QUE DEBE y QUE NO DEBE y aunado a ello tuviese el temor de ser agredido por sus coetáneos… Es decir, que otro más fuerte, más sabio, más virtuoso le diga QUE ES

Si al Señor Garnier se le impidiese ejercer su autonomía (entendida como la capacidad de construir su propia historia dentro de un tejido social) sería “normal” que recurriese a actos violentos (saturantes-saturados) como ¿su única? estrategia política de recuperar eso que ha perdido. Eso que NATURALMENTE debe asumir. ¿O será que el recurso a la violencia expresa y condensa procesos estructurados-estructurantes?

El gran perdedor es el “joven” Garnier (NATURALMENTE curioso y rebelde) quien no ostenta la impugnación de la palabra, ni puede negociar en su colegio con las autoridades sobre las medidas disciplinarias respecto de los actos violentos, ni puede organizar SU estética, SU ética, SU juego, etc.

El gran perdedor es el “joven” Garnier que va cada día al “cole”, y que, soporta distintas asimetrías sociales: adulto-centrismo, exclusión de los procesos de decisión, empobrecimiento de sus aportes a los procesos de enseñanza, etc. El gran perdedor es el “joven” Garnier quien responde con: bombas, cuchillos, sables, piedras, palabrotas… violencias saturantes-saturadas.

El gran perdedor es el “joven” Garnier quien todos los días al entrar en su colegio, luego de la revisión de su bulto (que el no pidió), luego de las miradas amenazantes, luego de que su “NATURALIDAD curiosa y rebelde” duerme voraz para la acción destructiva oye de su ilustre, magnánima y elocuente profesor Garnier:

“Necesitamos más disciplina, más estudio, más esfuerzo, más responsabilidad... y hasta más represión, incluso, ante los casos abiertamente violentos. Pero, junto a ellos, necesitamos más convivencia, más juego, más arte, más frescura, espontaneidad y libertad. Solo así empezaremos a construir el respeto – propio y ajeno – que es el único antídoto genuino y preventivo contra la violencia”

Apertura 3. Estructura del fenómeno

Para la sociología ser joven no es bajo ninguna circunstancia NATURALMENTE REBELDE y CURIOSO. Esa es la etiqueta “hollywodense” de James Deam(1931-1955). Para la sociología crítica ser joven se constituye y conquista en la cotidianidad de los diversos procesos de interacción social. Es un proceso.

Los actos de violencia perpetrados por jóvenes de colegio dependen de la calidad del tejido social en el cual se encuentran insertados. Es decir, los y las jóvenes en trama social orientan sus comportamientos de acuerdo a la forma en que se comparten aquellos con quienes interactúan con mayor frecuencia.

Esto explicaría por que los individuos que pertenecen a un mismo espacio social (i.e. el Liceo del Sur) tienden a actuar de manera similar. Esto debido, a que, los agentes que se encuentran inmersos en un espacio determinado interactúan más frecuentemente entre si que los que interactúan con miembros de otro espacio. Endógena vrs exógeno.

Todo espacio social (i.e el colegio) contiene ciertas características que facilitan ese proceso de interacción.

· La primera de ellas podría denominarse como “conciencia de jerarquía exógena” donde los agentes de determinados espacios sociales suelen tener conciencia de que comparten cierto grado de honor social y que difieren de manera sustancial de los demás (i.e. Liceo de Costa Rica, Liceo de Pavas, etc.)

· La segunda característica la constituye la “participación social endógena” donde los contextos se encuentran muy bien estructurados y operan las “mismas” fuerzas sociales en la busca de la consecución de objetivos específicos (i.e. enseñanza secundaria), pero la estrategia de control implica la fragmentación y captación de las iniciativas de aquellos cuyas cuotas de poder son menores dentro del espacio de interacción.

· Por ultimo y quizás la característica de origen más sutil en la ejecución de las relaciones de poder “circunscripción geográfica endógena”, es decir, la estructuración ambiental de los espacios y de la apropiación simbólica y material de los mismos: el aula, la soda, los pasillos, el gimnasio, los baños, etc.

