El show electoral
09/12/2009
- Opinión
Coincidiendo con una campaña de televisión en la que una empresa de comidas saladas y dulces llama a “elegir el más rico”, el periódico La Nación S.A. publica los vertiginosos descenso y ascenso electorales de Laura Chinchilla, candidata continuista (cayó 20 puntos en menos de dos meses), y Otto Guevara (subió 17 puntos en el mismo período), candidato (y dueño) del Movimiento Libertario (01/12/2009). El Movimiento Libertario es un partido emergente, todavía pequeño, surgido en la década de los noventas en el clima del Consenso de Washington que coronaba a su vez regionalmente lo que se ha llamado neoliberalismo latinoamericano. Fundamentalista en su inicio (todo debe tener propietario privado, todo en esta vida es libre cambio entre individuos, donde hay permiso (público) hay “chorizo”, esto último un costarriqueñismo por corrupción/venalidad), se purgó, con fines electorales, hace cuatro años de ese fundamentalismo, y hoy ataca ferozmente la ineficacia y corrupción de la camarilla en el gobierno, centrándose en el clan Arias. Otto Guevara ha hecho gran parte de su carrera política exhibiendo una energía sexy (es blanco, de tamaño mediano, bien parecido y trata de irradiar una intensidad fulgurante con su mirada. Ésta es quizás su última oportunidad de parecer un viril candidato joven). De profesión abogado, maneja y reitera unas cinco ideas básicas e infinidad de ocurrencias y puede (y querrá) construir argumentos esté enterado o no de lo que se habla.
La candidata en caída libre es la oficialista Chinchilla. Es figura de mercadeo. En persona se muestra poco y mal (distancia a los oyentes), las mujeres que luchan por reivindicaciones femeninas no aceptan que sea una candidata/mujer, y en cualquier debate (su equipo la mantiene secuestrada para que no asista a ninguno), incluso con Otto Guevara, tambalea. Tiene a su favor (la respalda o utiliza) la maquinaria de riqueza, clientelas y capacidad de presión institucional y social y desvergüenza más grande del país. Le agrega un operativo de control electoral muy superior al del resto de contendientes y puede añadir, si fuera necesario, la parcialidad institucional del Tribunal Electoral, de los principales medios masivos, y de las magistraturas judiciales. Es el poder del bloque “corporaciones-argolla Arias” que, en pocos años, se ha adueñado o participa, sin enemistarse por el momento, de casi todos los buenos negocios. Utilizan como mampara el nombre del Partido Liberación Nacional, una agrupación a la que la Costa Rica moderna le debe no haberse parecido a América Central.
Curiosamente, como la altísima concentración de poder, riqueza y prestigio implica una intensa movilización de sentimientos, políticas e instituciones neoliberales (versión latinoamericana, es decir de re-oligarquización), el Movimiento Libertario, que encabeza Guevara, debería haberse quedado sin espacio político, ya que se han visto realizados muchos de sus afanes propietaristas y antifuerza de trabajo por los gobiernos de al menos los últimos quince años. Pese a ello, su flexibilización doctrinaria del último tiempo, el palpable deterioro de las condiciones diarias de existencia (delincuencia, salud, infraestructura, educación) que experimentan los costarricenses, la inanidad y corrupción gubernamentales, ligados a la muy evidente opulencia y soberbia de algunos pocos, y su pegada electoral, centrada en la denuncia con nombres y apellidos de los desafueros que la población conoce y sufre a diario, le han permitido, según señala la encuestadora, ser competitivo por primera vez en su relativamente breve historia.
Una cautela: lo anterior vale si el sondeo de opinión no se inventó los resultados. Pudo hacerlo, por razones no necesariamente favorables al Movimiento Libertario, mediante la organización de la entrevista o manipulando los datos. El periódico puede asimismo publicar sesgadamente los resultados y la encuestadora guardar silencio. En Costa Rica estas sondeos están reglamentados por el Tribunal Supremo de Elecciones, pero éste es un poder absoluto (implica impunidad) que puede bizquear, cerrar los ojos e incluso aplaudir abiertas violaciones si le parece conveniente. En Costa Rica otorgar poderes no interpelables (el principal es la Sala Constitucional) ha resultado letal para la ciudadanía de a pie. En este artículo se maneja la hipótesis que el trabajo de la encuestadora pudo ser mediocre pero honesto.
El ascenso de un opositor sin méritos excesivos (su campaña es caricaturesca, incluso para Costa Rica) y la caída de la candidata oficial pueden ser atribuidos a la conjunción de factores tanto situacionales como más básicos. Entre los situacionales figura uno pintoresco. Como la propaganda libertaria le daba duro en la cabeza al gobierno de los Arias, éstos o su círculo de validos urgió a la candidatura oficial a que “pusieran al insolente en su lugar”. La manera elegida para castigar al “insolente” fue personalizar los ataques mediante pequeños y abundantísimos/reiterados spots publicitarios centrados en el nombre de Otto Guevara. La intención era descalificarlo como “chusma” y “mentiroso”. El resultado fue que todo el país conoce ahora que los Arias y la candidatura oficial le tienen ganas a Otto. En breve, la candidatura oficialista, por presión gubernamental, le financió más de la mitad de la campaña en medios masivos a la candidatura libertaria. Hasta aquí lo anecdótico.
Más básico es que las últimas grandes disputas electorales (presidenciales 2006; referéndum 2007) han mostrado que el ‘grupo Arias’ (su opulencia, soberbia y codicia) irrita y polariza al país, o al menos a quienes se interesan en su existencia política (la abstención ronda el 40%). Y de aquí se sigue que la oposición a la concentración de poder por el bloque Arias hoy se orienta hacia Otto porque los mismos Arias lo identificaron como su “enemigo”. El perro mordiéndose la cola. Por supuesto, Guevara no tiene fuerza para constituirse en enemigo de los Arias. Solo quiere ser presidente.
También las elecciones últimas muestran un alto porcentaje de abstención (en este sentido sus resultados son cada vez menos legitimados por el voto ciudadano) y un resultado estrecho. Estas condiciones favorecen al bloque Arias. A menos ciudadanos votantes, más incidencia del dinero y los medios, las clientelas, los gamonales y la maquinaria del día electoral. Y si aun así la gente insistiera en votar por Otto, siempre queda el recurso de enturbiar las elecciones y sus resultados y echarle la culpa a la víctima. O proclamar, después de la trampa, transparencia absoluta. CNN se encargará de confirmarla.
Si Guevara llegara a la presidencia no puede darse tampoco la capacidad de enfrentar al bloque Arias. Tendría que intentar dividirlo y eso sí sería no la turbiedad sino la guerra. De modo que tendría que asumir la guerra o ser cooptado. Lo último es más cómodo y no impide puntuar para la billetera personal.
Los más perjudicados en este duelo de marionetas son los costarricenses y la candidatura del Partido de Acción Ciudadana (por el momento una forma de Toribio el náufrago) los que han carecido de la sabiduría para ponerse de acuerdo y expulsar a los mercaderes de un templo que alguna vez intentó ser democrático pero que ahora es únicamente un espacio para buenos negocios.
1° de diciembre 2009
- Helio Gallardo es filósofo chileno y catedrático de la Universidad de Costa Rica.
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