Asamblea Nacional Constituyente: Revolución ciudadana en marcha
08/12/2007
- Opinión
I.
Un acontecimiento inusitado recorre al Ecuador: el primer año de gobierno del economista Rafael Correa Delgado ha estado marcado por el cumplimiento a rajatabla de las promesas electorales que lo llevaron a la presidencia del vecino del sur y que él mismo ha denominado el inicio de la Revolución Ciudadana.
El primer decreto presidencial emitido el día de la posesión abrió el camino para que, el 15 de abril, el pueblo se pronunciara a favor o en contra de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de Plenos Poderes.
Sin antecedente alguno los ecuatorianos votaron mayoritariamente a favor en proporción de 8 a 1 por la convocatoria de la Asamblea. El texto aprobado rezaba:
El 30 de septiembre los ecuatorianos concurrieron a las urnas dejando como amplio ganador la lista de Acuerdo País, lista oficialista impulsada por el presidente Correa y que alcanzó 80 asambleístas de un total de 130. No se encuentra entre ellas otras agrupaciones alineadas en la tenencia de izquierda tales como Pachakutik, Red Ética y Democracia y Movimiento Popular Democrático que suman 10 asambleístas. En conclusión la gran derrotada ha sido la Partidocracia de derecha, encarnada en partidos tradicionales tales como el Partido Social Cristiano del ex presidente León Febres-Cordero, el PRIAN del bananero y ex candidato presidencial Álvaro Novoa y del Partido Sociedad Patriótica del coronel Lucio Gutiérrez.
II.
La reacción de los medios de comunicación, altavoces de la banca propietaria de los mismos y guiados editorialmente por la partidocracia derrotada no se hizo esperar.
Pulularon, inmediatamente, los llamados a construir un consenso entre los sectores minoritarios (partidocracia perdedora) y la mayoría oficialista so pena de incurrir en un desastre nacional provocado por una mayoría aplastante que definiría un proyecto hegemónico de país.
El poder tradicional construye mediáticamente el argumento peregrino de que los plenos poderes de la Asamblea Constituyente no pueden ir más allá de la transformación institucional del país, sumado a que la dirección de la Asamblea debe ser paritaria entre los sectores mayoritarios y los minoritarios.
En contravía, el sector oficialista y el ejecutivo sostienen que los plenos poderes les facultan para asumir la conducción de la Asamblea y emprender, además de los cambios institucionales, las transformaciones económicas, jurídicas, administrativas y sociales que el constituyente primario demanda.
En consonancia, el Presidente y el tren ejecutivo han puesto a disposición de la Asamblea sus poderes al igual que el Procurador, el Fiscal General y la Corte suprema.
III.
La revolución ciudadana y la Asamblea Nacional Constituyente
En la apertura de la Asamblea, Alberto Acosta, elegido presidente de la misma por 121 de sus miembros, presentó lo que será la agenda que pondrá en discusión el proyecto Acuerdo País en el Foro Constituyente.
La propuesta constituyente es la base de la Revolución Ciudadana, cuyo eje central es la recuperación de la ética para derrotar la corrupción e instituir políticas de transparencia y rendición de cuentas.
La revolución ciudadana, desde la Asamblea Nacional Constituyente, apuesta por la repolitización de la sociedad ecuatoriana y el cambio en el equilibrio del poder político dentro del Estado, para romper la inestabilidad política de la última década, donde en esos 10 años nueve personas fungieron como presidentes de la República.
En su discurso el citado presidente de la Asamblea ha manifestado que la constituyente debe caminar al menos por los siguientes senderos:
En lo social, prioridad de gastos en educación y salud, en tanto derechos humanos, buscando maximizar su accesibilidad y calidad. Se plantea la universalidad de la seguridad social, que no podrá ser privatizada, en atención a principios de solidaridad, justicia y eficacia.
La búsqueda de una economía solidaria, que supere el enfrentamiento entre mercado y Estado, delimitando el papel de los mercados en función de los intereses de la sociedad, evitando el canibalismo económico entre los seres humanos.