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Llegamos (al fin) a extraer la lógica estructural de las relaciones de poder asociadas a la dinámica PROCESOS DE ENSEÑANZAS y JOVENES:

Esquema 01. QUE ES = NATURALIZACION

Fuente. Elaboración propia, a partir de lo expuesto

Como se decanta, en dichos procesos intervienes diversos actores con asimétricas posiciones en la toma de decisión y su ejecución. Pero además, el esquema muestra como la identificación falsa (etiqueta) “JOVEN” trae de sí el padecer el proceso, ser objeto antes que sujeto de la producción y reproducción del sistema escolar.

De allí que, acompañar y reconocer a los y las jóvenes colegiales en Costa Rica nos compele (responsabiliza) a asumir sus asimetrías, sus dolores sociales, su identidad-etiquetas y sus fuerzas utópicas, sus potencialidades de transformación y por tanto las posibilidades de articularse con otros actores sociales.

Apertura 4. Sobre la anomia en los colegios[7]

En el imperio de la doxa la anomia indica la falta de normas. Para la sociología espontánea indica la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo que les seria necesario para lograr las metas de la sociedad.

De las dos propuestas queda claro que lo que sanciona la anomia es la posibilidad de delimitar las conductas desviadas de los individuos respectos de las normas sociales del QUE ES. Es decir, cuando los individuos irrumpen en actos que son desviaciones o rupturas de las normas sociales. El problema es particular y le corresponde a las instituciones sociales reprimir “orientar”[8]

Ahora, en la tradición abierta por Emilio Durkheim (Hillmann, 2001:43 y Hernández, 1993:13-23) acusa la anomia como la situación social en la que cada vez mayor especialización e individualización de la ejecución del trabajo humano produce una quiebra del sistema de normas y compromisos comunes para todos. Esta quiebra se presenta en dos formas: por falta de reglamentación orientadora de las conductas o por una saturación de normas que ejerce la desorientación de los individuos.

Durkheim postuló que la anomia como el mal que sufre una sociedad a causa de la ausencia de reglas morales y jurídicas, ausencia que se debe al desequilibrio económico o al debilitamiento de sus instituciones, y que implica un bajo grado de integración. No obstante, se debe diferenciar el concepto de anomia en Durkheim en dos momentos de su conceptualización-aplicación(Cf. Hernández, 1993:15-16):

  1. En la división del trabajo social (Durkheim, 1967) la anomia combina una teoría moral y ética con una teoría de la sociedad. La sociedad sería el resultado de un proceso de especialización de funciones, donde se sustituye la solidaridad mecánica por la orgánica, esto es, el derecho represivo es sustituido por el derecho contractual. La anomia sería la ausencia de reglamentaciones entre determinadas funciones y, por ende, desorden (anarquía) en el proceso de transformación. Aquí la anomia designa las formas patológicas (sociales) que deviene de la no cohesión social en esta división del trabajo. La anomia es un problema jurídico-moral, donde ésta es negación de la sociedad y toda moralidad.
  2. En El Suicidio (Durkheim, 1928) el concepto de anomia esta dotadote “rigor sintético y legal” (Lacroix, 1984:129) Se enfatiza la relación individuo-sociedad, poniendo atención al problema de la interiorización individual de los modelos normativos[9] El equilibro es dado por dos mecanismos. Una fuerza externa-coercitiva que domine y legitime el estado de cosas y que corresponde a la sociedad toda. Una fuerza interna-autoregulativa de los individuos morales que gesta y despliega la armonía (frágil) entre los horizontes de expectativas y los contextos de posibilidades.

Por su parte,, para el sociólogo italo-argentino Gino Germani (Germani, 1966:58-60) la anomia, se divide en objetiva (anomia psicológica) y subjetiva (anomia estructural). Para Germani, la causa principal de este fenómeno es el cambio rápido, pudiéndose señalar varias causas de éste:

  1. Cambio rápido en el tiempo en el curso de una generación. Donde las situaciones real concretas no corresponden a las “situaciones típicas” previstas por las normas.
  2. Cambio ecológico. Es el caso de la migración de un tipo de estructura social a otra (i.e. migración del campo-ciudad, entre países, etc.) Creando tensiones entre normas internalizadas y las situaciones objetivas
  3. Cambio Psicosocial. Modificación de las actitudes, motivaciones, expectativas y otras internalizaciones, con relación a un marco normativo que permanece inmodificado
  4. Conflictos entre normas o sistemas de normas vigentes en una sociedad; o entre normas sociales de carácter general y las situaciones específicas donde deben ser aplicadas.

