Sara y Simón: El tiempo recobrado

15/07/2002
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Sara Méndez y Mauricio Gatti, dejaron Montevideo en 1973, cuando las Fuerzas Armadas allanaron su domicilio y las casas de varios de sus familiares con el propósito de apresarlos. Atravesando el Río de la Plata, vivieron clandestinos en varios lugares de Buenos Aires. El 13 de julio de 1976, cuando un grupo de tareas del Plan Cóndor, comandado por el mayor del ejército uruguayo José Nino Gavazzo y el paramilitar argentino Anibal Gordon, entró abruptamente en su casa del barrio de Belgrano, Mauricio no se encontraba. Sara sí, pero no estaba sóla, con ella se hallaban el pequeño hijo de ambos, Simón Antonio, que había nacido el 22 de junio anterior, y otra militante uruguaya, Asilú Maceiro. Tras golpearlas duramente mientras las interrogaban, fueron trasladadas a Automotores Orletti. Antes, Sara le reclamó al mayor Gavazzo por la suerte de Simón, a lo que el militar le contestó que se quedara tranquila, que la guerra no era contra los niños. Pasarían casi 26 años antes de que Sara volviera a ver a Simón.
I
La Argentina de 1976 era campo de operaciones militares y paramilitares -no sólo argentinas- que buscaban derrotar las movilizaciones populares ascendentes, las organizaciones guerrilleras, y la actividad de los exilados políticos que residían en el país. La represión era desalmada también contra los uruguayos. En abril habían acribillado en la calle a la maestra Telba Juárez y desaparecido a su esposo. Tan sólo un mes antes del nacimiento de Simón, habían sido secuestrados, torturados y asesinados los legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y el matrimonio Withelaw-Barredo, y el 9 de junio había sido secuestrado el sindicalista gráfico, tío de Simón, Gerardo Gatti. En la cárcel clandestina de Automotores Orletti, los detenidos eran sometidos a terribles torturas y Sara no fue la excepción. Allí pudo identificar a otro militar uruguayo, el Capitán Manuel Cordero, y pudo oír las voces de otras personas que luego reconocería en Uruguay como las de oficiales y personal de tropa de las Fuerzas Armadas Uruguayas. En una vuelta de tuerca que les salvó la vida, los militares fingirían haber detenido al grupo en Uruguay. Luego de permanecer secuestrada en Orletti cerca de 10 días, Sara fue trasladada clandestinamente a Uruguay junto con otros secuestrados. Durante los siguientes cuatro meses estuvo prisionera en cárceles clandestinas de las Fuerzas Armadas. Mientras se preparaba un operativo escandaloso de detenciones en un balneario pocos kilómetros al este de Montevideo y en hoteles céntricos de la ciudad. Según se informó en la ocasión, mediante un comunicado de las Fuerzas Conjuntas leído personalmente por el mayor José Nino Gavazzo, se trataba de exiliados subversivos procedentes de la Argentina que habían iniciado una "invasión" al territorio uruguayo para derrocar al gobierno. Este operativo, que además legalizó la detención de los militantes de izquierda, tenía como objetivo demostrar a Estados Unidos que en el país, la "subversión" era un problema vigente, y frenar así la aplicación de la enmienda Coch, por la cual Washington suspendería un apoyo económico a Uruguay de 5 millones de dólares anuales para gastos militares. En el mismo sentido operó el asesinato de los legisladores Michelini y Gutiérrez Ruiz junto a los tupamaros Rosario Barredo y William Whitelaw. Posteriormente, la mayoría de los "invasores" fueron condenados por la Justicia Militar e internados en las cárceles de Libertad, los hombres, y de Punta de Rieles, las mujeres.
