Los generales no van al cielo

17/05/2007
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  • Opinión
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El presidente Uribe V. nombró al General Óscar Naranjo Trujillo como Director General de la Policía Nacional, a sabiendas que lo antecedían en la línea de mando once generales. El nombramiento de Naranjo Trujillo se hizo después de la denuncia hecha por la revista Semana de que los jefes paramilitares estaban delinquiendo desde la cárcel de máxima seguridad de Itagüí (Te hablo desde la prisión, Semana, 13-05-2007).

El Gobierno nacional en la búsqueda de los responsables “sorprendió” a la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional (Dipol) con más de 7.000 horas grabadas. Lo grave era que la Dipol estaba haciendo lo que tenía que hacer, pero lo estaba haciendo de manera ilegal: grabar a los delincuentes.

En noviembre de 2004 la Procuraduría General de la Nación confirmó la destitución del secretario de seguridad de la presidencia de la República (Teniente Coronel Mauricio Alfonso Santoyo) por hallarlo responsable de interceptar ilegalmente 1.808 comunicaciones entre los años 1997 y 1999 en la ciudad de Medellín. El presidente conocía los antecedentes del oficial Santoyo, y sin embargo, fueron esos antecedentes los que pesaron, los que hicieron mérito para su nombramiento.

La decisión presidencial de remover la cúpula de la Policía Nacional es discrecional del presidente de la República, pero no por eso deja de ser arbitraria y contraria a los fines del servicio público. Así como a la Ministra de Cultura María Elvira Samper la sacaron por blanca de la administración, a los doce generales de la Policía los sacaron por Naranjo. Todo por un guiño a lo amos del norte. Fueron llamados a descalificar servicios.

Parece que los generales de la Policía Nacional no van al cielo, no tienen derechos, ellos en nombre del honor y de la institución sacrifican su dignidad, el derecho a la defensa, el debido proceso y la satisfacción de salir por la puerta principal y no por la de incendios.

Si los congresistas están metidos en la parapolítica siguen en los afectos presidenciales mientras voten y no estén en la cárcel, pero como los generales no votan, los generales no van al cielo.

Esta vez el presidente quiere seducir el voto de los demócratas de los Estados Unidos y está haciendo todo lo que haya que hacer para conservarse en el pedestal en que lo montaron los republicanos. Muy lúcido el Presidente.

El nombramiento desconoce una tradición y crea sinsabores en las huestes de la Policía. Es un golpe a la llamada “moral” de las fuerzas armadas. ¿Para que hacer carrera en la Policía si con una bilis presidencial se eclipsan todos los soles?

La del Presidente es una decisión politiquera porque no busca la defensa de lo público, de los intereses generales o la defensa de los derechos a la intimidad o el derecho a la privacidad de las comunicaciones, lo que busca es preservar el estatus desierto que dan las encuestas, es una decisión para que el Washington Post lo siga calificando como el mejor aliado de los EE. UU., el más liberal y como el mejor presidente del mundo.

Es un golpe de mano a la Policía Nacional, un institución que no parece muy cara al combatiente presidente Uribe V. como sí lo es el ejército con sus genérales Rito Alejo del Río o Mario Montoya. Al presidente no le cala la misión de convivencia, como si lo trama el combate y el enfrentamiento.

¿Será que el presidente Uribe y el ejército se sintieron escuchados? Son ellos, especialmente, los involucrados en grabaciones y mensajes de beepers que comunican mensajes de paramilitares.

Por su lado, uno de los jefes paramilitares, Salvatore Mancuso, no disimula su celular blackberry en las audiencias públicas. El aspaviento lo hace el gobierno no porque tengan Internet, comunicación telefónica, ni porque estén delinquiendo, sino porque fueron interceptados los paramilitares.

Pero, es que las comunicaciones son entre dos, es decir, los interceptados eran los jefes paramilitares y sus interlocutores. Tanta fue la duda de haber sido interceptados que el gobierno prefirió ir personalmente a la cárcel de Itagüí antes de la versión de Salvatore Mancuso ante la Fiscalía General de la Nación que seguir hablando por teléfono. ¿Se delataron los interlocutores con esa visita?

El gran beneficiado con la información de inteligencia legal o ilegal es el presidente de la República. ¿Por qué esta vez no lo beneficiaba? ¿Por qué se asustó tanto frente a algo que ha sido “normal” para él y para la Policía Nacional?

Medellín, 16 de mayo de 2007

- Rafael Rincón Patiño, Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas Corpus.
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