Impresiones de un regreso!

28/05/2007
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Hablar sobre Cuba significa enfrentar el complejo desafío de repensar la revolución socialista y el propio socialismo en la América Latina. Enorme desafío porque la revolución cubana forma parte de un largo proceso histórico, dinámico, ininterrumpido, diversificado, amplio, contradictorio, lo que hace difícil mantener una perspectiva que permita dar cuenta de sus múltiplos aspectos. Desafío tanto mayor por mi consciencia del profundo significado político, cultural y ético de la revolución cubana y de su resistencia para todos los pueblos del mundo. Aún así, un complejo desafío porque las impresiones que quiero presentar fueron obtenidas a partir de la observación directa de la sociedad cubana a la cual tuve la satisfacción de regresar, gracias a nuestro Movimiento.

Quiero abordar aspectos de la sociedad que vi., oí y sentí en los doce días que estuve en Cuba, en este último mes de mayo, sin embargo es evidente que innumerables informaciones de lecturas, de correspondencia, e, inclusive, del propio recuerdo de otros momentos en que allí estuve marcaron lo que fue vivido y observado, allí y ahora, en estos pocos días. Sé que las observaciones que haré no permiten generalizaciones, porque no derivan de un abordaje profundo y diversificado.

En el fondo, quiero también compartir mis impresiones de este reencuentro con la sociedad cubana y reafirmar mi cada vez más profunda convicción de la necesidad de hacer la revolución dentro de la revolución y de construir el socialismo dentro del socialismo, de forma permanente.  En última instancia, mi reencuentro con la sociedad cubana reforzó esta convicción.

1. La revolución y el socialismo son procesos históricos

            Después de cuarenta y ocho años desde su triunfo, el primero de enero de 1959, la revolución socialista continúa en marcha y es llevada adelante por un pueblo, por un partido y por un comandante que se confunden en las acciones y las iniciativas que asumen. Unidos, partido y pueblo, hacen la fortaleza de la revolución, garantizando la continuidad de la construcción del socialismo cubano.

En mi opinión, Cuba vive, hoy, uno de los momentos más importantes de su historia revolucionaria y socialista. Pasado el llamado período especial en tiempo de paz, Cuba está enfrentando, ahora, las contradicciones generadas por las medidas adoptadas para superar la crisis que se abatió sobre la isla, después de la caída del muro de Berlín, de la disolución del bloque socialista del este europeo y de la disolución de la URSS, al final de los años 80.

            Distantes de Cuba, corremos el riesgo de idealizarla, sin embargo, desde que desembarcamos,  encontramos una sociedad en construcción, habitada por muchos proyectos, muchas realizaciones pero, también, por nuevas contradicciones, problemas y tensiones.  Como dicen los propios cubanos, “es el costo que estamos pagando por la implementación de ciertas medidas necesarias para enfrentar y superar o período especial”. En verdad, este costo habla respecto a los efectos causados principalmente por la expansión del complejo turístico y del funcionamiento de las empresas mixtas. En otros términos, se trata del costo que debe ser pagado por causa de las dos principales decisiones tomadas por la revolución cubana para enfrentar el bloqueo impuesto a Cuba por los Estados Unidos y que este ha aumentado en los últimos años.

            El socialismo es una construcción histórica y, por tanto, está sujeto a las influencias de las coyunturas nacionales e internacionales y por las condiciones objetivas y subjetivas que una determinada sociedad es capaz de producir. Pienso que es así que debemos ver Cuba, pues sólo podemos comprenderla insertada en su historia, en su proceso de desarrollo socialista, en su inserción específica en el contexto internacional. Por eso mismo, la revolución cubana no puede ser comprendida sin los duros ataques que ella sufrió, especialmente el bloqueo imperialista, y sin su forma de autodefensa, que fue llamada fase del período especial en tiempos de paz.

            No fue por mera cuestión de preferencia que, hacia el final de la década de los ‘80 del siglo pasado, Cuba se tornó dependiente del bloque socialista del este europeo. Hacia 1970, por orientación del imperialismo norte-americano, que adquiere franca hegemonía sobre la dominación de las dictaduras militares y los gobiernos títeres, ¡todos los países de América Latina, con la excepción de México, rompieron relaciones comerciales y diplomáticas con Cuba!

            Cuando el bloque socialista del este europeo desaparece, todavía no teníamos, en la América Latina, ni la Venezuela de Chávez, ni los demás gobiernos progresistas de hoy. Por eso, es aún más digno de respeto ese esfuerzo verdaderamente heroico y revolucionario del gobierno y del pueblo cubano, pues, al contrario de la alternativa de un fácil retorno al capitalismo, decidieron persistir en la búsqueda de un camino propio para la construcción del socialismo. En las duras y solitarias condiciones impuestas por el bloqueo y, más tarde, por la disolución del bloque socialista europeo, Cuba persistió en su compromiso socialista en la búsqueda de las alternativas que pudiesen profundizar la revolución a partir de las condiciones económicas, sociales y políticas existentes en la isla de Martí.

