Carta a un Amigo Boliviano

24/08/2009
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Gracias ante todo, querido amigo, por el intenso intercambio de correspondencia en estos últimos días. Pides un respiro y me parece bien. Hemos tenido ocasión de analizar nuestro desentendimiento. Concluyes que disentimos sobre la refundación de Bolivia como Estado Plurinacional, pues tú lo repudias, pero que nos concordamos en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. No estoy muy seguro, pues no veo cómo puede distinguirse una cosa de la otra o sostenerse lo segundo sin lo primero en el momento actual de Bolivia. Te agradezco también que me permitas hacer pública la parte no personal de nuestra correspondencia, y digo nuestra por lo que te cito para exponer mis argumentos. Sabes que tienes abierto este sitio para cuando quieras reanudar nuestro intercambio.
 
Es difícil de entrada que nos entendamos porque estamos hablando de dos cosas más bien distintas como si fueran una misma. Tú estás hablando del Evo, de su gente, de su movimiento, el MAS, y de tus relaciones con ellos. Yo estoy hablando de un diseño constituyente o, mejor, re-constituyente, el formado no sólo por la Constitución, sino también por las normas del derecho internacional que la misma hace suyas, como la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas; por piezas del derecho boliviano sobre el que la misma, la Constitución, puede venir igualmente a fundarse, como la ley de reconducción comunitaria de la reforma agraria, y por los anteproyectos de desarrollo constitucional, como el ya publicado de la ley de autonomías y descentralización. No digo que tú seas más subjetivo y yo más objetivo, sino que nos referimos a cosas distintas aunque estén desde luego muy relacionadas. Concretando, tú dibujas una situación de violencia creciente sobre todo por causa de lo que entiendes como conflicto que llamas étnico. Yo contemplo el panorama de un sistema constitucional capaz por fin de acomodar con justicia los derechos humanos e intereses legítimos de todas las personas y todos los pueblos de Bolivia.
 
El problema fundamental para el panorama que contemplo es por supuesto el de la situación que tú dibujas. El diseño reconstituyente o fundacional de la nueva Bolivia como Estado Plurinacional se topa con la enemiga de una parte minoritaria de la ciudadanía boliviana generándose dicho estado político de violencia. Según tú lo ves, el germen de ésta radica en la Constitución misma, en el “nacionalismo étnico” que le ha infundido “la fracción más violenta del MAS”, fracción que así le ha hecho un “favor enorme” a la “nación camba”, la presunta nación de población no indígena del Departamento de Santa Cruz liderada por “las élites cruceñas más radicales”, estos “fascistas en la derecha” que “ahora pueden generar más ‘nación camba’ que antes”. Según tu descripción, sigue habiendo diferencias entre lo que presentas como extremismos enfrentados. Lo que en el nacionalismo étnico es violencia, en la nación camba sólo es radicalismo a tenor de tu relato. Así ves la situación. Si no te entiendo mal, la agresión viene de parte del llamado nacionalismo étnico y, de parte suya, la llamada nación camba, si comete excesos, lo hace a la defensiva, por estar siendo atacada. Atribuyes además a la Constitución un designio oculto de “dictadura vitalicia” mientras que el fascismo camba no veo que te alarme a tal extremo. En todo caso, es justo decir que no te identificas con ninguno de los que tú entiendes como extremismos.
 
La historia del presente que así expones goza de cierto curso que por sí solo ya le confiere cierta credibilidad. Es la narrativa que comparten casi literalmente otros desafectos del MAS o de los grupos que le acompañaron en el momento de la victoria electoral. En sus versiones más inverosímiles, como la de Andrés Soliz Rada, esa Constitución presa del más violento nacionalismo étnico es producto de agentes internacionales infiltrados en la Asamblea Constituyente bajo el disfraz de ONG para debilitar a Bolivia a fin de facilitar en expolio de sus recursos naturales. Para Andrés Soliz como para ti, el cambio de nombre de Bolivia de República a Estado Plurinacional, a fin esto de constituirse en república de repúblicas y nación de naciones, es el augurio de su ruina si prosigue por esta senda constitucional del plurinacionalismo. También coincidís en la denuncia del designio de dictadura vitalicia oculto en la Constitución. Ninguno os habeis tomado la molestia de argumentar seriamente vuestros juicios descalificatorios.
 