Según lo expuesto la anomia se presenta allí donde hay carencia de normas o el conflicto con las normas vigentes. La anomia indica el tipo de acciones sociales y los alcances de la racionalidad de la acción (esta corregida según la teoría de la violencia simbólica, ver nota 3). No obstante, la anomia debe estudiarse considerando la posición del observador y del actor de las conductas. En resumen se trata de un fenómeno social causado por un tránsito rápido de un tipo de sociedad a otro. Este tránsito deviene ante todo del deterioro de los mecanismos de internalización y control. He aquí lo que la doxa ha llamado “la pérdida de valores” cuando en realidad lo que se da es un cambio rápido en las relaciones objetivas que rompen los horizontes normativos y deviene la anomia.

Finalmente en nuestro recorrido teórico sobre la anomia cabe recuperar a Merton. Para este autor deben distinguirse metas culturales y normas institucionales, en el proceso de adaptación a una estructura social por parte de los individuos que la conforman[10]. Dichos aspectos son (Merton, 1960:3)

  1. Los objetivos culturales en cuanto a deseos y expectativas de las personas de una sociedad. Las metas culturales estás más o menos integradas y grosso modo ordenadas en una que otra jerarquía valorativa. Son los fines d la vida por los cuales vale la pena luchar.
  2. Las normas que prescriben los medios con que las personas pueden conseguir la realización de estas metas objetivas. Regula y controla los modos aceptables de alcanzar las metas. El uso de la fuerza, el fraude, etc., son descartados del área institucional de conducta.
  3. El reparto de estos medios y el acceso regulado a los mismos.

Así, las actividades violentas entre jóvenes colegiales costarricenses devienen de la disociación entre objetivos y medios, especialmente los objetivos culturales obtenidos por las reivindicaciones sociales y el acceso limitado por presiones sociales a los medios permitidos[11]. En otras palabras se desgarra el horizonte de expectativas respecto de los contextos sociohistóricos de posibilidades (objetivas). La consecuencia es la falta de orientación, la incertidumbre acerca de la legitimidad de las normas ante situaciones de interacción social real-concretas. Todo lo cual provoca: frustraciones, adaptación deficiente, distanciamiento social, trastornos psicológicos de la conducta, y por consiguiente, a más desintegración social. Dado que, los códigos morales que gobiernan la conducta humana no son trascendentes (eternos, petrificados, metafísicos), sino situacionales y empapados en relaciones individuales.

En resumen, las situaciones violentas (saturadas-saturantes) entre lo(a)s jóvenes colegiales responden a factores estructurales de transición de la formación social costarricense. Dichas variaciones apuntan no sólo a las determinaciones económico-políticas, sino a los horizontes axiológicos en juego. En otras palabras, planteo la hipótesis de que el comportamiento “anormal” (violento) de lo(a)s jóvenes colegiales puede ser considerado sociológicamente como un síntoma de la no coincidencia de las aspiraciones culturalmente prescritas y los canales socialmente estructurados para realizarlas[12].

Apertura 5. Alternativas ético-políticas y nueva cultura política[13]

¿Deben ser jóvenes comprometidos ética y políticamente quienes potencien, más allá de las acciones aisladas y violentas, articulados con otros actores sociales reconstituyan y conquisten un tejido social de acompañamiento y reconocimiento, cuyo acierto más grande será la lucha constante y conciente contra ese mentado “QUE ES”?

Para que ello se potencie deberían establecerse, al menos: :

1. Como desarrollamos en páginas anteriores lo(a)s jóvenes se deben a sí mismos una oportunidad de crear sus espacios y hacer valer su ciudadanía. Alcanzar altura de \"sujeto humano\". Pues los nichos laborales y oportunidades de una vida buena debe ser un compromiso (ético-político) de primer orden.

2. Este segundo aspecto tiene que ver con la creación de identidad entre los y las jóvenes. El grupo heterogéneo, dinámico y movedizo de los y las jóvenes al vincularse en torno a un proyecto no sólo se brindan un espacio para desarrollarse en “lo profesional”, sino que se dan \"el chance\" de crecer como seres humanos.

