La economía bien, pero el país mal

Balance del primer año del segundo periodo de Álvaro Uribe

09/08/2007
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En recientes días volvió a aparecer en los medios de comunicación una frase que hizo furor en la década de los setenta: a la economía le va muy bien, pero al país le va muy mal. Y se ha vuelto a poner de moda, nuevamente, porque en los últimos dos años la economía colombiana ha exhibido un comportamiento inusualmente positivo según unos y sospechosamente positivo para otros.

Y no es para menos: en el último trimestre el crecimiento alcanzó el 8.9%, una cifra que no se veía en décadas, la inversión creció a tasas superiores del 25% fundamentalmente la de bienes de capital, y el tren de consumo avanza a velocidades astronómicas, superando un crecimiento del 10% anual. ¿Entonces de que nos preocupamos?

Los primeros nubarrones aparecen con las cifras de empleo. Un desempleo que a pesar del auge económico se resiste a caer por debajo del 10%, una cifra escandalosa en cualquier país, además por el crecimiento de la informalidad que superó el 35% y que en el último año no ha bajado del 32%, un punto muy alto para cualquier gobierno y un lunar en la política económica de cualquier presidente. Estas cifras deben llamar la atención de cualquiera. Además de ello, la preocupación aumenta porque las cifras de pobreza y desigualdad se estancaron y no presentan mejoría, a pesar de que mejoran los subsidios y la focalización de los mismos (en teoría claro está) los pobres en Colombia siguen siendo más de la mitad de la población.

A lo anterior se suma que el dólar está en caída libre. Unas importaciones que crecen al 30% anual por cuenta de el fenómeno revaluacionista que hace que éstas sean cada vez más baratas, cocinándose una crisis industrial local: los productores nacionales no exportan mucho porque el dólar no hace que sus precios sean competitivos y tampoco tienen ventajas en el mercado interno porque la producción externa llega mucho más barata. Dan cuenta de ello la industria textilera de Antioquia y el Eje Cafetero (amado terruño presidencial) en la cual se han perdido, en el último año, más de 30 mil puestos de trabajo sin que a nadie se le haya movido una pestaña. Igualmente, otros sectores se han visto golpeados y han encontrado alivios en la situación actual de la Venezuela chavista que es la que ha impulsado la demanda de productos colombianos agrícolas e industriales.

Las controversias sobre el desempeño económico se agudizan por la perdida total de credibilidad del DANE, el cual cada tiempo anda inventando nuevas metodologías que suman confusión al análisis del comportamiento de la economía. Por otra parte, el Presidente se cansó de intentar que el DANE dijera solamente lo que era conveniente para el gobierno y ahora anda inventando todo tipo de estadísticas traídas de los cabellos para mostrar que lo malo es bueno y que el DANE se equivoca. La nueva oficina de estadísticas presidenciales parece tener más audiencia entre los medios de comunicación que la institución legalmente encargada para ello. Con lo cual se cumple nuestro peor augurio: vamos a vivir en una etapa de desinformación donde la Presidencia de la República será la única que tenga razón en todo.

Ya muchos han aventurado sus teorías sobre el porqué la economía crece, pero el desempleo no cede: que es un problema derivado de la preferencia a invertir en bienes de capital que sustituyen personas, que es resultado del crecimiento de la demanda económica y del buen estado del sistema financiero, etc. Pero la que más se apunta a ser avalada por el gobierno nacional es que hay desempleo porque en Colombia los salarios siguen siendo muy altos y los empresarios entonces prefieren traer máquinas, solución: bajar aún más los salarios. Este argumento también intentó colarse como explicación del pobre desempeño de George W. Bush al frente de la economía norteamericana, explicación que fracasó ante la evidente torpeza de su manejo fiscal, el cual se desbordó por las ansias de conquistar Irak y el oriente Medio en una guerra sin sentido.

Algo similar pasa aquí: el frente fiscal está desecho porque el Presidente y su gabinete consideran que hay que gastar a manos llenas, el endeudamiento externo creció un 15% en dólares en el último año y el déficit fiscal del gobierno central está rondando el 5% del PIB. Si sumado a ello, tenemos un panorama donde las privatizaciones de los pocos activos públicos que quedan estarán a la orden del día y cuya venta se usará en apalancar la guerra o en aceitar el clientelismo y el populismo presidencial con subsidios repartidos en Consejos Comunitarios cada 8 días, pues no está lejos el día en que el tren de gasto público del gobierno central no de abasto y la deuda (que hoy es barata gracias a un dólar revaluado y a unas tasas de interés bajas) y luego digan que el problema es de las regiones, o del Seguro Social, o de los pensionados, cuando la culpa toda la tiene el Presidente mismo.

Y para finalizar este somero balance: el crecimiento económico es solo una señal de que algo anda mal en la economía, y es el reflejo de un modelo de desarrollo que desde el principio sabíamos que iba a ser para beneficiar a los mismos de siempre: a las minorías dueñas del capital productivo, dueñas del capital financiero, dueñas de las tierras (sin importar si su titularidad fue adquirida legal o ilegalmente), o sea a los mismos dueños del país. El balance de estos cinco años de gestión es el de siempre: circo, mucho circo para el pueblo y de pan más bien poco. O sea que a la economía (a la de los dueños del país claro está) le siguen yendo muy bien, y al país (es decir al 99% de los colombianos) le va muy mal.

- Jairo Alonso Bautista, Asesor Parlamentario

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía.
www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/19036?language=en
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