            Ese fue el trasfondo que, en los inicios de 1990, llevó a Cuba a discutir e implementar una serie de medidas y planes, principalmente en el área económica, que le permitiesen resistir las presiones del imperialismo norte-americano. Pero es entonces cuando Cuba asume un conjunto de acciones y de iniciativas que tenían por objetivo avanzar en el proceso de rectificación de los errores y las tendencias negativas, que ya se manifestaban en el interior del Estado y del propio partido. No por casualidad, el lema de la revolución en ese período era ¡Resistir para Vencer! Con esa firme y sólida determinación de la dirección del Partido, teniendo al frente la capacidad política y la autoridad moral de Fidel y de la propia revolución, el pueblo es convocado a comprender y apoyar medidas que exigían una fuerte dosis de sacrificios.

            Hoy, después de más de una década de este heroico esfuerzo colectivo, gracias a la superación de las antiguas contradicciones, Cuba vive un nuevo momento histórico y enfrenta nuevos cuestionamientos.  Por eso, sin haber realizado privatizaciones, sin suprimir ninguno de los derechos o conquistas de la revolución, sin ceder un milímetro a las exigencias del imperialismo, la revolución y la construcción del socialismo continúan vivas y activas, pero nuevas contradicciones surgen en la sociedad cubana y, entre ellas, sin mayor profundización, podemos destacar que:

a) Los problemas con el transporte público persistieron y, por eso, surgieron y fueron siendo aceptados medios de transporte particulares (como los taxis e otros vehículos adaptados al transporte), cuyo funcionamiento propicia la acumulación de una cantidad de recursos privados que son cambiados por CUC (Peso Cubano Convertible), acotado un poco encima del dólar, o que permite un mayor poder adquisitivo y el consumo de productos vendidos apenas con la utilización de esta moneda;

b) Algunos problemas del abastecimiento de responsabilidad pública incentivaron soluciones privadas gracias a una cierta despenalización del dólar; en otros términos, por el hecho de trabajar en ciertas actividades como, por ejemplo, en la red hotelera o en las empresas mixtas, una capa  social de cubanos pasó a tener acceso al dólar y, por tanto, también a los productos que no forman parte de la canasta básica, garantizada a todos los cubanos;

c) Aparecieron casos de corrupción de algunos directores en algunas empresas. Son resquicios del capitalismo, difíciles de ser superados; pero mientras, aquí, en una sociedad socialista, existe una grande diferencia, pues, cuando son descubiertos, estos casos son tratados con todo rigor y de forma ejemplar;

d) Ciertas cuestiones sociales, que afectan especialmente a la juventud, se tornaron más evidentes: alcoholismo, prostitución, jóvenes ociosos, que no quieren trabajar, ni estudiar, etcétera.;
           
Ese es un rápido diagnóstico de algunas cuestiones que precisan ser reconocidas, pues, al final, acreditar un proceso revolucionario no significa imaginar una revolución idealizada, que ya nace perfecta y acabada, sin contradicciones, totalmente apartada de las condiciones materiales de vida de sus habitantes. Son contradicciones nuevas que el partido, las organizaciones populares y de masas, y el propio aparato estatal, procuran entender, buscando alternativas colectivas para su superación.  Así la postura vigilante, segura y propositiva con la cual el partido y el gobierno procuran incorporar a las masas para continuar avanzando en la construcción de una sociedad socialista, nos llena de ánimo. Actualmente, están en ejecución más de doscientos proyectos sociales, involucrando principalmente a la juventud, justamente para enfrentar los problemas y las contradicciones del proceso en marcha. Hay un empeño visible en innovar, creando alternativas y potenciando el capital humano como elemento estratégico de la revolución.

A título de mera ilustración, menciono algunas conquistas del área de educación. En las condiciones brasileras nadie podría  creer, pero, en Cuba, en cualquier escuela, ¡ningún profesor tiene más de veinte alumnos en una sala de clases! ¡Imaginen ustedes! Para mejorar las condiciones de la enseñanza y el aprendizaje, ¡todas las escuelas, inclusive las que están en las montañas más alejadas, posee televisión, vídeo y computador! En ciertas escuelas, en las montañas, la energía eléctrica no llegó, ¡pero la energía solar, sí! Imaginen, entonces, ustedes, que, en el interior de Cuba, existen cerca de trescientas escuelas que sólo poseen cinco alumnos, pero ¡allí está un profesor! Y más: en ciento  cincuenta escuelas, ¡hay un profesor para un alumno! Son meras ilustraciones sobre la importancia del estudio, de la formación humana y de la conciencia, pero indican la firmeza de un propósito en cuanto a las cuestiones claves para el avance de la revolución socialista.

