Una perpetua encrucijada
- Opinión
Paradoja de las paradojas: a menos de cuatro meses del contundente triunfo electoral del 15 de abril del presente año -en el que el SI a la convocatoria de Asamblea Constituyente propuesta por el Gobierno obtuvo el 82% de los votos- y del derrumbe del régimen político vigente -la llamada "partidocracia"-, el gobierno ha sufrido un significativo desgaste, ha sido derrotado en un tema fundamental -el del control del capital financiero- y, lo más grave, parece ir sin rumbo ni estrategia.
Analicemos el proceso que nos ha llevado a tan singular paradoja.
La lucha en la escena política
En la primera vuelta, el economista Rafael Correa recogió la movilización democrática de las capas medias de Quito y Cuenca, los forajidos que derrocaron a Lucio Gutiérrez.
Hoy que el forajidismo ha entrado en franca descomposición, destacan con claridad su significado y sus límites. Efecto de la influencia mediática que concentraba los imaginarios sociales -la lucha social concomitante- en la escena política, convirtiendo al Congreso y a los partidos en una suerte de esponja -a manera de los progroms zaristas que desviaban hacia los judíos el odio de los campesinos y las masas plebeyas-, los forajidos arrebataron a los movimientos sociales, y en particular al movimiento indígena, la conducción de la lucha social, y la encaminaron a un confuso odio al régimen político, desde una óptica moralista y de respeto a las instituciones.
El triunfo electoral de Rafael Correa en la segunda vuelta, en cambio, fue expresión de una realidad mucho más amplia y diversa: el Ecuador profundo de los trabajadores, campesinos, indios, negros, cholos, montubios, sectores populares urbanos, las madres del bono solidario, los trabajadores ocasionales, los desocupados, los que sufren persecución de la justicia… Fue un poderoso movimiento antioligárquico y antiimperialista que recogió las grandes luchas de los movimientos sociales, el movimiento indio a la cabeza, en contra el TLC, la Base de Manta, el Plan Colombia, las trasnacionales petroleras y el poder imperial, encarnados en el candidato rival de Correa, Alvaro Noboa.
Empero, durante la primera fase del Gobierno, marcada por la lucha por la convocatoria a la Asamblea Constituyente, volvió a imponerse el horizonte de la primera vuelta: el SI marcó el fin de la llamada "partidocracia", del sistema vigente imperante en los últimos 20 años y que ha quedado en ruinas.
La lucha contra la "partidocracia" expresaba uno de los niveles de la crisis global que vive el Ecuador: el del régimen político que surgió en la reforma de 1978. Entonces el régimen oligárquico, fundado en el gamonalismo conservador y el caciquismo liberal, estaba en franca descomposición en la medida en que sus bases estructurales fueron liquidadas por la reforma agraria y la modernización económica de los 60 y 70. La modalidad de referéndum para elegir la nueva Constitución, elecciones directas de Presidente y de diputados nacionales de un parlamento unicameral, el voto a los analfabetos y otras reformas, propiciaron el surgimiento y consolidación de un naciente régimen político, fundado en nuevos partidos de ciudadanos –Izquierda Democrática, Democracia Popular, Social Cristiano e Izquierda-, fuertes organizaciones sociales y renovadas instituciones; régimen que expresaba el ascenso de una burguesía industrial gestada gracias a la intervención del Estado.
El cambio del régimen político supuso también una renovación de las elites, y las viejas figuras –Velasco, Plaza, Huerta Rendón, Durán Ballén, Asad Bucaram, pasaron a “mayor gloria de dios” y dejaron su lugar a nuevos líderes: Jaime Roldós, Rodrigo Borja, Osvaldo Hurtado, León Febres Cordero y otros.
El esplendor del nuevo régimen no duró mucho. La crisis de 1982 y el paso al programa neoliberal erosionó sus bases de sustentación. El debilitamiento del Estado y del desarrollo industrial, la creciente informalización de la economía y el deterioro de los viejos movimientos sociales, lo minaron progresivamente. La descomposición se dio en los partidos y en el Parlamento: cambio masivo de camisetas, retorno al viejo clientelismo electoral, pérdida de todo proyecto. La “globalización” afectó a todas las clases, y a los pobres en el terreno económico, pero sobre todo a la burguesía en el terreno histórico, clase que perdió todo proyecto nacional, convirtiéndose en una melcocha de importadores, banqueros usureros y hombres de paja del poder. Un golpe mortal lo dio la crisis del 2000 que, amén de la gigantesca estafa que significó, resquebrajó al capital financiero nacional, sobre todo el de la oligarquía guayaquileña, y convirtió a los banqueros sobrevivientes en estafadores del país, a través de los bonos dólares. Al perder el rumbo, líderes y partidos fueron presas de la corrupción y de la anticorrupción, de la politiquería y de la antipolítica, estrategias ambas del imperio para liquidar todo proyecto de país o de región.
Tal crisis derrumbó a la Democracia Cristiana y dejó al garete a los otros partidos. El derrocamiento de Lucio Gutiérrez, la elección de Rafael Correa y el SI a la Constituyente demolieron a los restantes partidos y al Congreso como institución representativa. Fue una suerte de rebelión de los representados.
La lucha en el nivel del poder
Con el triunfo abrumador del SI a la convocatoria a la Constituyente del 15 de abril del 2007 concluyó la lucha contra la "partidocracia". Se entendía que el Gobierno enfrentaría el nivel más profundo de la crisis, la del proyecto neoliberal que no sólo ha provocado mayores índices de miseria y desocupación sino una quiebra del aparato productivo que únicamente sobrevive gracias a los mejores precios del petróleo y a las remesas de los migrantes; fondos que alimentan las importaciones y no un genuino desarrollo nacional.
El neoliberalismo ha propiciado la erosión del Estado como factor de cohesión social y nacional, en tanto ha transferido los ejes de decisión del país al capital multinacional y al poder imperial. Nos encontramos frente a una reestructuración del poder mundial, en el que países como el Ecuador aparecen como inviables. La solución de la fragmentación “microregional” –Santa Cruz en Bolivia, la cuenca del Guayas en el Ecuador, Zulia en Venezuela, la Patagonia en la Argentina- emerge en el horizonte de la estrategia imperial.
El contundente triunfo del SI puso en el centro de la escena esa lucha sea por la vía de la elaboración de la nueva Constitución sea por la acción del Gobierno de Correa en torno a reformas fundamentales.
Las primeras actitudes del Gobierno, en los días posteriores al 15 de abril, parecieron ir por ese terreno
En efecto, las declaraciones respecto a las Maniobras Unitas, la distancia frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, la inicial oferta de denunciar el Tratado de Protección de Inversiones firmado con los EE.UU., pretendían definir una clara política de defensa de la soberanía al tiempo que el apoyo decidido al Banco del Sur, la participación activa en la formación de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la asistencia, aun cuando a título de observador, en las reuniones de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), marcaban una voluntad de propiciar la integración de Suramérica, adhiriendo a las posiciones de la izquierda continental.
Por otra parte, el proyecto de regular y disminuir las tasas de interés, la integración de una Junta Bancaria independiente de los grandes bancos, expresaban un claro enfrentamiento con el capital financiero.
A la par, la confrontación con Jaime Nebot, Alcalde de Guayaquil y mentor del separatismo oligárquico, y con los medios de comunicación parecía conducir a un parte aguas de hondo significado histórico: el dominio imperial y el capital financiero y su entrelazamiento con los principales medios de comunicación, que han sido las fuerzas centrales que han impuesto en el Ecuador el proyecto neoliberal -apertura indiscriminada de la economía, política de privatizaciones y de preeminencia de las inversiones norteamericanas, estancamiento productivo, predominio del capital especulativo- y lo han llevado a vivir al borde del abismo, dependiendo exclusivamente de los altos precios del petróleo y de las remesas de los migrantes.
La derecha reacciona
Empero, a pesar de la contundencia del triunfo electoral del 15 de abril, no fue afectada seriamente la estructura económica y de poder. Derrotada en la escena política, la derecha se concentró en el nivel del poder: el sistema financiero y los grandes medios de comunicación colectiva. Y obtuvo una contundente victoria en torno a la Ley bancaria, recuperando el control del Congreso. A la par, ha logrado debilitar el sentido de la Asamblea Constituyente, obstruyendo cualquier perspectiva de liquidar las estructuras del poder que dos décadas de neoliberalismo han creado.
Y, a nuestro juicio, parece haber represado el proyecto de transformaciones estructurales que amplios sectores esperaban del Presidente Correa.
El gobierno exhibe algunas medidas de beneficio popular: el aumento del bono solidario y de vivienda, el subsidio al consumo de electricidad de los sectores populares, entrega de insumos agrícolas a los campesinos, créditos preferenciales para los pequeños negocios Pero, no ha emprendido ninguna medida en los temas fundamentales: la deuda externa, los contratos petroleros y mineros, la estructura agraria.... Más aún, en el terreno internacional se ha acercado a los gobiernos de Brasil y Chile, y se ha alejado de los miembros del ALBA: Venezuela, Bolivia, Cuba.
En lugar de concentrar fuerzas populares para un programa de reformas estructurales, el gobierno se ha alejado de la izquierda y de los movimientos sociales -en particular del movimiento indio- y ha emprendido una práctica reiterada que se va transformando en estilo de gobierno: el discurso presidencial marca el "programa máximo" que inicia un ámbito de negociaciones que lo van reduciendo a una suerte de "programa mínimo". Así ocurrió con el enfrentamiento con la oligarquía guayaquileña y su proyecto Singapur o Hong Kong representada por el Alcalde Jaime Nebot, y con el Tratado de Protección de inversiones. Y así, finalmente, ocurrió con la Ley bancaria.
La confrontación con los medios de comunicación ha mostrado los límites políticos e ideológicos del propio Presidente Correa. En lugar de un enfrentamiento con los dueños de los medios de comunicación y a su entrelazamiento con el capital financiero -los principales canales de TV pertenecen a los grupos financieros de los Isaías y del Banco del Pichincha-, Correa se metió en un desgastante pugilato con los periodistas.
La combinación de enfrentamiento verbal en la escena y negociación -o incluso rendición- en el terreno del poder, es una política autodestructiva y muy peligrosa y está llevando al Gobierno a un callejón sin salida. La derecha ha logrado recuperarse después de los terribles golpes que sufriera y que la dejaron sin partidos y sin base social: ha fortalecido la alianza de poder y ha derrotado al gobierno. Y ha iniciado la recuperación de las capas medias, la base de los forajidos.... Si Correa obtuvo más del 80% de la votación en las elecciones de abril, porcentaje mayor que los obtenidos por el Coronel Chávez y Evo Morales, es por que tras sus banderas, junto a los sectores populares estuvieron las capas medias que, en cambio, constituyen la base social de la derecha en Venezuela y Bolivia.
La derecha ha emprendido una abierta conspiración que recuerda a la derecha venezolana del golpe de Estado, la huelga de PDVSA y los llamamientos a la violencia política. La virulencia de los medios de comunicación ha llegado a niveles inimaginables. Su objetivo es atraer a las capas medias, utilizando en contra del Gobierno los imaginarios forajidos. Cabe pensar que en otro momento pretenderá movilizar a dichas capas en una política de emplazamiento y aun derrocamiento.
