Arzobispo pide cuarentena para los homosexuales
17/08/2003
- Opinión
En su última edición, el semanario "Búsqueda" realizó un
reportaje al arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno,
que seguramente quedará para la historia. Refiriéndose a
un reciente fallo judicial que otorgó la compensación
derivada de la muerte de uno de los integrantes de una
pareja homosexual a su sobreviviente, el primado de la
Iglesia Católica Apostólica y Romana uruguaya no dudó en
afirmar que ese fallo "forma parte de una oleada de
antivalores" que cunde en nuestra sociedad. Dijo que "el
país tiene la tendencia a perder, si no ha perdido ya,
referentes éticos y morales incuestionables," e incluyó
al Parlamento y la Justicia entre los responsables de que
esto suceda.
Tal vez alterado por los humos del incienso, Cotugno
llegó a decir que esta sentencia judicial puede generar
"una reacción en cadena" que destroce los "valores
humanos, como por ejemplo avalar la unión entre un hombre
y un animal." Monseñor aseguró que la Iglesia nunca
aceptará las uniones entre los homosexuales, y dijo
claramente que quienes practican la homosexualidad en
lugar de la heterosexualidad con fines reproductivos,
sufren de "una enfermedad contagiosa." Consultado por el
periodista acerca de como tratará la Iglesia a sus fieles
homosexuales, Cotugno propuso tratarlos como a leprosos:
"Cuando uno tiene una enfermedad contagiosa, hay que
ponerlo en cuarentena para que no contagie a otro,"
afirmó muy suelto de cuerpo. "No se trata de echarlo, de
condenarlo, de que se muera. Se trata de aislarlo para
curarlo. Y una vez curado vuelve a la comunidad."
Las medioevales opiniones de Cotugno han sorprendido
prácticamente a toda la sociedad uruguaya. Los colectivos
defensores del derecho a la diversidad sexual han sido
muy mesurados en sus comentarios y están evaluando si
vale la pena contestarle. Según informaba ayer el diario
electrónico "Uruguaypress, un vocero de uno de esos
colectivos explicó que la contestación "podría ser una
manifestación de repudio pero que se debería instrumentar
con tiempo y cuidado para no dañar a quienes profesan la
fé Católica y que seguramente no están de acuerdo con
él." La cruzada homofóbica de Cotugno está enmarcada en
una ofensiva mundial de la Inquisición Vaticana (ahora
llamada Congregación para la Doctrina de la Fé),
destinada a frenar la cada vez más creciente aceptación
de la diversidad sexual.
Esto sucede en momentos en que la Iglesia Episcopal de
Estados Unidos (Anglicana) se apresta a nombrar obispo de
New Hampshire a Gene Robinson, un reverendo de 56 años,
divorciado y con dos hijas, que vive con su pareja
homosexual desde hace 13 años. El revuelo que ha causado
la nominación de Robinson hace recordar a muchos lo que
pasó en 1988 cuando Barbara Harris fue elegida la primera
mujer obispo de la Iglesia Anglicana. Su designación se
suma, además, a la reciente autorización de la primera
unión homosexual bendecida por la Iglesia Anglicana en
una diócesis de Canadá, y al intenso debate que ocasionó
en el Reino Unido el nombramiento de otro sacerdote gay
como obispo de Reading. En ese caso se trataba de Jeffrey
John, quien finalmente renunció al cargo ante la polémica
que había ocasionado su nombramiento. Pero ahora todo
indica que primará la cordura, y que la Iglesia Anglicana
seguirá siendo "la voz de la tolerancia", como la ha
definido el Obispo de Arkansas. Por su parte, Robinson
pidió a quienes le apoyaron que sean amables con aquellos
no están de acuerdo con su nominación y dijo que hay que
mostrarle al mundo "lo que es una comunidad cristiana".
"Voy a ser un obispo bueno, no un obispo gay," explicó.
La Iglesia Católica Apostólica y Romana, está preocupada
por la emigración masiva de sus fieles hacia otras
opciones. Al parecer, sigue sin entender que son
precisamente estas actitudes intolerantes, retrógradas,
ignorantes y soberbias las que desencantan a sus fieles.
Del mismo modo opera el ocultamiento oficial de los
cientos de violaciones a niños y adolescentes que han
venido cometiendo decenas de sacerdotes católicos
estadounidenses durante décadas. Para esos sacerdotes
pedófilos sí ha tenido tolerancia la Iglesia Católica,
limitándose a trasladarlos de parroquia para aquietar las
aguas y a compensar económicamente a las familias de los
agredidos que se han atrevido a denunciar las
violaciones. Para los homosexuales laicos -en cambio-
propone "cuarentena" y "tratamiento."
Entrevistada en CX 36 Radio Centenario, la integrante del
grupo Diversidad y coordinadora del Grupo de Lesbianas,
Gays, Travestis, Transexuales y Bisexuales (LGTTB) de
Amnistía Internacional, Diana Mines, deploró las
declaraciones de Cotugno y recordó que el recientemente
reformado artículo 149 del Código Penal, incluye a las
minorías sexuales como uno de los grupos que es necesario
proteger, junto a las minorías étnicas, religiosas y los
inmigrantes. De acuerdo a él, quien incite al odio, al
desprecio o la violencia moral o física contra "una o más
personas en razón del color de su piel, su raza,
religión, origen nacional o étnico, orientación e
identidad sexual, será castigado con tres a 18 meses de
prisión." ¿Monseñor Cotugno será denunciado ante la
Justicia Civil por incitar a despreciar a los
homosexuales? ¿Valdrá la pena? Si fuera creyente, diría
que no, que él ya tiene un Juez Supremo que sabrá darle
su merecido el día del Juicio Final. Pero soy agnóstico.
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