 ¡Imaginen un país-universidad! Pues así es Cuba, donde todos los jóvenes pueden cursar una facultad, de calidad, gratuitamente, ¡en sus propios municipios! Es verdad que los cubanos acostumbran decir, con merecido orgullo, que “existen en el mundo millones de niños sin escuelas, pero ¡ninguno de ellos son cubanos”!

Imaginen que la tasa de mortalidad infantil es de 5,3 por cada mil nacidos vivos – doce veces menor que la tasa existente antes de la revolución – y que la expectativa de vida del cubano ya se aproxima ¡a los ochenta años de edad! Pues yo podría mencionar muchos otros aspectos de la cultura, de la economía, de la convivencia social que son indicadores de la calidad de vida de la sociedad cubana. Destaqué los indicadores da salud y de educación porque, a pesar de las dificultades vividas en el período especial, existen así muchas conquistas de la revolución y del socialismo que no sólo fueron mantenidas, sino que avanzaron.

            De un crecimiento negativo, en torno al 30 % del PIB, en los años 90, Cuba llega al 2006 con un crecimiento económico en torno al 12,5 %, el índice más elevado de la historia revolucionaria y que expresa una tendencia de consolidación del crecimiento de la economía.

            Podríamos enumerar, además, una serie de iniciativas y de programas sociales de atención a la juventud, a los sidosos, a los trabajadores de manera general; todas procuran forjar un pueblo cada vez más culto, más humano, más solidario, más cubano, más latino-americano; cada vez más revolucionario y más internacionalista, en condiciones que continúan siendo extremamente difíciles. En este reencuentro pude ver, oír y sentir la elevada auto-estima de un pueblo orgulloso de pertenecer a un país independiente, libre y soberano que, con humildad y simplicidad, enfrenta todos los días, veinte y cuatro horas por día, la fuerza inclemente del más terrible imperialismo, localizado a poco más de doscientas millas de distancia.

No fue por casualidad que, en este último primero de mayo, más de un millón de cubanos (hombres, mujeres, jóvenes, niños) desfilaran en la Plaza de la Revolución manifestando su apoyo al partido, a Fidel, a la revolución y al socialismo. Una movilización enorme en defensa de la soberanía y en repudio al imperialismo. Solamente quien estuvo allí, sintiendo tanta emoción, tanta vibración, tanta decisión, ¡puede comprender lo que eso significa!

2. La revolución y el socialismo son procesos que avanzan         

Solamente un pueblo organizado y consciente, con un partido dirigente y un Estado socialista, es capaz de enfrentar los desafíos de la actual coyuntura histórica y continuar avanzando en  el proceso de construcción del socialismo, que se inició en el final de la década de los 50.

En el actual momento de superación de desafíos, según sus propios dirigentes, Cuba pretende enfrentar seis tareas urgentes:

1º)
Mantener la autoridad política, ética y moral del partido dirigente. La autoridad del partido está en la justeza da su línea política; en el ejemplo de sus  militantes y cuadros; en su vínculo con el pueblo; en su capacidad de escuchar y de persuadir; en suma, en  su capacidad de incorporar la mayoría del pueblo en la lucha por los objetivos de la revolución socialista.

2º)
Implementar y ampliar la capacidad de crítica y de autocrítica en el interior del partido, manteniéndolo cada vez más abierto y receptivo a las ansias y las necesidades de las masas; aumentar la participación democrática del pueblo organizado en todas las tareas, desde la vacunación de los recién nacidos, hasta la prevención del SIDA, el combate al consumo de drogas y al alcoholismo, hasta la vigilancia revolucionaria, en todos los sentidos y aspectos;

3º)
Perfeccionar las políticas y los métodos para alcanzar mayor nivel de agilidad en la solución de las necesidades e intereses de las masas, sin desviarse del horizonte socialista. Enfrentar y superar las tendencias burocráticas que están presentes en diferentes niveles e instancias del partido, del Estado y de las organizaciones sociales y de masas, y que se manifiestan en la pasividad, en el no cumplimiento de las leyes, en el atraso en la implementación de los programas y definiciones de la revolución socialista.

4º)
Mantener, fortalecer y desarrollar, de forma permanente, la movilización de las masas para enfrentar la contra-revolución y al imperialismo y para mantener la independencia de la nación, tanto desde el punto de vista económico, como político y cultural;

5º)
Fortalecer la concepción de guerra de todo el pueblo que, prácticamente, todos los cubanos conocen, pues ella es la solución de las masas, en la defensa del país durante la posibilidad de una agresión del imperio norte-americano y, por eso, fue creado un poderoso sistema defensivo que involucra a todas las fuerzas y a todo el pueblo.