3. Como analistas sociales “situados” deberíamos informar, motivar y facilitar las herramientas necesarias para leer, problematizar y afrontar el en entorno sociohistórico, que en la actualidad gravita entre apertura de oportunidades a lo(a)s jóvenes y la situación competitiva precaria

Debido a lo anterior, nos manifestamos positivos de las capacidades de los y las jóvenes de segunda enseñanza en tanto podamos superar nuestras posiciones adulto-céntricas y naturalizantes. Gestando y desplegando una cultura política donde:

a. Los jóvenes puedan escapar a la tragedia (del hastío, de la angustia, de la infelicidad eufórica) cuando admitan que no necesitan asimilarse a sus máscaras socio-culturales, cuando pongan de relieve la diferencia entre ellos y sus roles, cuando afirman vigorosamente que ellos son el patrón de medida y quienes efectúan la comparación: de un joven con otros jóvenes, y no con los patrones culturales, y los roles, es decir las máscaras.

b. Los jóvenes tanto en lo individual como en lo grupal se superan cuando se emplean a fondo, cuando usan lo que tienen y lo que son, sea lo que fuere, y cuando se encuentran a sí mismos, conduciéndose de manera creativa-innovadora.

c. La auto-percepción positiva y/o negativa del joven como individuo esta íntimamente cruzada por el papel preponderante de las “relaciones” o tramas sociales en las cuales construye y de-construye su identidad, sus desafíos y sus estrategias. Es en estas redes interconectadas con otras redes donde el frágil ligamento de la identidad se cohesiona entre lo psicodinámico y las dinámicas grupales.

d. Toda “situación social” (actor, lugar, actividad) debe ser considerado como un producto socio-histórico, como algo hecho y moldeado por las personas en tanto “sujetos activos”, continuamente rehecho y continuamente realizado por las acciones de las personas y por ende proclive a ser deshecho o rehecho por sus acciones futuras. Diferente del proceso ideológico del QUE ES.

e. El primordial reto que afrontan los jóvenes en tanto individuos como en tanto grupo es la “responsabilidad” y su lucha es contra un enmascarado. La máscara de los adultos. Dicha máscara es la “experiencia”. Máscara inexpresiva, impenetrable, siempre igual a sí misma. Ella expresa y condensa lo vivido: juventud, ideales, esperanza, etc. Todo resultó ser una ilusión. La pregunta es: ¿que pueden los jóvenes responder, si no poseen la experiencia? Desde este púlpito se desprecian loas años de la juventud, se presenta como “un tiempo de dulce idiotez juvenil”, como un mal pasajero, como un relámpago la juventud es el entusiasmo previo a la gran sobriedad de la vida.

f. Si afinamos bien nuestros “sentidos” podemos captar los tres espacios de identidad-desafío-estrategia que deben afrontar los jóvenes son: la familia incluida la televisión, el aula escolar, sus grupos de pares. Y estos tres espacios de irritación están cruzados al menos por dos resonancias: el adulto-centrismo y el machismo, entre otros (reificación, obscenidad, utilitarismo, etc.) Es decir un eje estructural determinante de la identidad como autoestima esta frágilmente puesta en peligro; ésta es la gratificación. Es decir, la identidad de los(as) jóvenes está como en cualquier otra experiencia humana particular cruzada por luchas libidinales. Donde como acusábamos anteriormente se articulan las dinámicas psíquicas y las dinámicas sociales para la configuración y despliegue.

- Javier Torres Vindas, Sociólogo egresado de la licenciatura de la UCR. Redacta su trabajo final de graduación .Trabaja como profesional liberal en el campo de las consultorías sociales. Asistente del programa de investigación “Política, estado y Actores Políticos en Costa Rica” del IIS-UCR. Estudiante de la Maestría Centroamericana en Sociología de UCR (promoción 2007-2009) donde se postuló con el tema el anteproyecto de investigación intitulado “Estética del Miedo: dos miradas desde el arte a la construcción social del miedo en Costa Rica entre 1989-2005. Actualmente dicta los cursos Historia y Teoría del Urbanismo I y II en la Universidad del Diseño. E-mail: socioarte@yahoo.com

BIBLIOGRAFÍA

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· DURKHEIM, Emile. De la división del trabajo social. Buenos Aires, Schapire editor. 1967

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· GERMANI, Gino. Política y Sociedad en una época en transición: de la sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidós. 1966

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· TORRES, Javier “Foucault y la Jaula de Hierro”. En: Revista Anotaciones Sociológicas. San José, Costa Rica. Año III, Número 5, Junio 2005.

