Descolocó a sus críticos

25/07/2010
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La culminación exitosa, por cuanto hubo acuerdo, de las conversaciones entre el gobierno de Cuba, el cardenal cubano Jaime Ortega y Miguel Ángel Moratinos, ministro de Relaciones Exteriores de España, pilló desprevenidos a críticos y enemigos de la Revolución cubana. Acostumbrados a presionar, agredir y hasta chantajear, no concebían que un diálogo respetuoso entre las partes concluyera en términos positivos.
 
Hay muchos hígados inflamados, comentarios venenosos y reacciones molestas, pero nada de eso oculta el fondo de lo sucedido: en La Habana se registró una reunión entre iguales.
 
En este contexto, el primer punto a recordar es que en Cuba se produjo una revolución, en la que un ejército popular derrotó al ejército de un régimen dictatorial, apertrechado y adiestrado por Estados Unidos, país que luego cobijó al dictador Fulgencio Batista, quien disfrutó de su riqueza mal habida y no pagó por ninguno de sus crímenes.
 
Derrocada la dictadura, el pueblo cubano demandó justicia y como el poder judicial existente era el instalado por ese régimen, se establecieron tribunales populares, que evitaron que los agravios y abusos se vengaran de manera directa por los afectados. Las ejecuciones que derivaron de estos juicios fueron condenadas por algunos países, en especial por Estados Unidos y entendidas por muchos otros.
 
Pero aún sin este episodio, la confrontación entre Cuba y Estados Unidos era inevitable, por razones históricas y estratégicas. Colonia española, como la mayor parte de América Latina, la lucha por la independencia también se inició en Cuba en las primeras décadas del siglo XIX y alcanzó su punto decisivo en 1895,bajo el liderato de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. Pero el triunfo les fue escamoteado cuando Estados Unidos le declaró la guerra a España en 1898.
 
Los estadounidenses buscaban asentar su influencia en el Caribe y gobernaron Cuba desde 1899 hasta 1902.La constitución que se promulgó entonces incluyó la Enmienda Platt ,por la que se le reconocía a Estados Unidos el derecho a intervenir militarmente en el país isleño, en el cual establecieron la base naval de Guantánamo, que mantienen hasta hoy. De más está decir que intervinieron varias veces en los asuntos cubanos, manteniendo en ese país contingentes de infantes de marina durante bastante tiempo.
 
Por lo tanto, el triunfo de la Revolución cubana en 1959 fue más que una derrota para las políticas imperiales de Washington, porque los privaba de un enclave estratégico. No puede extrañar entonces que la confrontación con la Revolución triunfante estallara casi de inmediato. El programa del nuevo gobierno cubano, basado en los planteamientos de Fidel Castro en su alegato “La Historia me Absolverá” empezó a ponerse en práctica y, en forma paralela, Estados Unidos organizó la invasión de Playa Girón en 1961.
 
Ese mismo año, derrotada la invasión, el entonces Primer Ministro Fidel Castro proclamó el carácter socialista del gobierno. En 1964 Estados Unidos le impuso a Cuba el bloqueo económico que aún persiste.
 
 
Acoso permanente
 
Estos resumidos antecedentes históricos serían más que suficientes para explicar el motivo de la inexistencia de relaciones normales entre los dos países, pero lo concreto es que los sucesivos gobiernos del norte han vivido con la obsesión de derrocar al gobierno de Cuba y recuperar lo que estiman una “posesión estratégica”.
 
En ese empeño no han dejado cosa por hacer, como el envío de terroristas que han realizado atentados con bombas que cobraron vidas de cubanos y turistas. Por si eso fuera poco, han introducido plagas que afectan cultivos y seres humanos, han tratado de involucrar a Cuba en el tráfico de drogas sin lograrlo, ya que el único episodio relacionado con ese tema, el “Caso Ochoa”,tiene otras características.
 
Después de hacer más duro el bloqueo con las leyes Helms-Burton y la Torricelli y de esperar inútilmente que el colapso de la Unión Soviética y del campo socialista acabara también con la Revolución cubana, Estados Unidos intensificó otros aspectos de su política intervencionista, fomentando las acciones de desestabilización aplicadas en otros países.
 
Y así se inició la búsqueda de quienes no concordaran con el gobierno, que los hay en todos los países del mundo, para organizarlos y financiarlos a través de las múltiples instituciones que en el país del norte reciben fondos del Estado. Se llegó a reunir un grupo de cubanos que no sólo vivían del dinero que les distribuía la Oficina de Interés estadounidense en La Habana, sino que celebraban allí sus reuniones, con participación del personal de esa dependencia.
 
La violación a la soberanía cubana era evidente. El gobierno de Cuba formuló las denuncias correspondientes en el plano internacional, pero al mismo tiempo fueron detenidos muchos de aquellos señalados como disidentes, si bien no a todos les corresponde esa denominación. Los antecedentes de este episodio están en el libro “El Camaján” y fueron proporcionados por algunos asistentes a esas reuniones que pertenecían a la contra-inteligencia cubana, misma que le ha ganado varias partidas a la inteligencia del norte.
 
Lo que viene
 
Si juzgamos por las reacciones a la salida de los llamados disidentes, ni ellos ni quienes los respaldan en el plano internacional tienen claro lo que ha sucedido. Entre los beneficiados hay quienes lo que quieren es irse a Estados Unidos, otros le reclaman a España que les de el status de refugiados políticos y no de emigrantes, mientras algunos hablan de que la medida del gobierno cubano fue “una acción desesperada”.
 
Los gobiernos europeos tampoco parecen entender que esto fue un acuerdo y funcionarios checos, franceses, suecos y alemanes dicen que hay que esperar para ver si “algo ha cambiado”.Y lo que quisieran que cambiara es el carácter del gobierno de Cuba, cuestión que no les corresponde a ellos decidir. Los cambios los harán los cubanos, como anunció al asumir el cargo el presidente Raúl Castro. El proyecto está listo, como ya se ha dado a conocer, lo que se requiere es que los dejen vivir en paz.
 
Estados Unidos no piensa ceder, como lo ha declarado Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto para el hemisferio occidental. Según sus declaraciones a la prensa, el bloqueo, que ya lleva 50 años, no se va a levantar porque “es una ley, así que el congreso tendría que cambiarla y eso no está en la agenda del presidente”.
 
La desilusión será para el presidente chileno Sebastián Piñera, quien declaró que el embargo “debiera ser revisado” y explicó: “porque no ha dado frutos fecundos”, como si fecunda hubiera podido ser una eventual invasión como las de Irak o Afganistán. Tendrá que contentarse por ahora con el próximo arribo a Chile de uno de los recién llegados a España, al que su gobierno le está buscando casa y trabajo para él y su suegro.
 
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
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