Las amenazas de la señora Hillary

12/12/2009
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  • Opinión
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Ahora es que la señora Hillary, vocera, al parecer, del Complejo Militar Industrial de Los Estados Unidos, amenaza veladamente a los connotados líderes de América Latina por su consecuente posición de trasformar estas naciones para beneficio de las grandes mayorías.
 
También se molesta esta aspirante a dama de hierro, solamente por que estos países deciden mantener relaciones diplomáticas con Irán, país con el que el imperio manifiesta un público y agresivo desagrado.
 
En el primer punto, la señora Hillary, no tiene ningún derecho de  amenazar a los gobernantes de América Latina por lo que ella considera es un problema: el afán transformador que impulsan estos líderes  para lograr la prosperidad. Ella entiende  por prosperidad –en un egoísmo rayano en lo patológico- solamente aquellas acciones que fortalezcan el modo de vida americano. Poner la prosperidad al servicio de estas naciones empobrecidas, es un acto subversivo que atenta contra el bienestar de los estadunidenses.
 
Para ella, es inadmisible que se utilicen los marcos de la  democracia, que el mismo imperio promueve en el planeta, para realizar cambios paradigmáticos que eleven la calidad de vida o que transformen las obsoletas constituciones que traban el desarrollo humano y material. La democracia para ella no debe ser el poder de los pueblos participando en la construcción de  su propio desarrollo, sino el mecanismo exclusivo de las camarillas despóticas y explotadoras, que contribuyen a la supervivencia del imperio.
 
Ahora sabemos que esta postura cínica de la señora Hillary –consustancial al pragmatismo de los estadunidenses- es congruente con la destrucción del sueño de los hondureños de construir una democracia participativa y enrumbar los pasos hacia la refundación de un país más solidario.  Este, al parecer, es el máximo pecado que el imperio no le perdonó a Manuel Zelaya Rosales, y lo defenestró, provocando un recambio a favor de una oligarquía voraz y antipatriótica, empatada con los propósitos de dominación del imperio en la región.
 
En el segundo punto, la señora Hillary en un velado tono de amenaza, recomienda a los gobernantes latinoamericanos no sostener  acercamientos a las políticas diplomáticas y comerciales con Irán, pues este país forma parte de un círculo o triangulo del mal que atenta contra la seguridad del imperio.
 
Olvida esta señora que los pueblos  de América Latina, y con ellos sus gobernantes, viven un proceso de toma de conciencia en el uso de la independencia y soberanía, para establecer relaciones con todos los países del mundo, independientemente del carácter  de su régimen político. No tardará el imperio en acusar tambièn a estas naciones de pertenecer a un enorme “circulo del Mal”.
 
La  señora Hillary  amenaza por un lado no tener acercamientos con Iràn y, por el otro, introduce subrepticiamente  al Mossad israelita con el propósito de socavar las bases de la democracia latinoamericana e inaugurar, de nueva cuenta, procesos represivos que conlleven el exterminio de quienes exigen una mayor participación en la solución de los problemas que afectan a grandes conglomerados de humanos en Latinoamérica.      
 
Si ella no quiere la presencia de Irán en América Latina, entonces ¿por qué  el imperio promueve  la incursión de bases represivas israelitas en la región?
 
Finalmente, la señora Hillary debe de estar segura de que no hay poder en la tierra que detenga el proceso de cambios sociales, económicos y políticos, iniciados en el seno de la democracia, sistema político que ahora  quieren hacer desaparecer, promoviendo los espurios golpes de Estado, negados por la historia
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