Si, ¡hay culpables!

13/11/2007
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  • Opinión
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El empeño para que no se hable ni de culpas, ni de culpables, de la tragedia social recrudecida por la tormenta Noel en República Dominicana, es grande y persistente. Muy grande y muy persistente.

Una gran parte de los “hacedores de opinión pública” y el propio Cardenal de la Santa Madre Católica, Apostólica y Romana llevan la voz cantante en ese gran coro nacional e internacional.

No hay –según su parecer- humanos culpables: toda la responsabilidad la tiene la inoportuna, diabólica e impredecible tormenta Noel; la misma que pasó por Cuba, potenciados sus bríos, y no pudo provocar ni una sola muerte, ni hacer daños sensibles. “Cuando la partera es mala, entonces le hecha la culpa”… a la “naturaleza”.

Es hora –nos dicen- de expresar solidaridad con las víctimas y no de buscar culpables.

El empobrecimiento y el abandono del pueblo cayeron del cielo.

Los bosques, los ríos, los suelos y subsuelos, las montañas y colinas se hicieron daños a sí mismos.

La exclusión social, la marginalidad, la depredación del ambiente llegaron a Quisqueya por arte de magia.

La imprevisión, la irresponsabilidad, el ocultamiento de información, la ausencia de políticas sobre prevención de desastres… a pesar de todo lo que enseñaron las experiencias ya sufridas, nada tienen que ver con gobiernos y funcionarios. Son cosas del maldito destino, o una especie de “estado natural” del Estado dominicano.

Cuando Noel se aproximaba, Leonel no estaba en campaña en Moca. Eso fue un invento simultáneo de todos los medios de comunicación

Los correos con los boletines meteorológicos anunciando la tormenta nunca llegaron a funcionarios algunos. Ese es otro invento del Internet y de la oficina correspondiente.

Nadie es responsable de que el Comité de Emergencia y la Defensa Civil carezcan de todo: de planes, de medios, de gasolina, de vínculos con la sociedad…a pesar de la abnegación de muchos (as) de sus integrantes.

Un fantasma decidió que nunca se construyeran refugios adecuados.

La corrupción vino del más allá

Las instalaciones del Estado han sido degradadas hasta lo infuncional por obra y gracia de algún espíritu malo.

El Ciclón David, la Tormenta Federico, el Ciclón Flora, El Huracán George y la tormenta Noel y muchas otras tormentas y huracanes se han propuesto que seamos altamente vulnerables a sus vientos y aguas. Cada vez más.

Dios o el Diablo han querido que la inversión en educación y salud sean tan escasa y que el negocio privado y la corrupción arropen los servicios públicos.

El neoliberalismo vino de Marte. La deuda externa, el FMI y el Banco Mundial de Júpiter. Nadie de por aquí los trajo como tampoco nadie firmó el TLC (DR-Cafta)

Las privatizaciones fueron ordenadas desde la estrella Orión. Los Reyes Magos trajeron a las mineras Alcoa, Rosario Resource y Falconbridge. Los granceros y los areneros vinieron de Saturno.

Ni el Cardenal ni Agripino conocen a estos invasores tan sonados.

Ellos jamás han sabido de de la existencia de la partidocracia corrompida, del “hombre del maletín”, de los “cofrecitos” de los legisladores, de la mafiosa Sun Lang, la estafadel Metro, del Peme…Tampoco conocen de banqueros bancarroteros, ni de oligarcas insaciables, ni de capitalistas genocidas y ecocidas.

No hay culpables de nada. No hay seres humanos responsables del estado de la insolidaridad impuesto desde arriba.

Basta ahora con llevar una ropita vieja a un refugio, con repartir una parte de los medicinas donados y robarse otras, con autorizar algunas raciones de alimentos…hasta que vuelva el próximo David, Federico, George, Noel…cada vez más dañino. Y así por los siglos de los siglos después de cinco siglos de ignominias. Piensan ellos…

Pero la verdad no ha tardado en destruir esas máscaras y esos encubrimientos. Leonel Fernández ha sido el primero en pagar el costo de su extrema simulación: quiso presentarse como un hombre progresista en medio de su desgobierno, pretendió convertirse en anfitrión de las izquierdas latinoamericanas y trató de insistir en esa farsa aun después que Noel desnudara más aun su desastrosa gestión gubernamental. Y se encontró con un enorme vacío político internacional y nacional.

Las izquierdas del continente no nos tragamos ese cuento y a la luz de esta tragedia social, producto de una deuda social agravada por las políticas neoliberales y por la corrupción e insensibilidad humana de este gobierno, reforzaron la actitud de no hacerle el juego a su hipocresía. Y Leonel, derrotado en ese intento, tomó a Noel como pretexto para anunciar la suspensión de esa “cumbre de izquierda” previamente colapsada.
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