La conspiración derechista y mediática
Algo de realidad en un país virtual
08/03/2010
- Opinión
Cristina Fernández de Kirchner acaba de diferenciar lo que es verdad de lo que es creación mediática. La derecha sólo unida por su odio a la presidenta. Un año signado por la discusión en torno a la deuda externa.
La sociedad y el gobierno argentinos se encuentran ante una encrucijada: las fuerzas de oposición están dispuestas a utilizar sus mayorías en el Congreso Nacional y su alianza indestructible con las corporaciones mediáticas concentradas para obstaculizar a la Administración de Cristina Fernández de Kirchner.
Cuando hace pocos días inauguró las sesiones parlamentarias de 2010, la presidenta se encontró con cámaras legislativas que dieron un viraje hacia posiciones ultraconservadoras, como consecuencia del resultado de las elecciones de medio término realizadas en junio pasado.
A partir del intento gubernamental de aplicar, en 2008, impuestos a las superganancias de los exportadores de “commodities” (básicamente soja) se conformó un bloque multifacético, integrado por la oligarquía agrícola-ganadera, el conglomerado mediático adlátere y la llamada clase media que el pensador Arturo Jauretche definió como “el medio pelo en la sociedad argentina”´, también conocidos como “gorilas”.
Y la jefa de Estado llegó al Congreso con una composición donde el oficialismo es la primera minoría, pero nadie por su cuenta tiene mayoría. Así, la primer mandataria expuso durante casi dos horas sobre los principales logros económicos de sus dos años de gestión y de los cuatro anteriores de su marido Néstor Kirchner (2003-2007), donde se encargó de demostrar (con razón) la relativización y negación de los hechos que ese entuerto llamado la oposición realiza de cada uno de los actos de gobierno.
A esta contradicción entre la realidad y aquella difundida por los aparatos de difusión masiva la presidenta se refirió al mundo real contra el mundo virtual. Definió a los aparatos mediáticos como propagandistas de ese mundo virtual, donde el país se encontraría en vías de desaparición.
Cristina Fernández de Kirchner llamó a lograr que Argentina llegue a su bicentenario (el 25 de mayo próximo) en pleno trabajo y, así, cumplir el mayor período de crecimiento económico interrumpido de la historia. Para la oposición estos hechos son irrelevantes y lo que importa es “la integración del país al mundo” (?).
Hay un tema de raigambre económica que es el que va a determinar el debate de 2010 o hasta el fin del mandato presidencial, el 10 de diciembre de 2011. Y es el pago de la deuda externa.
De un lado, el oficialismo, acérrimo crítico de las instituciones financieras multilaterales y un poco más moderado en cuanto al sistema mundial, se ha convertido en los hechos en un ejemplar deudor: canceló todas los compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la presidencia de Néstor Kirchner, reestructuró la deuda con organizaciones privadas y negocia la normalización de la situación con el Club de París.
¿Se puede hablar que un gobierno es progresista si cumple religiosamente con compromisos que nunca cumplieron progresistas? Esa es la crítica de muchos “progresistas” (la redundancia se tornó inevitable).
Contestamos con otra pregunta. ¿Un gobierno que se desendeuda no es acaso más independiente? Recordemos que el "sistema de la deuda" requiere que el deudor cada día sea más deudor.
La administración Fernández de Kirchner había anunciado la cancelación de la deuda a pagarse en 2010 con parte de las reservas en oro y divisas atesoradas en el Banco Central (BC), a los que se negó, en forma escandalosa, el entonces presidente de esa entidad, Martín Redrado. La situación derivó en su salida y reemplazo por parte de Mercedes Marcó Del Pont, ahora bombardeada por toda la “oposición” (decidimos poner entre comillas la palabra porque en realidad es una bolsa de gatos reunida por el odio hacia la presidenta).