El curso de toda esta historia con visos de credibilidad también es exterior, bien que con variantes de lenguaje y agregación de inverosimilitudes. Basta mirar la línea desinformativa del grupo español que, en el sector de los media, se ha erigido en adalid de intereses económicos foráneos. Me refiero a PRISA por supuesto. Según sus reiterativas noticias, la agresión procede de la Constitución mientras que Departamentos como el de Santa Cruz están defendiéndose con un exquisito entendimiento constitucional y democrático de la autonomía propia. Conforme a esta versión, los pueblos indígenas de Santa Cruz estarían representados por la Prefectura cruceña y contentos con la reivindicación de la autonomía departamental. En esta perspectiva no hace falta explicar lo que sea o pretenda ser la nación camba, pues con su forma de presentar las cosas ya se ha cumplido el sueño racista de la disolución de las naciones indígenas en la nación boliviana. Así se recupera por agentes exteriores la República de Bolivia en singular. No es de extrañar la buena acogida en el interior por la minoría anticonstitucional.
 
Pues no dais argumentos de fondo, a veces pareciera que os solivianta el mero hecho de que los pueblos indígenas se consideren naciones como si ya sólo esto fuera una bomba de relojería contra Bolivia. Tanto da el nombre de pueblo o de nación si se respetan sus derechos. Y una buena muestra primera de respeto es la de aceptar la autoidentificación. No vale decir, como dices, que, precisamente porque defiendes los derechos de los pueblos indígenas, rechazas su identificación como naciones. ¿Te sirve la de pueblos con lo mal que forma adjetivo? ¿Te parecería bien una Bolivia pluripopular con toda la inexpresividad y ambigüedad del calificativo?
 
Llegaste a afirmar que la Constitución plurinacional, sólo por esto, trata a los bolivianos como animales. Esta vez argumentaste, recordando que tiempo atrás y por España un tal Francisco de Quevedo escribió una sátira sobre el reino animal dividido en las naciones de las especies animales, un argumento muy a punto para entender el momento actual de Bolivia. Bromas aparte, no hay modo de que argumenteis sobre la Constitución porque no se encuentra en ella ni designio de dictadura ni desestructuración de Bolivia, sino garantía de derechos, controles de poderes, democracia participativa y régimen de autonomías a fin de articularse una nación de naciones o un pueblo de pueblos como sea Bolivia. Vuestra posición se pierde en el lenguaje porque en los que se funda es en prejuicios.
 
¿De donde procede mi panorama? ¿En qué se funda mi posición? Podría decir que procede de la Constitución y se funda en ella, pero me quedaría corto y no rendiría cuenta. En la Constitución no hay ciertamente forma de encontrar la virulencia que acusais de un nacionalismo étnico, lo cual, porque os desautorice a vosotros, no me avala a mí. La Constitución podría ser un texto insidioso y yo un ingenuo por creérmela al pie de la letra. Sin embargo, mi panorama, según te consta, no sólo lo trazo sobre textos normativos. No tanto como tú por supuesto, pues eres boliviano, pero, como bien sabes, conozco Bolivia y no solamente además La Paz. En sitios como Santa Cruz, Camiri e Itakuatía he visto actuar a la nación camba. No sólo he escuchado sus mensajes violentos y contemplado las consecuencias y secuelas de sus actos efectivos de violencia, sino que también he sido testigo de cómo defiende a ultranza el expolio y la servidumbre de pueblos como el guaraní. La reconducción comunitaria de la reforma agraria que intenta acabar con dicha situación de expolio institucionalizado, reconducción que la Constitución viene ahora a respaldar, ¿es un elemento del nacionalismo étnico, un resorte para la dictadura vitalicia o tal vez un invento todavía más taimado de los agentes extranjeros para llevar a Bolivia a su perdición?
 