6º)
Defender la batalla de ideas en el combate a la corrupción, a los desvíos sociales y de conducta, impidiendo que se tornen en cuestiones que puedan colocar en riesgo la seguridad del país y de la revolución. Esa es una batalla que sólo puede ser llevada adelante con la participación de todos. Esta es una batalla vital, pues, como argumentan los revolucionarios, si perdemos la moral, la ética, y la conciencia, el espíritu combativo y creador, el proyecto socialista está condenado al fracaso.

La batalla de ideas no se restringe sólo a los principios, a la teoría, al conocimiento, a la cultura, a los argumentos, a la capacidad de destruir las mentiras y a sembrar las verdades; ella implica, también las realizaciones concretas en todos los aspectos de la vida social y material de los cubanos, que se traducen en la implementación de aproximadamente doscientos programas sociales.

Para entender mejor ese proceso en curso, nada mejor que la definición de revolución tal como la entiende Fidel Castro:

Revolución es el sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes, dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender los valores en que creemos, al costo de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidariedad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás, ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas. Revolución es la unidad, es la independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo” (Cuadernos de Estudios de la Escuela Ñico López, Habana, 2007).

Con firmeza política e ideológica, Fidel procuró demarcar los principios y los pasos fundamentales de la revolución. Su definición no quiere casi explicar la revolución, sino reafirmar la necesidad de unificar, cada vez más, al pueblo, haciendo avanzar la revolución dentro de la revolución y la construcción del socialismo dentro del socialismo.

Dicen que es necesario hablar del socialismo de Cuba y no del socialismo en Cuba. En otros términos, cuando decimos socialismo de Cuba estamos reconociendo la existencia de los diferentes socialismos que están siendo construidos ahora, en este inicio del siglo XXI. Por eso, dicen que la única cosa que se puede copiar de Cuba es la propia idea cubana de que las experiencias históricas socialistas no pueden ser copiadas. La construcción de una sociedad socialista es siempre histórica y no existen recetas listas, ni fórmulas científicas que sean igualmente aplicables en realidades sociales tan diferentes. Aquí, la palabra de orden no es copiar, sino crear e inventar.

Por último, recuerdo el papel del individuo en la historia, pues, si es cierto que la fuerza de los cambios está en la acción consciente y organizada de las masas, también es cierto que, en determinados momentos de la lucha, el individuo cumple un papel decisivo y no se puede dejar de reconocer la maestría, la inteligencia, la capacidad de formulación, de análisis, de dirección, del comandante Fidel Castro. Su autoridad moral y ética, construida en estos años de revolución; su capacidad de proponer, de orientar, de explicar los procesos revolucionarios, tanto para los dirigentes y militantes, como para el pueblo en general; su dedicación incansable; su capacidad de crítica y de auto-crítica, de  anticiparse a los acontecimientos, fueron y son fundamentales. Fidel posee virtudes extraordinarias, pero es probable que la virtud que mejor sintetiza esa historia de 80 años de vida sea su lealtad al pueblo cubano, su firmeza de principios, su capacidad y su coraje de siempre decir la verdad, aún al costo de mayores sacrificios para si mismo y para su pueblo.

Con Fidel y la revolución, el pueblo cubano aprendió lo que es ser independiente, libre y constructor de su propia historia. Por eso, el espíritu revolucionario mantiene vivos los combates, las batallas, las conquistas, las ideas y el legado de los héroes de las luchas libertadoras, en Cuba y en la América Latina, manteniendo la trinchera, la luz, la utopía socialista, que nos empujan hacia adelante, construyendo nuestros caminos y las alternativas en la búsqueda de la justicia social y de la soberanía popular en nuestros propios países.

Este es un breve resumen de mis impresiones de esta visita de reencuentro del pueblo cubano. Un pueblo gracias al cual están vivos, más vivos que nunca, la revolución y el socialismo, que no son solo de todos los cubanos, sino de todos los socialistas y de todos los revolucionarios del mundo, en particular de Nuestra América! Así, todos somos cubanos, porque latino-americanos somos y esta causa es de todos nosotros. Los sueños de Martí, de Bolívar, del Che, de Mariguella, de Florestan, de Apolônio, y de tantos de nosotros, se están  realizándose con una enorme vitalidad de los procesos políticos que están en curso en nuestra región, integrando todos los pueblos que luchan por una América Latina libre e independiente. El enemigo común es poderoso, pero no es invencible. Es lo que aprendí en Cuba y es lo que ella continua a enseñarnos.

Ciudad de Jacareí, São Paulo, mayo de 2007.

(Mi agradecimiento especial a la profesora Heloísa Fernandes por la lectura y la revisión de este texto)

Traducción al español:  Selma Díaz

- Adelar Pizetta, es dirigente del MST y miembro del colectivo de dirección de la Escola Nacional Florestan Fernandes- MST
https://www.alainet.org/es/active/17781

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