Notas



[1] Se insiste falazmente en el carácter público del análisis por dos razones: a) el centro de la atención periodística y de la opinión pública ha omitido del horizonte de discusión los colegios privados, b) la falacia que implica que en los colegios privados no hay situaciones de violencia. Lo que en realidad tenemos es un marcado interés en desmoronar el sector público educacional con un correlato al discurso de la seguridad privada. De más, esta decir, que lo aquí expresado puede trasladar parte de su lógica al ámbito de los colegios privados. Ante todo lo concerniente a las tomas d decisión curricular, disciplinaria, etc. que se dan en toda institución escolar. Para facilitar la lectura y evitar el sesgo se usará el genérico: colegios.

[2] Respecto del concepto poder de Foucault; éste acusa: “(…) no existe desde luego algo llamado poder, que existiera universalmente, en forma masiva o difusa, concentrado o distribuido. Sólo existe el poder que ejercen los “unos” sobre “otros”. El poder sólo existe en acto, aunque desde luego se inscribe en un campo de posibilidades” (FOUCAULT; 1990:102). Es decir, se refiere a relaciones tensionales, donde las acciones de unos recaen sobre las acciones de los otros y viceversa, sean, preventivas o sancionatorias. Por ende, la violencia se considera una como caso extremo de las relaciones de poder. La violencia convoca relaciones saturadas y saturantes, que cierran o muestran las puertas cerradas a otras posibilidades de relación. Estas relaciones de unos-otros se articulan en dos movimientos re-operantes: que el “otro” (aquel sobre el cual se ejerce) sea totalmente reconocido y que se le mantenga hasta el final como sujeto de acción: lo cual abre en la relación de poder todo un espectro de respuestas, efectos y posibilidades, previstas o no por ambas partes. En la vida cotidiana el poder es un todo de relaciones complejas que clasifican a los individuos en categorías, los designa por su identificación, les impone una ley de verdad. Cf. TORRES; 2005:35-42

[3] “(…) La violencia simbólica es esa coerción que se instituye por medio de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al dominante (y, por lo tanto, a la dominación) cuando sólo dispone, para pensarlo y pensarse o, mejor aún, para pensar su relación con él, de instrumentos de conocimiento que comparte con él y que, al no ser más que una forma incorporada de la estructura de de la relación de dominación, hacen que ésta se presente como natural; o en otras palabras, cuando los esquemas que pone en funcionamiento para percibirse y evaluarse, o para percibir y evaluar a los dominantes (alto/bajo, masculino/femenino, blanco/negro, etcétera), son fruto de las incorporación de las clasificaciones, que así quedan naturalizadas, cuyo fruto es su ser social” (BOURDIEU; 1999:224-225) De suyo, la violencia simbólica opera en el momento inconsciente del ser social (Cf. ERDHEIM; 2003), es decir, en las profundidades de las disposiciones del habitus, donde yacen inscritos los esquemas de percepción, evaluación, y acción que fundamentan ante-predicativamente los conocimientos y reconocimientos prácticos oscuros para sí mismos. (Cf. Bourdieu; 1997: 34-39 y 1991:205-225). La clave de lectura se encuentra en ese movimiento de naturalización de la violencia simbólica. A este respecto acusa el maestro Helio Gallardo “(…) Samaritano, indígena, judío y ladino son producciones histórico-sociales. Estas producciones, en las sociedades que conocemos, se han orientado no hacia la configuración de comunidad humana, si no, a la utilización de los otros con fines y beneficios particularizados (…) El samaritano y el judío, entonces, para encontrarse como sujetos necesitados deben luchar contra sí mismos, contra aquello que, dentro de sí mismos, les otorga identidades y autoestimas falsas. Deben luchar contra aquello que la dominación ha decantado en su interior como determinación “natural” de su identidad.” (GALLARDO; 2004:32-33)

