El dragón de dos cabezas

Parábola de la economía colombiana

17/05/2007
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Esta historia podría ser una historia cotidiana para cualquier lector como usted.

El dios mercado hizo el dinero y con el vino la inflación, y el hombre veía como el dinero era bueno pero la inflación mala, y era mala porque empobrecía a los hombres más pobres; lo que el hombre no sabía era que también empobrecía (mucho más) a los especuladores cuyas ganancias no eran jugosas si la inflación aparecía. Así que el hombre (el especulador) inventó el Banco Central y vio que era bueno, y bendiciéndolo dijo: “os encargareis de derrotar a la inflación como tu único propósito en el cual sacrificarás toda cualquier otro interés” y el Banco Central tuvo éxito durante muchos años para controlar al demonio de la inflación.

Pero además del dinero, al hombre le gustaban los billetes verdes con las caras de próceres desconocidos y los codiciaba tanto que ordenaba que entraran sin control a su país y los de todas las proveniencias comenzaron a entrar: entraban dólares por cuenta de los emigrantes que no encontraron trabajo en el país, entraban dólares por los inversionistas extranjeros que confiaban en el país y en la seguridad democrática con que los dotó su rey y los hombres vieron que tantos dólares eran buenos y los bendijo.
Era tan bueno que la economía crecía como nunca antes en la historia, era tan bueno que la inversión crecía, que la gente era optimista y se endeudaba en cantidades formidables con los agiotistas del mercado bancario. Pero no era bueno para los pobres del reino, porque los pobres no tenían trabajo y a medida que los demás gastaban cifras exorbitantes, los pobres tenían que restringirse de comprar ropa, de pagar servicios públicos y hasta del mero acto de comer tenían que restringirse. Sin embargo, los hombres (ricos y pobres) dijeron al unísono esto es bueno, alabaron al rey y lo elevaron en las encuestas.

Pero de pronto apareció un gigante dragón rojo y verde con dos cabezas, una llamada “inflación” y la otra llamada “revaluación” y comenzaron a destruir todo a su paso: la confianza de los agentes del mercado, los ingresos de los exportadores, la capacidad de competir de los productores locales para el mercado interno, los salarios de los trabajadores. Y los hombres viendo al dragón destruir su falsa vanidad por causa de su apetito voraz por el dinero (del nacional y del exterior) exclamaron: ¡hay que matar al dragón de dos cabezas!

Y entonces, los escuderos del Banco salieron al campo a enfrentar al dragón con sus armas y sacaron la primera llamada “aumento en las tasas de interés” y atacaron la cabeza de la inflación (no tenían ningún otro objetivo y la revaluación no les preocupaba por no ser de su interés), pero no lograron hacerle mayor daño. Luego, creyendo que el problema estaba en las decisiones de uno de los eunucos del rey, encargado de los asuntos agropecuarios, le quisieron llamar al orden pero nuevamente la inflación tomó más aire, luego en el desespero le quisieron acabar tratando de restringirle el acceso a la comida con la que el dragón se alimenta: buscaron restringir la circulación de dinero en la economía, obligando a los bancos a no prestarlo todo, pero la cabeza de la inflación no lograba ser aplacada.

Por otra parte, el eunuco del rey encargado de los asuntos fiscales y el mismo rey en persona atacó la cabeza de la revaluación. Simplemente dijo que ya no se endeudaría más en el exterior para no traer más dólares. Pero nunca descubrió que lo que alimentaba esta terrible cabeza eran los dólares de los expatriados por la guerra que le mandaban a sus familias en el país y que el rey mostraba como un “excelente resultado económico”, que los dólares provenían de inversionistas que compraban empresas ya establecidas pero no generaban más puestos de trabajo y finalmente que los dólares provenían de actividades oscuras de aliados políticos del rey mismo, a los cuales se les ha tratado con blanda mano haciendo lo contrario a las promesas elevadas antes de ser rey.
Ningún arma funciona finalmente porque nadie ve lo obvio: que las armas usadas son ineficaces para contener la inflación y la revaluación, que ambas cabezas responden a un mismo cerebro que las gobierna, que mientras haya dólares entrando por una política de paz permisiva que permite que los asesinos sigan manteniendo el poder sobre sus activos adquiridos con sangre y muerte y que convierten a la economía nacional en un “paraíso de traquetos”, que dichos dineros no han servido para desarrollar al país de forma ordenada y sostenible porque su lógica es especulativa y estrictamente consumista.

Por ello, ni las medidas del Banco para controlar la inflación, ni los confusos anuncios del Presidente y su Ministro de Hacienda han logrado efecto alguno. Pero nadie en el país quiere entender lo importante: que las cabezas del dragón están hechas de un material especial, están hechas de una burbuja financiera que puede estallar pronto y solo falta quien quiera ponerle la aguja.

- Jairo Bautista, Asesor Congreso de la República

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 62
Corporación Viva la Ciudadanía.
www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/17827?language=en
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