Apunta en consecuencia a una economía de productores y propietarios, no de especuladores, ni mucho menos de monopolistas.
Desde el ámbito de la política se propone construir una sociedad democrática. Se rechaza la reelección indefinida para todo cargo de elección popular y o entidades financiadas por el Estado.
Para nosotros, continua expresando Alberto Acosta, es indispensable consagrar la alternatividad en el poder como característica básica de la democracia.
Igualmente se garantiza la independencia partidista de los tribunales de justicia, así como los organismos de control. El proyecto busca que sean los ciudadanos y ciudadanas –-y no los pseudopartidos-- ni sus respectivos señores feudales quienes controlen las diferentes instancias del Estado central y seccional.
Se alienta un reordenamiento territorial y administrativo solidario y eficiente, sustentado en regiones autónomas construidas democráticamente que consoliden de manera efectiva la unidad del Ecuador.
La construcción del Estado estará orientada por la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana y en especial por un apoyo a todos los esfuerzos por globalizar la paz.
Ambientalmente la apuesta es grande: hacer del país un líder mundial por la defensa CREATIVA y propósitiva del medio ambiente.
Finalmente en el cierre de su discurso inaugural señala Acosta que las constituyentes y las leyes no reducen los problemas, pero sin ellas ajustadas al nuevo contexto de revolución ciudadana no será posible un nuevo Ecuador. En esta perspectiva se redactará la Constitución como un proyecto de vida en común. Para ello la gran tarea es transformar la ciudadanía en Asambleístas.
Así, habrá que traducir la mayoría en el seno de la Asamblea en una inmensa movilización política pedagógica por fuera del recinto constituido. El Constituyente primario demanda formación para la movilización que debe materializarse en el referendo aprobatorio de la carta magna a mediados del primer semestre del próximo año.
José Miguel Sánchez Giraldo
Educador Popular. Profesional en Ciencias Políticas, Universidad Del Valle
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía.
www.vivalaciudadania.org
Un acontecimiento inusitado recorre al Ecuador: el primer año de gobierno del economista Rafael Correa Delgado ha estado marcado por el cumplimiento a rajatabla de las promesas electorales que lo llevaron a la presidencia del vecino del sur y que él mismo ha denominado el inicio de la Revolución Ciudadana.
El primer decreto presidencial emitido el día de la posesión abrió el camino para que, el 15 de abril, el pueblo se pronunciara a favor o en contra de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de Plenos Poderes.
Sin antecedente alguno los ecuatorianos votaron mayoritariamente a favor en proporción de 8 a 1 por la convocatoria de la Asamblea. El texto aprobado rezaba:
El 30 de septiembre los ecuatorianos concurrieron a las urnas dejando como amplio ganador la lista de Acuerdo País, lista oficialista impulsada por el presidente Correa y que alcanzó 80 asambleístas de un total de 130. No se encuentra entre ellas otras agrupaciones alineadas en la tenencia de izquierda tales como Pachakutik, Red Ética y Democracia y Movimiento Popular Democrático que suman 10 asambleístas. En conclusión la gran derrotada ha sido la Partidocracia de derecha, encarnada en partidos tradicionales tales como el Partido Social Cristiano del ex presidente León Febres-Cordero, el PRIAN del bananero y ex candidato presidencial Álvaro Novoa y del Partido Sociedad Patriótica del coronel Lucio Gutiérrez.
II.
La reacción de los medios de comunicación, altavoces de la banca propietaria de los mismos y guiados editorialmente por la partidocracia derrotada no se hizo esperar.
Pulularon, inmediatamente, los llamados a construir un consenso entre los sectores minoritarios (partidocracia perdedora) y la mayoría oficialista so pena de incurrir en un desastre nacional provocado por una mayoría aplastante que definiría un proyecto hegemónico de país.
