Nuevamente en la encrucijada del cambio

18/12/2009
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Al igual que en 1970, los chilenos tienen que optar entre la continuidad de un sistema hecho a medida de los grupos minoritarios con poder y un cambio real de estructuras, ahora las heredadas de la dictadura. En 1970 no había dictadura, pero el rígido marco político y económico frenaba el avance hacia una sociedad más justa y libre, al punto de que los intentos por introducir por la vía constitucional los cambios que democratizaran al país, hicieran justicia social y recuperaran las riquezas básicas fueron frenados en 1973 por un golpe de Estado militar inducido y respaldado por Estados Unidos.
 
Hoy Chile ha recuperado en parte la democracia y la libertad, se han logrado avances en el combate a la pobreza, pero aún queda mucho por hacer, muchas puertas que abrir o volver a cerrar y eso es lo que está en juego en estas elecciones presidenciales de las que el domingo 13 se cumplió la primera etapa, ya que habrá que realizar una segunda vuelta electoral el 17 de enero próximo.
 
La derecha, que ahora participa con dos partidos de nueva denominación, obtuvo la primera mayoría relativa, presentándose como Coalición por el Cambio. La forman los herederos de los partidos conservador y liberal que ya en los setenta se habían unido bajo el nombre de Partido Nacional y que hoy se llaman Renovación Nacional. Junto a ellos, la Unión Demócrata Independiente, UDI, partido que fue creado para darle respaldo “ideológico” al dictador Augusto Pinochet.
 
Aunque han evolucionado desde la caída de la dictadura, son los que mejor representan al neoliberalismo y mantienen estrechas relaciones con la derecha europea y latinoamericana a través de la Internacional Demócrata de Centro, IDC, surgida del cambio de nombre de la otrora Internacional Demócrata Cristiana, IDC, que bajo la conducción del español José María Aznar incluyó en su membresía a los partidos conservadores europeos.
 
Miembros de esta agrupación, incluido Aznar, estuvieron en Chile para apoyar el candidato de la derecha, Sebastián Piñera, empresario exitoso que la revista Forbes ha incluido en sus listas de los hombres más ricos del mundo, con más de mil 200 millones de dólares. Piñera, quien dice haber votado en contra de la permanencia de Pinochet en el poder en el plebiscito de 1988, hizo una encendida defensa del personaje y su familia cuando este fue detenido años más tarde en Londres, en el primer proceso que se le abrió por sus violaciones a los derechos humanos.
 
Cuando la dictadura fue derrotada en 1989, tuvo que convocar a elecciones generales en las que los partidos que la respaldaban se midieron con una nueva agrupación de fuerzas, la Concertación de Partidos por la Democracia, más conocida como Concertación, integrada por la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido Radical Social Demócrata y el Partido por la Democracia. La Concertación ha ganado hasta ahora las cuatro elecciones presidenciales realizadas.
 
El remezón
 
La designación del candidato concertacionista para los comicios del domingo pasado no fue fácil. Había varias candidaturas posibles. Unos querían que se realizaran elecciones primarias y otros, como el ex presidente Ricardo Lagos, posible postulante a la reelección, rechazaba la idea señalando que un ex presidente no podía someterse a primarias, tenía que ser proclamado. El también ex presidente Eduardo Frei, democratacristiano, no objetaba las primarias.
 
Finalmente las primarias no se hicieron, Frei fue postulado por acuerdo entre los partidos de la coalición gobernante y entonces sucedió lo inesperado. Aunque hubo otros personeros socialistas que esbozaron una candidatura, fue el joven diputado Marco Enríquez-Ominami, de 36 años, el que realmente levantó una alternativa, la del cambio.
 
Aunque algunos lo criticaron señalando que sus planteamientos se encuadraban dentro del neoliberalismo, su postulación prendió entre adultos y jóvenes. La Concertación no supo como enfrentar este fenómeno político, al que en un principio no le dio importancia y que después le quito el sueño porque Enríquez-Ominami terminó por interpretar a los que veían pasar los días sin que sus expectativas se concretaran, pese a los avances del gobierno de la presidenta Bachelet.
 
La Concertación quiso verlo como un asunto de jóvenes e intentó hacer una publicidad dirigida a la juventud y fracasó, no era ese el problema. Quisieron ignorarlo y no pudieron, intentaron tender un puente con miras a la segunda ronda electoral pero nadie lo cruzó. La derecha por su parte quiso presentarlo como afín a su supuesta proposición de cambio y fracasó.
 
Enríquez Ominami obtuvo el 20.12 por ciento, que corresponden a un millón 379 mil 219 votos. Frei logró el 29.62 por ciento, 2 millones 30 mil 887 votos; Piñera el 44.03 por ciento,3 millones 15 mil 416 sufragios, y Jorge Arrate, ex socialista postulado por la coalición Juntos Podemos, integrada por los partidos Comunista, Humanista e Izquierda Cristiana, alcanzó el 6,21 por ciento, con 421 mil 879 votos.
 
