La encrucijada Buritis
02/04/2002
- Opinión
Amigo del rey, un filósofo anduvo pregonando que en la política la
moral no precisa coincidir con las exigencias éticas. Habría una
moral para los ciudadanos y otra para aquellos que transitan en la
esfera que decide la vida de los ciudadanos.
La lección parece haber sido aprendida por algunos ministros del
gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC). Empeñados en desalojar a
los sin tierra de la propiedad de los hijos del presidente, los
ministros Aloysio Nunes Ferreira, Raul Jungmann y Alberto Cardoso
aseguraron al Juez de apelación Gercino José Alves y a la magistrada
María de Oliveira -negociadores del gobierno, enviados por el gobierno
y revestidos de la autoridad del gobierno-, que no habría prisiones,
en caso de que los sin tierra se retirasen pacíficamente. Además de
eso, sus líderes serían recibidos por el ministro de Desarrollo
Agrario.
Los magistrados confiaron en la palabra de sus superiores y los sin
tierra en la de los magistrados. Finalizada la retirada, la Policía
Federal apresó a 16 agricultores. En nombre de la decencia, los
magistrados dimitieron, conscientes de que, como mínimo, hicieron
papel de bobos. Fueron inducidos a negociar una emboscada.
Los sin tierra de Buritis también cayeron en una emboscada electorera.
En las cuatro veces anteriores en que se aproximaron a la hacienda
presidencial, como recurso para asegurarse que sus reivindicaciones
sean oídas, jamás ingresaron en la propiedad. Esta vez, encontraron
abiertos el porton de la hacienda y la puerta de la casa. Caminaron
del hecho político a la invasión de privacidad y de propiedad, pues la
hacienda es productiva y no se instaló en tierra con problemas o sin
uso.
Así, dieron al ministro de Justicia, promotor electoral de José Serra
(candidato presidencial del oficialista PSDB) y al ministro de
Desarrollo Agrario, pre candidato a la presidencia, la munición que
necesitaban para atacar la candidatura de Lula, estableciendo una
vinculación entre el MST y el Partido de los Trabajadores (PT). José
Dirceu, presidente del PT, protestó, negó los vínculos, y el ministro
retrocedió.
Hay más de 500 familias asentadas en la región de Buritis. Quieren el
asentamiento de más de 80 familias que se encontraban acampadas en
situación de miseria. Desde hace años, todas ellas luchan por la
conseguir un asentamiento, viviendas y créditos para la producción.
Cada vez que, para hacerse oír, los asentados se aproximaban a la
hacienda presidencial, el ministro Raul Jungmann prometía atenderlos.
Nunca lo hizo. Llegó a declarar que cada familia recibirá 23 mil
reales, lo que no conceden los catastros del Pronaf y del Incra.
Para reivindicar sus derechos, empresarios, abogados, médicos,
banqueros o profesores contactan diputados y senadores, promueven
notas en los medios, dan entrevistas, son recibidos en audiencia en
las oficinas de Planalto. Y los miserables, ¿qué hacen? ¿A quién
recurren? Ya se quejaron hasta con los obispos, al punto de que la
propia Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) denunció el
desinterés del gobierno para dialogar con el MST.
Reelecto FHC, fui llevado por el diputado federal Tilden Santiago a la
mansión del vicepresidente Marco Maciel. Lo exhorté que convenza al
gobierno a mantener abiertos los canales con los movimientos sociales.
En vano, pese al empeño del vicepresidente de la República.
Gandhi y Luther King enseñaron formas legítimas de presión, hoy
utilizadas por el MST. Sufrieron, en sus épocas, ataques semejantes.
Excesos y precipitaciones que, en ocasiones, ocurren, están lejos de
compararse a los recursos utilizados por quien no escupe en el suelo,
pero envía regalos a las autoridades y contribuye a la caja 2 de
campañas electorales. Pedir elegancia y trato fino a quien pasa
hambre y quiere tan solo un pedazo de tierra para sobrevivir es
zapatear sobre la evidencia de que los sin tierra son víctimas de una
reforma agraria que nunca salió del papel y de los discursos.
En estos últimos ocho años, cerca de 920 mil pequeñas propiedades
rurales fueron eliminadas del mapa de Brasil. Según Mons. Tomás
Balduino, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra, apenas 2,8%
de los 3.114.898 inmuebles rurales ocupa 56,7% de toda el área
disponible.
Jean Ziegler, guste o no al gobierno, tenía razón al afirmar, en su
informe la ONU, que Brasil vive una guerra social. Hasta hoy, seis
años después, prosiguen impunes los que asesinaron a los 21
agricultores en Eldorado dos Carajás.
Sólo quien fue adepto de Stalin puede considerar que el MST es la
correa de transmisión del PT, como ocurría en la Unión Soviética con
los movimientos sociales. Pero valdría que el PT no pase a tener
vergüenza de sus orígenes. Fuera de los excluidos, el PT no tiene
salvación. Y dudo que gane la elección.
* Frei Betto es escritor, asesor de movimientos pastorales y sociales,
es autor de "Batismo de Sangue" (Casa Amarela), entre otros libros.
https://www.alainet.org/es/active/1876
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