Como dijera Fernández de Kirchner ante el Congreso, la realidad es que Argentina se encuentra en un proceso de crecimiento importante a mediano plazo, lo que, por supuesto enfurece a la derecha “opositora”, que sólo aspira a retomar los años de acumulación financiera para los bancos y socios de la pasada década del ’90, es decir restaurar el orden neoliberal.
Cuando hace pocos días inauguró las sesiones parlamentarias de 2010, la presidenta se encontró con cámaras legislativas que dieron un viraje hacia posiciones ultraconservadoras, como consecuencia del resultado de las elecciones de medio término realizadas en junio pasado.
A partir del intento gubernamental de aplicar, en 2008, impuestos a las superganancias de los exportadores de “commodities” (básicamente soja) se conformó un bloque multifacético, integrado por la oligarquía agrícola-ganadera, el conglomerado mediático adlátere y la llamada clase media que el pensador Arturo Jauretche definió como “el medio pelo en la sociedad argentina”´, también conocidos como “gorilas”.
Y la jefa de Estado llegó al Congreso con una composición donde el oficialismo es la primera minoría, pero nadie por su cuenta tiene mayoría. Así, la primer mandataria expuso durante casi dos horas sobre los principales logros económicos de sus dos años de gestión y de los cuatro anteriores de su marido Néstor Kirchner (2003-2007), donde se encargó de demostrar (con razón) la relativización y negación de los hechos que ese entuerto llamado la oposición realiza de cada uno de los actos de gobierno.
A esta contradicción entre la realidad y aquella difundida por los aparatos de difusión masiva la presidenta se refirió al mundo real contra el mundo virtual. Definió a los aparatos mediáticos como propagandistas de ese mundo virtual, donde el país se encontraría en vías de desaparición.
Cristina Fernández de Kirchner llamó a lograr que Argentina llegue a su bicentenario (el 25 de mayo próximo) en pleno trabajo y, así, cumplir el mayor período de crecimiento económico interrumpido de la historia. Para la oposición estos hechos son irrelevantes y lo que importa es “la integración del país al mundo” (?).
Hay un tema de raigambre económica que es el que va a determinar el debate de 2010 o hasta el fin del mandato presidencial, el 10 de diciembre de 2011. Y es el pago de la deuda externa.
De un lado, el oficialismo, acérrimo crítico de las instituciones financieras multilaterales y un poco más moderado en cuanto al sistema mundial, se ha convertido en los hechos en un ejemplar deudor: canceló todas los compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la presidencia de Néstor Kirchner, reestructuró la deuda con organizaciones privadas y negocia la normalización de la situación con el Club de París.
¿Se puede hablar que un gobierno es progresista si cumple religiosamente con compromisos que nunca cumplieron progresistas? Esa es la crítica de muchos “progresistas” (la redundancia se tornó inevitable).
Contestamos con otra pregunta. ¿Un gobierno que se desendeuda no es acaso más independiente? Recordemos que el "sistema de la deuda" requiere que el deudor cada día sea más deudor.
La administración Fernández de Kirchner había anunciado la cancelación de la deuda a pagarse en 2010 con parte de las reservas en oro y divisas atesoradas en el Banco Central (BC), a los que se negó, en forma escandalosa, el entonces presidente de esa entidad, Martín Redrado. La situación derivó en su salida y reemplazo por parte de Mercedes Marcó Del Pont, ahora bombardeada por toda la “oposición” (decidimos poner entre comillas la palabra porque en realidad es una bolsa de gatos reunida por el odio hacia la presidenta).
Como dijera Fernández de Kirchner ante el Congreso, la realidad es que Argentina se encuentra en un proceso de crecimiento importante a mediano plazo, lo que, por supuesto enfurece a la derecha “opositora”, que sólo aspira a retomar los años de acumulación financiera para los bancos y socios de la pasada década del ’90, es decir restaurar el orden neoliberal.
- Pablo Ramos, desde la Redacción de APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar, Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
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