La votación sumada de Frei, Enríquez-Ominami y Arrate alcanza el 55.95 por ciento y suma 3 millones 835 mil 985 votos, pero Enríquez-Ominami sostuvo:”No tengo ninguna posibilidad, por convicción, de endosar votos, por respeto a los pobres y más desamparados. Pero sabemos que la vieja política no lo entiende así y está esperando señales que no va a recibir. Cada uno de ustedes, como hombres y mujeres soberanos, mayores de edad, responsables, sabrá muy bien qué hacer en la segunda vuelta, que enfrenta a dos líderes del pasado”
 
Pero también dijo “Mi domicilio es la izquierda progresista” y afirmó ”Piñera representa a la derecha y lo más conservador que hay y sería un retroceso histórico si es que llega a salir”.
 
¿Mensaje recibido?
 
Mientras Enríquez-Ominami recorre el país agradeciendo a quienes votaron por él, a la vez que busca organizar a sus partidarios y consolidar su programa de gobierno, pareciera que su mensaje fue entendido. Al día siguiente de la elección, el lunes, se producía un cambio total en la campaña electoral de Frei. Salieron todos los “expertos” y fueron reemplazados por Carolina Tohá, ex diputada y hasta entonces vocera del gobierno.
 
Con pocos años más que Enríquez Ominami, representa también a las nuevas generaciones y la historia de ambos tiene algunas similitudes. Enríquez-Ominami es hijo biológico de Miguel Enríquez, uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, quien murió en una confrontación armada con los militares. Pero tiene también vinculaciones políticas significativas a través de sus abuelos.
 
Su abuelo materno, Rafael Agustín Gumucio fue uno de los fundadores de la Democracia Cristiana, pero cuando ese partido se derechizó en el gobierno de Eduardo Frei Montalva, padre del actual candidato, se marginó para contribuir a la formación de la Izquierda Cristiana que fue parte del gobierno del Presidente Allende. Su abuelo paterno, Edgardo Enríquez, perteneció al Partido Radical, que hoy ha agregado a esa denominación la de Social Demócrata.
 
Edgardo Enríquez fue rector de la prestigiada Universidad de Concepción, ciudad en la que nació el MIR. Médico, fue ministro de Educación de Allende, fue hecho prisionero por la dictadura que lo relegó a la austral isla Dawson. Después vivió buena parte de su exilio en México, donde ejerció como profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM y aunque su opción ideológica fue otra, siempre defendió la posición de sus hijos, otro de ellos, Edgardo, es uno de los detenidos desaparacidos por la dictadura en el marco de la Operación Cóndor.
 
Carolina Tohá es militante del Partido Socialista, del que fue militante destacado su padre, José Tohá. Menor que Salvador Allende fue uno de los hombres más cercanos al Presidente. Ocupó los ministerios del Interior (Gobernación) y Defensa. El día del golpe de Estado estuvo en La Moneda hasta el final, fue detenido y enviado también a la isla Dawson, donde sistemáticamente lo fueron debilitando, especialmente con diuréticos mezclados con los alimentos, hasta que por su gravedad lo trasladaron al Hospital Militar en Santiago donde el pinochetismo dijo que se había suicidado ahorcándose en un closet, aunque no podía moverse ni cabía en el lugar dada su altura.
 
La tarea de Carolina Tohá no es fácil, aunque un sector de quienes integraron el comando electoral de Enríquez Ominami han llamado a votar por Eduardo Frei, señalando que para derrotar a Piñera “se debe incluir a todas las fuerzas políticas de la izquierda con un espíritu épico de refundación y proyección de nuestras ideas”.
 
Cabe señalar que por primera vez desde el retorno a la democracia la Concertación concretó pactos electorales con el partido Comunista y esa colectividad pudo elegir tres diputados, poniendo fin de hecho a la exclusión política establecida en la constitución, que es la impuesta por Pinochet y que en este punto, como en muchos otros importantes, no ha sido modificada.
 
A la llegada de los jóvenes a dirigir la candidatura de Frei y tras el éxito indudable de Enríquez-Ominami, Sebastián Piñera convocó a las candidatas a parlamentarias triunfantes de su coalición para que se integraran a los trabajos electorales de la segunda vuelta a fin de contrarrestar a Carolina Tohá, según admitió el coordinador general de su campaña.
 
No se trata de una lucha de generaciones, sino del rumbo que seguirá el país, que bajo el “progresismo”de la presidenta Bachelet ha desarrollado una política que le ha permitido a Chile enfrentar sin mayores sobresaltos la crisis económica mundial y aplicar una política internacional que contribuye a la unidad latino y sur americana.
 
Si Piñera ganara la segunda vuelta, lo más probable es que no modifique la política económica en lo interno, no le conviene crear convulsión social. El cambio estaría en lo externo, tanto en lo que respecta a la economía como a la ubicación de Chile en el marco geopolítico, lo que podría ponerlo en la órbita estadunidense junto a Colombia, Panamá y Perú.
 
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
 
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