[4] Análisis Ideológico de Discurso (AID) acusa a la sospecha, supuesto o hipótesis fundamental de que cualquier texto, discurso, argumento, disertación, etc., condensa y expresa contradicciones sociales antropo-socio-históricas (sean diacrónicas y/o sincrónicas) a la vez que es una práctica social contradictoria. El ejercicio de analizar (separar sus unidades y considerar sus relaciones internas) ideológicamente del artículo “El único antídoto” pretendemos reconstruir las estrategias de dominación que utilizan los sectores que legitiman el Statu Quo expresadas y condensadas en el sujeto cultural (Cros; 1997) Leonardo Garnier. En otras palabras, nos permite comprender el por qué, el para qué y el para quién(es) se produce, como también, indagar sobre el contexto y cuestionar el discurso. Denunciar este artículo como discurso ideológico, supone hacerlo desde un lugar social que produzca una trama epistémica de distancia frente al discurso. El lugar que ocupa este trabajo, se quiere desde la los sectores que padecen las consecuencias de una cultura adulto-cénctrica que genera identificaciones y autoestimas falsas de lo(a)s jóvenes colegiales costarricenses; es decir las no-personas. Cf. GALLARDO, 1981 y JIMÉNEZ ARDÓN, 1993

[5] SUJETO CULTURAL (siguiendo a Cros (1997: 9) implica: a) una instancia del discurso ocupada por un Yo [yo gramatical que nos indica una organización semiótica de la conciencia], b) la emergencia y funcionamiento de dicha subjetividad [que nos remite al ámbito de la identidad asumida como proceso: identificaciones & identidad], c) un sujeto colectivo [indica el soporte estructural de interacciones sociales donde un sujeto expresa y condensa a otros sujetos desde las mismas interacciones] y, d) un proceso de sumisión ideológica [que debe considerar las resistencias microfísicas a dichas tecnologías del yo]

[7] El siguiente apartado se construye desde la lectura de GERMANI, 1966:58-60; HILLMANN, 2001:42-43, MERTON, 1960, HERNANDEZ, 1993 y LAMNEK,1980:38-55. De los autores utilizados queda claro el marcado acento moral que desde sus orígenes en la lengua griega posee este concepto. Gesta un horizonte normativo. Pero como concepto sociológico, es hasta Merton que pierde este carácter moral, pero mantiene su horizonte normativo en sus tres niveles operativos marcados por el autor. Para el presente texto, el concepto anomia expresa y condensa desde una sociología comprensiva el “por qué” de la fragilidad sistémica de las relaciones de poder dentro de los colegios, así como abre la posibilidad de afrontar otras aperturas de lectura: i.e. el imaginario juvenil de la identidad y reconocimiento. La anomia posee entonces tres dimensiones para su aprehensión teórico-práctica: es una teoría moral y ética, una concepción del dilema individuo-sociedad y es una teoría sobre la sociedad.

[8] La anomia también se refiere a un desorden psico-neurológico que impide a los individuos asignar la significación correspondiente a los objetos. Metaforizando, en el 2006-2007 asistimos a la naturalización rebelde y curiosa de los y las jóvenes.

[9] La anomia asume su dimensión de sociabilidad y disciplina realizada en condiciones “normales”. Es la condición del sujeto-sujetado (Lacan) donde la socialización se atiende a la adhesión del individuo a esferas de significación y la “normalidad” deviene del ajustamiento al orden de la zona de seguridad-significativa que le es real en su dinámica psico-social (horizonte de expectativas y contexto de posibilidades armonizados).

[10] Deuda del presente artículo es el desarrollar un apartado sobre los tipos de adaptación individual según Merton y que se etiquetan así: conformidad, innovación, ritualismo, retraimiento y rebelión. (Merton, 1960:14-38). De la rebelión dice Merton que “(…) este tipo de adaptación lleva a los hombres fuera de la estructura social a tratar de crear una nueva estructura o a cambiar grandemente la actual” (Merton, 1960:36)

[11] “(…) Y es esa combinación de sublimes aspiraciones y oportunidades reales limitadas lo que constituye el terreno fértil para el comportamiento delictuoso” (Merton, 1960:42)

[12] “(…) el problema de hoy es que existen miles de dualidades que generan espacios simbólicos, y en este sentido un pluralismote códigos, de lógicas, sistemas y referencias que dejan a los individuos indefensos, teniendo que diseñar constantemente sus sistemas de significaciones” (Hernández, 1993:13)

[13] Confrontar estas notas con el excelente apartado “Reconsiderando la noción de juventud” (Pérez 2003:53-60) donde el autor luego de una exhaustiva revisión bibliográfica y tras haber hecho trabajo de campo postula algunos núcleos teóricos de los cuales nos hemos valido para la elaboración de este apartado.

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