¿Y a qué estais llamando nacionalismo étnico cuando utilizais esta expresión como si fuera figura pacífica de lenguaje transparente? El derecho de libre determinación de los pueblos indígenas a ser ejercido a través de la autonomía que se contiene efectivamente tanto en la Constitución como en la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, ¿esto es el nacionalismo étnico? ¿Esto es lo que por sí solo ofende y agrede a la Bolivia no indígena y particularmente a la nación camba? Si ésta se siente atacada, ¿en nombre de qué y con qué derecho reacciona? En nombre de qué, ya está dicho, no de un derecho a la autonomía propia que está reconocido y garantizado igualmente por la Constitución, sino del dominio sobre los pueblos, las tierras y los recursos indígenas. El derecho es el de los títulos de propiedad reconocidos por Bolivia cuando era República y que ahora, cuando es Estado Plurinacional, están en trance de revisión por radicalmente ilegítimos y por prestar cimientos a un racismo institucionalizado.
 
El nacionalismo étnico no es sólo que no sea una expresión diáfana. Resulta además que no es inocente. Constituye uno de los mecanismos de descalificación de las aspiraciones de los pueblos indígenas a un pie de igualdad con todos los otros pueblos. Pongamos por comparar un solo ejemplo. ¿No tiene la nación catalana o la nación vasca derecho a ser pacíficamente naciones entre otras naciones de España? ¿No tienen el mismo derecho la nación guaraní o la nación aymara, el derecho de ser naciones entre otras naciones de Bolivia? O pueblos entre otros pueblos, tanto da el nombre si se respetan los derechos. Desde que se han reconocido los derechos de los pueblos indígenas, en el mismo derecho internacional pueblo y nación son términos ya prácticamente sinónimos.
 
Si para el caso vasco a veces se habla de nacionalismo étnico, es porque una minoría, no todo el nacionalismo vasco ni mucho menos, viene sistemáticamente recurriendo a la violencia del asesinato y la extorsión. Si nacionalismo étnico significa algo, es terrorismo étnico, al cual se le dice ahora en Bolivia nacionalismo para descalificar, como étnicas, a las naciones indígenas, no a otras. También en España hay quienes hablan de nacionalismo étnico para todo el nacionalismo a fin de descalificar a toda la nación vasca y no a otras. Porque en Bolivia una minoría no indígena sienta terror ante el mero cambio de panorama, no se le va a imputar terrorismo al nacionalismo indígena pacífico. En el caso de América, la descalificación es más extensa y se anda con menos matices. ¿O es que la nación guaraní o la nación aymara están recurriendo al terrorismo y nadie se entera salvo la nación camba? Afortunadamente, es al constitucionalismo, a su forma plurinacional, a lo que están recurriendo los pueblos indígenas. ¿Qué alternativa constitucional hay?
 
¿Vamos a extraer conclusiones? ¿He de concluir que, en el contexto boliviano, quien usa gratuitamente expresiones como la de nacionalismo étnico comienza por descalificarse a sí mismo al estar haciendo uso de un mecanismo de lenguaje que sustenta y reproduce el sometimiento de personas, comunidades y pueblos indígenas? El mismo adjetivo étnico ya tiene en estos discursos esa implicación de descalificar a la parte indígena y a la Constitución que por fin reconoce y garantiza derechos de todas y todos, también de las personas, las comunidades y los pueblos indígenas que han estado hasta ahora bajo la sujeción colonial primero monárquica española y luego republicana boliviana.
 
Quienes os resistís desde posiciones que quieren distinguirse a duras penas del racismo habeis optado por invocar en vano los derechos indígenas y por difamar a fondo a la Constitución. Hay quienes dicen que estais elaborando la versión boliviana del guión hondureño. La responsabilidad que con todo contraeis ante la ciudadanía de Bolivia y también ante los pueblos indígenas de las Américas no es a mí, un vástago del colonialismo español que todavía se beneficia del expolio de Abya Yala, a quien corresponde demandarla.
 
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