El poder tradicional construye mediáticamente el argumento peregrino de que los plenos poderes de la Asamblea Constituyente no pueden ir más allá de la transformación institucional del país, sumado a que la dirección de la Asamblea debe ser paritaria entre los sectores mayoritarios y los minoritarios.
En contravía, el sector oficialista y el ejecutivo sostienen que los plenos poderes les facultan para asumir la conducción de la Asamblea y emprender, además de los cambios institucionales, las transformaciones económicas, jurídicas, administrativas y sociales que el constituyente primario demanda.
En consonancia, el Presidente y el tren ejecutivo han puesto a disposición de la Asamblea sus poderes al igual que el Procurador, el Fiscal General y la Corte suprema.
III.
La revolución ciudadana y la Asamblea Nacional Constituyente
En la apertura de la Asamblea, Alberto Acosta, elegido presidente de la misma por 121 de sus miembros, presentó lo que será la agenda que pondrá en discusión el proyecto Acuerdo País en el Foro Constituyente.
La propuesta constituyente es la base de la Revolución Ciudadana, cuyo eje central es la recuperación de la ética para derrotar la corrupción e instituir políticas de transparencia y rendición de cuentas.
La revolución ciudadana, desde la Asamblea Nacional Constituyente, apuesta por la repolitización de la sociedad ecuatoriana y el cambio en el equilibrio del poder político dentro del Estado, para romper la inestabilidad política de la última década, donde en esos 10 años nueve personas fungieron como presidentes de la República.
En su discurso el citado presidente de la Asamblea ha manifestado que la constituyente debe caminar al menos por los siguientes senderos:
En lo social, prioridad de gastos en educación y salud, en tanto derechos humanos, buscando maximizar su accesibilidad y calidad. Se plantea la universalidad de la seguridad social, que no podrá ser privatizada, en atención a principios de solidaridad, justicia y eficacia.
La búsqueda de una economía solidaria, que supere el enfrentamiento entre mercado y Estado, delimitando el papel de los mercados en función de los intereses de la sociedad, evitando el canibalismo económico entre los seres humanos.
Apunta en consecuencia a una economía de productores y propietarios, no de especuladores, ni mucho menos de monopolistas.
Desde el ámbito de la política se propone construir una sociedad democrática. Se rechaza la reelección indefinida para todo cargo de elección popular y o entidades financiadas por el Estado.
Para nosotros, continua expresando Alberto Acosta, es indispensable consagrar la alternatividad en el poder como característica básica de la democracia.
Igualmente se garantiza la independencia partidista de los tribunales de justicia, así como los organismos de control. El proyecto busca que sean los ciudadanos y ciudadanas –-y no los pseudopartidos-- ni sus respectivos señores feudales quienes controlen las diferentes instancias del Estado central y seccional.
Se alienta un reordenamiento territorial y administrativo solidario y eficiente, sustentado en regiones autónomas construidas democráticamente que consoliden de manera efectiva la unidad del Ecuador.
La construcción del Estado estará orientada por la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana y en especial por un apoyo a todos los esfuerzos por globalizar la paz.
Ambientalmente la apuesta es grande: hacer del país un líder mundial por la defensa CREATIVA y propósitiva del medio ambiente.
Finalmente en el cierre de su discurso inaugural señala Acosta que las constituyentes y las leyes no reducen los problemas, pero sin ellas ajustadas al nuevo contexto de revolución ciudadana no será posible un nuevo Ecuador. En esta perspectiva se redactará la Constitución como un proyecto de vida en común. Para ello la gran tarea es transformar la ciudadanía en Asambleístas.
Así, habrá que traducir la mayoría en el seno de la Asamblea en una inmensa movilización política pedagógica por fuera del recinto constituido. El Constituyente primario demanda formación para la movilización que debe materializarse en el referendo aprobatorio de la carta magna a mediados del primer semestre del próximo año.
José Miguel Sánchez Giraldo
Educador Popular. Profesional en Ciencias Políticas, Universidad Del Valle
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía.
www.vivalaciudadania.org
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