II
Pocos días antes de ingresar al Penal de Punta Rieles, como lo hacían con todos los presos políticos, los militares le pidieron a Sara que les diera el domicilio de algún familiar donde ellos acudirían para indicarle a su familia que le enviaran ropa de cama y otros implementos. Ella aprovechó la ocasión y le solicitó al oficial encargado, Enrique Martínez, que le preguntara a su familia si habían podido rescatar a Simón. De regreso de su comisión, Martínez le informó que su familia no tenía al niño. Entonces Sara solicitó una entrevista con Gavazzo para reclamar por el paradero de su bebé. El militar, acompañado por su jefe, el coronel Juan Antonio Rodríguez Buratti, le prometió encontrarlo y -señalando al coronel- le dijo que "él mismo se va a ocupar". No fue así, recién cuando en mayo de 1981 Sara recobró su libertad, comenzó la búsqueda de su hijo, en estrecha relación con las Abuelas de Plaza de Mayo. A mediados de 1984 ésta organización le informó sobre un niño que podría ser Simón, y Sara y Mauricio se radicaron en Buenos Aires para seguir esa pista. Pero a principios de 1987, el senador Germán Araújo (Frente Amplio) le comunicó su casi certeza de que un niño que vivía en el barrio montevideano de La Teja era Simón. Se trataba del joven Gerardo Vázquez, quien había sido adoptado por un matrimonio vinculado familiarmente al ya mencionado coronel Rodríguez Buratti, quién tuvo importante participación en el operativo de secuestro de Simón. Sara y Mauricio no pudieron lograr que los padres adoptivos aceptaran verificar la identidad del niño mediante una prueba sanguínea, y por tal motivo en 1989 iniciaron acciones judiciales solicitándolo. En 1990 el juez penal a cargo de la causa dictaminó que no existían pruebas suficientes para realizar la prueba y archivó el caso. Lo mismo sucedió con la causa presentada ante un juzgado de Familia. De todas maneras, Sara y Mauricio estaban convencidos de que ese chico era Simón, y dejaron de seguir las otras pistas existentes. El 11 de abril de 1991, Mauricio Gatti falleció de un ataque cardíaco, seguro de que había encontrado a su hijo... Las acciones judiciales de Sara continuaron sin éxito hasta que poco después de asumir la primera magistratura el 1° de marzo de 2000, el presidente Jorge Batlle recibió a Sara y le prometió interceder ante el muchacho (ya mayor de edad), para que aceptara el estudio de ADN. Así se hizo, pero el resultado fue negativo. Gerardo no era Simón. Había que seguir buscando. A diferencia de sus antecesores -Julio Sanguinetti y Luis Lacalle-, el presidente Batlle se percató de que la única manera de comenzar a cerrar las heridas que abrió la dictadura de 1973-85 era averiguar lo sucedido con los detenidos- desaparecidos y los niños robados por los militares. A tal fin, constituyó la llamada Comisión para la Paz, integrada por un representante personal suyo, un representante del líder de la oposición, Tabaré Vázquez, uno de los familiares de desaparecidos, uno de la central obrera PIT-CNT, uno del cogobernante Partido Nacional, y uno de la Iglesia Católica uruguaya. La Comisión no ha dado hasta ahora los resultados que muchos esperaban, limitándose a confirmar la muerte por torturas de la mayoría de los detenidos- desaparecidos en Uruguay sin que aparecieran los restos, y cotejar las huellas digitales de cuerpos aparecidos hace años en tumbas NN en Argentina.
III
A Simón no lo encontró la Comisión para la Paz sino un periodista y un senador. Samuel Blixen, en el semanario Brecha explica: "En una investigación para la revista Posdata, el periodista Roger Rodríguez había obtenido, a comienzos del año pasado, una entrevista con uno de los miembros de la banda de Gordon, el equipo de agentes de la side y del Batallón 601 argentinos que operó en Automotores Orletti y que junto con los equipos uruguayos del Servicio de Inteligencia de Defensa (SID) y del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), desplazados a Buenos Aires en el marco del Plan Cóndor, son responsables de un centenar largo de desapariciones de exiliados uruguayos. De esa entrevista, Rodríguez obtuvo indicios sobre una clínica bonaerense, ubicada en el barrio de Belgrano, donde habría sido abandonado Simón en julio de 1976. El dato llegó a manos de Sara y también del senador Rafael Michelini (Partido del Nuevo Espacio), porque la historia de Simón comparte personajes con la historia de su padre, Zelmar Michelini." Sigue relatando Blixen: "En julio de 2001, Michelini obtuvo una confirmación independiente del dato, cuando logró indirectamente, por una cadena de amigos y conocidos, acceder a un represor argentino, que puede o no ser el mismo que conectó el periodista Rodríguez. Entre julio y setiembre de 2001 Michelini avanzó lentamente en la averiguación del paradero de Simón. Le fue sugerido que quizás el niño abandonado había sido depositado en una comisaría, y por eso pidió la lista del personal policial y la de los niños abandonados aquel día, en aquella zona. En diciembre de 2001 pudo comparar nombres y cruzar datos entre las dos listas, pero los resultados no eran concluyentes. Finalmente redujo la lista de las posibles familias adoptivas a cuatro apellidos. Obtenidas las direcciones y los teléfonos correspondientes, a mediados de febrero de este año Rafael Michelini hizo el primer contacto, acordó la primera entrevista y se embarcó para Buenos Aires". Ya no sería necesario buscar más. Cuando el 3 de marzo volvió de sus vacaciones, un joven porteño de 25 años de edad encontró esperándolo toda su familia. En ese momento se enteró de que era adoptado y que todo indicaba que en realidad era hijo de una ex prisionera política uruguaya. Una semana después, y tras enterarse en el sitio de internet que alentaba su búsqueda de cómo Sara lo buscó incansablemente durante un cuarto de siglo, el joven se entrevistó con Michelini y aceptó efectuarse el examen de ADN. Fue positivo: era Simón. Este sábado 22 de junio festejó su cumpleaños con su madre por primera vez en 26 años.
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