Terremotos, sismos y ondas

09/02/2011
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El mundo está en pleno terremoto. Como las capas tectónicas que al chocar y deslizarse provocan terremotos y temblores, así chocan las ideologías, las aspiraciones, las ideas y los ideales. Chocaron el capitalismo y el socialismo, y finalmente se deslizaron en la democracia. Chocan la libertad de expresión con el respeto a las diferencias, y se deslizan en los discursos políticamente correctos.
 
Para llegar a esos deslizamientos que sólo generan pequeñas ondas apenas perceptibles –eso que consideramos “paz” o “normalidad”– hizo falta el terremoto, el derrumbe de lo que era, el descombro posterior, y las nuevas edificaciones. Al otro lado del planeta, en el norte de África, el mundo árabe nos pone el ejemplo más claro por el momento. El choque del autoritarismo contra las aspiraciones democráticas ha provocado un terremoto que está derribando tiranías. Túnez lo logró, el presidente Ben Alí se vio forzado a huir del país, dejando atrás más de 30 años de un régimen que se sostenía en la represión por las fuerzas públicas y en una institucionalidad de apariencia democrática. Están ahora en el proceso de descombrar para luego construir.
 
La onda expansiva de este sismo alcanzó a Yemen y a Egipto. El presidente de Yemen ha preferido hablar antes de que el pueblo actúe, aunque sus ofrecimientos no satisfacen a este movimiento que se ha generado: promete no postularse para la reelección, ni dejar a su hijo como sucesor. Muchos dudan que sea cierto el ofrecimiento. Egipto, por el contrario, sigue sacudiéndose, exigiendo la renuncia del presidente Mubarak, la disolución del parlamento, la elaboración de una nueva Constitución, y la instauración de un gobierno de transición. Los ofrecimientos de Mubarak sólo generan más presión entre las placas que chocan: ha dicho que no se presentará a la reelección aunque sí concluirá su mandato, y además, que formará parte del gobierno que resulte electo para asegurar la transición. El pueblo dice “fuera” –una placa se mueve- el gobernante dice “no” –otra placa empuja en dirección contraria.
 
En medio de los sismos están las personas de carne y hueso que luchan. Y en Egipto, las mujeres están siendo muy visibles. Las imágenes hablan: mujeres con la cabeza cubierta o completamente envueltas en un velo negro que sólo deja ver los ojos, gritando en las calles; una mujer grita desafiante muy cerca de la cara de un policía; otra lanza rocas contra los antimotines. Una niña se para sobre un tanque; y otra más le envía un mensaje a Mubarak: ya no queremos tenerte de presidente, y te informo que algunos policías están quitándose el uniforme y uniéndose a las protestas. Esto es ya por sí un terremoto para las mujeres. Es bien sabido que el Islam restringe las libertades femeninas, por lo que estas mujeres no sólo están desafiando a Mubarak, con sus acciones están desafiando a todo un poder masculino.
 
Y nosotras en Guatemala, envueltas en el juego de la democracia, ¿qué tipo de terremoto queremos provocar? ¿Lograremos hacer pequeñas ondas, como una gota al golpear el agua, o grandes movimientos de suelo que derriben lo que nos priva de nuestros derechos y nuestra libertad? ¿O seguiremos deslizándonos imperceptibles en una democracia liberal que legitima y mantiene lo que nos oprime?
 
El 4 de febrero de 1976 fue el último gran terremoto en nuestro país. Ya es hora de que lo que se construyó en esa década y la siguiente se derrumbe para poder construir una realidad distinta. En aquella ocasión, el terremoto fue motivo de tristeza, luto y desesperación. Hagamos de nuestro terremoto femenino uno que traiga felicidad y una vida digna.
 
Guatemala, 8 de febrero del 2011.
 
Fuente: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO)
 
https://www.alainet.org/es/active/44246
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