De regreso al fascismo

06/09/2008
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Después de la Primera Guerra Mundial, con una Alemania devastada y un Tratado de Versalles que le prohibía un ejercito cuantitativamente coherente, miles de tropas desmoralizadas y devastadas, desempleadas y desamparadas, volvían a sus hogares. No había trabajo y la crisis del veintinueve parecía anticiparse. La política evolucionaba, la radicalización de la sociedad se daba a raíz de la depresión. Entonces surgen los grupos armados políticos. Uno de ellos hizo historia por su notoriedad; el Sturmabteilung (SA) del partido Nacionalsocialista.

Esta banda armada de exsoldados recorría las calles de Berlin como una legitima policía, resguardando a sus lideres y persiguiendo a sus opositores. Primero se persiguió a los socialistas en batallas callejeras llamadas zusammenstoesse. Más adelante, una vez en el poder, los SA fueron los brutales protagonistas del Kristallnacht entre Junio y Julio de 1934, iniciando la purga contra los judíos, homosexuales y otros 'untermenschen' que buscaba eliminar el partido. El resto es historia.

Hoy los 'Comités Cívicos' y el Conalde lideran en Bolivia sus propias SA. Con la misma motivación político-racial, la derecha boliviana pretende imponer su propia voluntad. Esta táctica violenta puede servir de manera eficaz debido al impacto visual que causan las acciones de estos individuos y la brutalidad con la cual ejercen sus actos. Pero las finalidades de este tipo de “grupos de choque” (como les llaman ahora) son claras y directas y buscan cuatro objetivos principales:

Crear “momento de fuerza”


Según la física mecánica, una masa determinada a una velocidad determinada genera una fuerza a la cual se le llama 'momento de fuerza' que se mantiene alrededor de un eje determinado. Estos grupos buscan crear precisamente esta fuerza.

Los actos que llevan acabo estos 'grupos de choque' consisten en capitalizar un sentimiento común. Claro ejemplo es el de la capitalía plena de Sucre; tomando un sentimiento regional y despolitizado (ya que es producto de la historia y no del actual gobierno), se capitaliza, se radicaliza y se convierte en violencia dirigida hacia el indígena y el gobierno. Si bien este sentimiento genera un 'momento' temporal, la repetición del acto reafirma la presencia del problema y reactiva el sentimiento inicial que conlleva a la violencia.

Es evidente que la repetición de los actos violentos, todos con características idénticas (espontaneidad, armas, insulto racial, lejana relación al origen del problema), buscan evidentemente mantener el impulso, el 'momento de fuerza' que en un principio se hubiese perdido en el tiempo. Pero el más peligroso aspecto de esta practica repetitiva reside en la progresiva creación de una cultura alrededor de ella. Fue así como los Nazis propagaron el anti-semitismo exacerbado en la sociedad alemana. De la misma forma, los prefectos y lideres del Conalde hoy buscan generar esa “cultura” de odio racial.

La “muerte espiritual” de la sociedad

Este concepto fue desarrollado por Martin Luther King, al hablar de la cultura militar en EEUU. El mismo puede ser aplicado a este caso; se trata de naturalizar la injusticia. En este sentido los medios han tenido mucha influencia. Constantemente emitiendo estas imágenes brutales sin condenarlas, sin afrontarlas y alabando a sus autores, protegiéndoles mediante la constante repetición de una motivación inicialmente coherente pero que se desborda en brotes de violencia. Tal fue el caso por ejemplo de la huelga de discapacitados en Santa Cruz, donde un grupo de jóvenes utilizaron la manifestación para irrumpir en violencia y posteriormente intentaron tomar la sede policial. Los medios justificaron los hechos aludiendo a los derechos de los discapacitados.

Gradualmente la sociedad acepta los actos. Progresivamente el mismo publico internacional ha comenzado a aceptar la violencia en Bolivia, se toma como racional a partir de los argumentos de la oposición, los mismos a los que hace eco constante la prensa comercial. Evidentemente en este caso, así como en Alemania, no hay ninguna inocencia por parte de quienes dirigen los actos y los medios.

Los 'líderes' de Conalde caminan en medio de las hordas desenfrenadas, en plenos actos de violencia, dirigiéndolos a su gusto. Ni siquiera manifiestan preocupación alguna y participan activamente de la violencia. Nunca han manifestado que se arrepientan de ello.


Imaginería de poder

A través de estas imágenes se desarrolla la noción del poder. Quien tiene poder es quien controla a esos grupos de choque. Evo no puede, pero el Conalde sí. Este mensaje es claro en los medios, que tratan de mantener, aunque sea en imagen, la noción de que el poder sigue siendo concentrado en la oligarquía y que el poder constitucional de Evo no significa nada frente al poder económico de estas personas. La arrogancia de estas personas así como la actitud con la que actúan ilustran una clara necesidad de figurar y sobresalir.

Este aspecto también funciona de otra forma a nivel internacional; generar una noción de violencia constante en Bolivia crea una imagen de un gobierno ilegitimo y sirve de reafirmación y legitimación del Conalde. Todo esto conlleva a una validación de sus argumentos y posiciones. La imagen de 'empresarios exitosos' se reafirma constantemente en su manera de vestir y su 'entrada triunfal' así como con el respaldo de los medios comerciales.

Intimidación masiva

Como fin último, estos actos violentos pretenden ejercer una intimidación en masa. La publicación de listas de simpatizantes del gobierno o miembros del MAS (localizadas en las principales plazas publicas) ha sido una clara manifestación de ello, así como los ataques 'a domicilio' que han recibido varias de estas personas. Mediante estos ataques y la 'humillación pública' que les acompaña, al igual que lo hacían los nazis, se busca revertir la disidencia: cualquiera que contradiga al Conalde sufrirá lo que vio en la plaza pública.

El principal problema que enfrenta el Conalde en este sentido es el problema de detección del enemigo: los nazis nunca tuvieron este problema porque los judíos son un grupo socio-étnico definido, pero ¿cómo detectar a los partidarios del MAS? De este problema entonces surge el odio directo al indígena. Ante la imposibilidad de detección, los grupos de choque han generalizado su odio al indígena y al campesinado, en un intento de determinar quienes apoyan al MAS. Por este problema llegan al extremo de atacar a personas que utilicen prendas de color azul (color del MAS).

Gradualmente, estas constantes imágenes de brutalidad y violencia en las calles ocasionan 'shocks' que se traducen progresivamente a un miedo latente ante un poder mayor al del Estado. De esta forma muchas personas se ven desamparadas y prefieren unirse al proyecto del Conalde que sentir la desprotección y vulnerabilidad que sienten al 'otro lado de la acera'. Este 'trauma masivo', descrito en sus diferentes aspectos, podría explicar los resultados de la media luna en el Referendo Revocatorio.

Lo que acontece hoy en Bolivia es un experimento social de corte fascista que en un futuro puede ser reproducido en otras naciones. Un tímido intento se lleva a cabo en estos momentos en el departamento de Zulia (Venezuela) y de Guayaquil (Ecuador). Peor aun, los patrones de odio racial que se ven enérgicamente en acción durante estos actos violentos en Bolivia, se reproducen en tonos similares en otros países; no es coincidencia que la oposición venezolana descalifique al presidente Chávez por sus rasgos étnicos llamándole “macaco”. América entera y el mundo en su totalidad debe entender que lo que acontece hoy en Bolivia puede acontecer mañana en nuestros países.

La añeja retórica anti-democrática con la cual la oligarquía boliviana ha levantado este movimiento fascista puede ser reproducida en cualquiera de nuestras naciones latinoamericanas, donde las desigualdades son abismales y las oligarquías aliadas a Washington manejan la sociedad.

Como bien decía el presidente Evo Morales, Conalde busca establecer “una dictadura de los cívicos” paralela a la democracia boliviana, dictaduras regionales con un alto grado de propaganda goebbeliana y una nueva cultura de odio racial. Acontecemos al regreso del fascismo, la ideología más retrograda y atrasada en la historia de la humanidad, lo cual evidencia una decadente sociedad capitalista, sin valores, sin moral, sin esperanza.

Gustavo J Fuchs A
Juventudes Patrióticas
San José, Costa Rica

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