¿Armonía?

30/07/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

¿Por qué complicamos nuestra existencia cuando vivir de forma armónica con nuestros semejantes, con el Medio, con uno mismo es el camino más fácil?

He pasado una semana con Pedro Casaldáliga y su Comunidad en Sao Félix d’Araguaia en el Matto Grosso, Brasil. La experiencia ha sido genial. Cuando escuchas que alguien habla de un obispo, aparece ante ti la imagen de un hombre con indumentaria costosa, cara triste, actitud tirante...no al alcance de todos sino al de unos pocos, de aquellos que tiene a su alrededor que le cuentan solo lo que le gusta oír.

Llegar a Sao Felix d’Araguaia después de sobrevolar el Matto Grosso maravilloso, con aquella avioneta para nueve pasajeros “afortunados” que hace tres escalas en las tres horas que dura el vuelo, y encontrarse con Don Pedro -como allá le conocen todos-, el hombre sencillo y amable que viste como el resto de sus vecinos y calza sandalias de goma igual que todos, empiezas a comprender que, quien está ante ti, es uno de estos escasos profetas que permanecen sobre la tierra, hombre equilibrado, tanto por lo que respecta a ideas como hechos.

Pedro Casaldaliga emana fe, esperanza, y no es preciso decir que practica la caridad desde que se levanta hasta que se acuesta entrada la noche.

De rostro sereno, con una sonrisa siempre en los labios, sabe aplicar, en todo momento, la palabra justa.

Conversador insaciable aprovecha su fina ironía para desmitificar no importa qué o desmontar cualquier mal pensamiento que te permitas hacer respecto a otros personajes a los que jamás quiere criticar. Tiene, como máxima expresión, una frase que me complace “todos son hijos de Díos”.

Vive de forma humilde al igual que todas las personas que configuran aquel pueblo, unos cinco mil habitantes al entorno de este hermoso río Araguaia que les proporciona buen pescado, esplendoroso paisaje, flora y fauna exquisita, que muchos quisiéramos para nuestro entorno.

La gente allá es alegre, sabe aprovechar lo que tiene de bueno, vivir en condiciones que, aunque no óptimas, les permiten lo indispensable para su vida cotidiana.

El Paseo, en la vera del Araguaia a manera de malecón, está lleno de mangueras que a parte de producir riquísimos mangos, ofrecen amplia sombra donde protegerse del sol y del calor. Allá se reúnen jóvenes y viejos, niños con sus madres, sentados en cuidados bancos bajo los árboles, o en sillas junto a los chiringuitos donde tomar suculentos jugos de frutas, que varían según época del año.

Charlan , sonríen, contemplan a los recién llegados con interés, a menudo te preguntan¿ sois amigos de Don Pedro? Supone que la mayoría de las personas que se acercan al pueblo vienen a visitar a este gran teólogo, libre pensador, que hace que muchas autoridades eclesiásticas no puedan conciliar el sueño.

Yo les recomendaría de ir a visitarle, a compartir su plegaria y su tertulia, igual que hacemos algunos mortales.

Probablemente sus opiniones tomarían otro cariz. En Sao Féliz se vive una autentica comunión entre unos y otros, también con los pocos indios karajás que quedan y que, dos veces por semana llegan con sus grandes barcazas, de las islas cercanas donde habitan para hacer intercambio de productos, tu me das, yo te doy...

Pocos vehículos circulan por Sao Félix, pocas motos, algunas bicicletas, todo el mundo camina, todos pasean, todos se ayudan, todos sueñan...

El Palacio Episcopal, donde vive Don Pedro, es una sencilla casita que no difiera de las demás. En el centro del jardín hay una capilla, bajo una glorieta y en ella el Sagrario, al alcance de quienes quieran acercarse. Las puertas permanecen siempre abiertas.

Unas pequeñas habitaciones albergan a Pedro y a dos agustinos Pablo y Félix que viven con él así como una monja Irene, que cuida del archivo. Si lo vieran nuestros ingenieros técnicos no lo creerían!! De forma manual, con gran capacidad y memoria, a pesar de sus 83 años, tía Irene así la llaman todos, ha ordenado, sobre papel, vida e historia de este obispo singular que ha vivido en plenitud junto a los pobres, y que manifiesta su deseo de morir cerca de ellos, que tanto le han dado.

Perfecta armonía, agradable comunión, todos para todos como decían los mosqueteros la diferencia es que, en Sao Felíx únicamente disponen de una arma llamada AMOR. Pedro sembró en época pertinente, ahora se acerca el momento de la recolección.

 
- Montserrat Ponsa i Tarrés, escritora, Catalunya
https://www.alainet.org/es/active/18862
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS