Kennedy y Obama
25/06/2009
- Opinión
Al parecer Obama no ha asimilado las lecciones del caso Kennedy o está dispuesto a degradarse hasta convertirse en otro Bush, aunque inteligente.
Kennedy cedió bastante a la reacción interna y especialmente al Complejo Industrial Militar y al “establecimiento” de los EEUU.
Con él en la presidencia esa superpotencia lanzó la invasión de Bahía de Cochino contra la naciente revolución Cubana. Igual poco después auspiciaron el golpe militar contra el gobierno democrático de Juan Bosch.
Kennedy, acompañando sin rebelarse esas acciones de fuerza, se debilitó y sus adversarios internos terminaron por asesinarlo. De todas maneras no confiaban plenamente en él.
Siempre se ha dicho que Obama corre ese mismo riesgo.
Hasta ahora el nuevo y singular presidente de los EEUU ha cedido bastante, se ha acoplado significativamente al poder tradicional y se ha debilitado, y todavía no lo han matado. Confían en que puede ceder más.
La posibilidad del magnicidio, sin embargo, no está descartada si no llega a plegarse totalmente. Obama no es del agrado de los fundamentalistas, racistas por demás, que controlan el poder económico y militar real, pero una vez presidente en no pocos casos se ha puesto a tono con ellos y le ha dado continuidad a no pocas políticas de Reagan y los Bush.
Frente al golpe militar en Honduras no solo lo dejó pasar, sino que no ha reaccionado categóricamente pese a evidenciarse la participación del Pentágono, la CIA, la Base Militar de Soto Cano y su embajador en ese país, sin dejar de lado fuertes señales de “negligencia” en su Departamento de Estado respecto a esos trajines golpistas.
En este caso ha procedido con ambigüedad, expresando primero críticas al desplazamiento de Zelaya cargadas de debilidad o arreciando después un poco el lenguaje condenatorio sin producir hechos a tono con la grave situación; inclinándose, en fin, por una absurda y mediatizada negociación re-conciliatoria con sede en Costa Rica.
En cuanto a Cuba, a Chávez, a Correa, a Evo Morales, a Daniel Ortega y el propio Zelaya se le nota una fuerte, aunque a veces contenida, hostilidad.
Por otra parte, lo relativo a la instalación de tres nuevas bases militares en Colombia y el reforzamiento de las ya existente, sumado el relanzamiento del Plan Colombia-Iniciativa Andina, más que ominoso y amenazador es premonitorio de nuevas agresiones contra nuestra América.
Eso también hace pensar que Obama no esté tan al margen como dice del golpe de Honduras, evidentemente dirigido a sentar precedentes revocatorios frente a los avances progresistas en la región: frente al ALBA y los demás esfuerzos liberadores; hace pensar, además, que el nuevo presidente estadounidense se inclina a favor de persistir en los planes de recolonización y conquista militar de áreas geoestratégicas de gran valor.
Todo eso lógicamente lo separa de las esperanzas que despertó para conquistar la presidencia.
En el orden interno, aunque tratando de avanzar en ciertas políticas sociales, se ha quedado muy corto frente a la dimensión y profundidad de la crisis capitalista.
El desgaste se siente
Su globo se desinfla
Y eso es sumamente peligroso para él, dado que cada vez más debilitado resultaría ser una presa cada vez más fácil de eliminar para los halcones y para las reales intenciones de no pocos de sus acompañantes del proceso electoral que le posibilitó la victoria y del gobierno que posteriormente conformó cediéndole terreno a lo peor de ese país.
Peligroso en dos sentidos: porque resulta más fácil un desenlace como el de Kennedy o porque por el camino de ceder se igualaría definitivamente a sus antecesores, con la desventaja que para importantes fuerzas y corrientes político-sociales que lo apoyaron esto tendría un amargo sabor a traición.
Estaría así facilitando o su muerte física o su muerte política, con serios impedimentos para su futura reelección si sobrevive al primer periodo.
En estos casos, en tiempo de crisis mayor, cuadrarse dizque a la izquierda para batear por la derecha, es sencillamente fatal.
Cierto que la historia permite aprender de los errores de otros, pero también es verdad que los intereses de la clase y de gran potencia capitalista que se representan y se asumen, más allá del origen y del color de la piel, atrapan sin salida a quienes no tienen el coraje de romper con ellos, a quienes se limitan a cambios cosméticos y a transformaciones simplemente retóricas, más aun cuando la “hora de los hornos” obliga a definiciones mayores e ineludibles.
Obama cree demasiado en el rol de EEUU como superpotencia “líder” de una civilización burguesa decadente y en crisis integral.
Y en Honduras están en juego muchas cosas en cuanto al fortalecimiento o no de la maltrecha hegemonía estadounidense en nuestra América, país centro de la peor crisis sistémica del capitalismo mundial
Por eso sus ambigüedades como presidente y otras cosas peores.
Por eso la pusilanimidad evidenciada al promover el ya fracasado acuerdo de Zelaya con los golpistas a través de la mediación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica y pupilo de ese sistema de dominación
¿Y es fácil?
Los pueblos están en otra cosa.
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