Sin duda, el odio al poder -mafias políticas, banqueros, medios de comunicación- del pueblo ecuatoriano, mantiene todavía altos los índices de popularidad del Gobierno. Pero, no es la lucha contra el Congreso y la partidocracia -ya muertos y enterrados- lo que pueden mantener vivo ese apoyo. Solo un cambio de estrategia que comprenda la alianza con los sectores sociales para un programa de profundas reformas estructurales puede conservar ese apoyo y derrotar a la derecha.
La Asamblea Constituyente es el otro gran frente de la lucha política. La derecha ha plasmado un programa muy concentrado: autonomías regionales, aumento de las penas, permanencia de la dolarización y de la llamada economía social de mercado. La centro-izquierda, que bien puede convertirse en el árbitro dirimente, pretende concentrar los debates y resoluciones en la Reforma Política. El Gobierno y la izquierda, lamentablemente, no han logrado desplegar en el imaginario social el programa de reformas económicas y políticas que desmantele el régimen neoliberal y cambie la estructura de la economía y del poder.
El único camino posible
Desde hace varios años, el Ecuador vive una encrucijada permanente entre la supervivencia de un proyecto neoliberal en crisis y la emergencia de otro horizonte. Con el triunfo de Correa y del SI a la Constituyente, el Ecuador parecía haber tomado un rumbo definitivo.
La Izquierda, los movimientos sociales y el propio gobierno han delineado los contenidos de ese rumbo:
Construcción de la soberanía del pueblo sobre todos los órdenes de la vida nacional, de la soberanía plena del Ecuador sobre su patrimonio, con la estricta prohibición de bases o tropas extranjeras, sobre sus recursos naturales, servicios fundamentales y áreas estratégicas; sobre la conducción de la economía, manteniendo total independencia frente a los organismos financieros internacionales, los conglomerados transnacionales y las presiones geopolíticas norteamericanas.
Pero tal aspiración quedará en letra muerta si no se enfrenta de manera decidida la deuda externa, cuyo pago condena a nuestros países a la agonía perpetua.
Hay que derrotar a la banca y el capital financiero que sacrifica el país al consumo suntuario por la vía de las importaciones y que expresa los intereses antinacionales de esa burguesía de distribuidores que ha perdido toda sangre ecuatoriana.
El desarrollo del país requiere de la reactivación de la producción agrícola y pecuaria a partir de una auténtica reforma agraria, y de la producción manufacturera e industrial, en especial aquella comunitaria y autogestionaria.
Las grandes movilizaciones de los pueblos indios a partir de los 90, la presencia activa de los afro ecuatorianos en diversos ámbitos de la vida nacional, han hecho evidente el carácter pluricultural y multiétnico del Ecuador. La creación de estructuras político-estatales que reconozcan dicho carácter y los derechos de los pueblos indios y afro ecuatorianos es una demanda fundamental.
Las políticas de flexibilización laboral y la supresión de derechos han condenado al trabajo a la opresión y la miseria, al "trabajo basura". Urge propiciar que los trabajadores recuperen su fuerza y su dignidad que los convirtió en actores fundamentales de la historia del país.
El retorno a una visión ancestral de la naturaleza, la pacha mama de nuestros pueblos indios, el cuidado del medio ambiente, la equidad de género, el respeto a la diversidad sexual, la protección de las personas con discapacidades son tareas prioritarias en todos los niveles.
Condición fundamental de ese rumbo es la consolidación de una fuerza social y política que enfrente al poder imperial y oligárquico. La unidad de los movimientos sociales y del movimiento indio con los sectores populares movilizados por la acción del Presidente Correa es el camino de construcción de esa fuerza.
La doble tenaza de la Asamblea Constituyente y de la política del Gobierno serían -deberían ser- el motor de ese rumbo. Lamentablemente el actual proceso parece ir en otra dirección y el país sigue inmovilizado en la encrucijada.
Julián Quito es escritor ecuatoriano.
Del mismo autor
- Ecuador at a Perpetual Crossroads 22/08/2007
- Una perpetua encrucijada 19/08/2007
- La derrota de Israel 30/08/2006
Clasificado en
Clasificado en:
