La lucha contra los cultivos ilícitos de coca
¿Mano dura o erradicación voluntaria?
22/06/2008
- Opinión
A pesar del Plan Colombia y las fumigaciones con glisofato en territorio ecuatoriano, los cultivos de coca, según la ONU, crecieron un 27 por ciento en territorio colombiano el año pasado.
En innumerables cantidades de veces la Casa Blanca se ha encargado de calificar a Álvaro Uribe como un verdadero “paladín” en la lucha contra el narcotráfico. Jactándose del supuesto éxito del Plan Colombia, por intermedio del cual Estados Unidos entrega 600 millones anuales a la Casa de Nariño, el Presidente estadounidense George W. Bush constantemente “invita” a los demás países latinoamericanos a imitar el ejemplo de la administración uribista e intensificar la lucha contra el narcotráfico.
En relación con este tema, los cañones de Washington tradicionalmente han estado dirigidos hacia el gobierno de Bolivia, sobre todo al Presidente Evo Morales Aima.
Desde que Morales era líder de los sindicatos cocaleros del Chapare en la década del noventa; y por el sólo hecho de llevar adelante una campaña para que se reconozcan los usos ancestrales de la planta verde emanada de la Pachamama; el gobierno estadounidense infundamente lo ha venido vinculado con el cultivo ilegal de la hoja de coca.
De acuerdo a un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC), los cultivos de coca crecieron un 27 por ciento en territorio colombiano durante el 2007.
Según cifras del informe, los sembradíos ascendieron de 78.000 hectáreas en el 2006, a 99.000 hectáreas el año pasado.
Por su parte, en el resto de la región andina el crecimiento de la coca fue mucho menor: en Bolivia sólo creció un 5 por ciento y en Perú un 4 por ciento.
En un comunicado divulgado a la prensa, el director de la UNODC, Antonio María Costa, intentó encontrar una explicación sobre el fracaso del plan antinarcóticos patrocinado por Estados Unidos. Afirmó que "el incremento en los cultivos de coca en Colombia es una sorpresa y un shock: una sorpresa porque llega en un momento en que el gobierno de Colombia intenta fuertemente erradicar la coca y un shock debido a la magnitud de los sembradíos"
Para intentar justificar el fenómeno, las autoridades de la UNODC argumentaron que en estos últimos meses se ha evidenciado un fuerte desplazamiento de los cultivos ilícitos y una resiembra de los cocales.
“De la misma forma en que en Afganistán, donde la mayor parte del opio se cultiva en provincias con fuerte presencia del Talibán, en Colombia la mayor parte de la coca se cultiva en áreas controladas por insurgentes”, señala el documento.
¿Seria bueno preguntarse como es posible que el crecimiento en el índice de coca sólo se deba a lo que se planta en el territorio dominado por una guerrilla supuestamente diezmada (ese argumento es enarbolado por los integrantes de la línea mas dura en la Casa de Nariño), que se “guarece” en los países limítrofes para así escapar del accionar del ejército?
Definitivamente hay algo que no cierra en toda esta cuestión. Para intentar de alguna forma restarle validez al informe de la UNODC, el director de la Policía Nacional, Oscar Naranjo, argumentó que el crecimiento en el porcentaje de cultivos de coca se debe a que el sistema satelital de medición que actualmente utiliza la ONU tiene mayor capacidad de detección que el que se usaba antes.
En una entrevista con la W Radio, el General Naranjo señaló que "la base de medición se ha ido modificando año a año, es relativa, entre otras cosas porque si bien en el año 1999 el sistema de monitoreo se fundamentaba en la medición de un satélite, hoy, para hacer esa misma medición de áreas cultivadas, el sistema recurre a cinco satélites"
Otro funcionario que se quejó por el documento de la UNODC fue el Ministro de Justicia, Juan Manuel Santos. Tomando la excusa de que según el gobierno el año pasado fueron entre erradicadas y asperjadas unas 218.000 hectáreas, se quejó de que “cada vez que sale una medición quedamos en entredicho ante el mundo, por eso consideramos que no pueden decir que no estamos luchando en contra del narcotráfico".
Además de resaltar que en Colombia ya no existen capos del narcotráfico como hace veinte años atrás, Santos sugirió: "ojala este mismo cotejo no se haga no cada año, sino cada mes (...) esto es más conveniente porque en muchas áreas hay hasta siete cosechas, por lo cual una medición anual no refleja lo que está sucediendo frente al esfuerzo de Colombia".
Para finalizar el Ministro de Justicia anunció que el gobierno colombiano convocó a una licitación para así implementar un sistema de medición propio, que se lleve a cabo mensual o bimensualmente.
Más allá del enojo de la administración de Álvaro Uribe con los resultados obtenidos por el informe de la UNODC, lo cierto es que la política antinarcóticos de mano dura -patrocinado por Estados Unidos- no ha servido para contener el avance de los cocales.
Hay que recordar que con esta excusa, durante varios meses la Casa de Nariño fumigó con glisofato la frontera con Ecuador. Finalmente Uribe tuvo que terminar con esta práctica que dañaba el ecosistema de la región, debido a las quejas de su par Rafael Correa
Mientras los millones entregados por el Pentágono no pueden controlar los excedentes de coca en Colombia, el gobierno de Evo Morales viene consiguiendo muy buenos resultados con su campaña “Coca sí, cocaína no”.
El Ministro de Gobierno, Alfredo Rada, remarcó que el principal incremento en el país tuvo lugar en la región de los Yungas, donde la inversión estatal todavía es escasa.
“En el caso concreto de los Yungas estamos encarando un diálogo, porque nosotros no vamos a acudir a la represión pura y dura, como acudían los gobiernos neoliberales buscando el objetivo inalcanzable de coca cero", afirmó tajantemente Rada.
La administración boliviana es una fuerte defensora de la hoja de coca, la cual es utilizada asiduamente por los pueblos originarios desde hace más de dos mil años. Es más, actualmente el Ministerio de Relaciones Exteriores realiza una serie de gestiones para lograr la reclasificación de la hoja de coca y sacarla de la Lista 1 de la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas.
De acuerdo al Ministro de Gobierno, esta reivindicación tampoco implica que se permita el libre cultivo del arbusto. Siguiendo el esquema de racionalización orgánica, este año se deben erradicar alrededor de 5.000 hectáreas de coca excedente.
Al mismo tiempo que esto se lleva a cabo de una manera pacifica y dialogada, el gobierno va a continuar adelante con su plan que busca industrializar la producción de la hoja de coca. Para así demostrarle al mundo, y sobre todo a Estados Unidos, en que es una injusticia asociar a la coca solamente con la cocaína.
Que paradojas presenta el escenario. El delfín de Estados Unidos en la lucha antinarcóticos, Álvaro Uribe, no consigue controlar los cultivos ilícitos en su país. Por su parte Evo Morales, acusado constantemente por Washington de no colaborar en la contienda contra el narcotráfico, lleva adelante hoy en día una racionalización orgánica pacifica que permite que en un país como Bolivia -en el que hoja coca forma parte central de las costumbres de los pueblos originarios- se controle en cierta forma la irrupción de los sembradíos ilegales.
¿Cuál es la mejor receta para hacer frente al flagelo del narcotráfico: mano dura o erradicación voluntaria? El lector sabrá sacar sus propias conclusiones…
En innumerables cantidades de veces la Casa Blanca se ha encargado de calificar a Álvaro Uribe como un verdadero “paladín” en la lucha contra el narcotráfico. Jactándose del supuesto éxito del Plan Colombia, por intermedio del cual Estados Unidos entrega 600 millones anuales a la Casa de Nariño, el Presidente estadounidense George W. Bush constantemente “invita” a los demás países latinoamericanos a imitar el ejemplo de la administración uribista e intensificar la lucha contra el narcotráfico.
En relación con este tema, los cañones de Washington tradicionalmente han estado dirigidos hacia el gobierno de Bolivia, sobre todo al Presidente Evo Morales Aima.
Desde que Morales era líder de los sindicatos cocaleros del Chapare en la década del noventa; y por el sólo hecho de llevar adelante una campaña para que se reconozcan los usos ancestrales de la planta verde emanada de la Pachamama; el gobierno estadounidense infundamente lo ha venido vinculado con el cultivo ilegal de la hoja de coca.
De acuerdo a un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC), los cultivos de coca crecieron un 27 por ciento en territorio colombiano durante el 2007.
Según cifras del informe, los sembradíos ascendieron de 78.000 hectáreas en el 2006, a 99.000 hectáreas el año pasado.
Por su parte, en el resto de la región andina el crecimiento de la coca fue mucho menor: en Bolivia sólo creció un 5 por ciento y en Perú un 4 por ciento.
En un comunicado divulgado a la prensa, el director de la UNODC, Antonio María Costa, intentó encontrar una explicación sobre el fracaso del plan antinarcóticos patrocinado por Estados Unidos. Afirmó que "el incremento en los cultivos de coca en Colombia es una sorpresa y un shock: una sorpresa porque llega en un momento en que el gobierno de Colombia intenta fuertemente erradicar la coca y un shock debido a la magnitud de los sembradíos"
Para intentar justificar el fenómeno, las autoridades de la UNODC argumentaron que en estos últimos meses se ha evidenciado un fuerte desplazamiento de los cultivos ilícitos y una resiembra de los cocales.
“De la misma forma en que en Afganistán, donde la mayor parte del opio se cultiva en provincias con fuerte presencia del Talibán, en Colombia la mayor parte de la coca se cultiva en áreas controladas por insurgentes”, señala el documento.
