La oposición: fuerza tranquila
03/05/2007
- Opinión
El debate de control político, adelantado por el senador Gustavo Petro del Polo Democrático Alternativo, fue documentado, convincente y generó el desconcierto en un gobierno soberbio y autista. La respuesta de los ministros del Interior y del Transporte, en compañía de varios senadores de la coalición de gobierno fue deplorable por elusiva e indocumentada, en un fondo de patetismo. No hubo condena explícita al paramilitarismo y la parapolítica. La del señor Presidente, en horario privilegiado, estuvo cargada de nerviosismo, exhibiendo al mismo tiempo odio y lástima.
Una revisión de las informaciones periodísticas y de otros medios tradicionalmente adictos al señor Presidente, muestran que el debate ha sido recibido con simpatía y credibilidad en amplios sectores. Los pronunciamientos de diarios conservadores como el Washington Post, en el sentido de darle reconocimiento a la seriedad de la oposición y la actitud de Al Gore, de no compartir el escenario ambiental con el gobernante colombiano por no estar claras sus conductas en relación con el paramilitarismo, son sólo dos importantes muestras de esta situación. La positiva propuesta del Senador sobre la verdad, la reforma agraria y demás aspectos regionales y sociales empieza a tener audiencia a pesar del rechazo gubernamental.
El señor Presidente y su gobierno con un entorno parapolítico numeroso, con varios parlamentarios de su coalición y el ex jefe de la policía política incursos en graves delitos no forma parte de la solución al nudo ciego del entramado de negocios, poder, política y crimen que dominan en Colombia, son parte central del problema.
El argumento del Presidente y sus voceros de que los ataques y críticas al gobierno son contra la patria colombiana es un expediente fraudulento que busca envolver sus conductas en los sentimientos nacionales, colocando a la oposición en los terrenos de los ápatridas y terroristas. La reiteración de calumniar a la oposición como guerrillera y terrorista sigue en la línea de intimidar, desconceptuar y conseguir aplausos y adhesiones plebiscitarias de una opinión manipulada. Ya es claro, por el lapsus presidencial, que se espía a la oposición. La expresión del señor Presidente: "Pregúntele al doctor Peñate", es más que significativa.
El señor Presidente ha vuelto a utilizar licenciosamente el poder para defender los intereses privados de su hermano, presentando conductas privadas dudosas como virtudes públicas. Creo que esto ha producido un efecto demoledor sobre las costumbres políticas de transparencia republicana y moral pública, que afortunadamente ha tenido el rechazo amplio y la duda necesaria. El señor Presidente debe garantizar con su silencio absoluto y su neutralidad la acción de control político en estas materias y más bien responder a la pregunta que el Polo Democrático hace insistentemente: ¿Por qué el señor Presidente de la república no repudia políticamente el apoyo de los paraparlamentarios, el ex jefe del DAS y explica a la nación, a la comunidad todos sus vínculos?
Es lo que Díos y la patria le demandan.
(Publicado en Un Pasquín No. 20, mayo de 2007)
Una revisión de las informaciones periodísticas y de otros medios tradicionalmente adictos al señor Presidente, muestran que el debate ha sido recibido con simpatía y credibilidad en amplios sectores. Los pronunciamientos de diarios conservadores como el Washington Post, en el sentido de darle reconocimiento a la seriedad de la oposición y la actitud de Al Gore, de no compartir el escenario ambiental con el gobernante colombiano por no estar claras sus conductas en relación con el paramilitarismo, son sólo dos importantes muestras de esta situación. La positiva propuesta del Senador sobre la verdad, la reforma agraria y demás aspectos regionales y sociales empieza a tener audiencia a pesar del rechazo gubernamental.
El señor Presidente y su gobierno con un entorno parapolítico numeroso, con varios parlamentarios de su coalición y el ex jefe de la policía política incursos en graves delitos no forma parte de la solución al nudo ciego del entramado de negocios, poder, política y crimen que dominan en Colombia, son parte central del problema.
El argumento del Presidente y sus voceros de que los ataques y críticas al gobierno son contra la patria colombiana es un expediente fraudulento que busca envolver sus conductas en los sentimientos nacionales, colocando a la oposición en los terrenos de los ápatridas y terroristas. La reiteración de calumniar a la oposición como guerrillera y terrorista sigue en la línea de intimidar, desconceptuar y conseguir aplausos y adhesiones plebiscitarias de una opinión manipulada. Ya es claro, por el lapsus presidencial, que se espía a la oposición. La expresión del señor Presidente: "Pregúntele al doctor Peñate", es más que significativa.
El señor Presidente ha vuelto a utilizar licenciosamente el poder para defender los intereses privados de su hermano, presentando conductas privadas dudosas como virtudes públicas. Creo que esto ha producido un efecto demoledor sobre las costumbres políticas de transparencia republicana y moral pública, que afortunadamente ha tenido el rechazo amplio y la duda necesaria. El señor Presidente debe garantizar con su silencio absoluto y su neutralidad la acción de control político en estas materias y más bien responder a la pregunta que el Polo Democrático hace insistentemente: ¿Por qué el señor Presidente de la república no repudia políticamente el apoyo de los paraparlamentarios, el ex jefe del DAS y explica a la nación, a la comunidad todos sus vínculos?
Es lo que Díos y la patria le demandan.
(Publicado en Un Pasquín No. 20, mayo de 2007)
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 60
Corporación Viva
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