¿Seria bueno preguntarse como es posible que el crecimiento en el índice de coca sólo se deba a lo que se planta en el territorio dominado por una guerrilla supuestamente diezmada (ese argumento es enarbolado por los integrantes de la línea mas dura en la Casa de Nariño), que se “guarece” en los países limítrofes para así escapar del accionar del ejército?
Definitivamente hay algo que no cierra en toda esta cuestión. Para intentar de alguna forma restarle validez al informe de la UNODC, el director de la Policía Nacional, Oscar Naranjo, argumentó que el crecimiento en el porcentaje de cultivos de coca se debe a que el sistema satelital de medición que actualmente utiliza la ONU tiene mayor capacidad de detección que el que se usaba antes.
En una entrevista con la W Radio, el General Naranjo señaló que "la base de medición se ha ido modificando año a año, es relativa, entre otras cosas porque si bien en el año 1999 el sistema de monitoreo se fundamentaba en la medición de un satélite, hoy, para hacer esa misma medición de áreas cultivadas, el sistema recurre a cinco satélites"
Otro funcionario que se quejó por el documento de la UNODC fue el Ministro de Justicia, Juan Manuel Santos. Tomando la excusa de que según el gobierno el año pasado fueron entre erradicadas y asperjadas unas 218.000 hectáreas, se quejó de que “cada vez que sale una medición quedamos en entredicho ante el mundo, por eso consideramos que no pueden decir que no estamos luchando en contra del narcotráfico".
Además de resaltar que en Colombia ya no existen capos del narcotráfico como hace veinte años atrás, Santos sugirió: "ojala este mismo cotejo no se haga no cada año, sino cada mes (...) esto es más conveniente porque en muchas áreas hay hasta siete cosechas, por lo cual una medición anual no refleja lo que está sucediendo frente al esfuerzo de Colombia".
Para finalizar el Ministro de Justicia anunció que el gobierno colombiano convocó a una licitación para así implementar un sistema de medición propio, que se lleve a cabo mensual o bimensualmente.
Más allá del enojo de la administración de Álvaro Uribe con los resultados obtenidos por el informe de la UNODC, lo cierto es que la política antinarcóticos de mano dura -patrocinado por Estados Unidos- no ha servido para contener el avance de los cocales.
Hay que recordar que con esta excusa, durante varios meses la Casa de Nariño fumigó con glisofato la frontera con Ecuador. Finalmente Uribe tuvo que terminar con esta práctica que dañaba el ecosistema de la región, debido a las quejas de su par Rafael Correa
Mientras los millones entregados por el Pentágono no pueden controlar los excedentes de coca en Colombia, el gobierno de Evo Morales viene consiguiendo muy buenos resultados con su campaña “Coca sí, cocaína no”.
El Ministro de Gobierno, Alfredo Rada, remarcó que el principal incremento en el país tuvo lugar en la región de los Yungas, donde la inversión estatal todavía es escasa.
“En el caso concreto de los Yungas estamos encarando un diálogo, porque nosotros no vamos a acudir a la represión pura y dura, como acudían los gobiernos neoliberales buscando el objetivo inalcanzable de coca cero", afirmó tajantemente Rada.
La administración boliviana es una fuerte defensora de la hoja de coca, la cual es utilizada asiduamente por los pueblos originarios desde hace más de dos mil años. Es más, actualmente el Ministerio de Relaciones Exteriores realiza una serie de gestiones para lograr la reclasificación de la hoja de coca y sacarla de la Lista 1 de la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas.
De acuerdo al Ministro de Gobierno, esta reivindicación tampoco implica que se permita el libre cultivo del arbusto. Siguiendo el esquema de racionalización orgánica, este año se deben erradicar alrededor de 5.000 hectáreas de coca excedente.
Al mismo tiempo que esto se lleva a cabo de una manera pacifica y dialogada, el gobierno va a continuar adelante con su plan que busca industrializar la producción de la hoja de coca. Para así demostrarle al mundo, y sobre todo a Estados Unidos, en que es una injusticia asociar a la coca solamente con la cocaína.
Que paradojas presenta el escenario. El delfín de Estados Unidos en la lucha antinarcóticos, Álvaro Uribe, no consigue controlar los cultivos ilícitos en su país. Por su parte Evo Morales, acusado constantemente por Washington de no colaborar en la contienda contra el narcotráfico, lleva adelante hoy en día una racionalización orgánica pacifica que permite que en un país como Bolivia -en el que hoja coca forma parte central de las costumbres de los pueblos originarios- se controle en cierta forma la irrupción de los sembradíos ilegales.
¿Cuál es la mejor receta para hacer frente al flagelo del narcotráfico: mano dura o erradicación voluntaria? El lector sabrá sacar sus propias conclusiones…
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de
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